El verde de mi primavera ♡ Cy...

By reazurah

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A Cyno nunca le había llamado la atención el color verde. Le parecía insípido; no era bonito, y mucho menos... More

zero
capítulo uno
capítulo dos
capítulo tres
capítulo cuatro
capítulo cinco
capítulo seis
capítulo siete
capítulo ocho
capítulo nueve
capítulo diez
capítulo once
capítulo doce
capítulo trece
capítulo catorce
capítulo quince
capítulo dieciséis ♡ xiaoven
capítulo diecisiete
capítulo dieciocho
capítulo diecinueve
capítulo veinte
capítulo veintiuno
capítulo veintidós
capítulo veintitrés
capítulo veinticuatro ♡ primera parte
capítulo veinticinco ♡ segunda parte
capítulo veintiséis
capítulo veintisiete
capítulo veintiocho
capítulo veintinueve
kavetham ♡ treinta
capítulo treinta y dos
capítulo treinta y tres
capítulo treinta y cuatro
capítulo treinta y cinco
capítulo treinta y seis
capítulo treinta y siete
capítulo treinta y ocho
capítulo treinta y nueve
capítulo cuarenta
capítulo cuarenta y uno
capítulo cuarenta y dos
capítulo cuarenta y tres
capítulo cuarenta y cuatro
capítulo cuarenta y cinco
capítulo cuarenta y seis
kavetham ♡ cuarenta y siete
cuarenta y ocho
cuarenta y nueve
cincuenta
AVISO

capítulo treinta y uno

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By reazurah

—¡No puede ser! ¿Cómo es que soy el único que no ha conseguido nada? —se quejó Kaveh al ver que absolutamente todos habían conseguido pescar, como mínimo, un pez. Sin embargo, su cubo llevaba vacío más de media hora.

—Eso es porque eres muy impaciente —Tighnari dejó la caña que había estado utilizando y se puso de pie—. Ya mismo va a ser la hora de almorzar. Voy a ir preparando las cosas.

—Voy a ayudarte —se apresuró a decir Cyno. Como no quería que nadie más se ofreciera, había estado atento a todas las palabras de Tighnari—. No tengo ganas de seguir pescando—añadió.

Al ver a ambos marcharse, Alhaitham soltó su caña y se acercó a su novio, sentándose justo tras él.

—Era más fácil en Animal Crossing. Aquí es una mierda —seguía quejándose. Alhaitham dejó escapar un suspiro y lo abrazó, dejando sus piernas a cada lado del cuerpo del rubio.

—Amor, deberías dejarlo ya —apoyó su barbilla en el hombro ajeno—. En cuanto almorcemos vamos a devolver los peces al río. Así que no te agobies tanto por una tontería.

—Pero es que me hacía ilusión —el rubio bajó su cabeza y se quedó mirando el suelo. Su novio se acercó todavía más a él y le besó el cuello.

—En otra ocasión será.

Aquella esfera enorme denominada “sol”, que solía danzar en el cielo, se ocultaba tímidamente tras sus súbditas, las nubes. No era un día especialmente cálido, aunque tampoco era frío. Hacía el tiempo perfecto para pasar todo el día fuera.

Alhaitham contempló el cielo en silencio antes de darse cuenta de la forma en la que podía aprovechar ese pequeño momento de soledad con su novio. No lo pensó mucho antes de introducir su mano derecha bajo la camisa de Kaveh y juguetear un poco con él. El rubio se recostó sobre él, dejando escapar pequeños jadeos.

—Nari y Cyno no van a tardar mucho en regresar, Thamtham... —le recordó el rubio.

—Lo sé. Pero no pasa nada, no voy a hacer más que esto —Alhaitham pellizcó su pezón, haciéndolo gemir.

—Alhaitham... —murmuró. Sentía su rostro arder más que de costumbre—. Oye, espera un segundo —el rubio sujetó sus manos, obligándolo a detenerse—. Sé que no es el momento, pero... Necesito saber qué cosas te conté ayer por la noche. No lo recuerdo bien.

—Tú... —Alhaitham entornó sus ojos—. Me dijiste que tus padres habían vuelto a escribirte. Pero lloraste tanto que no pudiste darme muchos detalles.

—Ah, así que fue eso.

—Lo siento. Sé que no querías contármelo, pero no puedes ocultarme estas cosas, Kaveh. No te detuve porque si tienes algún problema, necesito saberlo —Kaveh asintió con su cabeza, muy lentamente.

Comprendía el razonamiento de su novio, y sabía mejor que nadie que no debía ocultarle sus problemas. Sin embargo, todavía le avergonzaba. Se sentía ridículo al pensar que sus padres todavía podían utilizarlo como si fuera un triste títere sin vida.

—Me da vergüenza. No quiero que me veas como un inútil —confesó. Alhaitham se deshizo de su agarre para poder abrazarlo en condiciones.

—No tienes que preocuparte por eso. Comprendo tu situación, y me preocupa —Kaveh cerró sus ojos y permitió que su novio lo acariciara.

