El verde de mi primavera ♡ Cy...

By reazurah

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A Cyno nunca le había llamado la atención el color verde. Le parecía insípido; no era bonito, y mucho menos... More

zero
capítulo uno
capítulo dos
capítulo tres
capítulo cuatro
capítulo cinco
capítulo seis
capítulo siete
capítulo ocho
capítulo nueve
capítulo diez
capítulo once
capítulo doce
capítulo trece
capítulo catorce
capítulo quince
capítulo dieciséis ♡ xiaoven
capítulo diecisiete
capítulo dieciocho
capítulo diecinueve
capítulo veinte
capítulo veintiuno
capítulo veintidós
capítulo veintitrés
capítulo veinticuatro ♡ primera parte
capítulo veinticinco ♡ segunda parte
capítulo veintiséis
capítulo veintisiete
capítulo veintiocho
capítulo veintinueve
kavetham ♡ treinta
capítulo treinta y uno
capítulo treinta y dos
capítulo treinta y tres
capítulo treinta y cuatro
capítulo treinta y cinco
capítulo treinta y seis
capítulo treinta y siete
capítulo treinta y ocho
capítulo treinta y nueve
capítulo cuarenta y uno
capítulo cuarenta y dos
capítulo cuarenta y tres
capítulo cuarenta y cuatro
capítulo cuarenta y cinco
capítulo cuarenta y seis
kavetham ♡ cuarenta y siete
cuarenta y ocho
cuarenta y nueve
cincuenta
AVISO

capítulo cuarenta

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By reazurah

Los días que siguieron a la muerte de la mujer fueron extraños, casi irreales. Tighnari se sentía ofuscado, alejado de la realidad. Era incapaz de asimilar su situación actual. Su madre había muerto, ¿y qué? El mundo seguía avanzando, aunque ella no estuviera.

Su vida seguía. Y su madre ahora solo formaba parte de su memoria.

Darle la noticia a Collei fue muy duro. Mucho más de lo que había imaginado. Tener que decir que su madre había muerto logró hacerlo llorar nuevamente.

Cyno permaneció junto a él hasta el domingo. Como esa era la última semana de clases, prometió regresar en cuanto las vacaciones empezasen y pasar un par de días junto a ellos.

—Puedes quedarte todas las vacaciones, si quieres —le había dicho Tighnari al escucharlo decir que su padre estaría ausente y su hermana no tenía planeado volver a su antigua casa.” Cyno se había negado, pero al final, gracias a Collei, acabó aceptando su propuesta.

—¡Tenemos solo tres días para preparar el cumpleaños de Nari! Vamos fatal de tiempo, esto es horrible —se quejó Collei.

—Pero oye, tampoco vamos a hacer una celebración a lo grande, ¿no? —Cyno frunció el ceño, confundido—. Se supone que sería una fiesta pequeñita...

—Sí, sí. Es solo que no se me ocurre nada. ¡Y fíjate que llevo un mes dándole vueltas! Y de repente se me ha hecho tarde —la joven escondió el rostro entre sus manos. ¿Qué iban a hacer ahora?

Ambos se encontraban sentados sobre la cama de Collei, aprovechando el poco tiempo que tenían antes de que Tighnari volviera de hacer la compra.

—¿Y si hacemos algo simple? Le preparamos una tarta y lo celebramos aquí en casa. Si él quiere salir, pues lo decidimos sobre la marcha —sugirió Cyno.

—También es verdad... ¡Espera, espera! ¿Y si Kaveh, Alhaitham y tú pasáis la mañana con él y luego venís a casa?

—¿Y Kaeya y Albedo?

—Espérate —Cyno soltó una carcajada.

—Pasamos la mañana con Kaeya y Albedo y dejamos que Kaveh y Alhaitham lo esperen en casa. Será mejor —Collei asintió reiteradas veces con su cabeza.

—¡Sí, sí! La distracción perfecta. Pero, ¿qué haremos después...?

—No le des vueltas a eso. Ya lo veremos en el momento.

Dichos tres días se esfumaron con rapidez. El cumpleaños de Tighnari había llegado, y ahora era el momento de lucirse y dejar todo secretismo de lado.

—Adivino, ¿me habéis preparado una sorpresa por mi cumpleaños? —Tighnari pasó el brazo derecho por la manga de su abrigo, sintiendo el frío desaparecer poco después.

—Puede —Cyno cruzó sus brazos y se apoyó en el marchó de la puerta.

—Lo tomaré como un sí.

Tighnari había acertado, pero estaba equivocado en algo: esto había sido planeado por Collei y él, no por su grupo de amigos.

Y por razones obvias, no pensaba decirle la verdad.

