Hasta el final del camino

By Andrea_ma21

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Después de la extraña desaparición de su alfa, Nevan se encuentra solo en su nueva vida. Sin nadie que pueda... More

PERSONAJES
PROLOGO
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPITULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 9
CAPITULO 10
CAPITULO 11
CAPITULO 12
CAPITULO 13
CAPITULO 14
CAPITULO 15
CAPITULO 16
CAPITULO 17
CAPITULO 18
CAPITULO 19
CAPITULO 19
CAPITULO 21
CAPITULO 22
CAPITULO 23
CAPITULO 24
CAPITULO 25
CAPITULO 26
CAPITULO 27
CAPITULO 28
CAPITULO 29
CAPITULO 30
CAPITULO 31
CAPITULO 32
CAPITULO 33
CAPITULO 34
CAPITULO 35
CAPITULO 36
CAPITULO 37
CAPITULO 38
CAPITULO 39
CAPITULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPITULO 43
CAPITULO 44
CAPITULO 45
CAPITULO 46
CAPITULO 47
CAPITULO 48
CAPITULO 49
CAPITULO 50
CAPITULO 51
CAPITULO 52
CAPITULO 53
CAPITULO 54
CAPITULO 55
CAPITULO 56
CAPITULO 57
CAPITULO 58
CAPITULO 59
CAPITULO 60
CAPITULO 61
CAPITULO 62
CAPITULO 63
CAPITULO 64
CAPITULO 65
CAPITULO 66
CAPITULO 67
CAPITULO 68
CAPITULO 69
CAPITULO 70
CAPITULO 71
CAPITULO 72
CAPITULO 73
CAPITULO 74
CAPITULO 75
CAPITULO 76
CAPITULO 77
CAPITULO 78
CAPITULO 79
CAPITULO 80
CAPITULO 81
CAPITULO 82
CAPITULO 83
CAPITULO 84
CAPITULO 85
CAPITULO 86
CAPITULO 88
CAPITULO 89
CAPITULO 90
CAPITULO 91
CAPITULO 92
CAPITULO 93
CAPITULO 94
CAPITULO 95
CAPITULO 96
CAPITULO 97
CAPITULO 98
CAPITULO 99
CAPITULO 100
CAPITULO 101
CAPITULO 102
CAPITULO 103
CAPITULO 104
CAPITULO 105
CAPITULO 106
CAPITULO 107
CAPITULO 108
CAPITULO 109
CAPITULO 110
CAPITULO 111
CAPITULO 112
CAPITULO 113
CAPITULO 114
CAPITULO 115
CAPITULO 116 (FINAL)

CAPITULO 87

9 1 0
By Andrea_ma21

Sabía que estaba rompiendo las normas, y que su padre se iba a enfadar con él cuando los encontraran. Pero quería alejar a Scott del peligro, no le gustaba para nada que tuvieran que hacerle daño para curarlo. Oliver lo abrazo cuando lo tuvo a su lado, era la primera vez que lo hacía desde que lo conocía, estaba emocionado por poder jugar de nuevo con él.

-¿Dónde podemos escondernos? – Scott se encogió de hombros confundido. – Vamos, tú conoces mucho este lugar.

-No salgo apenas de mi habitación. – dijo con tristeza. – Puedo escuchar a muchos niños riéndose fuera, pero mi mamá dice que yo no puede salir. – Oliver estaba muy enfadado con la señora Taylor. – Los hombres de blanco vienen a veces para pincharme, duele mucho.

-No dejaré que te lo vuelvan a hacer, Scotty. – el beta sonrió con ternura al escucharlo. – Yo te protegeré de los hombres malos.

Oliver pensó en salir por la misma puerta por la que había entrado, pero sabía que su padre y los de Scott se encontraban allí. Sería demasiado sospechoso que saliera cubierto por una manta. Scott estaba escondido detrás de él, apoyándose en su espalda, sus manos se sentían frías y temblorosas, pero no le importó. Debía rescatar a su amigo, como fuera posible.

-No digas nada, vamos a jugar al escondite. – asintió. – Vamos a escondernos ahí, hasta que ellos entren, cuando lo hagan saldremos corriendo muy rápido para ir a casa. – Scott no estaba muy convencido. – Me lo prometes.

-Mamá se pondrá muy triste si lo hago. – confesó. – Papá también.

-¿Quieres que te hagan daño de nuevo? – pregunto serio. – Los hombres de blanco te pincharan en el trasero ¿lo sabes? – Scott parecía aterrado. – A mi mamá le pincharon en trasero, yo lo vi. Mamá lloro mucho, nunca la había visto lloran tanto.

