El Gran Varón ||R u s m e x||

By Marr_Marrr

3.1K 510 57

Mira su forma de caminar, usa falda, lápiz labial y un carteron. Un día la fama le fue a llegar pero de su f... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13

Capitulo 9

166 31 6
By Marr_Marrr

El Gringo.

He de confesar que emborracharme no era lo mío. Sí conocía los bares era por mi padre, el me llevaba cada que un buen negocio se concluía. Se me quedó el hábito de querer ir cuando me sentía monótono. Pero este bar era muy diferente a lo que había visto.

No tuvimos problemas al ingresar, de inmediato percibí un aroma a frutas tropicales y me di cuenta de que Paulo era muy conocido en ese sitio. El lugar estaba únicamente iluminado por luces de colores. Las personas bailaban felices, muy pegados entre sí, hasta hombres. Eso sí me sacó los ojos de las órbitas, nunca había visto a tantos tipos estar muy íntimos. Los catalogue como hippies, de los que no se ofenden y les importa un cacahuate lo que pienses de ellos. Seguí a Paulo sin separarme mucho, el ruido no me permitía hablarle. Era un niño siguiendo a su madre en parque grande.

A lo largo del recorrido percibí olores de hierbabuena y olor a cigarrillo – o eso creí-. Después de unos minutos uno que otro tipo se volvía a mí y me sonreía. Les saludaba de regreso por cortesía y educación. Llegué con Paulo a la barra y me indicó un asiento. Esto no era para nada un bar.

En dado caso, que bar tan moderno. Con dieciocho años, era inocente. Paulo se volvió a mi ya sentado y me habló casi gritando.

— ¡¿Te gusta Parce?!

— ¡Casi no te escucho ni madres!

Se carcajeó y le pidió algo al barténder. Supuse que escogió por los dos.

— ¡¿Cómo ves el ambiente?!

Hice una mueca y le puse más atención a mi alrededor. Muchas cosas pudieron sorprender a mis ojos, como el polvo que un grupito se turnaba a para inhalar, lo divertidos que se miraban otros con brownies en las manos e incluso, las extrañas vestimentas que algunos cargaban, plumas, telas brillantes y rosadas. Pero, que mejor que mirar a un par de hombres dándose besos y repartiendo caricias en sus cuerpos.

Me volví Paulo con los ojos bien abiertos. Me sentí enrojecer.

— ¿Qué tipo de bar es este?

— No es un bar—se rió—. Es un antro gay.

— ¿Qué?

— ¡Qué!

— ¡Que es un antro Gay!

— ¡No! ¡¿Qué es Gay?!

Paulo casi escupe su trago en mi rostro. Se giró y tosió para volverse a mi. Se miraba culpable, consternado.

— ¡¿No sabes que es ser Gay?!

— ¡No pregunto cosas que sé!

— ¡Carajo!

Arremetió agresivamente contra su silla. Miró hacia todos lados y me hizo una seña para que lo siguiera. Asentí y me bajé del banco. Se me hizo raro que ahora sacase el pecho, tenía arrugado el entrecejo, caminaba a la defensiva, como si los individuos a nuestro alrededor nos fuesen a atacar. Dimos la vuelta hacia un pasillo vacío y privado. Me miró por el rabillo.

— Camina rápido, te van a robar.

Fruncí el ceño. No estaba entendiendo nada. Paulo se dirigió a una puerta de madera fina y la abrió. Hizo un gesto dándome el paso. No pregunté, se miraba preocupado. Cerró la puerta rápidamente y se encaminó a lo que parecía ser su escritorio. Me tomé el atrevimiento de sentarme en un sofá de piel que estaba cerca del librero.

— Muy bien—dijo él—. Ahí quédate, ahorita volveremos al centro de la metrópoli.

Alcé las cejas sin la capacidad de procesar el mínimo detalle. Yo seguía sin saber que significaba Gay. Mi mente se empezó a ver abrumada y de repente la actitud libre de Paulo se torno sería y dura. Marcaba y marcaba un número en un teléfono de casa, aunque no obtuvo respuesta. En lo personal, odio la desesperación en las personas.

— Simón— me miró rindiéndose con el teléfono—. Vámonos, te dejaré en tu departamento.

