Arcadis: El juego ©

By gabywritesbooks

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Astra es obligada a participar en Arcadis: una serie de juegos donde no todos salen con vida y los que lo hac... More

Las reglas del juego
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¡Bienvenidos al segundo juego!
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By gabywritesbooks

Dedicado a Angel313_insomnia ❤️

«Quererme más a mí de lo que lo quería a él»

Astra

Todo mi cuerpo se heló cuando, en medio del humo, escuché varios disparos y el grito de Cassian.

No, no, no.

Me encaminé hacia él con el rifle firme en mis manos. Escaneé la escena en busca de su atacante, pero no vi a nadie. Más allá del humo que empezaba a disiparse, Mai Riggs, quien asumí que lo había lastimado, ya se había ido junto con su equipo. Minutos atrás arremetieron contra Cayla, y ahora Cassian. Ellos dos eran los eslabones fuertes del equipo, en ese orden de importancia.

—¡¿Cassian?! —llamé. Procuré sonar firme, pero mi voz salió temblorosa.

Lo vi en el suelo, quejándose del dolor. Le habían disparado en la pierna y estaba perdiendo sangre. Mucha sangre. Suspiré de alivio cuando me di cuenta de que no le dieron en ningún punto vital. La intención de Mai siempre fue inhabilitarlo y obligarlo a retirarse, no asesinarlo.

El juego todavía no le quitaba toda su humanidad.

Me agaché junto a él y tomó mi mano con fuerza, apretándola como si eso le pudiera restar el dolor. Transpiraba y su respiración estaba agitada.

—Torniquete —dijo como pudo. Cada sílaba fue un gran esfuerzo.

Rayos. No podía romper mi traje, no por quedarme indefensa —eso era lo de menos—, sino que no sabría cómo. Era bastante resistente.

—Henna consiguió un botiquín, iré por vendaje. También le diré que te ayude. Quédate aquí.

—¿Luzco como... alguien que puede... caminar e... irse? —jadeó.

Quise responderle que, si él podía hacer esos comentarios, entonces no estaba muriéndose y yo podía tardarme buscando las vendas, pero no era tan cruel. Además, si tardaba mucho, podría perder demasiada sangre y causar un daño irreparable.

Me incorporé y corrí hacia Henna, Zarah y Troy, sin siquiera verificar cómo seguía Cayla. La habían electrocutado y, por mi experiencia en el primer juego, necesitaría unos minutos más para empezar a moverse.

Dios, debíamos apresurarnos. Esas explosiones pudieron haber llegado a los oídos de cualquiera que estuviera a pocos kilómetros de distancia. El equipo de Lars podía regresar por nosotros, o Graham podía aparecerse... O, si la teoría de Cassian era cierta, tal vez personas ajenas a Harlax podrían darnos una terrible sorpresa.

—¡Henna, tienes que venir a...! —empecé a decir a medida que me aproximé, pero mis palabras se disiparon cuando procesé lo que estaba sucediendo.

Henna todavía tenía a Zarah en brazos, quien no se movía. No solo estaba inconsciente, sino que, por las lágrimas de Henna y la expresión de derrota de Troy, supuse que había muerto.

Contuve la respiración y todos los recuerdos de la muerte de Zaid volvieron a mí. Fue como revivirlo en cámara lenta: su expresión y su discusión con Graham, el enfrentamiento, cómo fue perdiendo la vida sin que nadie hiciera nada, las palabras de Maddox, el absurdo discurso de Frederick, que al final no hubiera consecuencias... Con Zarah sucedería lo mismo. Allí estaba su cuerpo sin vida y, cuando volviéramos a la ciudad —si volvíamos con vida—, nadie enfrentaría las consecuencias. Ni los participantes, ni Frederick.

—Lo siento —musité, con un nudo en la garganta.

Fue poco lo que interactué con Zarah durante Arcadis. Sabía que era atleta y por eso su desempeño físico en cada juego había sido excepcional. Además, era una rubia muy simpática, divertida, con muy buena aceptación del público, y, si era capaz de convivir con Troy, entonces tenía que ser muy paciente. Era el tipo de persona del que me hubiera gustado ser amiga después de Arcadis.

—De verdad, lamento mucho la pérdida, pero si no me ayudan, Cassian terminará igual —solté, sintiéndome un monstruo sin empatía.

