El verde de mi primavera ♡ Cy...

By reazurah

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A Cyno nunca le había llamado la atención el color verde. Le parecía insípido; no era bonito, y mucho menos... More

zero
capítulo uno
capítulo dos
capítulo tres
capítulo cuatro
capítulo cinco
capítulo seis
capítulo siete
capítulo ocho
capítulo nueve
capítulo diez
capítulo once
capítulo doce
capítulo trece
capítulo catorce
capítulo quince
capítulo dieciséis ♡ xiaoven
capítulo diecisiete
capítulo dieciocho
capítulo diecinueve
capítulo veinte
capítulo veintiuno
capítulo veintidós
capítulo veintitrés
capítulo veinticuatro ♡ primera parte
capítulo veinticinco ♡ segunda parte
capítulo veintiséis
capítulo veintisiete
capítulo veintiocho
capítulo veintinueve
kavetham ♡ treinta
capítulo treinta y uno
capítulo treinta y dos
capítulo treinta y tres
capítulo treinta y cuatro
capítulo treinta y cinco
capítulo treinta y seis
capítulo treinta y siete
capítulo treinta y ocho
capítulo treinta y nueve
capítulo cuarenta
capítulo cuarenta y uno
capítulo cuarenta y dos
capítulo cuarenta y tres
capítulo cuarenta y cuatro
capítulo cuarenta y cinco
capítulo cuarenta y seis
kavetham ♡ cuarenta y siete
cuarenta y ocho
cincuenta
AVISO

cuarenta y nueve

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By reazurah

Sosegados céfiros hacían temblar los montones de hojas que conformaban las copas de los árboles. El rumor de dichas hojas acariciaba cada rincón del jardín donde Cyno se encontraba junto a su mejor amiga, ambos saltándose sus respectivas clases para evadir el aburrimiento.

Cyno
Volveré con Collei y me quedaré un rato en vuestra casa
Te parece bien?
Además, podríamos aprovechar para contárselo

—¿Con quién hablas? —Collei se arrimó a él y apoyó el rostro en su hombro. Su mejor amigo apartó el móvil, asustado, y se disculpó.

—Hablo con tu hermano —le dijo.

—Nari... Últimamente os noto raros. ¿Ha pasado algo? —la joven se alejó de él para ofrecerle algo más de privacidad. Cyno suspiró, y le agradeció en silencio su consideración.

—Qué va. Nada especial. Seguimos igual que siempre —mintió.

—¿Ah, sí? —Collei sonó decepcionada.

Cyno lo ignoró y leyó los mensajes que su novio le había enviado mientras él hablaba con Collei.

Nari <3
Puedes quedarte por la noche, si quieres
Así no tienes que volver a tu casa tan tarde
Además, quiero estar contigo

El peliblanco sintió sus orejas arder. El ritmo de su corazón aceleró.

Nari <3
Ay, perdón, tengo que dejarte
Estoy en el médico y acaban de llamarme

Cyno
En el médico? Para qué?

Nari <3
La vista
Sospecho que necesito que me la gradúen

Cyno
Oh, está bien
Hablamos luego <3

Nari <3
[Sticker]

—Qué mono —murmuró al ver el sticker de un zorro con corazones a su alrededor. No imaginaba a Tighnari teniendo ese tipo de stickers guardados.

—¿Qué? —su mejor amiga alzó la mirada, confundida. Como Cyno parecía muy entretenido con su móvil, Collei había decidido ponerse a leer.

—Nada, nada. No era a ti —la menor alzó una ceja, aunque decidió no preguntar nada más.

Llevaba un par de semanas notando algo extraño. Sabía que algo había cambiado desde el Festival Utsava, pero si tanto su hermano como su mejor amigo se negaban a hablar —e insistían en que todo seguía igual que siempre—, no podía apresurarse a sacar conclusiones. Debía esperar, reunir toda la paciencia posible y dejar que ellos mismos hablasen.

—¿Piensas ir a la siguiente clase...? —le preguntó Collei.

—Sí, ¿por qué?

—Estaba pensando en irme antes.

—¿Por qué? —la joven apretó sus labios.