— ¿Qué pasó? —me puse de pie viendo como se guardaba un llavero gigante en los pantalones.

— Te explico en el camino.

Y justo cuando rodeó su escritorio la puerta fue abierta por un tipo medio alto, con rasgos finos y ojos azules claritos como el cielo por la mañana. Mis ojos viajaron a Paulo, el cual lucía nervioso.

— Steve—nombró al nombre a modo de saludo—. ¿Cómo estás?

El semblante del tal Steve se volvió vibrante, como si hubiese presenciado un milagro. No despegaba los ojos de mi, me intimidó y solo pude clavarme en la figura de Paulo. Mi amigo no tardó en ponerse en frente mío, como un escudo para que ese tipo dejara de escrutarme.

— ¡Que linda sorpresa Paulo! —cerró la puerta detrás de él con efusividad.

— ¡Parce!, ¡Te estaba llamando por teléfono! —Paulo le reclamaba cubriéndome más.

La sonrisa del güero tomó una pizca de intriga. Tenía bonitos dientes, de eso me fije, pues intentaba mirarme por encima de Paulo.

— ¿Para que viniese de inmediato?

— ¡No! —Paulo casi lo empuja—. ¡Por todo lo contrario!

— ¿Qué?

Paulo, nunca había visto tan fuerte a Paulo como en ese momento, pues empujaba con sudor y calorías el cuerpo del tal Steve, que también se oponía, igual o más confundido que yo.

— ¡Espérame aquí, Simón! —me recordó. Yo asentí.

— ¡Hola Simón! —gritó el güero antes de que Paulo lo arrastrarse y cerrará la puerta.

Simplemente no hice más que sonreír. Hay que ser positivos, eso me solía decir Paula cuando las cosas se complicaba en casa. Me estaba aburriendo, se escuchaban reclamos distorsionados del otro lado de la puerta, y ya saben, entre curiosidad e intriga fue que me acerqué y pegué mi oreja en la puerta para escuchar un poco de lo que discutían. Las oraciones eran más claras.

— No sabe ni lo que significa gay. Dame tiempo para encaminarlo.

Era Paul. Fruncí el ceño.

No hubo respuesta inmediata ni concisa.

— ¿Ya te lo llevas?

— A su departamento, claro.

— Entonces los acompaño.

De nuevo el silencio. Supuse que hubo un enfrentamiento de miradas y esas cosas. Entonces decidí que mejor volvía a mi asiento. Me estaba dando la vuelta cuando abrieron la puerta. Di un respingo y en sus rostros el susto cobró vida.

Paulo rió nerviosamente.

— Simón, ya vámonos. Saldremos por la puerta trasera. —me indicó.

— Hey—el otro tipo lo codeo indignado—. ¿No me vas a presentar?

Yo solo me quede mirando. Paulo gruño poniendo los ojos en blanco, haciendo el mayor esfuerzo para no golpear al güero.

— Simón... el es mi amigo, Steve, —comenzó a presentarlo arrastrando sus palabras— es de aquí mismo.

— Yes—Steve se acercó a mi dando dos enormes zancadas, mostrando su perfecta dentadura blanca—. Simón, yo soy Steve, y estoy muy contento de conocerte.

Me eché hacía atrás sintiéndome invadido. Reí nerviosamente y le estreché la mano a la brevedad buscando la guía de Paulo.

— Mucho gusto—respondí y gracias al cielo mi amigo acudió a rescatar mi espacio sideral.

Ambos forcejearon discretamente.

— Simón, ven, es hora de irnos. —me tomo del brazo y encamino a la salida, Steve cerró la puerta con seguro detrás de nosotros y nos siguió—. Ah, por cierto, Steve nos acompañará.

— Vamos a cerrar unos negocios—agregó Steve interponiendo su cara entre la de Paulo y yo, que caminábamos hombro a hombro en el fondo del pasillo, donde avisté una puerta acero.

Era la puerta mas imponente que había visto, reflejaba misterio y poder. Paulo me dejó un poco atrás a la guardia del rubio para abrir la puerta, la cual daba a un tipo de estacionamiento privado. Lo primero que note en el sitio, fue el peculiar camper de Paulo, él nos volvió a alcanzar.