—¿Adónde vamos?

—Es una sorpresa —Cyno revisó el mensaje que Albedo le había mandado. Ellos ya habían llegado—. Vamos.

Hacía un par de meses, habían estado hablando de la ilusión que les hacía ir a un Escape room. Así que Cyno había estado buscando y finalmente había encontrado uno adecuado para los cuatro.

De esta forma transcurrió la mañana, entre risas y algunos sustos, entre respuestas falsas y quejas. Era la primera vez que se divertían de esa forma, y fue realmente gratificante conocer un poco más a los demás.

Porque era la primera vez que se veían los unos a los otros actuando de una forma fuera de lo común. Era la primera vez que se reían a carcajadas al ver a Cyno chillando como una rata tras haber sido asustado, y era la primera vez que veían a Albedo desesperarse por culpa de la presión.

Este era, sin duda, un día que merecía la pena recordar.

—¡Y ahora, lo mejor del día! —celebraba Cyno mientras buscaban el bar más cercano.

—Tú solo piensas en comer —se mofó Tighnari, cuyos ánimos habían mejorado gracias a ellos.

Kaeya y Albedo caminaban por delante de ellos, inmersos en su propio mundo. Cyno los observó con sus ojos entornados antes de acercarse a Tighnari: —¿Puedo darte la mano?

—¿Y eso?

—Siempre que voy con Collei, nos damos de la mano —Tighnari sacó la mano derecha de su bolsillo y se la ofreció. Cyno sujetó la mano ajena con su izquierda y sonrió—. Es algo que me gusta.

—Pues no hace falta que me lo pidas. Simplemente hazlo.

—No sé si te va a molestar o no.

—Teniendo en cuenta lo unidos que somos, créeme cuando te digo que no me molesta en absoluto —el rostro de Cyno enrojeció.

¿Era él, o algo estaba cambiando?

—Por cierto... ¿Qué tal te encuentras hoy? —Tighnari apoyó su cabeza sobre el hombro de su amigo antes de responder.

—Estoy bien, no te preocupes. A veces es duro, pero ya tengo algo asimilada la muerte de mamá —Cyno suspiró.

—Yo no puedo evitar sentirme algo culpable. Si no hubiera sido por mí...

—Mi madre me dijo que no pasaba nada. No se lo dimos, pero, ¿y lo mucho que disfrutamos haciendo su regalo? Ella dijo que era lo que más le importaba.

—Pero a ambos nos hacía ilusión dárselo —Tighnari cerró sus ojos.

—Ya te he dicho que no pasa nada. Deja de darle vueltas.

—¿No te enfadaste?

—Sí. El mismo día, me enfadé muchísimo. Pero tras hablar con ella, comprendí que enfadarme no tenía sentido. Y luego llegaste lleno de heridas...

—Lo siento —Tighnari acarició el dorso de su mano.

—Estás perdonado.

—¡Felicidades, Nari! —lo sorprendieron Collei y Kaveh en cuanto abrieron la puerta. Alhaitham permaneció tras ellos, en absoluto silencio.

—Felicidades, Tighnari —le dijo en cuanto los otros dos callaron.

Tighnari se quedó pasmado en la entrada. Así que esta era la verdadera sorpresa.

—No te quedes ahí, anda. Ve a abrazarlos —Cyno le dio un pequeño empujón para impulsarlo. Tighnari lo miró un segundo antes de darse la vuelta y lanzarse a los brazos de su hermana.

—Venid, amores míos —Kaveh se unió al abrazo. Fue entonces cuando Cyno se dio cuenta de algo.

—Kaveh, ¿y ese anillo? —le preguntó mientras cerraba la puerta. Kaeya y Albedo los saludaron de forma rápida antes de apartarse un poco del grupo.

—Ah, eso —el rubio se puso rojo hasta las orejas.

—Vamos a casarnos —anunció Alhaitham, sin pudor alguno.

El silencio reinó en la sala. La noticia los había pillado desprevenidos.

—¿Qué? —la mirada de Tighnari alternaba entre sus mejores amigos. ¿Por qué no le habían dicho nada?

—Sorpresa~ —canturreó Kaveh.

—¡Ah! ¡Felicidades! —Alhaitham sonrió, algo extraño en él.

—Estamos aquí para celebrar tu cumpleaños, no para que nos felicites por nuestra boda.

—Pero, necesito saber algo. ¿Cuándo? ¿Por qué no me dijisteis nada? —se supone que eran mejores amigos, ¿no? Y ellos siempre se contaban todo.

—Queríamos sorprenderte hoy —le respondió Kaveh—. Pensamos que sería buena idea.

