3.1. lionel scaloni: el principio

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de 3. lionel scaloni

el principio

La playa, un entorno diferente y el placer de la independencia. Aquella era la combinación que te mantenía más que satisfecha en aquel entonces. Muchos dirán que trabajar en un hotel no es un empleo de ensueño, y probablemente estén en lo cierto, pero no sentías necesitar más. El dinero que ganabas era suficiente para poder llevar una vida tranquila y darte algún que otro gusto. Después de todo, siendo una jovencita sin experiencia buscando trabajo en otro país, estabas teniendo suerte. 

Siempre habías querido aventurarte y reiniciar tu vida en otro lugar del mundo, pero no había sido cosa fácil. Fue un proceso complicado y muchas veces no contaste con el apoyo que esperabas de parte de tus seres queridos, pero tu valentía hizo que pusieras tus sueños en primer lugar. Aunque sea doloroso aceptarlo, no es difícil irse si nunca te sentiste en casa. El lado bueno es que siempre supiste cómo sostenerte sin ayuda de nadie. 

Un viernes por la tarde finalizaste con tu trabajo por lo que quedaba de la semana. Afortunadamente el sábado no tenías que trabajar, así que era momento de descansar al máximo. Te sacaste el uniforme y lo guardaste en su lugar, para después salir del hotel con una vestimenta mucho más relajada. No tenías otra cosa en mente que no fuera ir a la playa en búsqueda de disminuir el estrés, ya que el verano es la época más cansadora en este rubro.
Escuchaste una voz que te llamaba por tu nombre, explotando completamente tu burbuja.

— Hola, buenas —te saludó aquel hombre que identificabas perfectamente y se detuvo a tu lado, a pocos metros de la salida del hotel.

Debido a tu trabajo tenías que interactuar con miles de turistas prácticamente todos los días. Esto te gustaba y podías desenvolverte muy bien en varios idiomas, así que tus referencias siempre fueron más que excelentes. No recordabas haber recibido quejas ni reclamos, exceptuando algún que otro huésped especial, como por ejemplo Lionel Scaloni.

El ex futbolista parecía una persona muy exigente y tenías varios motivos para pensar de esta manera. A comparación de otros casos, nunca habías tenido que atender a una persona tan demandante. Ya habías perdido la cuenta de la cantidad de veces que tuviste que ir a su habitación para resolver alguna clase de "problema" menor, ya que nunca estaba del todo conforme con lo que el servicio le ofrecía a pesar de ser de la más alta calidad. Sus pedidos incluían desde comida a todas horas del día, hasta cambiar el perfume de ambientes porque no le gustaba. Aún así no podías quejarte, porque además de que el cliente tiene siempre la razón, no tenías ningún tipo de problema en ir a cumplir tu trabajo. Desde que lo viste por primera vez te invadió una gran emoción, ya que por supuesto que lo conocías, pero su presencia te acobardó y preferiste tratarlo siempre como a cualquier cliente. Esto incrementó cuando te diste cuenta de las altas expectativas que probablemente tenía sobre la atención del hotel. El profesionalismo siempre estuvo primero.

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