— Sube Simón— le quito el seguro al camper permitiéndome subir, luego Steve y al final el mismo Paulo.

Tome asiento en el sofá mientras Paulo comenzaba a poner en marcha el camper. Steve se sentó a mi lado y me miro.

— ¿De donde conoces a Paulo?

Lo pensé.

— Me salvó la vida, —fue lo primero que se me escapó— me cuidó después de una pelea en la que me metí. Curo mis heridas y me llevo a casa.

El semblante de Steve se tornó intrigado por mí.

— Eres muy agradecido.

— Es lo que todos deberíamos hacer.

— Lo curioso es que son escasas las personas que lo hacen, por ello se vuelven especiales.

— No lo sé—me encogí de hombros—. Las acciones hablan mucho, tienes razón.

El rio y se reacomodo dándome un espacio mas genuino.

— Paulo dice que eres un niño.

— Tengo dieciocho años. —refuté ofendido.

Steve alza las cejas.

— ¿Mexicano?

— Si señor.

— No me digas señor—se disgusta—. Puedes decirme Steve, soy tu amigo, los amigos de Paulo son mis amigos.

— Mejor dile idiota—irrumpe Paulo cuando ya ha puesto en marcha el camper. Nos rodea sentándose en la mesita de centro para vernos de frente—. Yo le digo idiota a mi amigo Steve, así que, Simón, puedes decirle idiota a Steve.

Me eché a reír mientras ambos se atacaban con la mirada.

— Paulo, yo nunca te he llamado por un apodo ofensivo.

— ¿Y cuándo me dijiste que le ibas a llamar a la migra?

— Paulo por favor, era una broma, no te llame idiota o algo parecido.

— ¡Me asustaste idiota!

— Estaba jugando.

Yo solo los observaba pelear. Paulo se volvió a mi ofreciéndome cenar, acepte y Steve se unió. Se fue dejándome con el rubio otra vez.

— Es un poco pesado—me dijo Steve—. Pero un gran tipo, lo adoro.

— Conmigo no es pesado—corregí—. Es muy cálido.

— Ja. —el rubio se suelta a reír—. Espera a que te tome confianza.

Me reí negando. Paulo es rápido en la cocina, no tardó en traernos de cenar y comimos amenamente durante el recorrido. Entre bromas y risas, ya habíamos llegado a mi edificio. Paulo me abrió la puerta.

— Iré a verte el próximo viernes, —me dice mientras salgo con mi mochila en el hombro—. Apúrate y de preferencia no tengas pendientes, nos la pasaremos bien.

— Si—asentí emocionado y nuevamente intrigado.

— ¡Iremos los tres! —Steve se asoma disparado—. ¡Te veremos luego!

Paulo lo empujo con el hombro fastidiado. Se volvió a mi para darme un abrazo.

— Cuídate chamaco—palmea mi cabeza.

— Seguro que lo hago.

Sonreí y me despedí. Steve finalizo con un ademan de mano y volvió al camper con Paulo. Suspiré, había sido un día inusual, si, pero no sabia lo que me esperaba después. Salí a correr el sábado por la mañana para dejar mi carta en el correo, el resto de los días fue monótono, no tenía amigos como tal, pero me relacionaba mejor con mis compañeros y era llevadero. Pensé que tal vez Paulo no tendría el tiempo para ir por mi el viernes, aun así, deje mi carta semanal desde el jueves, por cualquier imprevisto.

Paulo no quedó mal, justo salí de mi última clase me topé con su inconfundible camper. Se asomó por la ventana saludándome gustoso con la mano. Sonreí y crucé la calle. El que me abrió la puerta fue Steve, que me recibió con un abrazo.

— ¡Mi Simón favorito! —exclamó antes de cerrar la puerta—. Te extrañé mucho.

Me reí disimulando lo asfixiado que me sentí. El camper se puso en marcha.

— No seas idiota Steve—llegó Paulo apartando al rubio de mi—. Es el único Simón que conoces. —Me abrazó y dio palmaditas en mi cabeza.

— Paulo... —Steve finge estar herido, me rio—que cruel eres Paulo.

— Ya cállate.

