El verde de mi primavera ♡ Cy...

By reazurah

7.3K 1.1K 702

A Cyno nunca le había llamado la atención el color verde. Le parecía insípido; no era bonito, y mucho menos... More

zero
capítulo uno
capítulo dos
capítulo tres
capítulo cuatro
capítulo cinco
capítulo seis
capítulo siete
capítulo ocho
capítulo nueve
capítulo diez
capítulo once
capítulo doce
capítulo trece
capítulo catorce
capítulo quince
capítulo dieciséis ♡ xiaoven
capítulo diecisiete
capítulo dieciocho
capítulo diecinueve
capítulo veinte
capítulo veintiuno
capítulo veintidós
capítulo veintitrés
capítulo veinticuatro ♡ primera parte
capítulo veinticinco ♡ segunda parte
capítulo veintiséis
capítulo veintisiete
capítulo veintinueve
kavetham ♡ treinta
capítulo treinta y uno
capítulo treinta y dos
capítulo treinta y tres
capítulo treinta y cuatro
capítulo treinta y cinco
capítulo treinta y seis
capítulo treinta y siete
capítulo treinta y ocho
capítulo treinta y nueve
capítulo cuarenta
capítulo cuarenta y uno
capítulo cuarenta y dos
capítulo cuarenta y tres
capítulo cuarenta y cuatro
capítulo cuarenta y cinco
capítulo cuarenta y seis
kavetham ♡ cuarenta y siete
cuarenta y ocho
cuarenta y nueve
cincuenta
AVISO

capítulo veintiocho

87 17 3
By reazurah

—Oye, ¿queréis una magdalena?

—Lo primero que se hace al llegar a un lugar es saludar, Kaveh. Y no está mal una presentación, tampoco —Tighnari entornó los ojos y observó con desdén a su amigo. Sabía cómo era, pero de vez en cuando no estaba mal...

—¡Yo sí quiero! Gracias~ —Cyno aceptó la magdalena con una sonrisa enorme en su rostro.

—¿Ves? Él me entiende.

—Veo que es igual de tonto que tú —murmuró el estudiante de bioquímica, algo decepcionado—. Menos mal que Alhaitham también viene contigo.

—Ya sé que quieres más a mi novio que a mí. No hace falta que me lo repitas —Kaveh tomó otra magdalena y le dio un mordisco.

—Kaveh, te he dicho que solo una. Me da que llevan algo raro —Alhaitham apareció tras él y le dio un empujón para forzarlo a entrar al enorme jardín que había alrededor del edificio—. Qué lugar más bonito.

—Sí. Es una lástima que solo nos quede una semana —respondió Tighnari. La sonrisa que tenía en su rostro, una que no transmitía mucha felicidad, daba a entender que realmente quería pasar más tiempo allí.

—Cyno, es un placer haberte visto en persona por primera vez, pero me temo que —Alhaitham sujetó el brazo de su amigo y les dedicó una rápida mirada a los otros dos— tengo que hablar con Tighnari en privado.

—Ah —Cyno sintió algo hervir en su interior—. No te preocupes. Me quedaré con Kaveh.

El hombre se marchó sin molestarse en hablar una vez más, dejando a su novio junto al amigo de Tighnari.

—Amigoo, que es mi novio. Controla los celos —el rostro de Cyno enrojeció.

—¿Tanto se me ha notado? —quiso saber. El rubio soltó una carcajada y palmeó su espalda.

—Un poco. Pero no te preocupes, que es normal. Yo también me sentía algo celoso al principio. Alhaitham y él parecían demasiado unidos para mi gusto —Kaveh se encogió de hombros—. Y es verdad. Son muy unidos. Pero no hay nada entre ellos.

—¿Desde cuándo se conocen?

—Son amigos de la infancia —respondió.

Al ver la expresión del joven, Kaveh lo sujetó por los hombros y lo condujo hacia las sillas de piedra que había cerca de la entrada. Ya que su novio estaba hablando con Tighnari, él debía aprovechar para charlar con Cyno.

—Te he notado decepcionado al decir que tan solo os quedaba una semana aquí. ¿Qué tal has pasado estas tres semanas? —preguntó Alhaitham cuando estuvieron lo suficientemente lejos de los otros dos.

—La verdad es que muy bien. Nilou es increíble y me encanta hablar con ella. Y Cyno es una compañía más agradable de lo que había imaginado —Tighnari sonrió—. Además, he conocido a un par de personas muy agradables por la zona —su mejor amigo entornó los ojos.

