—Yo no sé por qué vergas te preocupas tanto, sólo es Roxy.
—Quackity, cabron, es nuestra amiga.
—Esa vieja no es mi amiga.
Roier suspiró, se acercó al de gorro, lo sostuvo por los hombros y luego lo sarandeo.
—¡Quackity reacciona! ¡Están desapareciendo personas en la isla! ¡El próximo podría ser Luzu!
—No me espantes culero, con Lusu no, eh.
—Pero si no hemos visto a Luzu en como un mes. —Dijo Maximus.
—¡Lusuuuu! —Chilló Quackity. —¡Hagan lo posible por rescatarlos! ¡Regresen a todos los desaparecidos!
—¿Quién es Luzu? —Preguntó Cellbit.
—El wey que le gusta.
—Pensé que le gustaba Roxy.
—Es que Quackity es como muy... putón la verdad.
Cellbit soltó una carcajada. Bobby corrió hacia ellos, con Richarlyson, Tallulah, Chayanne, Dapper y Ramón detrás.
—¿Qué pasó, mijo? —Preguntó Roier agachándose un poco. —«El código viene». ¡Hey, todos! ¡El código viene, cuiden sus huevos!
—Yo los tengo bien pegados a mi. —Dijo Forever viendo coqueto a Philza.
—Apartate, estoy casado y vivo felizmente con mi hijo.
—Bueno, podría ser el amante, no tengo problemas.
Pronto la luz del día comenzó a cambiar hasta hacerse de noche, todos estaban juntos, rodeando a los niños en un círculo.
—Mantengan los ojos abiertos, podría venir de cualquier lado. —Dijo Cellbit mirando todo el lugar que estaba frente a él, tampoco pensaba darle la espalda al enemigo.
—¿Por donde vendrá? —Se preguntó Foolish protegiendo a los niños.
Debido a que no llevaba armadura, él estaba dentro del círculo con ellos.
Pronto comenzaron a spawnear mobs por todos lados, vindicadores salieron para atacarlos, pero ellos en ningún momento se despegaron de los huevos.
Y entonces el código se vió.
—¡Por allá! —Exclamó Jaiden.
—¡Cuiden a los huevos! —Exclamó Mariana. —¡Y a los niños también!
—¡Pendejo! —Exclamó Quackity.
El código estaba por atacarlos, cuando de repente vieron como un avión caía en dirección a la casa de Roier.
—¡Mi casa tío!
(Sé que esto pasa antes de la muerte de Bobby, pero se me había olvidado ponerlo, jejeje.)
—¡El código se fue!
—¡Mi casaaaaa! ¡Bobby!
°°°
—¿Madakekua?
—¿Le pupu le mato le guagua?
—¡Es que éstos gringos no me entienden! ¡Estoy....!
—Hola, eh... nuestro avión cayó aquí. —Habló la chica pato.
—Uy, otro patito, Quackity. —Le dijo Roier.
—Callate, no tengo ojos para nadie más que...-
—¿Qué quien?
—Shh.
—¿Será una distracción del código? —Se preguntó.
—Na creo. —Dijo Roier.
—¡Te volví a probar, tu boca no pierde el sabor a caramelo! —Exclamó una voz femenina acercándose. —¡Quiuvo! Ya vine.
—¡Roxy! —Exclamó Roier.
Los niños corrieron hacia la fémina, lanzándose sobre ella.
—¡Uy! —Exclamó sintiendo el peso de los niños sobre ella. —Niños, niños, denme chance, no respiro.
—¡Hija de tu madre! ¡¿En donde estabas?! —Exclamó Roier levantando a la peliblanca, para después abrazarla.
—¡Tú... eres una idiota! —Exclamó Jaiden abrazándola también. —Gracias por salvar a Bobby.
—Oh, no te preocupes... después de todo fue mi culpa.
—¿Qué?
La peliblanca miró un punto en específico, y entonces el color de su cara se fue. Cellbit notó eso, y al instante miró hacia donde ella miraba, pero no había nada.
—B-Bueno, debí haber seguido a Roier y a Bobby cuando los vi... pero Cucurucho me entretuvo así que llegué tarde.
