Ayuda! Reencarné en la Rata!

By NithranielSylvan

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Mariana cumple su sueño de escaparse de Latinoamérica al casarse con el japonés que conquistó su corazón. Per... More

Buenos días, estrellitas! La tierra les dice hola!
ESTO no era lo que yo quería! (1)
Es mi historia ahora (2)
Aparece el Emperador (3)
No tan astuta (4)
Cuántos problemas más voy a tener!? (5)
Sospecha (6)
No soy su Reina (7)
De mal en peor (8)
Pensamientos (9)
Haciendo de una pulga un oso (10)
SE BUSCA A NAVIERLED
Revelación (11)
Inauguración (12)
Caos (13)
Solo quiero almorzar en paz! (14)
Visita nocturna (15)
Infierno (16)
Mentiras y justicia (17)
Vidas entrelazadas (18)
Mejor me quedaba muerta (19)
Resolución (20)
Las piezas caen en su lugar (21)
Cambiando el destino (22)
Súplica de un mensajero (24)
En mantenimiento
Sufrir por gusto (25)
Descubrimientos (26)
¡Anuncio importantísimo!
Más relleno que Naruto (27)
Cambiar las tornas (28)
Una puerta se cierra, una ventana se abre (29)
En movimiento (30)
Una de cal y una de arena (31)
Las situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas (32)
Referencias
Merecido descanso (33)

Ya no quiero más eventos canon... (23)

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By NithranielSylvan

Lamentaba mucho el hecho de que el Gran Duque Kaufmann hubiera tenido que irse.

Puse su carta a un lado mientras tomaba papel y pluma para responderle. En la misiva que había enviado, me informaba que había pasado la primera semana de mi coma ofreciendo su ayuda al Emperador, que la había rechazado categóricamente cada vez, y pronto le fue imposible quedarse por las responsabilidades que estaba dejando de lado en su país. Esperaba noticias mías pronto y quería que siguiéramos en contacto por el tema del tratado comercial cuando fuera conveniente.

O sea, cuando me convirtiera en Emperatriz. Ese era el siguiente paso. O al menos, eso suponía. La historia ya había cambiado en formas que no conocía, no planeaba embarazarme en el futuro próximo –Ni nunca, de hecho.– y la idea de ser responsable de un país entero no era algo que me volviera loca de emoción.

Por ahora, tenía otras cosas de las que ocuparme. Como aprender a no dormir por semanas cada vez que usaba magia, por ejemplo. Así que, tras redactar mi respuesta y entregarla a Arian para que la llevara donde correspondiese, me reuní con el Profesor Rethall para mi primer clase de magia práctica.

—Muy bien, Lady Rashta. Quédese quieta y concéntrese. Imagine su maná como energía contenida. Fluye dentro de su cuerpo, desde su cabeza hacia sus pies. Proyéctelo hacia su mano, intentando pasármelo. —El hombre tomó mi mano derecha con delicadeza y me observó, expectante.

Respiré hondo, tratando de encontrar esa energía... Si... La sentía... Cerré los ojos para concentrarme mejor y me esforcé por pasarle algo de mi maná.

Un chasquido y una luz estallaron en el cuarto. Su mano soltó la mía con violencia. Abrí los ojos, preocupada, y lo encontré despatarrado en el suelo.

—Profesor..! Se encuentra bien!? —Me apresuré para ayudarlo a levantar, pero no fue necesario. El hombre se sentó de golpe, asustando a las chicas que también se habían acercado. Tenía una sonrisa de oreja a oreja.

—Su nivel de maná es INCONMENSURABLE, Lady Rashta..! Es INCREÍBLE! Nunca antes me habían mandado a volar de esta forma! El director no va a creerlo nunca..!

Le devolví una sonrisa torcida. Sí, me gustaba poder defenderme si lo necesitaba, pero aún no me gustaba llamar la atención.

Pasé algunas horas practicando ejercicios simples: Una bola de luz, congelar un cazo con agua para luego calentarlo y hervirlo... Fallando con estruendoso esplendor.

—Hm... —Se reclinó en la silla, con los brazos cruzados y expresión pensativa. —Entiendo que no tenga la capacidad de mover el maná finamente ya que es la primera vez que lo intenta, pero debería haber podido hacer, al menos, uno de los ejercicios correctamente.

Me sentí decepcionada. Si Inari se había molestado en darme este poder, podría haber hecho que lo controlara desde un principio, verdad? Abrí la boca para expresar mi descontento, pero el Profesor me interrumpió.

—LO TENGO! —Pegué un respingo, sorprendida por su resolución tan rápida. —Preguntaré al Emperador si podemos usar el campo de entrenamiento de los soldados. Creo que... Que tengo una teoría.

Al terminar con la infructífera clase y tras pasar un rato con Ían en mi habitación, decidí que quería dar un corto paseo para distraerme. Había pasado todo el día en interiores desde la mañana y la planta que llevaba dentro necesitaba algo de luz natural.

