She wolf [SHE 1]

By mystcx

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Makayla es una loba negra. Ser un lobo negro implica ser odiado, perseguido y asesinado. Los lobos negros... More

Primera parte
1
2
3
4
6
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8
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10
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12
13
14
15
Aviso
Segunda Parte
1
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4
5
6 [Especial San Valentín]
7
8
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10
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13
14
IMPORTANTE
15 Final Triste
15 Final Feliz
16 Epílogo Triste
16 Epílogo Feliz
Agradecimientos
NOTAS

5

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By mystcx

-¿Cómo te llamas? -habló él cuando vio que ella abría los ojos, con el bebé al lado.

La chica se las había apañado para hacerle una pequeña almohada con parte de sus pantalones, por lo que el pequeño se había hecho una bolita y había caído dormido en apenas segundos, ante las tranquilizadoras palabras de la chica.

-Ya era hora... -comentó ella- Me llamo Makayla. Odio los niños, asique más te vale ponerte manos a la obra para cuidarlo.

-Se te da muy bien cuidarlo -observó él-. Y me gusta tu nombre.

Se quedaron con las miradas pegadas, ella mirándole duramente y él simplemente la admiraba.

-¿Estás esperando algo? No me interesa tu nombre...

Él resopló y bajó la mirada. No iba a mentir, aquella chica le enfadaba y a la vez le provocaba escalofríos. De alguna manera se sentía intimidado por ella y a la vez sentía que podía hacer que ella siguiese sus normas al pie de la letra.

La puerta se abrió y por ella entró la mujer que había pedido su comida días atrás con un biberón y un par de platos que hicieron que Makayla se retorciera por el olor. Quería arrancárselo de las manos. Rodeó la cadena que la enganchaba a la pared y formó un puño a su al rededor. Sonrió forzadamente.

La mujer dejó los platos en el centro de la habitación y también el biberón. Entonces miró a su Alfa.

-¿Necesitáis algo más? Vamos a desatarla a ella, según vuestros deseos. Podemos desatarle a usted, si así lo prefiere pero...

Tras dejar la frase en el aire se formó un silencio estremecedor. El chico se debatía internamente. Sonrió forzadamente al igual que la chica.

-No. No quiero hacer daño a nadie -habló al fin, mirando a Makayla directamente.

La mujer asintió y desató a la chica. La miró y sonrió. Echó un vistazo al bebé. Entonces acarició la cara del pequeño y habló.

-Gracias por cuidar de él, es un placer tenerte de vuelta, Alfa -le miró disimuladamente y se largó, dejando camino libre a la chica para abalanzarse sobre la comida.

Cuando ya había devorado medio filete, vio de refilón el otro plato y el biberón. Refunfuñó y agarró el bote lleno de leche. Se lo lanzó al chico, que lo cogió gracias a sus reflejos.

-¿Qué quieres que haga con esto? -dijo el mirando aquel objeto.

Makayla, sin responder, cargó al niño en sus brazos y se dirigió al Alfa. Sonrió cínicamente mientras se agachaba y apoyaba al bebé en las piernas de él. El chico abrió los ojos de golpe cuando el pequeño se puso a llorar. Ella se alejó y siguió comiendo hasta acabar el filete.

Volvió a mirar al chico y este todavía intentaba agarrar al niño correctamente. Cuando subió la mirada, su cara de enfado hizo reír a su compañera.

-¿No vas a ayudarme? -rugió él de mala manera, nervioso por el llanto del bebé.

-Malas formas igual a no ayuda.

-Al menos, alcánzame la comida.

-Por...

-¿Qué? contestó él, confundido.

-¿Cómo se piden las cosas? Por...

-Déjate de chorradas, es al niño al que tienes que educar.

-Bien, iré tomándome el filete. Gracias -remarcó ella al final.

Refunfuñó al ver que ella hablaba en serio y se comía un trozo de aquel filete tan sabroso. Pero se negaba a decirlo. Vio como saboreaba el filete y hacía ruidos de placer al tragar cada trozo. Sus tripas sonaron.

-Alguien tiene hambre se carcajeó ella-. Venga, solo tienes que decir las palabritas mágicas.

Su cuerpo estaba exigiéndole comida, ya que el último plato que llegó allí se lo dio a Makayla.

-Por favor -susurró el con dureza.

-¿He oído algo? ¿Lo has oído tú, señor Alfa? -comentó ella.

-Por favor -repitió él en medio de un rugido.

-¿Por favor qué? -se burló ella.

Estaba siendo realmente mala y se lo estaba pasando bien.

-Makayla, déjate de bromas. Por favor, quiero comer.

-Bien. Primero come el bebé, cuando hayas terminado de darle el biberón tendrás comida.

Un fuerte rugido surgió de su garganta y apretó todos sus músculos.

-Contrólate, no querrás matar a este niño, arruinarás el esfuerzo de sus padres -dijo ella, divertida.

Y ella no iba a dejar que al pequeño le pasara nada, pero le gustaba estar al límite. Se estaba entreteniendo en aquel mar aburrido y en calma. Le gustaba ser un tsunami en un mar tranquilo, acostumbrado a una marea baja. Y aquella marea baja esta vez era un Alfa, acostumbrado a que nadie le llevara la contraria. Cuando la primera lágrima rozó el rostro del chico ella estalló en carcajadas, riéndose del chico.