—¿Quién es ella? —Preguntó uno de los franceses, hacia Forever.
—Oh, ella es Roxanne, o Roxy cómo todos la llamamos, también es parte de la isla.
—¡Eres una pendeja! —Exclamó Quackity sin poder estar más tiempo atrás de ellos. —¿En qué puto mundo vas a poder quedarte quieta? ¿Dónde verga estuviste, eh?
—Bueno, ¿y a ti qué? Pinche pato estúpido.
—Estúpida tu conciencia, preocupaste a todos, ya hasta andaban haciendo una secta.
—Ya deja de fingir estar preocupado por mi.
—Ni madres, yo no lo estoy. —Dijo rápidamente.
—¿Y entonces que tanto me andas reclamando?
—Porque...
—Ya, ya, los que se pelean se aman. —Dijo Roier mirándolos burlón.
—¡Porque chinga tu madre, me tienes hasta el gorro! —Exclamó Quackity.
—¿A poco si, mi pelonchas?
—Te voy a partir tu madre.
—Orale, a ver si muy gallito.
Y bueno, comenzaron una pelea... de golpes.
—Ay, se aman. —Dijo Roier riéndose, haciendo reír a todos los demás, aunque los franceses no lo entendían del todo.
°°°
—¿Es neta?
—¿Qué? Si quieres te dejo en tu pinche torre toda fea y apestosa.
—¿Neta hiciste la vecindad del chavo?
—Obvio, yo solito.
—Hasta crees, puso a chambear a Badboy y quién sabe a quien más. —Dijo Roier cargando a Bobby.
—Ah, ya decía yo, un inútil no podría hacer nada de ésto.
—eskuismi? Si yo fui por la terracota. —Bramó.
—Uy, que trabajo. —Bufó.
—¿Vas a querer la casa o no?
—Ya pues, pero nomás por unos días, tengo que regresar a mi torre.
—¿Otra vez? —Preguntó Roier. —¿Por qué no solo te haces una casa por acá cerca? Sabes que también puedes quedarte en la casita.
—E-Es que... son asuntos míos. —Murmuró nerviosa.
Cellbit levantó una ceja, solo escuchaba a los demás, más nunca intervenía.
—Ya no seas pinche mamona, aquí tengo un buen de casas.
—Que humilde, es que mi trabajo no me lo permite.
—¿Cuál trabajo?
—Clasificado. —Dijo sonriente.
—¡Ella es Cucurucho! —Exclamó Quackity. —¡Saquen las fuscas!
—Disfruta la isla. —Murmuró.
—No. No. —Dijo Roier siguiéndole el juego.
—¡Richarlyson! ¡Dale en su madre!
°°°
—¿Por qué estamos aquí? —Preguntó Roxy mirando con confusión el lugar.
—¿Y por qué solo hay dos sillas si somos tres y un huevo? —Preguntó Quackity desconfiado.
—Ustedes, mis amigos, van a tener una cita. —Dijo sonriente Roier. —Badboy tiene una especie de servicio como cupido, él hizo todo ésto.
—¿Cómo así?
—¿A dónde vas? ¡Culero, no cierres!
—¡Roier, pendejo!
Roier cerró la puerta con llave, y entonces los dos chicos se miraron asustados.
—¡Déjame salir, Roier, soy claustrofóbica!
—¡A mí me da coraje estar con ella! ¡Me va a dar una taquicardia!
—Ay que lindo, las taquicardias dan porque te gusta. —Dijo burlón Roier pegando su cara a la pequeña ventana que tenía la puerta, y luego comenzó a hacer besitos.
Roxy pateó la puerta, haciendo que Roier se golpeara.
—¡Ay, agresiva!
—¡Solo tengan su cita, culeros!
—¡Te voy a patear, Rogelio!
—¡Ni me llamo así! ¡Ya me voooyyy! ¡Me estoy yendo! ¡Baiii!
Roier se fue, al parecer. Y los dos se quedaron ahí.
—Pues no vamos a desperdiciar la comida. —Dijo Quackity.
—¿No vas a hacer algo?
—Claro que si, me voy a servir... ¿¡Cómo que sopa culeros!? ¡Saquenme de aquí!