Seguida de las chicas y Ser Rorkin, me dirigí a los jardines. Tras deambular un rato conversando y deteniéndome de vez en cuando a observar de cerca algún detalle arquitectónico que no había notado antes, gritos de sorpresa llamaron mi atención al Jardín del Palacio Sur.

Al llegar, el grupo de invitados que se había juntado para chismorrear me permitió el paso, dejando al descubierto la imagen de un hombre sentado en el suelo, con una mano en el rostro, y otro hombre parado frente a él con el puño extendido.

—Qué sucede? —Pregunté en voz baja a una dama a mi izquierda. Me miró con sorpresa.

—Oh! Lady Rashta! Los caballeros conversaban y de pronto, ese lo golpeó.

—Lady Rashta nunca fue una esclava. —Proclamó el hombre de pie. —Es una noble a la que se privó de su libertad de manera ilegal. Debería decirle al Emperador lo que acaba de decirme, Lord.

El caballero sentado balbuceó algo inentendible, pero el otro lo ignoró, dirigiéndose a la multitud en la que me encontraba, que se movió para dejarle paso. Al verme allí se sorprendió.

—Lady Rashta..! —Tomó mi mano sin preguntar y plantó un beso en mis dedos. Escuché la espada de Ser Rorkin queriendo salir de su funda, por lo que gesticulé con la mano libre para indicar que todo estaba bien. —Siento que haya visto eso, le juro que no soy un hombre violento.

—Puedo preguntar quién es usted y qué acaba de suceder, Lord..? —Aunque ya tenía mis sospechas...

—Duque, mi Lady. Duque Ergi Claude, a sus servicios. —Sí. Eso me decía todo lo que debía saber. Las tres red flags en una gabardina soltaron mi mano. —Ese hombre estaba insultando su buen nombre. No pude contenerme.

Me reverencié como toda una dama.

—Agradezco mucho su intención de defenderme, Duque. —El muy bastardo tuvo el descaro de sonreír. Me enderecé, fría como el hielo. —Pero no apruebo la violencia sea cual sea su finalidad. La próxima vez, infórmelo a los guardias. Ellos se encargaran del asunto limpiamente. Si todos mis partidarios fuesen por ahí golpeando a mis detractores, los indecisos terminarían creyendo que yo misma soy una mujer violenta. —Sonreí dulcemente.

La sonrisa del Duque se había congelado en su cara, pero se repuso inmediatamente.

—Es verdad. Lo siento mucho. No debería involucrarme en actividades que pudieran traerle problemas, Lady Rashta. Espero que no haya una próxima vez, pero si la hay, haré lo que usted me recomendó.

—Le agradezco su comprensión, Duque. Ahora, si me disculpa, debo atender a mi hijo.

—Oh, por supuesto. Permítame escoltarla. Podría enseñarme el palacio por el camino...

—Lo siento, Duque, pero como se habrá enterado, he tenido algunos problemillas de salud de los que apenas estoy recuperándome. No tengo fuerzas suficientes para satisfacer su pedido en este momento. Tal vez otro día..?

—Entiendo. Espero que se reponga pronto, Lady Rashta. —Tras una reverencia, Ergi dio media vuelta y regresó por donde vino.

Suspiré. Era Heinrey quien lo había llamado, cierto? No tenía piedras mágicas malvadas que recuperar del continente o algo así? Iba a tener una seria conversación con ese cabeza de pájaro.

Regresé a mi cuarto, pensando seriamente en no volver a abandonarlo nunca más. No planeaba relacionarme con Ergi bajo ningún concepto, pero tampoco lo quería cerca. Era una catástrofe esperando suceder.

El Marqués Karl fue anunciado un momento después.

—Lady Rashta, buenos días. He puesto en orden los papeles para el traspaso del título de Rotteshu, necesito que los lea y firme.

—Si, por supuesto.

Tomé los papeles y los ojeé. La propiedad de Rotteshu ahora me pertenecía para hacer lo que quisiera con ella. Mientras viviese en el palacio como concubina, no necesitaba un lugar propio, pero tenerlo solo para juntar polvo...

—Marqués, puedo usar el lugar para lo que quiera, verdad?

—Sí, Lady- Vizcondesa Rashta. Tanto las tierras como la propiedad son suyas ahora.

—Puedo preguntar qué pasó con los demás esclavos?

—Fueron trasladados con las demás pertenencias de Rotteshu. Por qué lo pregunta? Quería conservarlos? —Negué con fuerza.

—No! Creí que... Que si Rotteshu no estaba, ellos serían libres...

—Lo siento, no es así como funciona. Mientras tengan una deuda que pagar, deben cumplir con su sentencia.

—Había niños? —El Marqués inclinó la cabeza, como pensando "Tú no deberías saberlo?" bajé la mirada y añadí: —Yo dormía con las mujeres, y puesto que Alan me trataba distinto... No me apreciaban tanto... No solía tener contacto con los demás esclavos...

—Comprendo... —Asintió. —Había dos.