Era entretenido verlos pelear, cada una de sus personalidades chocaban, pero si quería compaginar, lo hacían sin esfuerzo.

— Y Simón, ¿Qué piensas hacer después de terminar la carrera? —me pregunta Steve pasándome una bebida de frutas que Paulo preparó.

— Regresaré con mi familia—admito dándole un sorbo a mi bebida.

— ¡¿Tanto embrollo para que termines regresando a tu país?! —el rubio se exalta intentado no ahogarse, Paulo le da unas palmaditas en la espalda.

— Eso es lo que le dije. —agrega Paulo mirándome—. Creo que deberías quedarte.

— Apenas llegué. Es muy prematuro plantearme eso.

— Pero no lo es pensarlo—Steve alza el rostro—. Dejemos de lado ese tema, ¿Ya le dijiste a donde iremos, Paulo?

— Tú dijiste que no querías que supiese hasta llegar.

— Ya no aguanto.

— Aguántate—le dice el colombiano—. Ya vamos a llegar Simón, te va a gustar.

— ¿No iremos al antro gay?

El rostro se le pasma a mis contrarios. Intercambian miradas y ríen nerviosos.

— No, no nos dará tiempo.

— ¡Vamos!

Me confundo. Paulo le reprende con la mirada, pero Steve ni se inmuta, es más, se vuelve a mí.

— No tardaremos mucho, podemos ir después, por aquello de la noche.

— ¡Steve! —Paulo alza la voz—. ¡Es un niño!

— Pues para que se vuelva de mundo, ¿no?

— Yo si quiero ir. —admito. Paulo me mira y niega riendo.

— Pero no te separes de nosotros, Simón. Eres mi responsabilidad.

— Lo juro.

Después de pactos y promesas, bajamos del camper y me encontré con la fachada de un teatro de antaño.

— Está medio olvidado— me comentó Paulo mientras Steve abría los portones de madera vieja y acabada. —Pero ofrecen muchos espectáculos buenos, lo malo es que la zona esta muy denigrada.

Entramos al sitio, el polvo nos recibe cálidamente en la cara. Tocemos.

— Sorry— dice Steve después de toser—. No tenemos tanto presupuesto para que limpien regularmente. Solo ofrecemos un evento al mes, así que...

— No hay un gran equipo—complementa Paulo.

Asiento. El primer pasillo es oscuro de un estilo barroco, bueno, en realidad el estilo de ese teatro es barroco, cubierto por el polvo y viejo, con una limpiada quedaría decente. Llegamos a los escenarios, dos cortinas rojas destacaban entre tanta ambigüedad de un espacio imponente que te trasportaba a los tiempos dorados del cristianismo.

— ¿Y porque la zona es denigrada?

— Porque en la zona se da la venta de sustancias ilegales y también de armas sin permiso—responde Paulo.

— Además— Steve quiso agregar— no nos encontramos a uno de esos tipos porque aun es temprano, y los eventos estelares se dan en la noche, y es ahí en donde te encuentras a maleantes. Claramente nadie quiere arriesgar su vida para venir a un lugar como este.

— Por mucho que los espectáculos sean brillantes, — Paulo se sigue a la derecha del escenario, subimos las escaleras con el— no hay productor valiente que se atreva a pisar este terreno.

— En fin, vamos a los camerinos. Go.

Me pareció triste las condiciones en las que se encontraba este teatro. Los pasillos eran muertos sin luz prendida, aunque el de los camerinos, vaya, como me encanto. Había un grupo de personas ahí, bromeando entre ellos amenamente.

— ¡Hi! ¡Hi! —llego Steve alegremente, casi brincando y dando saltos. —¿Cómo están mis artistas favoritos?

— Discutiendo con Jonn sobre no comprar coca—respondió el mas alto de todos, su pelo afro, le caracterizaba y destacaba. Sus ojos viajaron a mi—. ¿Un nuevo talento?

Alce los ojos. Paulo me puso detrás de él.

— No. Solo viene de paseo.

Steve le miró mal y el tipo afro se aproximó a mi sin esquivar a Paulo.

— Pues...—me escrutó con la mirada, por un momento me sentí como animal exótico— tiene la pinta muy viva.

— Si, claro, pero solo está de visita, Jayden.