Scott acarició su trasero aterrado, no veía posible que eso pasará, no quería que pase mejor dicho. Ya le dolía demasiado cuando le pinchaban en el brazo, no quería que lo hicieran también en su trasero. Oliver apoyo sus manos sobre los hombros de Scott y sonrió, para darle confianza.

-No te preocupes, yo estaré a tu lado. – Scott se sonrojo al escucharlo. – Te protegeré porque eres mi mejor amigo, no el de Liliana. – continuo algo rencoroso. – Recuerda, yo soy tu mejor amigo.

-Mi mejor amigo... - asintió orgulloso al escucharlo. – Oli, es mi mejor amigo. – saber eso se sentía demasiado bien.

-Siempre te protegeré, Scotty, incluso cuando me hagan tan grande como mi papá y más fuerte que mi abuelito. – le prometió, estaba hablando enserio. – Seré tu mejor amigo, por siempre.

Sus padres entraron unos minutos después, alarmados por no haber escuchado a los niños. La madre Scott empezó a llamarlo desesperada cuando no lo vio en la camilla, su padre, junto al padre de Scott los buscaron por la habitación, sin éxito. Incluso entraron los hombres de blanco de los que había hablado Scott.

-Estás a salvo conmigo, Scotty. – dijo para tranquilizarlo, su mejor amigo estaba muy asustado. – No tengas miedo, te protegeré de los hombres malos.

Ninguno respondió cuando sus padres los llamaron, incluso cuando su padre lo llamó por su apellido también. Estaba muy enfadado con los adultos, no iba a hacerles caso. Scott estaba pegado a él, el armario donde se habían escondido era demasiado pequeño, así que debían estar muy juntos.

-Tengo pipi. – Scott se mostraba incómodo. – Tengo que hacer pipi, Oli... - el beta negó con la cabeza. – No puedo aguatar, el pipi está saliendo, tengo mucho...

-Si te haces pipi, no podré ayudarte. – el beta le hizo una mueca de tristeza. – Nos encontraran, debes aguantar.

-No puedo... - lloriqueo. – Tengo mucho, Oli...

Vio como Scott se removía delante de él, con aquella ropa extraña mientras hacía gestos extraños. A él le había tocado esperar mucho tiempo una vez, ya que su hermana no quería dejarlo pasar al baño, se orino en los pantalones, fue vergonzoso.

-Aguanta un poco más, eres un niño mayor. – le aseguro. – Te ayudaré a volver a casa.

Escuchaba las quejas de Scott, pero no dijo nada. Debían esperar un poco más, aún había un hombre de blanco en la habitación, si los encontraban les pincharían en el trasero. Oliver piso lo que parecía agua, y después escucho como su compañero se relajaba. Ya no se volvió a quejar de que tenía que ir al baño, pero tampoco hablo.

-Ese hombre de blanco, sospecha algo. – Scott agacho la cabeza. - ¿Lo conoces? – asintió. - ¿Es muy fuerte? – pensaba que podría usar lo que había aprendido en una serie de televisión. – Le ganaré.

-Es el amigo de mi doctor. – lo escuchaba con atención. – Me pincho aquí y aquí, me saco sangre. – Oliver palideció. – Mucha, después estaba mareado, me dio una chocolatina.

-Debo derrotarlo. – Scott negó con la cabeza, no pensaba que Oliver fuera tan fuerte como para poder luchar contra él. - ¿Por qué?

-Es muy fuerte. – le advirtió. – Tanto como mi papá. – era algo serio. – Es peligroso, puede que también te pinche a ti.

Oliver se iba a quejar diciendo que eso no iba a poder ser posible, ya que él no estaba enfermó, no podían sacarle sangre si no estaba enfermó. Se lo había preguntado a su madre. Pensó que él podría ayudar a Scott, pero le dijeron que era imposible, ya que era demasiado pequeño.

-Oli, lo siento... - dijo avergonzando mirando al suelo. – Te dije que no podía aguantar más.

-¿Te hiciste pipi? – sus mejillas se sonrojaron aún más. – Scotty, debías aguantar.

-No pude. – se quejó. – Me duele mucho si me aguanto, mi barriga se infla, mamá se asusta mucho, tienes que hacerme esto... - Scott presiono su vientre indignado, él le había avisado. – Es molesto y vergonzoso, mamá me llama bebé. – parecía muy molesto. – Ya no soy un bebé.