Teníamos el tiempo contado. Aunque me sintiera mal por ellos, teníamos que salir de ahí pronto y, para eso, necesitaba que Cassian parara de sangrar.

—¿A qué te refieres? —preguntó Troy, alarmado.

—Una bala penetró su traje y está perdiendo bastante sangre. —Miré a Henna, quien seguía concentrada en Zarah—. Sé que es mucho pedir en este momento, pero tenemos que apurarnos, de lo contrario...

—Lo sé —contestó Henna, finalmente. Levantó la mirada y observó lo que quedaba del centro comercial en ruinas, los escombros, el polvo, el ambiente a desidia y muerte—. Solo... no puedo dejarla aquí.

La entendía. Si yo hubiera estado en su posición, odiaría dejar su cuerpo en aquel sitio.

—Yo me encargo —ofreció Troy, arrodillándose frente a ella—. Lo único que podemos hacer por Zarah ahora es sacarla de este hueco, y yo lo puedo hacer. Pero antes, ¿podrías ir con Cassian? Ya es suficiente con que uno de nosotros tuviera que morir, no subamos esa cifra.

Ladeé la cabeza para mirarlo. Era la primera vez desde que lo conocía que lo escuchaba tan mesurado y empático, sin intención de empeorar la sensación de Henna, sin dobles intenciones. Me pregunté si, así como Arcadis les quitaba la humanidad a algunos, también podía otorgársela a otros.

Ambos se miraron con entendimiento y camaradería. Supuse que así es como nos veríamos Cassian, Cayla y yo cuando decidíamos algo o nos apoyábamos. Al final, eran tantos los traumas que vivíamos en equipo, que el vínculo se volvía muy intenso e íntimo.

Henna le pasó el cuerpo de Zarah a Troy con total delicadeza antes de ponerse de pie y buscar el botiquín. Cuando se retiró, Troy se puso de pie con dificultad, cargando a su compañera en brazos. Debo admitir que me conmovió su gesto de apoyar la frente en la sien de Zarah, como si se estuviera despidiendo.

—Troy... —Me acerqué a él—, sé que no quieren dejar el cuerpo aquí, pero es la única opción. No sabemos qué nos espera afuera y necesitas de toda tu movilidad. Además, desde Arcadis seguro vendrán por su cuerpo.

—Lo sé —suspiró—, de todas maneras, le buscaré un espacio mejor para descansar que no sea ese cúmulo de escombros.

Asentí, dando por terminada nuestra única conversación civilizada y me encaminé hacia donde estaba mi equipo. Cayla ya estaba sentada, aunque lucía débil. Henna le indicaba algo a Cassian. Cuando llegué, lo escuché gritar, pero porque Henna había empezado a extraer la bala de la pierna con unas pinzas.

—Si gritas así, vas a delatar nuestra posición —dijo Cayla.

Cassian la miró con odio, pero incapaz de soltar un comentario mordaz. Me acerqué a él para tomar su mano cuando Henna empezó a verter alcohol en su herida. Cassian no volvió a gritar, sin embargo, su rostro se enrojeció y casi se le salen las lágrimas.

—Es solo una bala. En South Rednett muchos dicen que no duele —intenté consolarlo. Él me miró con el mismo odio que le dedicó a Cayla unos segundos atrás.

—Este spray te ayudará a cicatrizar en tiempo récord —indicó Henna. Luego de aplicarlo, vendó su pierna y se puso de pie. Su rostro era serio, sin rastro de las lágrimas que había derramado por Zarah—. Con eso podrás caminar, pero no te recomiendo correr o agacharte aún, a menos que no tengas otra alternativa.

Cassian asintió y lo ayudé a levantarse. Cayla lo hizo sola, pero se notaba que no estaba completamente bien.

Por lo menos no tuve que convencer a nadie para apurarnos. Troy dejó el cuerpo de Zarah en una de las tiendas donde más crecía vegetación; no era mucho lo que podía hacer, pero era mejor que dejarla entre escombros y sangre. Allí, personal de Arcadis debía recoger su cuerpo más tarde. Los demás nos apresuramos a salir del centro comercial, con Cayla ya mucho más ágil y Cassian apoyándose en Troy.

