¿Donde estaba Rhea?
Esa era la pregunta que llevaban haciéndose Grover y Annabeth mientras la buscaban con dificultad por el caos que se había desatado cuando todos bajaron por las escaleras de seguridad... la habían perdido entre la multitud o ¿Ella se había ido aprovechando la multitud?
¿Los dioses podían vernos? ¿Todo lo que haciamos? Se cuestionó Rhea respirando agitadamente, contaba con que lo hicieran porque de lo contrario lo que haría sería en vano.
O quizás no.
Descargar toda esa furia y melancolía en la única cosa que representaba a la persona que había puesto a su mejor amigo en peligro por su estúpido orgullo sonaba más que tentador.
Aunque si la semidiosa era sincera en ese momento todo lo que sentía no era solo por Percy... sonla mayoría, pero no todo porque también sentía empatía y pena por su nueva amiga Annabeth...
¿Como era posible que una madre abandonara a su hija? Annabeth había demostrado más de una vez ser devota a ella, la defendió con Medusa y ¿La dejaba desampara cuando más la necesitaba?
No solo puso a Percy en peligro... sino que también a su propia hija... ¿Así eran todos los dioses? ¿Así sería su papá si llegara a reclamarla?
Rhea solo sintió que prefería la desilusión de no saber quién era su padre divino antes de llevarse ese mismo sentimiento de abandono y rechazo personal al saberlo.
Athena.
Poseidon.
Todos los dioses eran iguales y ella comenzaba a verlo más allá de su empatía.
—¿Por qué venerar una estatua de alguien tan malvado?—Siseo la de mejillas rojas con rabia apretando sus puños para mirar a su alrededor, no había nadie allí porque para ese paso todos habrían evacuado el santuario—Medusa tenía razón... siempre hay alguien que debe aprender lecciones
Por primera vez a Rhea no le asustó ese comportamiento, por primera vez no se estaba avergonzando de lo que estaba descubriendo de si misma porque no podía seguir siendo esa niñita llorona por la cual su amigo seguía sacrificandose.
Ya no más.
—¿Diosa del olimpo?—Murmuró apretando su mandíbula para arrancarse el broche de su chaqueta—¿quién les dio ese puesto a alguien que no se lo merece? ¿Gloria a alguien no tan gloriosa y razonable?
Ante la insurgente furia de la castaña el dorado broche que ahora tenía en su mano comenzó a emanar ese mismo colocar cegador y blanco que en la colina, ¿Acaso era posible?
Estaba enojada, justo como todas las veces que logró que funcionara.
—¿Qué?—dijo Rhea asombrada cuando el pin se convirtió en la espada metálica, brillante y blanca, la única diferencia era que no chispeaba luz como ese día, no parecía ser el mismo rayo que imagino... eso era ¿su imaginación?
El corazón de la mestiza comenzó a acelerarse cuando pasó su vista de la estatua y la espada en simultáneo ¿Estaba loca de solo pensarlo? Pero no estaba pensando, solo quería hacerlo sin importar en las consecuencias porque ya tendría que vivir con una mayor consecuencia... perder a su mejor amigo.
—¡Ah!—Gritó enojada elevando su espada para golpear la parte baja del marmol blanco pero como era de esperarse nada pasó, ella solo cayó al suelo de espalda haciendo que su blanca espada cayera junto a ella.
Tonta Rhea, es imposible, se critico mentalmente con furia, era una estúpida idea que deseaba aplicar para descargar todo lo sentía en ese momento, sin embargo, dispuesta a irse de allí para buscar a sus amigos la menor tomó su espada de nuevo pero... ahora era diferente ¡Estaba loca! ¡No era su imaginación!
—¿Esto...?—Susurró confundida mirando como las mismas chispas blancas con tonalidades azuladas brillaban en el afilado objeto, no le estaba quemando, justo como recuerda —¡Oh, te llamaré... Hercules! ¡Hercules!—Nombró emocionada para luego fruncir el ceño, enojada, debía seguir enojada—Y tengo tu primera misión, pequeño Her.
Ahora si deseaba que los dioses estuviesen viendo ese momento como el capitolio en los juegos del hambre porque estaba segura que con lo que haría fácilmente se ganaría patrocinadores.
—Esto es por Annie... y mi Percy, diosa de la sabiduría—Pregonó sin más y cerró sus ojos para dar medio giró tratando de tomar impulso otra vez al mover violenta y bruscamente la espada a pies de la estatua de Athena.
Oh, no.
