El imbécil de mi vecino

By Yaidichi_

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¿Sabéis cuál es esa sensación? La que cuando te levantas por la mañana con ganas de comerte el mundo, sabes q... More

Capítulo 1
capítulo 2
capítulo 3
capítulo 4
capítulo 5
capítulo 6
capítulo 7
capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
capítulo 11
capítulo 12
capítulo 13
capítulo 14
capítulo 15
capítulo 16
capítulo 17
capítulo 18
capítulo 19
capítulo 20
capítulo 21
capítulo 22
capítulo 23
capítulo 24
capítulo 25
capítulo 26
capítulo 27
capítulo 28, el final.
El después del epílogo.

Epílogo

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By Yaidichi_

8 años antes.

-Así que aquí vivias- dijo Javier dándose la vuelta desde el asiento del coche, mirándome a mí y a Ibiza.

-Lo recordaba más pequeño y todo- respondí.

Un nudo se estaba formando en mi garganta cada vez que Javier se acercaba más con el coche al aparcamiento. Nos bajamos del coche y montamos a Ibiza en el huevo de coche. Javier empezó a andar con el huevo en la mano hacia la casapuerta. Empecé a andar detrás de él, con el corazón encogido en un puño, me di la vuelta mirando como todo habia cambiado, vi la moto de color negro mate que me hizo recorrer el mundo con el dueño, me tembló el cuerpo al verla y un escalofrío me paralizó, la moto estaba llena de polvo, al parecer hacia tiempo que nadie la usaba.

-Gordi, ¿Vamos?, Ya nos ha abierto- me llamó Javier desde la puerta del piso.

-Voy, voy- contesté corriendo hacia la puerta.

La aguanté para que él pasará bien y empezamos a subir hacia casa de Marisa, la cual nos había invitado al enterarse que había tenido una niña, nosotras aún nos llamábamos de vez en cuando para hablar de cómo nos iba y tal. Estábamos en la puerta de su casa, me giré mirando la que era mi casa y pasé la mano por la cerradura dorada, aguantando mis lágrimas, cerré los ojos y no pude evitar acordarme de él, cada paso que había dado subiendo las escaleras hacia que me acordará de él. Marisa nos abrió la puerta, con una sonrisa en la cara. Hacia tiempo que no la veía, ocho años para ser exactos y había cambiado, y tanto que si había cambiado, estaba muchísimo más mayor, pero su cara seguía teniendo esa sonrisa que tanto admiraba. Me hice paso entre Javier y me acerqué a ella sin decir nada la abracé y ella me devolvió el abrazo tan rápido como sintió que rompí en llanto.

-Ya está cielo, ya está- dijo sobando mi espalda- Naomi estás igual.

-Que sentimental estás Naomi, es tan solo una casa, ya está- dijo Javier.

Me separé de Marisa con una sonrisa en la cara y ella pasó sus dedos por mi mejilla, limpiando mis lágrimas. Yo me di la vuelta ignorando lo que había dicho Javier y agarré el huevo donde estaba Ibiza entrando dentro de la casa.

-¡Ay...!, Que niña tan preciosa Naomi, tiene tus ojos- susurró Marisa.

Nos habíamos sentado en su sofá. Ella a mi lado, cuando vio que saque a Ibiza del huevo. Javier se había sentado en el sillón que había al lado del sofá.

-Esto me trae tantos recuerdos- dije mirandola.

Ella dejó de mirar a Ibiza y me miró a mi, su mirada era una mirada triste, apretó un poco los labios y ladeó la cabeza.

-Ninguno de los dos lo hicisteis bien Naomi, erais jóvenes...

-Marisa- abrí los ojos para que no siguiera hablando, ya que Javier estaba sentado detrás mía.

-Estoy muy contenta de que hayas venido a verme de verdad- dijo cambiando de tema.

-Marisa, una pregunta, ¿La azotea está abierta?

-Tienes que cojer las llaves, están...

-En la cestita de la entrada- dije antes de que acabara,  ella sonrió asintiendo con la cabeza.

-Voy a subir un momento, quédate aquí con la niña, no tardo- dije mirando a Javier.

Le di la niña a Marisa y andé hasta la entrada, agarrando las llaves de la cestita, abrí la puerta y subí las escaleras hasta el piso de arriba, donde vivía con Ander. Mi corazón bombeaba a toda prisa, todo el cuerpo me temblaba y volvieron a salirme unas lágrimas de los ojos, me llevé la mano a la boca para no hacer ruido y seguí subiendo, llegué a la puerta de la azotea y miré la llave para meterla en la cerradura. Vi que después de tanto tiempo seguía siendo la llave que hice el primer día que me monte en moto con Ander. Intentaba aguantar las lágrimas, pero todo me recordaba tanto a él, a mi primer y único amor. Salí a la azotea y lo primero que noté es que la habían cambiado de color, ya no era roja, ahora era color blanco y tenía algunas macetas decorandola, dándole color a todo aquello que parecía muerto.  Saqué de mi bolsillo del vaquero un paquete de tabaco Camel y me llevé un cigarro a la boca, lo encendí y me senté donde me solía sentar con Ander después de ver el atardecer. Me quedé mirando un punto fijo, pensando, pensando en él, en mí, en nosotros. En todo lo que soñamos ser y nunca fuimos. Las lágrimas caían por mis ojos sin poder evitarlo. Le di la última calada al cigarro y lo tiré hacia abajo. Me levanté del suelo y me asomé dejando mis brazos caer en el muro.