Aún teníamos que ver cómo llegábamos al otro extremo de la ciudad donde se llevaría a cabo el asalto. No sabíamos quiénes tenían que asaltar o defender aún, tampoco teníamos noticias del grupo de Graham, y ya habíamos perdido a una aliada.

Vaya comienzo.


*

Varias horas después, seguíamos refugiados en un edificio cercano al centro comercial. Tomamos la decisión porque necesitábamos recuperar energía —y era importante que Cassian pudiera usar su pierna de nuevo—. Nos encontrábamos en una terraza, comiendo de unos enlatados que estaban en las municiones del centro comercial.

—Nadie nos ha dicho nada sobre los siguientes pasos del juego, no es común en Robin —observó Cayla—. Puede ser que para ellos sea muy temprano y necesiten más material para la transmisión del juego... O que algo les esté saliendo mal.

—Estamos lejos de todo lo que pueden controlar, ¿qué puede salirles mal? —pregunté con sarcasmo.

—Yo no sé si quiero continuar —dijo Henna.

Dejamos de comer y la miramos. Desde que dejamos a Zarah en el centro comercial, todo en ella se apagó. No era para menos.

—Sabíamos que corríamos peligro al venir, pero cada minuto que pasa todo se hace más real —continuó—. No quiero enfrentarme a los demás y tener miedo de no volver a mi casa, y tampoco quiero que mi muerte arruine a otra persona.

—Si te retiras, tendré que irme contigo —respondió Troy—. No tiene mucho sentido continuar si mi equipo no está. —Miró a Cassian—. Por ahora somos aliados, pero esa es la cuestión: por ahora. Puedo confiar en ti, pero no sé si ellas dos —nos señaló a Cayla y a mí— me tengan la misma estima.

—No te tengo ninguna estima, pero tampoco soy una asesina —zanjé.

Por ahora —repitió. Quise incrustarle la lata de la que estaba comiendo en el cráneo y convertirme en la asesina que él pensaba que podía ser. Troy suspiró—. No me miren así, esto puede ser incluso mejor para ustedes. Tendrán menos competencia.

—Prefiero tener aliados. —Cayla se cruzó de brazos.

—Entiendo cómo se sienten... —empezó Cassian, pero Henna lo interrumpió.

—No, no lo haces. Ustedes tres siguen completos.

Cassian prosiguió.

—Sé que no es una decisión fácil, pero intenten tomarla con la cabeza fría. Creo que hablo por todos al decir que estamos aterrados, ninguno de nosotros quiere morir. Si estamos aquí es porque al principio pensamos que teníamos una oportunidad, y todavía la tenemos.

Él no era de discursos motivacionales, así que estaba segura de que lo hacía por lo mismo que mencionó Cayla: no perder aliados. No era lo mismo que nosotros cinco nos enfrentáramos a los seis que quedaban, a que nos quedáramos solos Cayla, Cassian y yo.

Henna negó con la cabeza.

—Yo ni siquiera quería participar en este juego, Zarah tampoco. Lo hicimos por insistencia de Troy, y mira lo que sucedió. —Se puso de pie—. Me quedaré con ustedes hasta que se vayan del edificio, sobre todo para monitorear que tu pierna mejore... Después de eso, le diré a Robin que me rindo.

Lo expresó con tanta determinación, que supimos que no había nada que le hiciera cambiar de opinión. Miramos a Troy en espera de su posición.

—Yo... —Tragó saliva con fuerza y no miró a nadie—, creo que necesito más tiempo para pensarlo.

Henna y Troy se separaron de nosotros y se quedaron en el otro extremo de la terraza. Traté de ponerme en sus zapatos y pensar qué haría yo en su posición. Si Cayla o Cassian morían en los juegos, ¿yo sería capaz de seguir adelante? Mi primera respuesta fue un rotundo no.

Creo que ellos estaban pensando lo mismo, porque Cassian nos susurró:

—Nosotros tendríamos que seguir. Creo que cada uno en este equipo quiere ganar para cumplir un objetivo en específico. Ya sea saldar una deuda familiar, ayudar en South Rednett o... —Miró a Cayla y ladeó la cabeza—, quién sabe qué objetivo sádico tengas tú. Creo que, pase lo que pase, deberíamos seguir. Sé que Maddox nos aconsejó retirarnos si todo pintaba mal, pero no volveremos a tener esta oportunidad jamás.

