CAPÍTULO 15
-¿Tú qué crees que habrá pasado? –Cassie me miraba desde el otro lado del asiento, llevándose un trozo de chocolate a la boca. Me resultaba increíble que tuviera el cuerpo que tenía, porque se pasaba el día comiendo. Aunque, mirándolo de otra forma era bastante comprensible, pues Christopher les hacía ensayar prácticamente las 24 horas del día.
Nos encontrábamos ya en el avión. Justo después de la llamada de mi padre la noche anterior, le comenté a los demás la inesperada noticia y, como era de esperar, se sintieron algo decepcionados de nuestra partida. Al fin y al cabo, nos lo estábamos pasando muy bien.
Esa noche casi no dormimos, aprovechando nuestras últimas horas del viaje en Texas yendo de un sitio a otro del pueblo y de una habitación a otra del hotel, simplemente hablando, cantando o jugando a juegos absurdo que se nos iban ocurriendo. A la mañana siguiente, Bill nos llevó hasta el aeropuerto y pusimos tumbo de nuevo hacia Los Ángeles. Mirando el lado de bueno, había tenido la oportunidad de venir a Dallas, ¿no? Con eso me bastaba.
-¿Y si han filtrado todas tus nuevas canciones por Internet? Eso sería una gran putada.
-No…No creo que sea por eso. No serviría de nada que yo estuviera allí presente si algo así ocurriera. El daño ya estaría hecho y además eso sería tarea de la discográfica, ni mía.
-Pues no sé que podrá ser. –Cassie se encogió de hombros y siguió comiendo.
Ni yo, pensé. Y eso me preocupaba aún más.
Pasamos el viaje viendo Moulin Rouge pero yo no le conseguí prestar demasiada atención.
Algo raro pues era mi película favorita.
-Tengo órdenes de ser yo quien os lleve de vuelta a casa. –nos dijo Bill mientras metía nuestras maletas en coche.
Me extrañó el hecho de que no fuera mi padre el que nos recogiera, siempre lo hacía él.
Una vez dentro, me coloqué los auriculares y encendí mi iPod.
Pumped Up Kicks de Foster The People empezó a sonar y cerré los ojos para intentar relajarme.
El camino a casa se hizo más corto de lo normal, pues cuando los abrí ya habíamos llegado.
-¿No vamos a llevar a Cassie primero, Bill? –pregunté al ver cómo este aparcaba el coche frente a mi casa.
-Tu padre os quiere a las dos aquí, es lo que me ha dicho.
-¿A las dos? ¿Por qué?
-No es mi deber entrometerme en asuntos privados, Alex. Yo solo cumplo órdenes. –me sonrió antes de arrancar el coche para reunirse de nuevo con su mujer y sus tres hijos. A pesar de su apariencia de hombre duro, era un ser de lo más adorable.
Cargamos pesadamente nuestras maletas y saqué mis llaves del bolso.
La casa estaba completamente a oscuras.
-¿Papá? –mi voz sonó en eco desde la entrada.
Entonces fue cuando me fijé en el despacho de mi padre. La luz de la habitación se colaba por la rendija de la puerta. Debía de estar ahí.
Llamé a la puerta con cuidado y la abrí tras oír un tosco ‘pasa’.
Casi me eché a llorar cuando vi al hombre que se alzaba ante mí. Me llevé las manos a la boca. No podía ser.
Un ojo morado, un corte en la mejilla izquierda y los labios hinchados adornaban su cara. ¿Quién demonios le había hecho eso a mi padre?
Sin decir una palabra, me abalancé hacia él, envolviendo su cintura con mis brazos. Él me acarició el pelo suavemente.
-Por fin estas en casa, cariño. Por fin. –su voz sonaba débil y sincera.
Me aparté a duras penas y le miré. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al volver a inspeccionar sus heridas.