—Ya veo... También fueron trasladados? —Otro asentimiento. —Qué injusto... Los niños no deberían pagar la condena de sus padres... —Me recliné en el sofá, mirando el techo.

La esclavitud era desagradable, pero lo era aún más cuando se trataba de criaturas indefensas. Por qué deberían pasar su vida entera sufriend- Oh. OH! Sonreí ante la idea. Sí, podría funcionar! Debería conversarlo con el Emperador, o tal vez con el Barón primero, para formar correctamente el plan, y que me dijera si era remotamente posible... El Marqués alzó una ceja ante mi expresión.

—Sucede algo?

—Creo que ya sé que quiero hacer con la propiedad...

—Perfecto. —Terminó de acomodar los papeles en la carpeta nuevamente y se puso en pie. —Informaremos de su nuevo status a todo el mundo. Tenga una buena tarde, Vizcondesa.

—Gracias, Marqués. —Bostecé exageradamente una vez el hombre salió y me dirigí a las chicas. —Creo que voy a dormir un poco, no debo estar completamente recuperada si el paseo me cansó así...

—Por supuesto, L-Uh-Vizcondesa Rashta! —Respondió Cherry. Chasqueé la lengua juguetonamente.

—Vamos, vamos, que no se les suba a la cabeza! Ustedes pueden llamarme Lady Rashta.

—Claro que no, Vizcondesa! Nunca podríamos!

—Aaaah..! Me van a dar dolor de cabeza!—Las tres sirvientas más jóvenes rieron. Arian observó la escena con una expresión entre fascinación y terror. —Oh! Esperen! —Me levanté y rebusqué en un cajón con llave de mi mesa de noche. —Tengan. —Sus ojos se abrieron enormemente al ver el saquito con dinero. —Aprovechen mi siesta y vayan a divertirse. Merecen festejar el ascenso, no? Ahora sirven a una Vizcondesa, no a una lady del montón. —Alcé el mentón con fingido orgullo. —Cómprense cosas bonitas y no importa cuánto se tomen. Si alguien las cuestiona, yo quería pastelillos de alguna tienda famosa y que queda bastante lejos.

—Lady Rashta! —Las tres jóvenes me abrazaron con emoción. Hacía tiempo que no tenían días libres.

—Tú también, Arian. Mereces un descanso.

—Se lo agradezco, Vizcondesa Rashta.

—Ser Rorkin? —El guardia asomó la cabeza desde la puerta. —Ve con ellas, por favor. Asegúrate de que estén a salvo. Cuando me quedo en mi cuarto tú te vas a los barracones, no? Diviértete un poco tú también.

—No pod-

—Vamos, Ser Rorkin! Por favor! —Delise lo tomó de la mano y tiró suavemente. —Será divertido! —El hombre las siguió, algo reacio, pero incapaz de soltarse del delicado agarre femenino.

En cuanto estuve sola, pasé el cerrojo y abrí la ventana de par en par, observando entre las ramas de los árboles cercanos. Agradecí profundamente que el Emperador hubiese pasado de darme joyas a darme dinero luego de explicarle que tenía terror de perderlas... No es como si tuviera muchos gastos, tampoco... Sacudí la cabeza para centrarme. Necesitaba saber si el cuervo se había ido o si seguía allí, y el pensar en que podrían darle un flechazo algún día me desesperaba... Tomé un trozo de pan de la bandeja de tentempiés de la que había estado picando.

—Avecillas! Avecillas, vengan a comer! —Canturreé, imitando a Blancanieves. Un manchón negro se movió en el árbol más cercano. —Oh, pero que precioso pajarito! Ven, toma un poco de pan... —El espía asomó su pequeña cabeza con plumas, viéndome como si estuviera loca. —Ven! —Dije entre dientes, con la sonrisa tiesa y los ojos bien abiertos.

Voló hacia el alfeizar y torció la cabeza. Seguramente se preguntaba qué demonios le pasaba a la idiota esa, que de pronto se había puesto a ofrecerle pan. Bajé la voz todo lo que pude.

—Creo que si fingimos que eres un ave a la que alimento será más seguro intercambiar mensajería. Toma y espera un momento. —Le dejé el pan y escribí una rápida nota "Qué hace tu amigo el Duque aquí?". Desmigajé un pedazo de pastelillo y puse el papel entre los trozos antes de ofrecerle la mano al cuervo. —Ten, sírvete un poco más. —El pájaro tomó un par de migajas antes de hacerse con el papel y alzar el vuelo.

Suspiré, sacudiéndome las migas de las manos antes de cerrar la ventana. Si Ergy había sido enviado por Heinrey significaba que no confiaba en mí en lo más mínimo. Pero si ese era el caso, por qué el cuervo seguía aquí?

╭┈ ↷
│ ✐; Hola, hola! Cómo están? °˖✧◝(⁰▿⁰)◜✧˖° Están tomando awita y comiendo bien?
│ ┆ ✐; Episodio antes? S I. Por qué? PORQUE PUEDO! Espero que lo hayan disfrutado!
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