—¿Por qué no me sorprende que tengas una pésima imagen de mí? —Cayla frunció los labios.

—Tendría una mejor si fueras más honesta.

Por un lado, él tenía razón. Con toda la adrenalina de los juegos y el válido terror a morir en manos de otros participantes, había olvidado que en casa me esperaba mi familia con una deuda gigante que no podrían terminar de pagar, a menos que yo volviera con ese dinero —el cual Wex me quitaría, según sus amenazas iniciales—. Por otro lado, si no regresaba a casa, mi familia jamás se libraría de Wex.

Participantes —escuchamos la voz de Robin a través de nuestros auriculares. Mi cuerpo se heló—, la cuenta regresiva para el asalto ha empezado. A medianoche, un tren recorrerá la arena. En sus mapas podrán ver las dos únicas estaciones donde se detendrá antes de llegar a su destino. Una vez en la zona de asalto, encontrarán el terreno que deberán conquistar... o defender. Allí encontrarán también las reglas del juego.

De mi muñeca se proyectó el mapa de la ciudad —«arena»—, y las dos estaciones donde el tren se detendría antes del destino. La más cercana a nosotros quedaba a diez kilómetros.

Ustedes, equipo dos, tendrán la responsabilidad de conquistar la zona. Les pedimos completa discreción y no compartir su rol con otros equipos... A menos que quieran sufrir de emboscadas antes de tiempo. Recuerden que quienes vayan a defender el territorio, intentarán descalificar a la mayoría de los equipos que puedan antes de que estos tengan tiempo para planear cómo ganarles.

Suspiré de alivio. No quería la responsabilidad de defender un terreno y enfrentarme a tres equipos.

Entonces, no podríamos saber cuál de los equipos defendería. Miré al extremo de la terraza. ¿Y si eran Troy y Henna?

¿Tienen alguna pregunta?

—Sí —contesté—. ¿Qué pasa si el equipo designado para defender la zona de asalto se retira?

Gran pregunta, Astra. Si el equipo designado se retira, los tres restantes tendrán que pelear por dominar el territorio de todas maneras. Como ya saben, solo ganará un equipo.

Así que la estrategia comenzaba desde antes de llegar al territorio. Quien fuera a defender, buscaría acabar con los que debíamos conquistar para tener menos adversarios. Y, aunque nosotros descalificáramos al equipo que debía defender... aun así tendríamos que enfrentarnos a los otros que querrían dominar.

—¿Cuántas bajas ha habido? —preguntó Cayla.

Solo una.

—Si uno de nosotros muere, ¿qué pasará con ese millón de fichas? —curioseó Cassian, y lo miramos como si hubiera perdido la cabeza. Pensé que él era quien más fe nos tenía.

El premio es un millón de fichas por participante ganador, no tres millones por equipo. Quiere decir que, si uno de ustedes fallece, ese millón de fichas no será repartido entre sus compañeros. ¿Alguna otra pregunta?

Los tres negamos con la cabeza, y Cayla le respondió.

—No. Gracias, Robin.

Luego de un rato de silencio, Cayla enfrentó a Cassian.

—¿Qué fue esa pregunta? ¿Estás perdiendo esperanzas o le apuestas a la muerte de una de nosotras?

—Solo tenía la curiosidad. —Se puso de pie y Cayla y yo hicimos lo mismo, y los tres nos recostamos de una de las paredes más altas de la terraza—. Es importante que definamos de una vez si seguiremos con este juego hasta el final, cueste lo que cueste.

—Yo voto que sí —respondió Cayla.

—Yo... creo que dependerá de cómo evoluciona todo —admití.

Conocía las aspiraciones de Cassian y sus ansias de vengarse de su papá, pero ¿de verdad estaba dispuesto a sacrificarse él mismo? Si lo hacía, todo lo que se propuso sería en vano.

—Necesitamos empezar a hablar de escenarios —murmuró él—, porque mi pierna no se está recuperando tan rápido como esperaba, y es posible que no termine de hacerlo. Eso significa que seré el punto débil del equipo y las perjudicaré.

—¿Estás pensando en retirarte? —Cayla frunció el ceño.

Imité su expresión, porque no entendía nada.

