Todas las veces que pudimos s...

Von Annie_CN

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«A veces nos topamos con la persona correcta en el momento equivocado.» Pues si eran eso, Gala y Kevin habían... Mehr

💌ONC24
💌Sinopsis
💌Spotify Playlist
Prefacio
Capítulo 1: Solo nos tenemos el uno al otro
Capítulo 2: Memorias de una zorra
Capítulo 3: Una desconocida en el baño
Capítulo 5: Los secretos cortan como un cuchillo
Capítulo 6: Un maldito playboy
Capítulo 7: Lengua de lagartija
Capítulo 8: Una Drama Queen para Navidad
Capítulo 9: La gallina de huevos de oro
Capítulo 10: La tensión está en el aire
Capítulo 11: Amor a primera vista u odio a segunda
Capítulo 12: Si no te lo tiras tú, me lo tiro yo
Capítulo 13: La ira de una Whitman
Capítulo 14: Verano significa caliente
Capítulo 15: Adiós significa libertad
Capítulo 16: El vecino de enfrente
💌Extra: ¡Feliz día de la mujer!

Capítulo 4: Los chicos son como una cafetería

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Von Annie_CN

Sophie y Gala se sentaron en la mesa más lejana a los altavoces del local. Tras el primer día de presentación, en su caso, del segundo año académico, donde se habían estipulado los puntos más importantes a tratar en cada una de las asignaturas, habían recogido el material que repartían cada año y se habían largado a su apartamento a prepararse para aquella noche.

Era casi como una tradición creada por el mismísimo alumnado; lejos de parecerse a una película americana donde los alumnos se reunían alrededor de una hoguera a hacer botellón, en la universidad Loowod y en concreto en los alumnos de su grado, se llevaba la fiesta de abertura con mucha más clase y elegancia, acudiendo a uno de los locales de moda de Manhattan: The Blue Vanguard. Nadie sabía quién había empezado aquella costumbre, pero cada año, los estudiantes de Marketing y publicidad internacional de la universidad Loowod se juntaban para festejar, beber y bailar.

—Cuando se llene va a ser una auténtica locura —comentó sorprendida Sophie. Aquella noche se había dejado aconsejar por Gala y se había recogido el cabello en un precioso moño.

La oscuridad del local y las luces parpadeantes ya estaban en marcha; la música sonaba por los altavoces con una lista de reproducción automática que, más tarde, iba a reemplazar un DJ con su propio ordenador y mesa de mezclas.

—Por eso te he metido prisa en llegar temprano —le contestó su amiga llevándose la birra de cerveza a los labios—. Por suerte, desde aquí, aún podemos mantener una alegre conversación.

—No tan alegre —hizo una mueca.

Gala dejó su brebaje frente a ella y se tensó al ver como la pantalla de su móvil se volvía a iluminar. Con desgana, lo giró contra la mesa y dejó la carcasa azul de lunares blancos a la vista.

Llevaba todo el día recibiendo mensajes insistentes de Harry; parecía no querer pillar el mensaje. Y aunque había tratado el asunto con delicadeza, hacía ya un par de horas que se había hartado de las medias tintas y le había mandado un último mensaje, dejándole claro que no sentía nada por él; que jamás lo sentiría.

—Respeto las parejas abiertas y el poliamor. Pero creo que no es algo a lo que tú estés abierta —comentó volviendo a retomar la conversación.

Sophie llevaba algo más de dos meses conociendo a un chico; le gustaba muchísimo y estaba claro que él quería dar un paso más. Y el problema no era que ella no estuviera dispuesta a ello, sino que el chaval le había comentado la posibilidad de mantener una relación abierta.

—Él ni siquiera ha tenido una —se alteró su amiga. Aquello no le había sentado nada bien—. Pero no deja de repetirme que su mejor amigo tiene una con su novia y qué les va de maravilla.

—¿Pues porque no se une él? —se burló Gala. Sophie escondió una sonrisa.

—Ningún hombre ni ninguna mujer debería pertenecer a nadie —exclamó imitándolo.