-Lo dejaré pasar. – respondió al cabo de unos segundos. – Pero no vuelvas a hacerte pipi.

Salieron del armario cuando el hombre de blanco se fue de la habitación, hacía tiempo que no escuchaban a sus padres, así que debían estar lejos. Oliver aprovecho la oportunidad para ayudar a Scott a ponerse unos pantalones, no quería que fuera enseñando su trasero todo el tiempo, era incómodo para él.

-¿Sabes por donde debemos ir? – negó con la cabeza. – Scotty, no podemos escaparnos si no sabes por donde debemos ir.

-No me acuerdo. – respondió dolido. – Hace mucho que vine.

Oliver fue por el mismo pasillo por el que había ido con su padre. Estaba igual de vacío, incluso los hombres de blanco se habían ido. Sonrió triunfante cuando llegaron a las escaleras, aunque Scott no parecía muy convencido, pudo notar como le costaba respirar.

-Si bajamos por aquí, podremos ir a casa. – su mano se sentía pequeña. – Vamos, Scotty, solo un poco más... - estaba frio y pálido, incluso más que antes. – Si nos quedamos aquí, nos descubrirán.

-Estoy cansado. – no podía creérselo, solo habían caminado un poco. – Quiero sentarme.

-¡Tenemos que huir! – grito ansioso. – Te pincharan en el trasero si nos encuentran.

Scott se apoyó en la pared exhausto, Oliver pensó que le estaba mintiendo. En la casa de su abuelo podían correr por horas y nunca se ponía así, seguro que Scott quería engañarlo, así que se rio y le pidió que dejará de hacerlo. Su mejor amigo comenzó a toser y golpear su pecho, estaba actuando demasiado bien, incluso mejor que Lily, cuando le quitaba un juguete.

-Vamos, Scotty. Deja de jugar conmigo. – no le gustaba para nada lo que estaba viendo. - ¡Scotty! No hagas eso. – su amigo fue cayendo poco a poco. - ¡Scotty! Debemos ir a casa, no hagas eso.

Estaba rojo. Igual que cuando su hermana se atraganto con una de las gominolas que tomaban prestadas del cuenco de su abuelo. Oliver se asustó al verlo así, por más gritará su nombre, su amigo no respondía. No le gustaba para nada aquella broma.

-¡Los encontramos! – Oliver lloraba a los pies de Scott mientras lo llamaba. – Traed una camilla.

-¡Scotty! – no quería que siguiera jugando a eso. - ¡Scotty!

Oliver les grito que no se lo llevaron, su padre no dejó que siguiera a los hombres de blanco. No quería que le hicieran daño de nuevo, no podía permitírselo. Debía protegerlo, se lo había prometido. Tenía que estar a su lado, era su mejor amigo, él iba a salvarlo de los hombres malvados. No podía permitir que su padre se lo impidiese, no lo soltó incluso cuando lo mordió.

-Oliver prometiste portarte bien. – sonaba disgustado. - ¿Qué pensabas hacer?

-¡Ahh! – quería soltarse, debía ir con él. - ¡Scotty!

-Nos vamos a casa, ya has causado suficiente desastre. – no quería, no podía hacerlo. – Oliver, me prometiste que te portarías como un niño grande.

-Le harán daño papá. – grito desesperado. – Le sacaran sangre hasta que se maree. – el beta lo sujeto con fuerza. – Lo pincharan en el trasero como hicieron con mamá. – se sentía demasiado débil. – Scotty.

-No debí traerte aquí, Oliver. – podía sentir como su corazón se rompía cada vez más. – Yo confiaba en ti.

Esas palabras dolían más que cualquier balonazo jugando al fútbol. Oliver seguía berreando en el coche para poder volver con Scott, incluso cuando su padre le grito para que dejara de hacerlo. No podía permitir que su mejor estuviera sufriendo por su culpa.

-¡Oliver! – siguió gritando, le daba igual que su padre lo regañara. – Así no se hacen las cosas. – le daba igual. - ¿Qué hubiera pasado si no hubieran llegado a tiempo? Scott estaría muerto ahora, por tú culpa. – enmudeció. – Casi matas a tu amigo por querer jugar a estupideces, Oliver ¿Sabes lo que has hecho? – negó con la cabeza. – Espera a que tu madre se entere de lo que has hecho, ella dijo que no te hiciera caso, pero la ignoré, debí seguir su sugerencia.