—No dije eso, sino que tenemos que ser estratégicos con mi nueva vulnerabilidad.

—Si lo que vas a proponer es que te usemos de carnada, déjame decirte que es una mala idea y, como capitana, la rechazo.

—¿La rechazas porque de verdad crees que es una mala idea o porque temes por mí? —Cassian enarcó una ceja—. Como capitana, tienes que tomar la mejor decisión para el equipo y nuestra meta. Nuestra meta es ganar.

—La meta es ganar sin morir en el intento —corrigió ella—. No te voy a sacrificar.

—Siempre podré retirarme a tiempo.

—Zarah no se pudo retirar a tiempo —intervine—. Zaid tampoco. No es un asunto que tomar a la ligera.

Cassian exhaló, frustrado.

—No les estoy proponiendo sacrificarme o ser carnada, tengo ganas de vivir y regresar a mi casa. Solo quiero que conversemos escenarios porque, si mi pierna continúa así, no podré ser efectivo en las peleas grupales que vengan. Porque sí, habrá varias.

—Si nos encontramos en el medio de una pelea y no puedes dar lo mejor de ti, entonces nos escondemos, le dices a Robin que te rindes y minutos después te sacarán de la arena —sugirió Cayla en tono irrefutable—. No le des el gusto a la élite de verte morir y que no haya implicaciones al respecto. Tu vida vale más que eso.

Cassian no opinó de nuevo, pero las dos sabíamos que no estaba conforme con esa propuesta.


*

Por idea de Cayla, pasamos el resto del día en ese edificio. Para huir del sol, nos resguardamos de uno de los apartamentos donde hacíamos turnos para vigilar a través de las ventanas.

Durante la tarde escuchamos detonaciones y disparos en la lejanía, pero fue difícil entender lo que sucedió. Según el contador del juego, quedábamos diez participantes, lo que significaba que esa tarde había muerto alguien más. No sabíamos si del equipo de Graham o de Lars. Tal vez ya no eran aliados.

A las nueve en punto, me dirigí a la habitación para relevar a Cassian con la guardia. Él estaba en una silla de madera, con uno de los rifles en una mano, y con la otra se tocaba el muslo. Su herida no sanó del todo durante el día. Sí, podía caminar y esperábamos que al menos pudiera correr en caso de emergencia, pero ya no podría brincar o escalar cosas, que era una de sus habilidades para poder observar, extraer información, o atacar por sorpresa.

Mai Riggs sabía exactamente lo que hacía al dispararle ahí.

—Ya puedes ir con los demás, me encargo —dije, quedándome al otro extremo de la habitación.

Las cosas no habían mejorado entre nosotros, ni lo harían. Podía separar mis sentimientos mientras estuviéramos en peleas grupales o cumpliendo objetivos del juego, pero ¿a solas? Mirarlo era recordar cómo él siempre supo la verdad sobre la muerte de mi papá y escogió ocultármela.

Se levantó y dejó el rifle junto a la ventana. Al hacer el ademán de retirarse, me permití acercarme a la silla. Cuando me senté, él se quedó de pie, cerca y observándome.

—¿Qué quieres? —pregunté sin mirarlo.

—Deberíamos hablar antes de salir de aquí.

—No.

Traté de ignorarlo, pero dio un paso en mi dirección. Dado el contexto, ninguno de los dos tenía la certeza de que tendríamos una nueva oportunidad de hablar sobre lo sucedido, o de estar a solas. Sin embargo, yo no estaba lista para esa conversación. Tal vez nunca lo estaría. Y aunque lo estuviera, no significaba que quisiera tenerla.

—Astra...

—Pudimos tener una conversación sincera hace mucho tiempo y preferiste ocultarme un secreto importante para mi familia. ¿De qué quieres hablar ahora, Cassian? —Me giré hacia él y me puse de pie, con un nudo en la garganta. Quedamos frente a frente—. ¿De lo mal que me siento cada vez que te miro? ¿Del asco que me das? No vamos a arreglar las cosas solo porque cualquiera de los dos pueda morir mañana, y es algo que debes empezar a aceptar.

—Estás direccionando todo tu odio hacia mí, cuando yo no fui quien asesinó a tu papá —intentó defenderse—. Tuve que haberte dicho la verdad antes, es cierto, pero también recuerda que fue difícil para mí. No justifico mis acciones, pero tampoco puedes condenarme solo a mí.