Tighnari parecía emocionado: —Os espero en el salón —Collei decidió ir preparando la mesa, sabiendo perfectamente qué tocaba ahora—. Cyno, ven conmigo. Por favor.

—Albedo, Kaeya —los llamó Cyno. Ambos los siguieron sin replicar.

—¿Quién fue? ¿Quién de los dos...?

—Sorprendentemente, fue Alhaitham. Me eché a llorar como un desgraciado cuando me lo propuso —Tighnari analizó el anillo. Tan solo por su simpleza se podía decir que se trataba de Alhaitham.

Aunque hubo algo más que llamó su atención.

—¿Y esos pendientes?

—Me los dio hace poco.

—Me alegro muchísimo por vosotros —Tighnari acarició la mano de Kaveh. Una suave sonrisa adornó su rostro—. Después de todo, lo habéis conseguido.

—Pero ya verás que rápido nos arrepentimos. Con lo poco que nos aguantamos —bromeó el rubio—. Como sea, hoy es tu día. Deja de prestarnos atención a nosotros.

Alhaitham se acercó a ambos y apoyó una mano en la espalda de Tighnari: —¿Lo has pasado bien esta mañana?

—Ha sido más divertida de lo que había imaginado. He visto cosas que creía inexistentes.

—A saber...

—Vamos ya al salón, anda. Que van a servir la tarta y tengo hambre —Kaveh se alejó de ellos y se adentró en la casa.

—¿Tarta? —preguntó Tighnari.

—La hemos hecho entre Cyno y yo —le dijo Collei, quien se había asomado para ver cómo iba la conversación—. No os preocupéis, ninguno va a morir intoxicado. Yo no sé cocinar, pero Cyno sí.

—Menos mal. Porque si llegas a hacerla tú sola... —se burló Tighnari, quien había tenido el placer de probar algunos platos de Cyno en otras ocasiones. Cocinaba realmente bien, mucho mejor de lo que había esperado de él.

Pero al fin y al cabo, era normal. La necesidad siempre empuja a uno a aprender lo que necesita.

La presencia de dos personas nuevas no provocó, afortunadamente, la aparición de un ambiente incómodo y tenso. De hecho, fue justo lo contrario: tanto Kaeya como Albedo se adaptaron rápidamente a Kaveh y a Alhaitham, y viceversa.

Esto les permitió comportarse con naturalidad, conversar con tranquilidad y reírse a carcajadas sin tener que preocuparse de lo que era nuevo.

—El otro día me encontré una “rata muerta” mientras iba a la universidad —contó Kaeya—. Pero resulta que la muy cabrona, muerta no estaba. Me persiguió hasta hacerme llorar.

—Yo me encontré a una en un parque, una vez —comentó Kaveh—, y pensando que estaba muerta, agarré un palo y lo presioné contra su barriga. Estaba más gorda que mi padrastro. Y viva, también. Me puse a chillar y a llorar hasta que una señora vino a ayudarme.

Alhaitham ocultó su rostro tras el brazo derecho para que su comprometido no viera que se estaba riendo de él.

—No te tapes, amor. Con lo bonita que es tu sonrisa —el rubio apoyó una mano en la pierna de Alhaitham, cuyo cuerpo se tensó al instante. Cyno los miró con asco.

—No me interesa ver lo mucho que os queréis.

—¿Ah? Qué lástima, porque pensábamos invitarte a nuestra boda —justo cuando Cyno estaba por preguntar, Kaveh le hizo un gesto con su cabeza. Había señalado a Tighnari—. Luego tengo que hablar contigo.

—Tenemos —aclaró su pareja.

—Eso me da mal rollo.

—¿Vosotros también lo sabéis? —Albedo abandonó la conversación que había surgido entre las otras personas en la mesa para poder hacer esta pregunta.

—Creo que todos aquí. Cyno es muy fácil de leer —le dijo Kaveh—. Bueno, lo sabemos todos, menos él —señaló (de la forma más disimulada que pudo) a Tighnari.

Albedo sonrió: —Ya verás lo poco que duran en este plan.

—¡No os entiendo! —se quejó Cyno. ¿Por qué parecían personas ajenas a su relación más informadas que él mismo?

—¿Pasa algo? —preguntó Tighnari. Su amigo se puso rojo hasta las orejas.

—Nada, nada. No te preocupes, Nari —Kaveh le restó importancia—. Por cierto, ya va siendo hora de los regalos, ¿no?

—¡Espera! Aún no he terminado de comer —Collei terminó su trozo de tarta lo más rápido que pudo y se fue de allí.