No dijo nada cuando llegó a casa, incluso cuando su madre le pregunto porque había intentado huir con Scott. Se negó a contestar. En su mente se repetía la frase de su padre todo el tiempo.

"Pudiste haberlo matado" "¿Es que no piensas?" "¿Qué hubiera pasada?"

No lloró cuando su padre golpeo su trasero con sus sandalias como castigo, ni tampoco cuando su madre le castigo sin ir al parque durante una buena temporada. Ni siquiera lloro cuando su hermana se volvió a apoderar de sus juguetes.

Él no necesitaba nada de eso, tan solo quería estar con Scott.

"Casi lo matas." Le dijo su hermana, sin saber lo que significaba la palabra "matar", Lily empezó a burlarse de él, ya que sus padres siempre solían regañarla a ella. Oliver siempre había sido el niño que se había portado bien.

-Piensas seguir callado más tiempo. – no miró a su padre. – Hasta cuando quieres comportarte así.

-Cariño, no lo presiones. – no necesitaba que nadie lo protegiera. – Es solo un niño, ya te has enfadado suficiente con él.

-Debe saber que hizo las cosas mal, que hubiera pasado si el pequeño Taylor hubiese muerte ¿Qué le hubiera dicho a sus padres? – Oliver apretó sus labios con rabia. – Que mi hijo decidió seguir uno de sus absurdos juegos, porque se aburría.

-¡Dylan! – grito su esposa. – Basta, no ves que lo estás haciendo llorar de nuevo.

-Es un niño descuidado y malcriado, siempre le hemos dado todo lo que ha pedido, he intentado ser paciente con él, pero mira lo que hizo. – Oliver no se atrevía a mirarlo a la cara.

Escucho a sus padres discutir en la cocina sobre criarlo, y preguntar las preguntas de su padre intentado saber la respuesta de que había hecho mal con él. Lily seguía a su lado, sin decir nada, lo observaba en silencio, mientras arreglaba el cabello de su muñeca. No le gustaba escuchar a sus padres discutir.

-Yo te quiero, Oliver. – le gruño. – Confió en ti, eres mi hermanito...

-¡Cállate! – le grito. – No quiero escuchar nada.

Sabía dónde escondía su madre las llaves, así que no le fue complicado encontrarlas. Le importaba bien poco que su hermana dijera que había salido de casa estando castigado. No le importaban los azotes en el trasero. Él tan solo quería estar con Scott, no era tan difícil de entender, pensaba que los adultos eran más inteligentes, siempre se lo había parecido.

Oliver se sentó sobre la alfombrilla que había delante de la puerta de Scott e intento hacerse lo más pequeño posible. En su muñeca tenía la pulsera que le había regalado en su cumpleaños el año anterior, nunca se la había puesto porque no le gustaba. Pero desde la última vez que lo vio empezó a usarla, no sabía porque, pero sentía que Scott estaría feliz si la viera.

-Lo siento... - se repetía mil veces. – No quería hacerte daño. – tan solo quería ayudarlo. - ¡Scotty! Vuelve, por favor.

Se durmió, estaba demasiado cansado. Esperaba que Scott estuviera cuando volviera a abrir los ojos de nuevo, jugaría con él a todo lo que quisiera, y se escaparía de casa aun estando castigado. Tan solo pedía que su amigo volviera de nuevo, no le importaba quedarse sin juguetes, o que su padre no confiará en él. Tampoco que su hermana se burlará de él, o que su madre lo mirará con tristeza todo el tiempo.

Tan solo necesitaba que Scott estuviera bien. Sería un niño bueno, no volvería a portarse mal, les pediría perdón a los señores Taylor y a los hombres de blanco. Él tan solo lo quería de vuelta.

-Scotty... - sonrió al notar presión sobre su espalda, pensaba que era él. – Te he estado esperando, Scotty.

Su sonrisa se desvaneció al ver que era su hermana. Lily dormía sobre él abrazando a su muñeca, también se había escapado de casa. Cansada de escuchar a sus padres, quería estar con Oliver, aunque él estuviera enfadado con ella. Necesitaba a su hermano. No le hizo caso, ella no sé merecía su atención, ella no quería a Scott.

La aparto de su lado, para dormir tranquilo. Pero poco después volvió a sentir la misma presión. Por más que intentará escapar de su lado, Lily seguía durmiendo sobre él. Al final se rindió de resistirse.

-Perdóname, Oliver. – le suplico. – Te quiero hermanito. – no lo escuchaba. – Te los devolveré todos, incluso te daré los míos, pero por favor, perdóname.