—Estoy cansada... Quiero volver a casa y dormir un poco —Cyno frunció el ceño, confundido. Collei siempre había sido terrible mintiendo.

—Collei, ¿pasa algo malo?

—¿Qué? ¡No! No es nada, en serio. Simplemente... Quiero descansar.

—Collei —el peliblanco sujetó su muñeca y la miró directamente a los ojos. Collei entró en pánico y forcejeó.

—Suéltame, Cyno —rogó. Su mejor amigo obedeció.

—¿Algún compañero te está acosando? —insistió. Su mejor amiga respiró profundamente.

—Un compañero... Empezó hace poco. Coincidimos en algunas clases, y cada vez que me ve empieza a molestarme. Me da miedo pensar que puede hacerme algo.

—¿Tu hermano sabe algo? —Cyno cambió su actitud de inmediato. Esto era algo serio, y no pensaba dejarlo pasar.

—No... No quería que se preocupara por mí.

—Collei, Tighnari debe saberlo —le dijo, haciendo énfasis en el “debe”.

—¡No hace falta! Ya sabes cómo es, y no quiero que lo pase mal por mi culpa —Cyno suspiró y acarició su cabeza.

—Si no se lo dices tú, se lo diré yo. Pero no voy a dejar esto pasar.

—Cyno, por favor. Puedes tomar las medidas que quieras, hablarlo con los profesores, con quien te dé la gana. Pero por favor, no le digas nada a Tighnari —insistió.

El peliblanco tomó la mano de su mejor amiga y entrelazó sus dedos. La joven pareció relajarse un poco, aunque la expresión de preocupación en su rostro se negaba a desaparecer.

—No se lo diré... Pero lo hablaré con tus profesores, con tus compañeros y con quien haga falta. Y cuando todo haya pasado, se lo contaré a tu hermano.

—Solo quedan dos meses de clase. No seas tan intenso.

—Dos meses, y luego dos años más. No lo voy a dejar pasar, Collei. Como si tengo que darle la misma paliza que... —Cyno calló al recordar que Collei no sabía nada del incidente con Dottore—. Como si tengo que darle una paliza —rectificó.

—Cyno, tanta violencia no es buena —bromeó Collei.

Cyno se acercó a ella y la abrazó. En tan solo dos años, Collei se había vuelto una parte muy importante de su vida. Más que ser una amiga, era como una hermana menor. Una hermana menor a la que tenía que proteger de todo mal, que merecía lo mejor del mundo.

—Ya sabes que recurro a cualquier método cuando las cosas se tuercen.

El autobús se detuvo frente a la parada. Cuando la puerta estuvo abierta, Cyno dejó a su mejor amiga pasar antes que él y le dijo que se sentase. Ese día, él pagaría por ambos.

Collei tuvo la suerte de encontrar un hueco que acababa de quedar libre, y tomó asiento sin pensar en nada más, colocando su enorme bloc de dibujo encima de sus piernas. No era en la zona de movilidad reducida, así que su presencia no era motivo de molestia.

—¿Por qué te ha dado por venir hoy a casa? Estamos a martes, y vamos a llegar algo tarde. ¿No crees que será un coñazo volver a casa luego...?  —Cyno sonrió.

—Tenía ganas de ver a tu hermano.

—Siempre tienes ganas de verlo.

—Hoy más.

—¿Hay algún motivo en especial? —Cyno sonrió.

—No —mintió.

El murmullo humano iba haciéndose cada vez más débil. En cada parada bajaban personas, pero cada vez subían menos. En cierto momento, el peliblanco tuvo que apartarse para permitir que la mujer que había junto a Collei pudiese irse. Él, obviamente no dejó ir la oportunidad y tomó asiento junto a su mejor amiga.

La música silenció el mundo exterior. Un peso nuevo hundió ligeramente su hombro; era Collei. Aunque había cerrado sus ojos, Cyno tuvo que esperar a que se quitara para poder escribirle a su novio.