— ¡Ay, Paulo! —una pequeña mujercita se trepo en mi espalda apareciendo de sorpresa—. ¡Pero si este esta muy bonito! ¡Puede hasta interpretar a Ana Bolena!

— Ana Bolena era blanca, Eugenia—irrumpió otro de los que conformaban el grupito, este tipo era moreno playero, corpulento. Yo me reí. 

La chica siguió escrutando todo mi rostro con sus manos hasta llegar a tocar mi cabello.

— Ya Eugenia, —Paulo intervino—. Déjalo, como ya dijimos, es un amigo que viene de visita.

Todos se apartaron de mí, Eugenia me sonrío con pena y se puso a lado del tipo afro.

— Gracias Paulo—continuo Steve—. Bueno chicos, les presento a Simón, es mexicano y ha venido a estudiar aquí.

Steve y Paulo me presentaron al resto, Jayden, era el alto de cabello negro, Eugenia, claramente era la mujercita pequeña y delgada que me exploro la cara, venia de Venezuela. Sebastián era el hombre fornido, y también hermano menor de Jayden, ambos provenientes de Puerto Rico. Me presento a un trio de hermanos, de Costa Rica, el parecido entre ellos era ensordecedor. Jonn, estadounidense y ex alumno de artes plásticas, no termino su preparación superior por problemas económicos de su familia. Juntos eran un gran equipo de teatro.

El único espectáculo del mes les rendía para pagar sus necesidades, por ello tenían actividades extra.

— Lo bueno es que asiste mucha gente, no se llena por completo el lugar—contaba Jayden—. Pero es suficiente.

— ¿Y que tipo de obras interpretan? —pregunté yo.

— Las historias y cuentos clásicos, esos que te cuentan en la escuela—responde Eugenia—. Romeo y Julieta no pueden faltar en ninguno de nuestros espectáculos. Además, va con la fachada del teatro.

— Si—interviene Sebastián—. Pero ya está muy usado, por eso no llenamos.

— Pueden meter a Orgullo y Prejuicio—recomiendo y todos se quedan en silencio mirándome.

Tuve la necesidad de retractarme, pero fueron los ojos de Eugenia los que hicieron que guardara silencio.

— ¡Eso les he insistido a esta bola de descerebrados!

— ¡Eugenia! —Jayden le reprendió—. Lo que sucede es que no va, ¿Quién ha leído tal lectura?

— Yo— Eu le contraataca.

— Bueno—Paulo se pone de pie finalizando la discusión—. Eso lo veremos luego. Simón, vámonos.

— ¡Yes! ¡vámonos! — exclamo Steve antes de que Paulo le mirase mal.

— Simón vendrá luego.

— Que bueno—Eugenia se acerco a abrazarme—. Me cae muy bien.

Sonreí enternecido y correspondí a su gesto. Me recordaba a la pequeña Elena. Jayden y Sebastián me dieron palmaditas en la espalda. Steve se despidió efusivamente de todos. Su próxima presentación seria dentro de dos semanas, así que tendrían tiempo para cambiar su programación.

Subimos al camper, note a Steve y a Paulo cansados, el auto se puso en marcha y Paulo volvió para sentarse con nosotros.

— Simón, ¿estas seguro que quieres ir al Arcoíris? —mi amigo colombiano preguntaba. Yo asentí con una sonrisa. —Nos iremos antes de la media noche.

— Paulo, no seas así— Steve refuto—. Mas tiempo, please.

— No, aun debemos dejarlo en su departamento. No seas cansón.

Steve bajo la cabeza, ni yo le discutí a Paulo. Durante el camino continuamos hablando, tenía muchas preguntas.

— ¿Entonces quien maneja el teatro?

— El idiota este y yo, Simón, en realidad, nosotros dos y el equipo de actuación, también hay otras personas a las que pagamos para los días importantes, pero el teatro seria nada sin los actores. Son muy talentosos.

— De hecho—Steve interviene—. Paulo y yo hemos intentado llevarlos a otros teatros, donde les den oportunidad, pero debido a la falta de experiencia, no los admiten. También ellos son tercos. Estaban admitiendo a Eugenia, es joven, pero buena, lo que paso es que ella no quería irse sola, era ella y todo el equipo completo o nada. Entonces le dieron la negativa.