-Ayúdame. Makayla, por favor. Ayúdame -gruñó él con voz forzada, que a penas parecía humana.

Ella sonrió y no pudo evitar llevarse las manos a la boca y levantar una ceja. Tenía, bajo sus pies, a un Alfa. Y no solamente a un Alfa. Al Alfa de la manada más poderosa. Se acercó a él y rodeó su mano agarrando el biberón.

-No puede ser muy difícil -comentó ella, haciendo entender que le había pedido ayuda a una inexperta-. Vamos a dejar esto, de momento -habló ella, sin mirarle, bajando la mano hasta reposar el biberón en el suelo.

-Mírame a los ojos, por favor. Si no lo haces no podré frenar el cambio. Y no creo que este niño quiera seguir escuchando esta voz -dijo él.

Ella se dirigió al niño esta vez y lo cargó en sus brazos.

-Vamos a ver, lo primero que hay que hacer es coger al niño bien... -lo llevó hasta la altura de sus brazos- Deja de hacer fuerza, tienes que relajarte -habló viendo sus esfuerzos al hacer puños con sus manos-. Lo soltaré a la de tres, más te vale agarrarlo. Una -dijo casi gritando-. Dos -murmuró acercando sus cara a la del chico-. Y tres -susurró casi rozando sus labios con los del Alfa y dejando caer al niño.
Y entonces observó como él movía rápidamente sus brazos y agarraba al niño. Pero seguía mirándola. Miró sus labios, sus ojos, su rostro en general. Y se acercó lentamente. E incluso cerró sus ojos cuando rozó la parte baja de su nariz con sus labios. Y fue cuando ella se apartó, riéndose.

-No vuelvas a hacerlo. Ni se te ocurra volver a hacer eso -ordenó él, aún con los ojos cerrados, esta vez haciendo un esfuerzo enorme para no levantarse, romper las cadenas y abalanzarse sobre la chica.

-¿Te refieres a lo de lanzar un bebé diez centímetros poniendo en práctica la gravedad? Lo haré cuando haga falta -resumió ella, revolviendo el pelo de él, aún con una sonrisa en la cara-. Me iré a dormir. Más te vale hacer que esa criatura diabólica deje de llorar, despiértame cuando el biberón esté acabado y tengas hambre.

Y ella se escondió en el lugar más oscuro de aquel sitio para tomarse un respiro. Una siesta a las once de la mañana. Por lo menos ahora no le rugían mas tripas.

Y él se quedó mirando al bebé. Se arriesgó, soltando una mano para coger el biberón. Se sentía como un cachorro dando sus primeros pasos, tropezando y chocando contra el suelo.

-¿Tienes hambre? -le preguntó al niño.

Intentó recordar como hizo ella para que el silencio reinase en aquel lugar. Había hablado suavemente, con palabras que él deseaba recibir, palabras tranquilizadoras y amorosas. Acarició la cara del niño como a él le gustaría que le mimase.

-A ti te odia, pero te trata mejor que a mí -habló él, llevando su dedo índice a la frente del niño-. ¿Cómo lo haces, diablillo? -dijo con una sonrisa- Algún día me querrá, espero.

El niño dejó de llorar lentamente y agarró el dedo del muchacho para llevárselo a la boca.

-Tengo algo mejor que mi dedo, pequeño -y entonces colocó el biberón en la boca del niño, completamente vertical.

De la oscuridad se abalanzó Makayla hacia el Alfa y le arrancó el biberón de las manos.

-¿Estás loco? -espetó- ¿Quieres darle el biberón o ahogarle? -bramó ella.

-Iba a intentar ganarme la comida, ya que alguien me ha negado el derecho a comer.

-Si se lo pones completamente vertical -ignoró ella al chico-, la leche caerá a chorros y se atragantará. Es lógica. Inténtalo de nuevo.

-Pensé que dormías -dijo él, algo avergonzado acordándose de sus anteriores comentarios.

-¿Y dejar que este niño se asfixiase entre tus brazos? Ni de broma. Ahora sí, me voy.

Y él se quedó dándole el biberón, lentamente, sin riesgo de muerte por atragantamiento. Cuando este se hubo vaciado, lo había dejado a su lado y se puso a mecer al bebé, lentamente, de un lado a otro. Y miró a la oscuridad y confirmó que su chica estaba completamente dormida. Pero no la despertó para recibir su comida, podía esperar hasta que ella despertase. Por ella esperaría para cualquier cosa. Siguió mirando al niño.

-Vamos a gustarle, los dos. Porque a ti te odia, y a mi supongo que también. Y voy a protegerte a ti y a ella. De cualquier cosa.

Entonces se quedó a solas, el niño y la chica dormían plácidamente. Él solo la miraba a ella. Y sonreía. Era consciente de que se estaba volviendo un blando. Si alguien le hubiese dicho que iba a pasar de dar ordenes a recibirlas se habría reído. Pensó en cuando salieran de aquí. Irían a su casa. ¿Mandaría ella allí también? Puede que no, puede que cambiasen un poco las cosas. Pero seguiría respetándola.

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