Ambas amigas estallaron a carcajadas; al menos, siempre les quedaría aquellas charlas.

—Mira, Sophie —empezó a decir Gala mirándola directamente a los ojos—, los chicos son como una cafetería. Si te gusta el café, el precio y los camareros son amables, vuelves. Pero si te falla alguna de esas cosas, lo más seguro es que termines por buscar otra cafetería con mejor café, mejores precios y con más amabilidad.

—¿Crees que debería dejarle? —Los ojos de su amiga se entristecieron al formular aquella pregunta.

Gala negó con la cabeza. Sophie estaba pillada, pero no terminaba de ver un futuro con aquel chico.

—Creo que tienes que ser sincera con lo que quieres; con lo que estás dispuesta. Y establecer tus propias normas. Si no lo haces ahora, luego será tarde.

—No quiero una relación abierta... no es algo que me atraiga —le confesó.

Aunque eso Gala ya lo sabía.

—Pues díselo —le espetó tras dar un largo trago a su cerveza. Empezaba a sentir aquel dulce mareo del alcohol entrando en su organismo—. Si para él va a ser un sacrificio, lo mejor es que te deje ir. Si no puede ser feliz en una relación cerrada, por mucho que le gustes, va a terminar siendo un amargado. Pero si para él no es algo esencial, podrá dejarlo a un lado.

Gala lo sabía de primera mano; había dejado en España una relación que no funcionaba y que solamente iba a la deriva.

—¿Qué haría yo sin ti? —le preguntó Sophie con dulzura.

—Buscarte otra cafetería, amiga —le sonrió ella de vuelta.

Pero la alegría les duró poco; Harry entró en escena, seguido de su grupo de amigos.

Gala no se lo podía creer. Había barajado la posibilidad de que la siguiera hasta allí, pero pensaba que no sería capaz.

Cuando sus ojos se encontraron, la mirada de él se iluminó; en cambio, la muchacha, tensa y nerviosa, solo pudo levantarse a prisa y tratar de desaparecer sin tan siquiera avisar a su amiga.

Rápidamente, se dirigió hasta los baños y maldijo al encontrarse con una larga cola de mujeres que esperaban su propio turno; era temprano, pero el bar ya empezaba a estar lo bastante lleno como para que un par de amigas estuvieran monopolizando el servicio.

—Mierda, mierda, mierda —maldijo entre dientes.

No le quedaba otra; tenía que esconderse en el del sexo opuesto.

Gala empujó la puerta con energía, todo lo que deseaba era perder de vista a Harry. Lo que no sabía era que alguien ya ocupaba el cubículo de hombres y que, al mismo tiempo, estaría tirando de la puerta.

Lo reconoció al instante; los reflejos dorados de su cabello despeinado y los profundos ojos verdes que parecían reflejar la melancolía de una gran carga lo delataron. Se trataba del chico que aquella misma mañana se había colado con descaro en el baño de mujeres de la primera planta de Loowod. Y al cruzar las miradas y tras el asombro que se había reflejado en su rostro, Gala pudo adivinar antes de tiempo que él también la recordaba.

—¿Sabes que esto es el baño de hombres? —se aclaró la garganta. Parecía estar tratando de gastarle una broma.

—¿Has huido jamás de alguien? —continuó ella.

Una sonrisa se asomó en sus labios. Gala miró a su alrededor y captó a Harry moviéndose rápidamente hacia ellos.

—Pensaba que solías enfrentarte a lo que te atormenta.

—Esto más bien me molesta.

Gala no se lo pensó dos veces antes de empujarlo con suavidad dentro del baño y de cerrar la puerta tras ellos, no sin antes asegurarse de pasar el seguro.

El muchacho no parecía entender nada; Gala juraría que incluso se había puesto pálido. Sabía que aquello no era la mejor forma de tratar de escapar de la situación en la que se había visto envuelta, pero el alcohol en su sistema no la dejaba pensar con tanta claridad como de costumbre.

—Gala —se presentó teniéndole una mano.

El joven parpadeó intensamente, tratando procesar lo que acababa de pasar; estaba encerrado en el baño con una desconocida. No sabía qué estaba sucediendo y al otro lado alguien había empezado a aporrear la puerta con demasiada energía.