Cuando estaba con él, se sentía amado. Era la única persona con la que había logrado conectar de verdad. A pesar de todas las complicaciones y el odio inicial, ambos habían logrado forjar un hilo más fuerte que cualquier otro.

—Tortolitos, ayudadnos a organizar las cosas, anda —Cyno fue el encargado de romper la burbuja en la que se habían encerrado. Tighnari le dio un golpe con su codo, regañándolo con la mirada—. Perdón —el joven agachó su cabeza con sumisión.

—Lo tiene más controlado —murmuró Kaveh—. Bueno, Thamtham, vamos a ayudar.

Tighnari sacudió la manta que iban a utilizar antes de extenderla y colocarla sobre el suelo. Cyno, quien se encontraba en el lado contrario, estiró las esquinas para quitar toda arruga.

—¿Por qué es una manta de cerdos vestidos de princesas? —preguntó Kaveh, más asustado que intrigado.

—Es mi manta favorita, cállate —el rostro de Cyno se había puesto colorado. El rubio no pudo evitar reírse al verlo.

Alhaitham los ignoró deliberadamente y empezó a sacar la comida que habían guardado en la maleta. Aunque era una idea horrible juntar a dos personas con las conexiones neuronales chamuscadas, le gustaba ver a su novio feliz. Es por eso que simplemente los dejó ser.

—Qué rápido han conectado Kaveh y Cyno, ¿no crees? —Tighnari se arrimó a Alhaitham y lo ayudó a sacar todo lo que había en la mochila.

—Su inteligencia está al mismo nivel. Creo que se llevan bien porque solo ellos se entienden.

—Eso es bueno. Está bien que Kaveh empiece a juntarse con más personas —porque sabía que el rubio vivía atrapado en su propio mundo. Ni siquiera sus propios compañeros habían logrado conseguir un vínculo con él.

En aquel momento, Alhaitham y Tighnari eran las únicas personas que Kaveh quería tener cerca. Si Cyno lograba convertirse en lo mismo que ellos, sería un gran avance.

—Y tú también deberías hacerlo. Parece que le has contagiado al pobre tu apatía —añadió. Alhaitham entornó sus ojos y lo ignoró—. Oye, me da igual que ignores a otras personas, pero a mí me echas cuenta —Tighnari pellizcó su oreja y tiró de ella.

—Sé que quieres mucho a tu abuelo, pero no hace falta que lo imites —el menor se puso rojo hasta las orejas. ¿Realmente acababa de hacer eso?

—Ha sido poseído —intervino Kaveh, interrumpiendo así su “conversación” con Cyno.

—Yo a veces hago las mismas cosas que mi abuelo. Es decir, besar a hombres.

—¿Tú has besado a un tío alguna vez? —el rubio frunció el ceño.

—Cositas.

—Pero si tú solo has tenido una novia en tu vida —mencionó Tighnari.

—Ah, fue después de cortar con ella —Cyno decidió no entrar en detalles; su pasado no era algo de lo que se sintiera especialmente orgulloso. Aunque pensó que tal vez sería buena idea bromear un poco—. Mi primer beso con un hombre fue un día que estaba tan borracho que me besé con un antiguo compañero del instituto.

—¿Del instituto? Eso sí que es tener aguante —el comentario de Kaveh le sacó una carcajada a Cyno.

—Qué va. No nos teníamos ganas, pero él estaba hasta arriba de trabajo y yo estaba con los ánimos por los suelos, así que quedamos con unos amigos para pasar el rato, nos emborrachamos y la cosa se nos fue de las manos —al ver que todo estaba preparado, se sentó sobre la manta—. Siempre me arrepentiré de haberlo hecho.

—¿A quién besaste? —quiso saber Tighnari. ¿Y si tal vez lo conocía?

A Cyno se le descompuso la cara.

—A Aether —Tighnari intentó no reírse, pero al final se le acabó escapando—. Es una vergüenza admitir que es el primer hombre al que besé. Pero en mi defensa, estaba muy borracho.

—Pues igual que ayer, salió tu lado más salvaje —se burló Kaveh al recordar cómo se había pegado a Tighnari como una lapa.

—Mentiroso.

—Pero si parecía que en cualquier momento ibas a comerle la boca —y ahí iban otra vez.

—¡Deja de decir tonterías! Respeto mucho a Tighnari, yo no haría algo así —Cyno sujetó la camisa de Kaveh y juntó sus frentes. No le permitiría decir esas cosas frente a Tighnari.

—Me da que lo tuyo sobrepasa el respeto.

—Da igual lo que sienta por él —susurró—. Lo sigo respetando mucho.

—Oye, ¿podéis dejar de hablar de cosas raras? Queremos empezar a comer —los interrumpió Tighnari. Cyno se alejó de Kaveh y asintió con su cabeza, sintiendo su rostro arder.

—Tighnari, tú... —el rubio se detuvo al ver la mirada de advertencia de Alhaitham—. ¿Puedes darme el agua? Os la habéis quedado para vosotros.