Rhea corrió por reflejo hacia atrás cuando la el gigantesco y blanco mármol explotó ante sus ojos al momento que el chispeante Hercules tocó el duro material.
—¿Nosotros hicimos eso?—Preguntó por lo bajo regresando a su la niña mirando el afilado objeto que estaba en su mano—¡Hercules debemos agradecer a mi padre... si llega a reclamarme, después de esto! Oh, no... ¿crees que haya visto esto? De todas formas, ya estaba decepcionado de mi.
Rhea se encogió de hombros antes de llevar su mano libre a su bolsillo y sacar su típica estrella para colocarsela en su mejilla.
—Creo que lo hicimos bien, Her... esto es por ellos y esto para nosotros—Sonrío cuando la espada volvió a transformarse en su broche—Quiero intentar...
Un ruido se escuchó detrás de ella.
—¡Hercules vamos, ciérrate, convierte de nuevo en un broche!—Pidió por lo bajo cuando la espada salió de nuevo al momento que una puerta de cerró.—¡Vamos!
—¿Qué?—Pronunciaron con voz enojada y sin más la castaña se volteó tratando de esconder la espada pero antes que pudiese hacer eso, el pequeño broche cayó al suelo, tal vez comenzaba a comprender el funcionamiento—¡Eso!... digo, ¡esa estatua es inestable señor!—Se quejó la de ojos azules agachándose para recoger su regalo darle una sonrisa antes de mirar a un anciano con ropa de turista que la observaba sin alguna expresión facial—¡Casi me aplasta! ¡Debería demandar...! Si mis padres se enteran de esto...
El barbudo hombre levantó una ceja mirando entrecaladamente a la niña y los pedazos de marmol regados en el suelo.
—De acuerdo... ¡Fue un accidente señor! ¡Soy muy joven para la carcel! ¡No puedo usar naranja! ¡No llame a mis padres... no tengo papá y mi mamá está con Hades y...
Estaba hablando más de la cuenta.
Algo que prometió no hacer con un extraño.
—Tampoco me gustaba esa estatua—Soltó de repente el hombre apuntando hacia unas cámaras en las esquinas que estaban parcialmente dañadas, vaya gran día para tener buena suerte, quizás si el hombre no hablaba—No diré nada si no dices nada
—¿qué? ¿usted... dice la verdad?—Preguntó esperanzada la niña y el hombre de barba blanca hizo un ademán de silencio antes de guiñarle el ojo con complicidad a Rhea—¡No puede ser!
—Sal de aquí niña, antes que venga alguien peor que yo... escuché que están evacuando ¿No deberías estar en otro lugar?
—También usted señor...—Rhea abrio sus ojos por la impertinencia, estaba salvandola y ella iba a meter la pata—De acuerdo ¡Me ire! ¡No preguntaré nada más pero... ¡No olvidaré esto cuando sea millonaria!—Gritó emocionada tratando de salir pero antes de hacerlo se regresó para sacar algo de su bolsillo y extenderlo hacia el adulto que la miró confundido.
—¿Soborno?
—No, es agradecimiento buen samaritano—Habló animada cuando el hombre tomó la calcomanía mientras la analizaba—¡Muchas gracias señor! Cuando sepa quien es mi padre le pediré que le de una larga vida ... ¡amén!
Vaya.
Que día.
60 segundos, eso pedía Annabeth de paciencia después de haber encontrado a Rhea hablar con una extraña asiática a la salida del lugar mientras todos miraban como el Getaway Arch explotaba.
—Todos nos miran—Susurró Grover con la cabeza gacha del nerviosismo.
—Chicos, hay que buscar a PJ—Declaró la castaña recordando que la mujer le había dicho que creyó ver un pájaro cayendo antes que desapareciera misteriosamente, en su mundo ella estaría loca pero en el de Rhea, toda esa historia tenía sentido
—Rhea...
—¿Qué?—Preguntó una ida hija de Atenea tratando de regresar a la conversación después de prácticamente ignorarla al ver a tres ancianas observándolos mientras cortaban una pelota de lana, las Moiras—Vamos a buscar a Percy
—¡Si, eso!—Exclamó Rhea victoriosa sin importarle que todos los veían, justo como Grover lo había dicho—¡dos contra uno!
—Chicas—Susurró el sátiro con nostalgia, no quería que se llevaran otra desilusión, no lo soportó con Thalia y si su lado pesimista tenía razón, no lo soportaría con Percy.
—Está vivo... Annie también lo sabe, lo sientes también.
—Andando.