—Mi problema no es solo contigo, pero eres el único que tengo al frente.

Yo era débil, porque a pesar de que en ese momento lo detestaba y lo quería lejos, al mismo tiempo me dolía verlo afectado por mis palabras, por la situación. Lo odiaba en la misma manera en la que lo quería y, por mi propio bien, tenía que mantenerme alejada de aquella bomba de emociones.

—Hice lo que hice porque pensé que te estaba protegiendo —admitió en voz baja.

—Creo que «proteger» no es lo tuyo. Siempre terminas fallando.

Fue como si le hubiera disparado directo en el pecho.

Cerró los ojos durante un segundo que se sintió eterno y luego suspiró. Al mirarme de nuevo, supe que era la última vez que aquellos ojos castaños me contemplarían con suavidad, como si no quisiera perjudicarme ni con ese simple gesto.

—Todo lo que vivimos estas semanas fue real —susurró—. Quizás tienes razón y no vamos a solucionar nada nunca, pero no quería salir de aquí sin dejarte claro que todo lo que he vivido contigo siempre ha sido real para mí.

Se dio vuelta y salió de la habitación, dejándome con un nudo en el pecho. Mis ojos escocían y mis sentimientos no eran más que un desastre contradictorio. Aun así, tragándome todo lo que sentía, volví a mi posición y sostuve el rifle con las manos temblorosas. No podía llorar ahora, mucho menos por él.

«Brillante, poderosa y bonita».

«Tú fuiste mi hogar».

«No me gustas en la misma medida. Me gustas más».

«Recuerda que no te voy a soltar».

«Bailaría contigo todos los días».

Traté de enterrar cada vivencia, cada buen recuerdo, cada retrato que me produjera nostalgia, incluso si me dolía en el proceso. Él había roto nuestra confianza, y tenía que quererme más a mí de lo que lo quería a él.

Luego de una hora en la que pensé que me moriría por contener las lágrimas y el desamor, salí de aquella habitación y les recordé a mi equipo que debíamos irnos.

Eran las diez, por lo que teníamos dos horas para caminar diez kilómetros hasta la estación. Estábamos tomando en cuenta la herida de Cassian y cualquier posible problema en el camino.

—Entonces... ¿se quedarán? —les preguntó Cayla a Troy y Henna mientras nos acomodábamos las armas en los trajes.

Ambos asintieron.

—Te veré en South Rednett —le dijo Troy a Cassian. Si fuera por él, a mí que me atropellara un camión.

Cassian le dedicó una corta sonrisa y ambos se dieron un apretón de manos. Cayla y yo nos despedimos de Henna, y el ambiente se sintió depresivo y aterrador, como si todos sintiéramos que era la última vez que nos íbamos a ver.

En silencio, los tres bajamos las escaleras y antes de cruzar la puerta del edificio nos miramos. Estábamos nerviosos. Había llegado el momento de la verdad.

Solo teníamos que llegar a la estación sin ser percibidos; tomar el tren sin cruzarnos con nadie; hacer lo posible por tener solo una pelea cuando llegáramos a la zona de asalto y tratar de salir victoriosos de ella.

Si todo salía bien, obtendríamos un millón de fichas cada uno en menos de veinticuatro horas.

—En marcha —nos ordenó Cayla. 

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Nota de autor. Holaaa, nuestro equipo favorito se quedó sin aliados, pero no quiere decir que van a perder ¿o sí? ¿Quién cree que gane? Hasta ahora, ¿cuál ha sido su momento favorito de la historia? 

Ahora vamos con las teorías (es mi parte favorita porque hay algunas que tienen teorías loquísimas, y otras que adivinan sin saber). ¿Qué creen que suceda en el recorrido hasta la zona de asalto? ¿Cassian y Astra lograrán arreglarse? ¿Qué creen que pase cuando ellos regresen a la ciudad, ganen o pierdan?

¿Qué harían ustedes si estuvieran en ese equipo?

Gracias por estar aquí y espero que estén disfrutando la historia, son lo más❤️ Recuerden que podemos hablar de la novela si me escriben a insta @gabyariza_. Nos leemos pronto 🫶🏻

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