Cyno
Ya estamos volviendo

Nari <3
Estoy algo asustado
¿No crees que va a ser algo incómodo contarle eso? :(

Cyno
Nari, cielo, no te preocupes
Tu hermana ha sabido desde el principio que me sentía atraído por ti

Nari <3
Y yo le conté que sentía algo por ti antes del Festival
Pero, no sé, es distinto
Me da vergüenza que lo sepa
Y además, hay un problemilla...
Alguien a quien no esperaba aquí ha vuelto hoy

Cyno
No me jodas
No me digas
No me digas que es tu padre
Por favor, no
Me da miedo

Nari <3
A ver, podemos ocultárselo...
Pero, ya que estamos, podemos decírselo
Así te quitas un peso de encima

Cyno
[Sticker]

Tighnari soltó una risa y le escribió un último mensaje a Cyno. Cuando la respuesta llegó, lo leyó detenidamente, se aseguró de haber recibido correctamente la información y le envió un sticker a modo de despedida. Su novio le mandó un corazón.

—Papá, voy a empezar a preparar la cena.

—¿Necesitas ayuda?

—Qué va, no te preocupes —y antes de salir del salón, añadió—. Por cierto, Cyno se va a quedar a dormir.

El hombre alzó una ceja, aunque su hijo no alcanzó a verlo. En cuanto hubo dicho estas palabras, se retiró de inmediato, como si quisiera evadir posibles preguntas.

Aunque no quería parecer una abuela cotilla,  el hombre le bajó volumen a la televisión para poder escuchar a su hijo. El sonido del cuchillo chocando contra la tabla de madera hizo compañía a la dulce voz de su hijo, quien tarareaba una melodía desconocida.

—Me da que alguien está muy feliz hoy... —murmuró.

Las ideas cayeron como el agua de una catarata, inundando toda su mente. ¿Tal vez su hijo estaba emocionado porque su mejor amigo iba a quedarse a dormir? Pero, ¿qué tenía eso de especial...? ¿Qué tenía...?

—Tighnari, ¿por qué se va a quedar ese amigo tuyo a dormir hoy? ¿No tenéis que ir a la universidad mañana? —gritó mientras se asomaba a la cocina.

—¡Papá, no me des esos sustos cuando tengo un cuchillo en la mano! —se quejó su hijo. El hombre parpadeó un par de veces.

—Perdón.

—Y Cyno va a quedarse porque se lo he pedido. Tengo ganas de hablar con él, últimamente no hemos podido vernos mucho —su padre entró en la cocina y se dejó caer sobre la pared.

—¿Solo eso?

—Solo eso.

—¿Seguro que no hay nada más?

—Papá, por favor. Déjame cocinar —le pidió, amablemente. El hombre hizo una mueca y se acercó a la puerta. Antes de salir, miró hacia atrás, pero su hijo no se dignó a mirarlo.

El tiempo siguió pasando. Tighnari sentía que cada segundo era más lento que el anterior. ¿Cuándo llegarían su hermana y su novio?

—Ya estoy en casa... ¿Papá?

—¿Y esa cara? ¿Acaso no te hace feliz ver a tu querido padre? —el hombre se acercó para abrazarla. Su hija correspondió al instante.

—No es eso, es solo... No te esperaba aquí.

—Buenas noches... —saludó Cyno, quien había permanecido todo el rato tras su mejor amiga.

—Buenas noches, Cyno —y volvió a centrar toda su atención en su hija—. Tengo un montón de cosas que contarte.

Al ver que el hombre tenía la intención de empezar a hablar ya, Cyno decidió retirarse: —Bueno, si os parece bien, yo mejor os dejo solos —y dicho esto, se marchó.

—Tighnari está en la cocina.

Cyno le hizo una seña para dar a entender que lo había escuchado, y finalmente se dirigió a la cocina. Al entrar, se encontró con Tighnari de espaldas, inmerso en la comida que estaba preparando.

—Me ofende un poco pensar que has preferido seguir cocinando antes que ir a saludar a tu novio —bromeó mientras lo abrazaba por la espalda. Tighnari rio.

—Sabía que vendrías a buscarme —respondió. Cyno inhaló su aroma antes de besarle el cuello—. Cyno, ¿tengo que recordarte que ellos todavía no lo saben?