-¿Fumas por algun motivó en especial o simplemente por distracción?- escuché decir en un susurro, esa frase ya la conocía...

Me giré de inmediato buscando la voz que me había hablado. Y ahí estaba, parado frente a mi, con unas ojeras bajo los ojos aunque, igual de guapo que siempre, sus ojos verdes miraban directamente a los míos, volví a sentir ese cosquilleo que sentía cuando tenía dieciséis años, mi corazón aunque suene ilógico, volvió a latir, sin antes dar un vuelco haciendo que el alma se me callera a los pies. Me llevé la mano a la boca y empecé a llorar. Él no decía nada, simplemente estaba parado delante de mi, con el ceño fruncido y una leve sonrisa en los labios.

-Creo que me suena esa pregunta- susurré bajando la mano de mi boca limpiando mis propias lágrimas.

-¿Qué haces aquí Naomi?- preguntó muy serio.

-Tu abuela me a dicho que viniera, ella quería ver como estaba- contesté.

-Dime la verdad...

-Vine a buscar el final que te prometí- susurré.

Él dejó de mirarme a los ojos, girando la cabeza hacia otro lado, una lágrima cayó de su ojos, él apretó los labios, y otra lagrimas cayó de mis ojos.

-¿Y cómo estás?- preguntó sin mírarme.

-¿Qué estúpida pregunta es esa para una persona que no ves desde hace ocho años Ander...?- pregunté.

-La única que se me viene cuando te miro, en realidad se me vienen tantas...- él me miró, sus ojos se habían puesto rojos de las lágrimas- ¿Ese coche verde de ahí abajo es tuyo?

-Es de Javier- respondí y él frunció el ceño.

-Javier... ¿Tu nuevo novio?- preguntó.

-Él... Él es el padre de mi hija Ander.

Noté como el cuerpo de Ander se tensó, él dejó de mirarme de nuevo y se sentó en el suelo, dejando su espalda en el muro, yo descaradamente me senté a su lado, mirándole.

-¿Le conozco?

Cómo te lo explico Ander...

-Sí- él me miró a los ojos, yo suspiré intentando tomar aire el cual me costaba que llegara a mí- él es el hijo de José...

-Me cago en...- empezó a decir interrumpiendome cuando se dió cuenta de quién hablaba.

-Cuando lo dejamos- él arqueó una ceja, mi labio empezó a temblar- cuando me fui... Me fui de viaje un tiempo a ver a mi padre, para intentar olvidarme de ti, y él me ayudó mucho...

-¿Intentar olvidarte de mi?- preguntó- Naomi no lo hagas más difícil.

-No lo hago difícil, nunca quise hacerlo así...

-Dime, ¿Cómo se llama?

-Ibiza- respondí.

Él sonrió rompiendo en llanto y a mí me estaba matando verle así, en los 6 meses que estuve con él nunca, nunca, le vi llorar como lo estaba haciendo ahora.

-Naomi, llámame puto loco si quieres por lo que voy a hacer, pero porfavor, dime la verdad.

-¿La verdad de que...

Ander estampó sus labios con los míos, cerré los ojos e inconscientemente llevé mi mano a su mandíbula. Mientras nuestros labios se movían suavemente contra los del otro no pude evitar acordarme en nuestros besos, en el primero más que ninguno, sonreí después de mucho tiempo, verdaderamente mientras me besaba con alguien, aunque siendo realista y por mucho que no quería que parara, no estaba bien. Me separé de él y nos quedamos mirándonos.

-Me encanta que sigas siendo un intenso- respiré hondo- aunque esto no está bien Ander...

-¿Qué has sentido?, Dime la verdad- dijo interrumpiendome de nuevo.

-Una mezcla de amor y miedo Ander- contesté de nuevo con lágrimas en los ojos.

-No hagas eso Naomi- dijo con la voz cortada

-¿Por qué?, Si es verdad Ander.

-Te estaba empezando a superar cuando tú vienes aquí, con una vida ya hecha, hija... Marido...

-No sabía que seguías viviendo aquí.

-Es que si me voy- él aguantó las ganas de llorar- me da miedo que mis recuerdos se queden en la casa y me olvide de ti. Es que no te das cuenta, que por mucho dolor que me provocaras y por mucho que intento odiarte lo único que puedo hacer es en pensar lo mucho que te amo, lo feliz que hubiéramos sido juntos... Volvería a conocerte todos los días de mi vida con tan solo volver a sentir lo que sentí el primer día que te vi Naomi.

