love stories x la scaloneta [...

By martinnnah

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𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘡𝘴 π˜₯𝘦 𝘭𝘒 𝘴𝘦𝘭𝘦𝘀𝘀π˜ͺ𝘰𝘯 𝘒𝘳𝘨𝘦𝘯𝘡π˜ͺ𝘯𝘒 More

3. lionel scaloni
3.1. lionel scaloni: el principio
4. enzo fernΓ‘ndez
5. lautaro martΓ­nez
6. cuti romero
7. lisandro martΓ­nez
7.1. lisandro martΓ­nez (continuaciΓ³n)
8. enzo fernΓ‘ndez
9. enzo fernΓ‘ndez
10. lisandro martΓ­nez
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By martinnnah

advertencia: +18.

Me tiré en la cama y no podía hacer más que pensar en cuál sería la reacción de Lisandro o en qué traería bajo la manga cuando regrese a casa aquella tarde.

No solía subir fotos en modo trola a Instagram, pero ya era demasiado tarde. Su respuesta había sido un "ah, bueno" que parecía decir poco pero en realidad daba a entender muchas cosas. Más cuando sabía que varios de sus compañeros me habían seguido y la podían ver. Ya venía celoso por eso.

Una parte de mí estaba muy ansiosa. Tenía muchas ganas de verlo. No cogíamos hace algunos días porque él estaba muy concentrado en sus partidos o viajando. Además, puntualmente esta había sido una semana estresante para Lisandro. Casi no habíamos podido charlar sobre eso, pero fue evidente cuando vi cómo golpeó un asiento en el banco de suplentes después de que lo reemplazaran contra Newcastle, partido que terminaron perdiendo. La bronca que tenía era increíble y lo entendía, pero verlo con esa actitud me calentaba.

Sacándome de mis pensamientos escuché el ruido de la puerta principal abrirse, y a los pocos segundos percibí que se cerró bruscamente. Estaba enojado, era obvio. Pero me generaba mucha curiosidad saber lo que iba a pasar. Me hubiera encantado estar ahí para verlo, quizás a punto de empezar con su entrenamiento, encontrándose con esas fotos mías.

Sin dejar pasar unos segundos más, escuché cómo subía las escaleras a paso firme y sentí cómo se me aceleraba el corazón hasta que entró en la habitación.

— ¿Qué pensaste? ¿Que podías subir esas fotos y no iba a pasar nada? 

Escondí mis labios tratando de no sonreír. 

— Mi amor, vengo con unos días bastante duros y justo ahora tuviste que hacerte la viva.

Bueno, ya sabía lo que me esperaba.

— Está bien —murmuré con una pequeña sonrisa. Estaba más que satisfecha con la situación.

Lisandro se rió por lo bajo y negó con la cabeza.

— ¿Está bien? —repitió después de mí— ¿Está bien qué? Ahora vas a ver. Arriba —ordenó levantando su cabeza y apuntando hacia la cabecera de la cama. 

Me apoyé sobre mis rodillas y fui hasta la parte superior de la cama sin decir nada, esperando sus próximas instrucciones. Antes de que pudiera sentarme dejó caer su mano contra mi culo, dándome una nalgada muy fuerte, haciéndome soltar un quejido. 

— Ahora sacate la ropa.

Todavía bastante ansiosa, hice lo que me pidió sin tanta demora porque al fin y al cabo no estaba usando mucha ropa. Jugué con mi pelo mientras observaba cómo él se sacaba la remera, fascinada porque me encantaba ver esos abdominales marcados, hasta que se acercó al costado de la cama. Bruscamente me agarró de las muñecas y me obligó a levantar los brazos. Utilizando su prenda me ató muy bien al respaldo, dejándome con un rango de movimiento casi nulo. Tironeé un poco pero no había forma de zafarme. 

Lisandro me miró de arriba a abajo, se mordía el labio por tenerme así, desnuda y atada para él. Me calentaba demasiado cuando se ponía con una actitud dominante. Lo había necesitado todo el día y ya se lo había hecho saber, pero me había mandado un mensaje más que claro:

Más te vale que ni se te ocurra tocarte ni hacer nada hasta que llegue a casa.

Lo conocía a la perfección y saber todo lo que era capaz de hacer conmigo me volaba la cabeza. Ya empezaba a sentir mi tanga mojada, además de una sensación palpitante en mi entrepierna que me estaba matando.

— Ya que te quisiste portar como una trolita, te voy a tratar como tal.

Su pulgar empezó a estimular mi clítoris en movimientos tortuosos, lentos y circulares. Su otra mano se había deslizado como quiso por mi abdomen para concentrarse en una de mis tetas, pellizcando y masajeando mi pezón entre sus dedos. Comencé a gemir, era casi imposible contenerme.

— Callada —dijo, haciendo que sus dedos apliquen más presión contra mi zona más sensible. 

Involuntariamente moví mis caderas un poco, pidiendo más. Con su mirada clavada en mí, deslizó uno de sus dedos en mi interior sin dejar de utilizar su pulgar para frotar mi clítoris.

Contuve mis gemidos apretando los dientes, pero sabía que no podía mantenerme mucho tiempo así.

Su mano seguía masturbándome hábilmente manteniendo ese ritmo hasta que comenzó a hacerlo más rápido. Estaba tan mojada que podía hacer lo que quisiera conmigo con total facilidad. En un momento su pulgar se detuvo, por lo que no pude evitar quejarme. Pero entonces se abrió paso en mi interior con tres dedos abruptamente, haciendo que suelte un pequeño grito. 

— Callada te dije —exclamó una vez más, levantando un poco la voz y moviendo sus dedos con mayor fuerza.