—Kevin —pronunció y le estrechó la mano brevemente.

El contacto fue cálido y firme; la morena lo contemplaba con cierta desesperación en los ojos. Parecía estar en apuros. Embutida en un minivestido de color negro, Kevin observaba como el pecho le subía y le bajaba con rapidez.

—¿Gala? —se escuchó al otro lado—. ¡Por favor, abre la puerta y hablemos!

Ella cerró los ojos con fuerza y apretó los labios. Harry llevaba, desde que se habían despedido, friéndola a mensajes. Incluso se le había pasado por la cabeza bloquearlo. Pero sabía que sería algo inútil: Harry sabía donde estudiaba, donde trabajaba y donde vivía. Lo conocía desde hacía unos meses y sabía que era un tanto intenso, pero jamás habría pensado que no aceptaría su petición de distanciarse.

—¿Estás soltero? —preguntó ella con urgencia. Kevin no se esperaba aquella formulación y abrió la boca, sorprendido, mas no dijo nada—. ¿Sí o no? —insistió.

Kevin asintió con la cabeza.

—No quisiera meterte en un lío —pronunció en un susurro.

—¿Ese tío te está acosando? —Kevin se puso serio. Era imposible no pensar en su hermana. La sangre le bullía.

—Parece que tiene problemas para aceptar un no como respuesta —dijo con demasiada rapidez. Automáticamente, se arrepintió de ello y trató de remediarlo—. Lo tengo bajo control.

Los golpes en la puerta empezaron a intensificarse y Kevin la miró con cierto reproche.

—¿Quieres librarte de él? —le preguntó clavándole la mirada. Un escalofrío recorrió a Gala y sin apartar los ojos de él, asintió suavemente con la cabeza—. Entonces, dame permiso.

Ella frunció el ceño.

—¿Permiso para qué? —preguntó en un hilo de voz.

—Permiso para besarte.

Las palabras de Kevin salieron abruptamente por su boca, al mismo tiempo que otros dos golpes se escuchaban en la puerta y retronaban en las paredes.

—¡Gala! ¡Sé que estás ahí! ¡Solo te pido que lo hablemos! —insistió nuevamente Harry.

Ella se sintió violentada; había arrastrado a un desconocido a un baño tratando de librarse de su ligue al que ya le había pedido dejarlo. Aunque no tuvieran realmente nada serio.

—Esto es una mala idea —pensó en voz alta.

—La otra opción es que salga y le parta la cara.

Ella lo miró de soslayo; parecía hablar en serio. Kevin tenía la altura y el físico como para acometer lo que acababa de proponerle; debajo de la sencilla camisa negra, Gala, intuía unos brazos bien tonificados.

Una sensación que conocía muy bien la embriagó sin previo aviso y apretó los muslos, casi sin pensarlo. «¿Cómo puedo estar poniéndome cachonda en esta maldita situación?», se regañó a sí misma.

No sabía si se debía al alcohol, a la compañía, o a su indecente propuesta. Pero se le había disparado el pulso.

Parecía el argumento de una malísima comedia romántica; aquel desconocido le estaba ofreciendo su ayuda sin tan siquiera preguntarle más detalles. Bien podría haberla mandado a la mierda.

«La responsabilidad emocional, Gala... La responsabilidad emocional», se recordó a sí misma. Pero mientras Kevin la penetraba con la mirada, ella parecía estar abandonando cualquier sentido común.

—A la mierda —se dijo a sí misma en voz alta.

No hizo falta que Gala le diera su aprobación a Kevin; ella se puso de puntillas y sin mediar palabra alguna, le rodeó el cuello con las manos y lo acercó a sus labios. Él tuvo el tiempo justo de coger aire antes de que sus bocas se fundieran en una sola.

Tras la sorpresa inicial, Kevin alzó una mano y la ascendió hasta la nuca de la morena, donde jugueteó trazando círculos invisibles; con la otra, desbloqueó el pestillo y entreabrió la puerta. Luego, se la pasó por la espalda y la apretujó contra su cuerpo.