— Tiene un corazón muy noble—dije y mis contrarios asintieron.

Cuando llegamos al supuesto "Arcoíris", no pasamos por la entrada principal, Paulo insistió en ingresar por la puerta trasera. Anduvimos por el mismo pasillo hasta llegar al mero merequetengue, así expreso Paulo.

— Vamos a la barra, la ultima vez ya ni si quiera pudimos tomar.

Accedí, Paulo nos guiaba y Steve estaba a mi lado, muy serio, por cierto. En el camino a la barra fue como pasar entre olas de miradas y sonrisas. Nos fuimos a sentar, el rubio parecía robot escáner.

— Tres tragos por favor—pidió Paulo antes de volverse a nosotros. —¿Qué pasa?

— Las moscas no pueden ver un poco de miel fresca porque se avientan— le dijo Steve escrutando a cada persona que se atreviese a rozarme con los ojos.

Paulo soltó una gran risotada.

— Te lo dije.

— Lo entiendo, pero me molesta.

Hice una mueca.

— ¿A que se refieren?

Paulo se soba la sien y creo que al fin me aclarara todo.

— Simón, —Paulo toma la palabra—. ¿Has tenido novia? ¿pareja?

Me sonrojo sin saber por qué. Lo mas cercano a una atracción amorosa fue Elías, pero el es caso cerrado. No pienso tocar ese asunto. Niego con la cabeza.

— No, nadie.

Steve se vuelve a mi con ojos saltones. Paulo no parece sorprendido.

— ¿Cómo que no? ¿Why?

— No—me encojo de hombros—. Realmente no ha sido una prioridad en mi vida.

Veo al rubio inquieto por preguntar más, pero Paulo lo detiene.

— Platicaremos de eso luego. Mejor ve a bailar con Steve, esta ansioso por bailar, aunque no sabe.

Se suelta a reír y yo también. Steve frunció el entrecejo.

— Of course. Déjame en ridículo.

— Ya, vayan a bailar, a divertirse antes de que llevemos a Simón a casa.

Steve deja de lado su molestia y se vuelve a mí con una sonrisita chistosa.

— Vamos Simón, no te arrepentirás.

Me encogí de hombros, sabia llevar el ritmo de muchos géneros, así que no fue un problema para mí. Acepte.

No les puedo describir el rostro del rubio, pareció que miro al mismo Dios. Fui detrás de él, que en un momento tomo mi brazo para guiarme a la pista de baile. Sonaba Jailhouse Rock, todos los presentes se movían como peces en el agua, y claro, me di cuenta de que Steve estaba consternado por no saber como iniciar a moverse. Me reí y alcé sus manos con las mías para guiarlo. Al principio pensé en soltarlo por el color de su rostro, pero cuando me sonrió, decidí que lo hice bien. Al poco tiempo se acoplo a mi y al ritmo de la música.

Al final, cuando el tiempo de acabo, tuve una sensación de plenitud extraña, como si me hubiera encontrado con el yo que no conocía. En su tiempo no supe reconocerlo, pero todo cobro sentido hasta después.

Subimos al camper y Steve, por mas que lucho por mantenerse en la plática, termino dormido.

— El nunca había bailado en su propio bar. —me dijo Paulo contemplando al cansado Steve.

Alce una ceja.

— ¿Enserio? No te creo.

— Pues créelo—me sonrió—. Es el único lugar donde se puede ser libre y el, aun así, no terminaba de sentirse pleno. Steve es muy sociable, pero también selectivo. Pocos saben de él.

— ¿El Arcoíris también es de ustedes?

— Si, también.

— ¿Y que hacen cuando no están ahí?

— Bueno—Paulo rio—. Ese dinero se mueve solo, yo puedo vivir por años de ahí. Por los días me dedico a ser un hippie, el que seguro tus compañeros de vida privilegiada conocen. Y Steve, es un empresario trastornado con metas y sueños dispersos. En los días se dedica a trabajar en la compañía de autos de su padre. Maneja las finanzas del sitio. Es un tipo inteligente en exceso, lo reconozco y por eso también lo respeto. Pero no es el cuando es de día, es autentico solo de noche, en el teatro, en el bar. De hecho, el es que que se encarga de que el teatro pueda llenarse. Si no, todo ese grupito de talentos estaría en la calle, ¿su sueno frustrado? Llevar a sus talentos a lo mas grande.