—¿Regalos? No creo yo que a esta edad sigan haciendo falta... —el rostro de Tighnari había enrojecido. Cyno soltó una carcajada y palmeó su espalda.

—Vamos a disfrutar un poco anda. Que somos adultos, pero no viejos. Además, tampoco es que darse regalos sea cosa de niños.

—Pero esto es lo que me hacían en las fiestas de cumpleaños cuando era niño...

—Pues hoy lo vamos a repetir —dijo Kaeya.

Su hermana menor regresó algunos segundos después con dos bolsas en sus manos. Una de ellas se la dio a Cyno y la otra se la quedó ella.

—Vamos a darlos en orden. Quien lo conociera antes, que sea el primero —sugirió Albedo—. Cyno, Kaeya y yo vamos los últimos.

—No, de hecho, yo voy el último —dijo Cyno—. Quiero ser el último.

Collei le ofreció su regalo a Tighnari y sonrió: —Cyno debe ser el último.

Los demás decidieron no preguntar y simplemente permanecieron en silencio.

Tighnari abrió el regalo de su hermana y lo contempló antes de darle un beso en la mejilla y agradecerle. Era un libro que llevaba mucho tiempo queriendo y que no había sido capaz de encontrar porque estaba descartado.

—¿Dónde lo has comprado? —Collei le guiñó un ojo.

—Tengo mis contactos.

El siguiente fue Alhaitham. Y Tighnari también le dio un beso a él.

Al ver la expresión de Cyno, Collei tuvo que aguantar la risa. ¿Acaso ya había olvidado cuál era la costumbre de su familia? Siempre hacían eso para agradecer a una persona a la que apreciaban mucho por cualquier detalle.

A Kaveh también le dio un beso. A Albedo le pidió permiso, y este le ofreció su mano. Kaeya hizo exactamente lo mismo.

Y ahora era el turno de Cyno.

El joven se acercó a su amigo con la mejor sonrisa que pudo fingir. El resto de personas en la habitación intentaban contener la risa (excepto Alhaitham y Albedo, quienes no comprendían qué tenía de graciosa esta situación), ansiosos por saber qué pasaría.

Tighnari aceptó la bolsa de Cyno y sacó de ella dos regalos envueltos. Uno había sido envuelto en papel verde, y el otro, en morado.

Primero abrió el verde, de mayor tamaño y más blando. Al ver qué era, no pudo evitar sonreír. Era el zorro que ambos habían hecho con tanto cariño: —¿Al final no te lo vas a quedar tú? —preguntó.

—Eres tú el que merece tenerlo —Tighnari sujetó el peluche que ambos habían hecho y lo apretó un par de veces—. Por cierto, se llama Karl.

—¿Karl?

—Karl Marx —Tighnari cerró sus ojos y respiró profundamente.

—No hablemos otra vez sobre comunismo, por favor.

—Ya sabes que yo hablo en broma —el contrario rodó los ojos y abrió el otro regalo.

Era una caja pequeña, morada, con su nombre escrito en dorado por encima. Al quitar la tapa, descubrió dos pendientes en su interior, acomodados con esmero.

—Cuando me dijiste lo del peluche, pensé que sería una buena idea hacerte algo a ti. Así que me puse a trabajar yo también —Tighnari sacó uno de ellos y lo contempló, maravillado. Los ojos le brillaban tanto como una luciérnaga en la oscuridad.

Era un pendiente dorado, conformado por un rombo y tres hojas de distinto tamaño, una a la derecha, otra en el centro y otra a la izquierda.

—Sé que te gustan mucho los pendientes, así que lo hice para ti. Aunque no sé si... —Tighnari dejó el pendiente en la caja antes de sujetar a Cyno por el cuello de la camiseta y plantar un beso justo en la comisura de sus labios.

Cyno juró haber visto el cielo.

Todos los presentes se quedaron boquiabiertos, sin saber qué decir o pensar. Era el único al que había besado así.

—Puedes quedarte el otro. Así vamos al conjunto —le dijo Tighnari. Al no ver ninguna respuesta, sacó el otro pendiente y se lo dejó en la mano derecha—. Es que los dos juntos me van a pesar mucho.

Cyno se alejó de él, completamente fuera de sí. Su mejor amiga y Kaveh empezaron a decirle cosas, pero él no se enteró de nada. Justo detrás de él, Albedo se acercó a Tighnari y entabló una conversación con él como si nada hubiera pasado.

—Yo, lo siento... Tengo que ir al baño.

Collei frunció el ceño y se quejó: —¡Cyno, que esta no es tu casa!














Después de haber estado trabajando un tiempo, por fin la he terminado... Hoy tenemos portada nueva~ ♡

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no es una historia como tal :) solo léelo