-Yo no te quiero, Liliana... - ella comenzó a llorar. – Mi único hermano es Scotty.

No supo nada de durante semanas, incluso cuando le preguntaba a su madre a escondidas, ella no le decía nada. Su padre apenas le hablaba, solo le llevaba al colegio a las clases extracurriculares a las que debía ir por las tardes. Ni una palabra salía de su boca cuando estaban solos.

-Vamos a hacer una excursión en el colegio. – le explico con miedo. – Mi profesora dice que debéis firmar mamá o tú, para que pueda ir.

-¿Acaso te lo mereces? – Oliver negó con la cabeza. – Entonces, será mejor que sigas callado.

Al quinto mes de su visita al hospital. Oliver comenzó a ver movimiento en la casa de Scott, él fue emocionado a recibirlo pero no lo vio. Lily lo siguió, desde hacía tiempo ella lo seguía a todos lados.

Habían cajas, muchas cajas. No sabía contarlas con exactitud, pero debían ser más de cien, era un número muy elevado para él en ese momento. Lily le aseguro que podían ser quinientas, no le llevó la contraría, tal vez tendría razón. Ella era buena en matemáticas, sacaba más nota que él.

-Disculpe, señor de la gorra naranja. – debía parecer un niño serio. - ¿Por qué hay tantas cajas?

-Es necesario para su llegada. – Oliver sonrió. – Debe ser un problema tener un hijo enfermó, me compadezco de ellos.

-Scotty ¿Está vivo? – el hombre asintió confundido. – Ves, Liliana, no he matado a Scotty, no lo mate.

Corrió hacia su casa, debía darles la noticia a sus padres. Si le decía que Scott estaba bien, tal vez su padre lo perdonaría y volvería confiar en él. Lily lo seguía con la misma energía que él, corretearon hasta llegar al salón donde su padre se encontraba sentado. Debía darle la noticia, estaba muy feliz.

-No lo mate, papá. – grito lleno de alegría. – Scotty está vivo, me lo acaba de decir el señor del sombrero naranja. – Dylan lo ignoro. – Van a venir pronto, hay muchas cajas, quinientas, las he contado junto a Liliana. – el beta seguía sin hacerle caso. – Scott va a volver.

-Me alegro, Oliver. – no apoyo su mano sobre su cabeza como hacía antes para felicitarlo. - ¿Pero qué vas a conseguir cuando vuelva? Seguro que él recuerda lo que le hiciste.

Se escondió en su habitación y comenzó a llorar después de meses. Scott lo odiaría por casi haberlo matado en el hospital. Su padre tenía razón ¿Qué haría cuando volviera? Los señores Taylor no debían confiar en él, seguro que no le dejarían jugar con él, había sido un niño malvado.

Los gritos volvieron a sonar en su casa, se había convertido en algo habitual. Lily se escondía debajo de su escritorio para no escucharlos mientras les pedía que se callaran. Oliver ya no quería decirles nada más. A veces prefería enfermarse tanto como lo estaba Scott, para que todo volviera a ser como antes y no hubiera gritos.

-Scott no está enfadado contigo. – su madre se sentó a su lado, era un poco más pequeña que el día anterior. – No hagas caso a lo que te diga tu padre, él no comprende nada.

-Se puso rojo. – le explico. – Muy rojo y se durmió en el suelo, ni siquiera despertaba aunque gritará su nombre.

-No hiciste nada malo, mi vida. – no creía lo mismo. –Scott debe quererte mucho, sois amigos.

-Me enfade con él porque me dijo que tenía pipi, y lo regañe cuando se hizo pipi encima. – su madre lo abrazo. – Estaba frio, y no era tan rápido como antes. – no le importaba, pero le asustaba. – Él me dijo que estaba cansado, pero yo seguí. – se lamentaba por lo que había hecho. – No le hice caso, y casi lo mato.

-No hagas caso a las palabras de tu padre. – le suplico. – No ibas a matarlo, él se recuperó bastante rápido, Scott pregunto por ti cuando despertó. – le confesó. – Tu padre no quiso decírtelo porque quería que sintieras que lo habías echo mal. – no dijo nada. – Scott pregunta por ti todos los días, incluso después de la operación, lo primero que hizo fue preguntar por ti. –no se lo creía, le había hecho daño. – Él vendrá dentro de dos días.

Le costaba respirar, sentía que sus pulmones no podían llenarse tanto como quería. La pulsera de Scott se estaba empezando a desgastar, así que no la usaba tanto, no quería que se rompiera. Era el único regalo que tenía suyo, lo necesitaba.