Mente positiva.
Se positiva.
Siempre eres positiva, se repetía una y otra vez Rhea mientras seguía gritando al igual que sus amigos el nombre de Percy, ahora caminaron hacia el muelle, era el último lugar y si no estaba allí.
Moriría ahí mismo.
—¿Ese es?—susurró la castaña con los ojos húmedos al ver como alguien subía las barandillas metálicas con dificultad
—Percy—Susurró Annabeth siendo la primera en acercarse y antes que Percy pudiese hacer o decir algo para tratar de disculparse con todos ya estaba siendo rodeados por los brazos de la hija de Atenea.
Grover rascó su nuca para voltear hacia Rhea esperando la peor reacción de esta pero no llegó, al contrario de eso solo sonrio para correr hacia ellos y mirarlos mientras Percy y Annabeth se abrazaban.
¿Qué estaba pasando? Se preguntó el sátiro totalmente confundido por las emociones que percibía en el ambiente.
El mojado rubio levantó la mirada para observar comk su mejor amiga lo veía en silencio y con emoción paciente para esperar su turno, una vez más el destino le estaba diciendo que quizás Rhea no sentía nada por él porque entonces ¿Por qué ella no lo abrazó primero?
Se imaginó un escenario de película romantica donde el protagonista regresa de la guerra y su amada le confiesa lo que siente por el miedo a perderlo una vez más pero... eso no llegó.
Rhea no iba a confesarle lo que no sentía, se dijo a si mismo para esconder la decepción.
—¡No vuelvas a hacer algo como eso, PJ!—Regaño la niña para estrujarlo en sus brazos una vez que una perturbada Annabeth Chase se alejó de él
—Juró que nunca más lo haré, Dedee—Susurró cerrando sus ojos para apretarla más a él, tenía miedo, pero con ella allí podía afrontarlo todo.
Pensar en Rhea le dio la valentía suficiente para creer que verdaderamente podía acabar con la Quimera.
—Creí que iba a perderte, PJ—Murmuró la castaña y por mucho que quisiera esconder su tono de desesperación no pudo, quería ser fuerte y no llorar, justo como lo fue con la estatua pero allí estaba, siendo una niña de nuevo—No... no quiero perder nunca
—Nunca vas a perderme Rhea... y no volveré a dejarte—Consoló titubeante el rubio para alejarse de ella y limpiarle las lágrimas que caían por sus mejillas—No llores, mi hermosa Rhea... por favor, no llores
Se sentía como su primera despedida cuando lo expulsaron del colegio y justo como esa vez, dolía verla llorar.
—¿Como no lo haré? Casi te pierdo ¿Con quién vería Hamilton por vigésima vez, ah? ¡dime! ¿Con quién?—Bromeo con una sonrisa para contagiar a los tres niños allí.
—Eso me recuerda—bajo la atenta mirada de los chicos, Percy buscó algo en su bolsillo para entregárselo a Rhea ensanchó su sonrisa para aceptarlo—Está algo mojado pero...recuérdame morir sin esto conmigo... de lo contrario no dejarás mi espíritu libre
—¡Oye!—Regaño la niña indignada haciendo que el rubio riera—Pero tienes razón, te lo recordaré... solo si esta será la última vez Perseus Jackson
—Oh no, Rhea a usado tu nombre completo viejo, ahora tienes que vivir si no quieres que te perturbe de noche—Se burló el sátiro hacia la castaña que bufó indignada—Me alegro que no estes muerto, amigo
Percy sonrío.
—Sorpresa
—¿Que ocurrió?—Habló Annabeth después de un largo tiempo en silencio
—Versión corta, tenemos que ir a Santa Mónica—Respondió para que todos se miraran entre si, debía estar bromeando ¿como podría saber eso?—Me encontraré con mi padre ahí
—¡¿Queeee?!—Canturreo Rhea para saltar emocionada—¿Tu padre? ¿Como lo sabes? ¿Te habló? ¿No ayudará?
—Nos ayudará... creo que te escuchó en la fuente, Dedee—Respondió con segunda vez y la semidiosa no pudo sentirse más feliz por su amigo, no sabía como pero ahora se arrepentía de pensar que Poseidon era uno de esos dioses malos padres... ¡Poseidón era asombroso!
—Bueno, si Poseidon y mi PJ lo dicen... ¡Entonces iremos a Santa Mónica tripulación!—Gritó con el triple de emoción la castaña.
En todo su tiempo de viaje, sentía que por primera vez nada trataría de asesinarlos esta vez.