-Ander cállate por favor.

-¿Te da miedo escuchar la verdad?

-Ander claro que me da miedo a escuchar la verdad por qué llevo viviendo una puta mentira estos ocho años, me gusta Javier y le quiero mucho, pero te vuelvo a decir lo mismo que de dije esa mañana en el barco, él no te llega ni a la puta suela de los zapatos carajo, yo te amo a ti y eso no va a cambiar nunca por mucho que el destino quiera.

-Quédate conmigo Naomi, déjame enseñarte lo que no te enseñe la última vez...

-No Ander esto no está bien, lo último que quería era encontrarte aquí y volver a recaer tío- dije con lágrimas por toda mis mejillas.

-Nunca me ha gustado que me llamases tío...

-Ander estoy hablando en serio, escúchame por favor.

-¿Te arrepientes de haberme visto?- preguntó.

-Nunca me voy a arrepentir de nada que haga contigo, pero por favor, Ander entiendeme, tengo mi vida literalmente hecha.

-Está bien Naomi, sé feliz, ¿Vale?, Hazlo por los dos.

-Tengo que irme Ander.

Me levanté del sitio, me dirigí hacia la puerta y me paré ahí, me di al vuelta mirándole, él estaba sentado de la misma postura que le dejé, pero ahora estaba llorando, se abrazó las piernas, abrazándose a sí mismo. Me limpié las lágrimas y anduve hacia él, de nuevo, quedando frente a él de pie. Él se levantó quedando frente de mi. Estiré mi mano hacia arriba y limpié sus lagrimas, él sonrió y echó su cabeza encima de mi mano y yo acaricie su mejilla. Atraje un poco hacia a mí su cabeza dejando un beso de despedida en sus labios, él puso sus manos en mi cintura, apretando un poco, haciendo que unas mariposas, las cuáles extrañaba sentír, recorriera mi cuerpo después de mucho tiempo. Me separé de él y abrí los ojos al igual que él.

-No quiero que te pongas celoso Ander, recuerda que siempre serás tú, el único el cuál me ha hecho sentir cosas de verdad, el primero y el único. Te amo imbécil- dije sonriendo con lágrimas, mi corazón no había parado de bombear sangre a toda prisa en todo el tiempo desde que vi a ander y dudo que el suyo tampoco hubiera parado.

-Ojala siguieras siendo mía Cotilla, ¿Sé feliz vale?, Te lo pido por favor, sé feliz por los dos, haz cosas que te hubiera encantado hacer conmigo e imagina que estoy allí. Te amo mi niña.

Mi corazón se partió en dos cuando escuché las palabras de Ander, me separé de él, y sus manos fueron soltando lentamente mi cintura.

-Adiós Ander.

-Adiós Naomi.

Me fui de ahí con el corazón en la mano, con mal cuerpo y ganas de vomitar, cuando bajé hasta abajo me senté en el borde de las escaleras y me limpié las lágrimas, llamé a la puerta de la casa de Marisa y ella me abrió y con tan solo mirarme ella sabía que había pasado. Entré a su casa y le pedí a Javier irnos de allí, Marisa lo entendió.

-Adiós Marisa, me pasaré de nuevo algún día- dije, me acerqué y la abracé- cuidale por favor- susurré en su oído.

-Él te ama Naomi- susurró también.

-Y yo más aún Marisa, no sabes lo difícil que es esto.

Me alejé de ella mirándola a la cara, ahora era ella la que tenía lágrima bajos sus ojos.

-Adiós cielo, cuidate- dijo.

-Adiós Marisa.

Empezamos bajar las escaleras y nos montamos en el coche. Yo me senté detrás para no dejar a la niña tan pequeña sola.

-¿Qué te ha pasado arriba?- preguntó Javier.

-Nada cariño, muchos recuerdos juntos- respondí.

-¿Estaba él, verdad?

Suspiré hondo y abrí la ventana, mirando hacia arriba, y él estaba asomado, fumándose un cigarro, lo apagó y lo tiró hacia abajo, cayendo en el cristal delantero del coche. Javier resopló dándose cuenta de quién lo había tirado.

-Podemos irnos por favor- le pedí.

Saqué una última vez la cabeza por la ventana, mirándole a él, le lancé un beso de despedida y él hizo como si lo cogiera y se lo llevó al corazón, despidiéndose acto seguido con la mano. Me metí hacia adentro, cerrando la ventana, me llevé la mano al pecho y cerré los ojos, cayendo una lágrima.

Dicen que donde hubo fuego, hay cenizas y las cenizas tienen posibilidad de volver a arder, lo malo es que en mi caso con Ander nunca hubo cenizas, por qué mi fuego hacia él nunca se apagó.

                             FIN♡

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