-Mi cielo, puede que Scott no este como recuerdes. – sonrió con ternura. – Pero no debes asustarte por eso, él sigue siendo el mismo chico que siempre. – le explico con amor. – A lo mejor ya no podéis jugar tanto como antes, pero eso no quita que él sea tu amigo.

-¿Soy malo, mamá? – ella negó con la cabeza.

-Eres un niño muy bueno, amable, cariñoso y mimoso. – despeino su cabello. – Algo inquieto y curioso, me encanta que seas así.

-Soy malo, mamá. – afirmó. – Por eso papá no confía en mí.

-Él hablo más de lo que debía, Dylan no sabe mantener su bocaza cerrada. – respondió enfadada. – El muy idiota pensó que estaba bien tratarte de esa manera porque estaba asustado. – podía notar su rabia. – Creía que las palabras de su padre eran buenas también para sus hijos, así que las dijo sin pensar y ahora, ni siquiera se arrepiente. – se quejó. – A veces pienso porque sigo a su lado...

-¿Os vais a divorciar? – negó con la cabeza. – Un compañero mío vive con su mamá, ya que se enfadó mucho con su papá y ahora apenas lo ve. Yo quiero seguir viendo a mi papá.

Lo abrazó con fuerza, necesitaba que su hijo siguiera pensado en ella como su lugar seguro. Aunque a veces no supiera que hacer, y le cansará estar con su esposo. No quería separar a sus hijos, eran demasiado pequeños para comprender lo que estaba pasando. Incluso cuando intentaban mostrar que eran adultos, ella los seguía viendo como sus angelitos.

-¿Quieres que vayamos a comprarle un regalo a Scott? – asintió. – Vístete, iremos a buscar un gran regalo para él.

-¿Puede venir Liliana? – la mujer sonrió. – Mi hermana es muy pesada, mamá. – se quejó. – Esta siempre pegada a mí, incluso cuando voy a hacer popo. – respondió cansado. – No me deja hacer popo tranquilo.

No sabía que regalarle a Scott, había pensado en un juguete enorme, pero no sabía si podría jugar con él. Además era muy caro, su mamá se quedaría sin dinero si lo compraba. Lily intento que le compraran un osito que le gustaba ella, se lo quedaría si a él no le gustaba. Oliver le dijo que eso era trampa. Estuvieron toda la tarde buscando un regalo para Scott, debía ser impresionante, para celebrar que estaba de vuelta.

-Mamá ¿Si se sorprende mucho volverá a ponerse rojo? – ella no le respondió. – Tendrá que llevar una camilla, y llamar a los hombres de blanco.

-No creo que pase lo mismo que la última vez.

Oliver estaba haciendo sus deberes cuando sonó la puerta, pudo escuchar como Lily gritaba que estaban allí. Su padre no estaba en casa, así que no le importaba mostrarse emocionado. Sostuvo su regalo entre las manos antes de que su madre abriera la puerta, Lily estaba a su lado.

-¿Quién es? – pregunto con la esperanza de escuchar su voz.

-Scotty... - ambos hermanos gritaron al escuchar su nombre. – He venido a jugar con vosotros.

Iba con un andador como el que había visto a su abuelo, pero este era más pequeño. Scott tenía una sonrisa brillante, y lo más importante para Oliver. Él estaba vivo.

-Dáselo, dáselo, Oliver... - le grito su hermana. – Date prisa.

Cayó de rodillas, se sentía tan débil, sus piernas no le respondían. Él quería correr a sus brazos, abrazarlo para comprobar que estuviera allí y no fuera uno de sus sueños, pero no podía moverse, de ninguna de las maneras. Tan solo podía llorar.

-Lo siento.... – grito, quería decírselo desde hacía mucho tiempo. – Lo siento, Scotty. – repetía sin parar. – Scotty, no te vayas, no te vayas.

-No me iré. – rio. – He venido a jugar. – no podía ser real. - ¿Puedo pasar? – le costaba caminar, pero llego hasta donde estaba él. – Oli ¿Quieres jugar conmigo? 

------------

Voy a continuar contando la historia de Oliver y Scott en dos o tres capítulos más, antes de terminar. Mi intención era no pasar de los ochenta capítulos...

No tengo nada más que decir. 

Espero que os haya gustado ;)

Voten y comenten 🥰💕🥰💕💕🥰💕🥰💕🥰💖

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