Mis caderas se sacudieron y mi espalda se arqueó. Lisandro dejó de jugar con mis tetas y me empujó nuevamente hacia la cama, obligándome a seguir recostada. Podía sentir cómo mi cuerpo se contraía y una sensación de calor invadía mi entrepierna. Estaba cada vez más cerca.

— No acabes —ordenó— Yo te voy a decir cuándo podés acabar.

Me mordí el labio inferior mientras que puteaba en mis adentros. 

No sabía por cuánto tiempo podía aguantarlo. Escupió su otra mano y comenzó a moverla insistentemente contra mi clítoris, haciendo que esté cada vez más sensible. Mis paredes internas se apretaban alrededor de sus dedos, y como una reacción en cadena, mi orgasmo se venía más fuerte cada vez que tenía esas contracciones.

— Más te vale que no acabes —reiteró.

Se agachó para meter su cabeza entre mis piernas y su boca empezó a entrometerse en mis pliegues, moviendo su lengua en círculos y haciendo algunas succiones de vez en cuando. Me estaba proporcionando una sensación húmeda y caliente que sentía que me desbordaba, me era imposible quedarme quieta como él quería. 

— C-cogeme —le pedía. Intentaba hablar pero los gemidos siempre me interumpían.

Él se detuvo poco a poco.

— ¿Qué decías, amor?

— Cogeme —susurré tratando de recuperar el aire. No podía resistir más.

— ¿Cómo se pide? —exige él, curvando sus dedos en mi interior y chocando contra mi punto G, moviéndolos rápido una vez más.

— Por favor —chillé ante la presión que me hizo sentir de repente, provocándome un temblor en las piernas.

— No —contestó sin más.

Detuvo todos sus movimientos y me quejé por eso. Estaba tan cerca y realmente necesitaba que siguiera como estaba, y que me cogiera de una vez. Lisandro se levantó y sin esperar mucho se bajó los pantalones junto con el bóxer, todo de una vez. Viendo lo dura que la tenía yo me moría de las ganas de sentirla adentro. 

Se la agarró desde la base y caminó hacia un costado de la cama para arrodillarse sobre la misma, justo a mi lado.

— Abrí la boca —dijo.

Apenas abrí la boca se encargó de acercar la pija hasta mis labios y meterla lo más que pudo. Traté de evitar el reflejo de las arcadas pero fue difícil. Empezó a manipular mi cabeza usando su otra mano, con la cual me agarraba firmemente del pelo. Se la chupaba con ganas, asegurándome de que sintiera mi lengua por toda su longitud, y me ahogaba cada vez que tocaba mi garganta. La tenía demasiado grande, llenaba mi boca por completo y ni siquiera podía meterla toda. 

Vi cómo perdía el control de sus movimientos, ya no podía manejarme tan fácilmente. Se mordía el labio inferior y miraba hacia el techo, frunciendo el ceño. Todo su cuerpo se contraía, agarraba mi pelo con fuerza y gemía entre dientes, indicando que estaba cada vez más cerca.

Me la sacó de la boca y se apartó para posicionarse entre mis piernas. Tenía la respiración agitada al igual que yo y sus acciones eran casi desesperadas. Agarró un forro que había sacado de la mesa de luz y se lo puso tratando de hacerlo lo más rápido posible. Una vez que se acomodó sobre mí, empezó a frotar su glande contra mi entrada; que entre la saliva que había quedado en toda su pija y lo mojada que yo estaba podía meterla con facilidad. Pero su objetivo era castigarme, hasta que no se contuvo más y la metió hasta el fondo, de golpe, haciéndome chillar.

— La puta madre —susurró extasiado. 

Agarró mis piernas y las colocó sobre sus hombros, comenzando a darme embestidas muy fuertes. Movía su pelvis contra mí en una forma brusca y despiadada, provocando que la cama choque contra la pared. Me estaba haciendo mierda.

— Acabame toda la pija, hermosa, dale.

No necesitó decirlo dos veces. Mis piernas no dejaban de temblar y no podía dejar mi espalda apoyada contra la cama. Gracias a sus movimientos un orgasmo invadió todo mi cuerpo rápidamente. A pesar de que ya había acabado, él no se detuvo. Siguió con el mismo ritmo hasta que sentí cómo su pija bombeaba en mi interior y sus gemidos adelantaban lo que iba a pasar. Después de un par de embestidas fuertes, vi en su expresión de placer cómo acababa. Se mordía el labio inferior y no había nada que me calentara más. 

Tratando de normalizar su respiración, la sacó lentamente. Me había dado tan fuerte que toda la zona me dolía, pero era un dolor placentero que había deseado tener. Se encargó de soltar el nudo que me mantenía atada y dejé caer mis brazos cansados sobre la cama, cosa que lo hizo sonreír. 

— ¿Qué pasa? ¿Estás cansada?

— Muy —murmuré con sinceridad. Me sentía tan débil que no quería hacer otra cosa que acomodarme en esa cama y dormir.

— Pero sabías muy bien que no me tenés que provocar —dijo entre risas, acercándose a mí. Me agarró del mentón y me besó lentamente, con ternura, de acuerdo con la actitud que tiene la mayor parte de tiempo. 

Estaba tan exhausta que ni siquiera podía recordar cuándo me quedé dormida y si Lisandro efectivamente se había quedado al lado mío, ni por cuánto tiempo. Si me desperté fue porque sentí que acariciaba mi pelo y me daba algunos besos en la frente. Había perdido noción de las horas hasta que escuché que me susurraba que me levante, que me había preparado la cena. 







pasen felices pascuas mis bellas <3

para las que se lo perdieron jiji

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