—Muévete tú —le dijo su novio.

—Mira que el novio que me he buscado. Solo es bueno cuando quiere —empezó a quejarse, aunque tanto Alhaitham como él sabían que no estaba hablando en serio.

Cyno mantuvo la cabeza gacha durante un rato, con las manos apoyadas sobre sus piernas. Ahora Alhaitham era incapaz de quitarle la mirada de encima. Necesitaba estar atento a cada movimiento, cada expresión.

Necesitaba comprobar si Cyno estaba realmente enamorado de Tighnari.

Aunque no era una respuesta que obtendría en una sola tarde, y él era consciente, obviamente. Sin embargo, sentía que necesitaba empezar a estudiar pronto a este joven.

Los cuatro almorzaron juntos sin ni una sola pelea más. Simplemente charlaron como si nada hubiera sucedido, aunque a Cyno le costó bastante incorporarse en sus conversaciones. Ellos eran amigos desde hacía años. Él no era más que un intruso.

—Tengo una pequeña urgencia. En un momento vuelvo —dijo Tighnari de repente antes de marcharse sin más. En cuanto se alejó lo suficiente, Kaveh dejó escapar un suspiro y habló.

—Lo siento, Cyno. Sé que he hablado de más cuando no debía.

—No te preocupes. Sé que no ibas en serio.

—Oye, Cyno. Hay algo que me gustaría saber —era la primera vez que Alhaitham le dirigía la palabra por voluntad propia. Cyno se sintió algo asustado en un principio.

—¿Sí? —el joven lo invitó a seguir hablando.

—Estás enamorado de Tighnari —el corazón de Cyno latió con más fuerza que de costumbre.

—¿No se supone que esas cosas se preguntan? ¿Por qué lo afirmas? —preguntó, asustado.

—No te preocupes por eso, es que él es así —le dijo Kaveh.

—Bueno... Sí, estoy enamorado de Tighnari. ¿Algún problema? —Alhaitham cruzó sus brazos por encima de su pecho y lo observó con indiferencia.

—Pues sí, la verdad.

—Alhaitham —lo llamó Kaveh. Su novio lo miró—. Nada de amenazas. Deja que Cyno demuestre por sí mismo que no tiene malas intenciones. Y eso es algo que Tighnari debe valorar. Si algo malo pasa, tienes permitido entrometerte, pero este no es el momento. Déjalos avanzar.

—No me fío de él —el rubio extendió su mano y la apoyó sobre el brazo derecho de su novio.

—Dale una oportunidad —Alhaitham dejó escapar un suspiro.

—Bien...

—Si os preocupa lo que pueda hacerle a Tighnari, no puedo decir nada para que dejéis de desconfiar de mí —dijo Cyno—. Yo sé mejor que nadie que jamás le haría daño. Pero no tengo forma de probarlo. Por eso, me disculpo si os inquieta, pero eso no me va a alejar de Tighnari. Si no soy yo, será otro hombre. Algún día, Tighnari se volverá a enamorar y otras personas se enamorarán de él. Y vosotros no vais a poder evitarlo. Porque de hecho, yo soy una de esas otras personas —el joven llevó una mano a su pecho—. Es algo natural.

—Lo sé, pero el no conocerte hace que me resulte difícil aceptarte —la última vez dejó a Dottore pasarse de la raya. Esta vez no pensaba permitirlo.

—Entonces conóceme, aunque no quieras. Siéntete libre de juzgarme, aunque la decisión final es de Tighnari —le recordó—. Pero si lo que quieres es sentirte más tranquilo, puedo darte mi palabra ahora mismo.

—Tu palabra no me va a relajar —Cyno extendió su mano hacia Alhaitham.

—Si alguna vez le hago daño a Tighnari, tenéis derecho a hacerme lo que queráis. Tanto si es tomar medidas legales como si es meterme una paliza —Alhaitham dudó antes de estrechar su mano—. Aunque sé que no harán falta medidas tan drásticas. Tighnari es mi amigo, después de todo.

—¿Ves, Thamtham? Deberías dejar de ser tan precavido —le dijo el rubio al ver su expresión perpleja—. Se ve de lejos que Cyno no es un mal chico.

—Más te vale cumplir tu palabra. Porque como descubra que eres uno de esos que huye con el rabo entre las patas tras hacer algo malo... —Alhaitham apretó su mano, pero Cyno se mantuvo firme.

—Te vas a quedar con las ganas de meterme una paliza, Alhaitham.

—¡Hasta la próxima, Nari!

—¡Id con cuidado! —les gritó Tighnari antes de ver el coche desaparecer a lo lejos.

El joven dejó escapar un suspiro. Había sido un día agotador, y también le daba algo de lástima que sus amigos no pudieran quedarse esa noche con ellos.

—Vamos, Tighnari. Tenemos que regresar a casa —el mencionado asintió y fue tras Cyno, en silencio—. ¿Por qué has querido volver andando?

—Porque quería hablar contigo —el corazón de Cyno dio un vuelco.

Eso solo podía significar algo malo.

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