—No están aquí, y no van a enterarse de mis besos.

—Pueden venir en cualquier momento —el peliblanco acarició su cintura por encima de la tela.

—Pues que vengan. Tarde o temprano tendrán que enterarse, ¿no?

—Pero no creo que les haga ilusión enterarse así —Cyno ignoró sus palabras y lo hizo darle la vuelta para poder besar sus labios. Aunque todavía no se sentía del todo seguro, Tighnari confió en él y se dejó llevar.

Su espalda baja chocó contra la encimera. Cyno lo dejó prácticamente acorralado al apoyar sus manos a cada lado de su cuerpo, apretando el mueble al tenerlo a su alcance.

—Nari... —murmuró a mitad del beso, rompiendo el contacto después de un rato. Abrió sus ojos, encontrándose con el rostro de su novio realmente cerca al suyo, con los ojos todavía cerrados y el rojo adornando su piel—. Eres tan bonito —y dicho esto, escondió el rostro en su cuello. Tighnari abrió sus ojos y apoyó ambas manos a cada lado de su cuerpo.

—No me mientas de esa forma.

—Estoy hablando en serio.

—No tengo nada especial. No soy bonito, Cyno —insistió. El peliblanco frunció el ceño, pero justo cuando iba a hablar, una voz lo interrumpió.

—Nari, ¿está ya la cena? —Cyno se alejó rápidamente de su novio, adoptando la postura más natural en la que pudo pensar en el corto lapso de tres segundos—. Estoy muerta de hambre.

—Le queda poco —Tighnari se dio la vuelta para comprobar cómo estaba la comida. Esto fue realmente conveniente, pues también le permitió ocultar su rostro ruborizado.

—¿Qué estás haciendo, por cierto? Huele muy bien —Cyno se acercó a él y miró. Collei también se arrimó a ellos.

—Parecéis una familia los tres ahí juntitos —bromeó el padre de Tighnari y Collei. Cyno se alejó de ellos, avergonzado—. Solo era una broma, chiquillo.

—Ya, lo sé, lo sé. Es solo que me ha resultado raro...

Antes de que alguno pudiera volver a hablar, Tighnari dictó: —Collei, papá, id poniendo la mesa. Cyno, tú ayúdame con la comida.

Los mencionados acataron sus órdenes sin protestar, aunque su padre lo criticó en cuanto salió de la cocina.

—Mira cómo nos manda a nosotros a poner la mesa, y él se queda ahí con su amorcito. Es un aprovechado.

—Papá, déjalo —Collei le dio un codazo—. ¿No ves lo feliz que está?

—Lo sé, ¿no sabes qué es una broma?

—Con lo serio que eres, me cuesta saber cuándo vas en serio y cuándo no —el hombre soltó una carcajada—. Y como te vemos tan poco, cada vez me cuesta más.

—No hagas que me sienta culpable —Collei negó con su cabeza.

—No quiero echarte la culpa ni nada por el estilo, papá. No la tienes —el hombre suspiró.

—A veces siento que sí. Siento que cometí muchos errores, tanto con vosotros como con vuestra madre —la mención de su madre provocó un repentino dolor en el pecho de la joven. La echaba tantísimo de menos...

—Papá... Dame un abrazo, anda.

El hombre se acercó y envolvió a su hija con sus brazos. De repente, sintió que algo había cambiado. Ya no era tan pequeña. Tenía el tamaño de un adulto.

Un hecho que tenía muy asimilado hizo que se sintiera asustado de repente; Collei ya no era una niña. Había crecido, y ahora era casi tan alta como su madre. Ya no tenía que ponerse de puntillas para besar la cara de su hermano, ya no lloraba cada vez que enfermaba.

Y su hijo... Su hijo ya no era aquel niño que pasaba todas las tardes junto a su madre, aquel que la perseguía a todos lados con una enorme sonrisa en el rostro y que se tumbaba entre ambos cada vez que se iban a dormir. Ya no les contaba sus descubrimientos con la emoción atascada en el pecho.

Aunque, al menos había algo de lo que estaba seguro: ambos se habían convertido en dos adultos magníficos.

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