-Sé lo que estás pensando. Lleva las maletas a la habitación y reúnete con Cassie en el salón. Os lo contaré todo. –me guió hacia el pasillo y volvió a cerrar la puerta de su despacho.
Subí las escaleras rápidamente y entré en mi habitación como un tornado. Cassie dejó el vestido que estaba colgando en el armario y me miró con cara de circunstancia.
-Deja eso, después nos ocuparemos. Ha ocurrido algo muy malo, Cassie. Ven.
-¿De qué estás habl..? –Tiré de ella hacia el piso de abajo si darle si quiera tiempo a acabar la frase.
Pero entonces lo comprendió todo en el momento en que vio a mi padre. Se le cortó la respiración y no sabía qué decir. Sabía que le tenía mucho aprecio y esto debía de ser también un golpe muy duro para ella.
Me senté frente a mí padre y esperé a que comenzara.
Suspiró. –Veréis, antes que nada, quiero deciros que Cassie deberá quedarse aquí con nosotros unos días. Sé que tienes edad suficiente para quedarte sola pero creo que será mejor que estés con Alex y conmigo por ahora.
-Papá, por favor –le apremié. Me estaba empezando a poner de los nervios con tantos rodeos y estaba segura de que mi amiga también.
-Está bien, perdonad –se acomodó en el sillón y carraspeó. –Por dónde empiezo…A ver, bueno, aprovechando vuestra ausencia decidí invitar a los padres de Cassie anoche a cenar, ya sabéis, como hemos hecho otras veces.
Ambas asentimos, animándolo a seguir.
-La noche transcurrió sin contratiempos, hasta que oímos el sonido de un cristal al romperse. Era una ventana. Habían entrado en casa.
Habían entrado en casa. Las palabras no paraban de dar vueltas en mi cabeza.
-¿Fueron ellos quienes te…? –se me empezó a formar un nudo en la garganta y no fui capaz de continuar.
Cuando miré a mi derecha, Cassie ya estaba llorando. Era una persona muy sensible.
Mi padre asintió. –Nos pillaron desprevenidos, no nos dimos cuenta de que había entrado alguien hasta que aparecieron en el jardín con máscaras y armas.
Me estremecí solo de pensarlo.
-Intenté resistirme y ahí fue cuando me dieron la paliza. A parte de los moratones, tengo una costilla rota. –siguió. –Tu padre intentó pararlos pero no lo consiguió, Cassie. Le dispararon en la pierna y ha perdido mucha sangre.
Cassie se levantó de golpe del sofá. Ahora no podía parar de llorar.
-¿Qué? ¿Está…está bien? ¿Y mi madre? ¿¡Cómo está mi madre?! Oh dios… -se cubrió la cara con las manos y se desplomó de nuevo en el sofá.
-Tu madre está bien, tranquila. Por suerte estaba en el baño y no la vieron. –le puso una mano en el hombro para intentar calmarla. –Y no te preocupes por tu padre, es un hombre fuerte. Está en el hospital, le están cuidando bien y seguro que saldrá muy pronto. –le apartó las manos de la cara y la obligó a mirarle. –De todas formas, quiero que sepas que puedes contar conmigo, ¿está bien? Para mí siempre has sido como una hija, Cassie, no dudes en pedirme lo que sea.
Cassie abrazó a mi padre y siguió llorando en su hombro.
Yo no sabía qué hacer. Me había quedado petrificada. ¿Quién había entrado en mi casa? Y, ¿por qué?
Tras unos minutos de silencio, Cassie se fue a mi habitación y me quedé a solas con mi padre.
-Haberte dejado ir a Texas fue la mejor decisión de mi vida. –me dijo sin quitarme la vista de encima.
-¿Por qué lo dices?
-Porque no me hubiera perdonado jamás que estuvieras aquí y esos imbéciles te hubieran puesto un dedo encima. Arriesgaría mi vida mil veces antes que la tuya. No podría soportar el perderte. –sentí cómo le temblaba la voz y esta vez fui yo quien le abrazó. Entonces me di cuenta de lo solo que se debía sentir mi padre. Yo era todo cuanto tenía. Su hija se va y después sufre un asalto en su propia casa. Intenté apartar esos pensamientos de mi cabeza pues no podía soportarlos.