— ¿Y el antro? ¿Qué hay con respecto al antro? No me queda claro.

— Con respecto al antro...—Paulo se mostró dudoso al responder, lo hizo—. Simón, ¿Te acuerdas de que no sabes lo que es ser gay?

— Claramente.

— Simón, yo soy gay.

El momento se torna más serio de lo normal y yo termine igual de confundido.

— No terminas de resolver mi duda. ¿Qué es ser gay?

— Simón—Paulo aclaro su voz—, Simón, ¿recuerdas a los tipos que viste besándose?

Asentí.

— Simón, un gay, es un hombre al que le atrae otro hombre, un gay se enamora solo de hombres, un gay solo ama a un hombre. Yo soy gay, Simón, a mí me atraen los hombres. No soy capaz de sentirme atraído por una mujer, ni por una mujer hermosa y perfecta.

— Pero... ¿entonces los ven como mujeres? ¿o cómo se sienten ustedes?

Paulo ríe.

— No Simón, solo somos hombres a los que nos atraen los hombres. No los vemos como mujeres ni nada, porque si fuera así no seriamos gays. Solo somos hombres a los que nos atraen los hombres. Listo.

Me quedo inerte, miro a Paulo y luego a Steve.

— ¿Y Steve?

— ¿Si Steve es gay? No estoy tan seguro.

— ¿Por qué?

— Porque bueno, no se ve como a otros que conozco.

— ¿A qué te refieres?

— Si, no creo que sea totalmente gay, pero tampoco heterosexual, en dado caso, es increíble, ¿no? Hasta entre homosexuales hay diversidad. Pero, pues, de ahí el antro gay. Podemos ser libres y besarnos, bailar, tocarnos sin ser vistos como bichos raros.

Soy incapaz de agregar algo más, pero la imagen de Elías regresa a mi mente, como si ese tema quisiera recobrar el sentido. Llegamos frente a mi edificio, Steve seguía dormido así que decidimos no despertarlo. Me despedí de Paulo, el que me agradeció por bailar con Steve. Estuve pensando en la plática con mi amigo colombiano. Elías era gay, probablemente, podía entender eso, yo soy un hombre... o así me veía. Esa era mi duda.

A mi si me gustaba Elías, claro, pero había algo que no terminaba de cuadrarme y me rompió la cabeza por mucho tiempo.

De nuevo viernes, Paulo no me dijo nada de ir por mí, pero Paulo no determinaba las decisiones de Steve.

— ¡Hi Simón! —me saludo mientras bajaba de su moto y haciéndome una seña para que no cruzara la calle, el lo iba a hacer. — ¡Que alegría encontrarte!

No me deja ni responder cuando me estruja con un buen abrazo.

— ¿Qué haces aquí?

— ¡Pues he venido por ti! ¡Quiero que me acompañes a un lugar!

— ¿Qué? 

Notita: Hola, perdón por medio abandonar esta historia, es que me estaba acabando un trilogía que conseguí en .pdf con herramientas de dudosa procedencia. También estaba evaluando otros proyectos pendientes. La próxima semana entro a la Uni, estoy emocionada. Los quiero mucho.

Atte: M A R R

Continue Reading

You'll Also Like

5.2K 551 181
Fotos💕🍥 -Publicada: 27 de noviembre de 2018. -Metas (2019): ☆16 de enero: #1 Courtney Love. 27 de junio: #1 Hole
1.8K 138 17
[°• X :- ERES UNA DESGRACIA -. la casamentera boto la tetera al suelo haciendo de que se rompiera , la madre del peliazul lo agarró-. / X : PODRAS PA...
34M 2.6M 91
Alexandra Carlin, es una chica recién graduada de la universidad, sin éxito en el campo laboral, es contratada por fin como secretaria del presidente...
8.2K 812 7
¡Mi aporte escrito a la semana RayEmma! Drabbles(la mayoría) diarios durante la semana del 2-8 de junio. Day 1: Survival Day 2: Addiction Day...