Lo que debía de ser un beso superficial y fingido se convirtió en un torbellino de sensaciones a explorar. Kevin estaba sobrio; no había tomado ni una gota de alcohol. Aun así, su cuerpo estaba reaccionando de maneras sorprendentes al contacto de la morena. Tanto, que, por un instante, se olvidó de que todo aquello era una trepa y se empezó a dejar llevar.

El corazón de Gala se encogió y el estómago le dio un vuelco cuando notó su lengua abrirse paso. Pero lejos de rechazarlo, entreabrió los labios y le ofreció la suya; húmeda y caliente. Al principio, tímida, pero tras unos segundos, mucho más voraz.

Sus manos eran un sube y baja; ninguno de los dos deseaba ponerle freno a aquello.

Cuando Gala dejó escapar un pequeño gemido accidentalmente, Kevin no pudo evitar gruñir en respuesta y girar sobre sí mismo para apresar su cuerpo contra la pared. Se le había puesto dura y Gala lo estaba notando. Joder, que sí lo notaba.

Ninguno de los dos era consciente de que la puerta se había abierto de par en par y que estaban siendo observados por un total de tres pares de ojos.

—¿Qué cojones? —se escuchó. Pero lejos de tratarse de Harry, la voz pertenecía a otro hombre.

Quien había pronunciado aquellas palabras de sorpresa había sido Davide; la cita y mejor amigo de Kevin. No habían pasado ni diez minutos sentados en la barra del bar cuando Kevin le había pedido que lo disculpara un momento y había desaparecido en dirección al baño.

—¿Gala? —le preguntó su amiga Sophie. La miraba con los ojos abiertos como platos.

Sin duda era la última persona que esperaba ver tras esa puerta y parecía estar a punto de desmayarse.

—¿Quién es este tío? —se mostró ofendido Harry.

Sophie había salido tras él al ver como seguía a su amiga al baño y Davide había intervenido al escuchar los gritos y los agresivos golpes que el susodicho le había dedicado al servicio en el que estaba seguro de que se había metido su mejor amigo.

Kevin seguía aplastando a Gala contra la pared, de espaldas y sin girar la cabeza. Trataba de recuperarse del subidón de adrenalina; había estado a punto de perder completamente la razón y subírsela a ahorcajadas. Y estaba seguro de que ella había pensado lo mismo.

—¿Qué problema hay? —respondió con voz ronca. Cuando al fin se giró para encarar al tatuado y con la intención de echarlo a patadas del local, Harry palideció.

Contempló con la respiración entrecortada a Gala, luego volvió a centrarse en Kevin y dio dos pasos hacia atrás, retrocediendo.

—Ningún problema Geller. No sabía que era tu chica —se disculpó.

«¿Geller?», repitió para sus adentros ella. Sabía que lo había escuchado, mas no recordaba exactamente el momento.

No fue hasta que volvió a cruzar su mirada con la de Sophie, que recordó la vaga conversación de esta mañana.

—No vuelvas a acercarte a ella.



¡Holi!

¡Parece que por fin he despegado con la escritura!

Este capítulo es un poco más largo que los otros...

(Ya está saliendo mi superpoder de dedos veloces tecleadores de historias)

¿Qué os ha parecido las dudas de Sophie? ¿Qué haríais vosotros en su lugar?

¿Y la analogía de los chicos, que son como cafeterías?

Voy a confesar que este diálogo ha sido adaptado de mi vida real para esta historia.

Y la otra parte involucrada me ha dado permiso para plasmarlo. (Love you, M.)

(Sí, la analogía de los chicos y las cafeterías es una invención mía... ja, ja, ja)

Parece ser que Gala y Kevin por fin se han conocido (a conciencia, al menos).

Y las cosas ya están calentitas.

(Movimiento arriesgado, querida Annie, pero aún queda mucha novela...)

¡Os leo!

¡Mil gracias!


PD: ¡Esta historia ha pasado la primera ronda de la ONC y ha sido seleccionada como una de las ganadoras de ronda!


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