-No pasa nada, papá. Estoy aquí y estoy bien, ¿lo ves? Y tú también te pondrás bien. Estoy contigo, ¿vale? –le sonreí, intentando aparentar serenidad. Entonces una pregunta se cruzó por mi cabeza. -¿Se han llevado algo?
Mi padre frunció el ceño.
-Esos hombres, me refiero. ¿Se han llevado algo?
Volvió a suspirar. –Por desgracia, sí. Ropa, joyas, papeles…Suerte que estos no decían nada importante. Lo que hace la gente por conseguir dinero hoy en día…
-No me importa lo que hagan con ellos, me importa la forma en que han tratado de conseguirlo. Le han pegado a mi padre y han disparado al padre de mi mejor amiga. Eso es algo que jamás se perdona. –me estaba empezando a enfurecer.
Mi padre lo notó, me conocía demasiado bien.
-Será mejor que subas a ver a Cassie. Os llamaré en cuanto el almuerzo esté listo.
Sin embargo, Cassie no estaba en mi habitación. En ese instante, la puerta del baño se abrió.
-Voy a ir al hospital a ver a mi padre. No me esperéis para comer, me quedaré por allí si no os importa.
Negué con la cabeza. -¿Quieres que te acompañe?
-No hace falta. Prefiero estar sola.
La entendía perfectamente, así que no insistí más.
Una vez hube despedido a mi amiga, me senté en la cama y miré a mi alrededor. Otra vez sola.
Muchas veces, cuando mi padre se iba de casa por trabajo, una sensación de soledad inundaba mi cuerpo. Sabía que tenía mucha gente con las que podía contar, unos amigos increíbles, pero esa sensación nunca se iba.
Miré mi móvil.
1 MENSAJE NUEVO.
“¿Habéis llegado bien a casa? Estoy preocupado, dime que estáis bien. Espero verte pronto. Besos, Harry xxx”
Mierda. Le había prometido a Harry que le escribiría en cuanto aterrizara el avión.
En vez de responder al mensaje decidí llamarle.
Lo cogió al segundo tono de llamada. -¿Se puede saber por qué no me has llamado antes? Me tenías como loco.
Entonces empecé a llorar. Así, sin más.
Le conté todo. Todo lo que me había contado mi padre minutos antes en el salón. Harry me escuchó pacientemente sin interrumpirme ni una vez.
-Alex, eres una chica fuerte. Esa es una de las miles de cosas que me gustan de ti. Vas a poder con esto, ¿vale? Piensa que podría haber sido peor. Llámame si lo necesitas, sea la hora que sea. Yo estaré aquí.
-Pues menudo asco. No quiero que estés allí. Quiero que estés aquí. Conmigo. –dije tristemente.
Harry rió desde el otro lado del teléfono.
-Ojalá pudiera, nena. Créeme. –sonaba sincero. –Ahora tengo que irme ¿estarás bien?
Asentí con la cabeza.
-¿Alex?
Qué tonta, si no podía verme.
-Sí, sí, estaré bien.
-Cuídate, nos veremos pronto.
Colgó y yo me dejé caer de espaldas en la cama.
Mi vida había dado un gran giro. Todos los pasados acontecimientos me hicieron pensar en cómo era mi vida antes de ser famosa. Definitivamente, mi vida había dado un gran giro.
Ya no era la misma Alex Bennett de 12 años que vivía en Texas.
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Hola a todas! Bueno, comentad qué tal va hasta ahora la historia y qué os parece el problema al que de repente se tiene que enfrentar Alex por desgracia! Espero que os guste y tened paciencia porque ire subiendo más! También espero votos jeje ^^ Besitos.