—Tighnari, ¿te gusta Cyno?

—¿Qué? —Tighnari frunció el ceño.

—Pues eso. Que si te gusta Cyno.

—¿Gustar en qué sentido?

—Pues, ¿en cuál va a ser?

—¿Romántico?

—Romántico.

—Qué va. Apenas nos conocemos. Simplemente creo que es un buen chico y podríamos ser buenos amigos —respondió, todavía con una sonrisa en su rostro. Estas tres semanas que habían pasado juntos le habían servido para comprender que necesitaba un ambiente nuevo, amistades distintas. Y Cyno era el candidato perfecto.

—Comprendo —Alhaitham no parecía especialmente satisfecho con la respuesta recibida. Tighnari frunció el ceño y volvió a hablar.

—¿Qué te esperabas? ¿Que dijera que sí? Ya sabes lo que pasó la última vez que me confié tanto —ambos caminaron lentamente por encima de la hierba, sin rumbo alguno.

—Eso es lo que quiero que comprendas. Porque esta misma actitud era la que tenías antes de empezar a salir con Dottore. Y mira cómo acabó todo.

—Pero esta vez no estoy enamorado. No me gusta Cyno —aseguró. Su mejor amigo dejó escapar un suspiro y apoyó la mano sobre su hombro.

—De todas formas, ten cuidado. No quiero que lo vuelvas a pasar mal —Tighnari asintió lentamente y se alejó de él.

—Como sea, volvamos con Kaveh y con Cyno. Hemos dejado a los pobres solos.

Al volver al lugar en el que se encontraban anteriormente, vieron a ambos charlando con naturalidad y riéndose a carcajadas. Parecían haber conectado bastante bien.

—Fuera coña, esa magdalena sabía muy rara. ¿Quién te las dio?

—Una compañera del trabajo. Me dijo que últimamente me veía muy decaído y quería hacerme un regalito para alegrarme un poco —es cierto que no era una compañera especialmente normal, pero tampoco iba a rechazarla por eso. Sí es cierto que había dudado un poco, pero al final había terminado aceptando su regalo porque no parecía albergar malas intenciones (además, se llevaban realmente bien).

—Pues probablemente tengan un ingrediente especial, quién sabe —bromeó  Cyno. El rubio cruzó ambos brazos sobre su pecho, cuando, por el rabillo del ojo, vio a su novio regresando junto a su mejor amigo.

—¿Ya habéis terminado con los secretitos?

—Luego te contaré —respondió Alhaitham mientras tomaba asiento a su lado. Kaveh aprovechó la situación para arrimarse a él y acariciar su pierna bajo la mesa.

—Eh... —la expresión de Cyno cambió por completo, mostrando su incomodidad. Tighnari rio y apoyó una mano sobre su hombro.

—No les eches cuenta. Son así siempre.

—Por cierto, Tighnari —Kaveh llamó su atención.

—¿Sí?

—¿Dónde está tu hermana?

—¡Ah, eso! Mi padre ha salido con Nilou y con ella. Querían repetir nuestra visita a un templo que hay por aquí cerca —respondió con tranquilidad. Cyno se quedó mirándolo en silencio, sin ser consciente de lo descarado que estaba siendo.

Y sin notar las indiscretas miradas que los mejores amigos de Tighnari le lanzaron a lo largo de toda la conversación.


—Tengo hambreeeee —Kaveh y Cyno habían pasado quejándose tanto tiempo que, al final, Alhaitham había tenido que ponerse a cocinar.

Un par de horas tras la llegada de Alhaitham y Kaveh, la situación comenzó a torcerse lentamente. El rubio y Cyno adoptaron, de la nada, una actitud un tanto extraña.

Ahora que la situación se había calmado, Tighnari se preguntaba cómo había sido capaz de sobrevivir entre tantos chistes malos (casi vomitivos) y risas descontroladas sin desmayarse.

—Haitham está cocinando. Espérate un poco, Cyno —Tighnari acarició la cabeza de la persona que se había recostado sobre su regazo—. ¿Te encuentras más tranquilo?

—¿Cómo quieres que esté tranquilo contigo tan cerca? —Cyno alzó su mano y rozó la mejilla del estudiante de bioquímica—. Tengo hasta el estómago alterado. Me va a dar una diarrea horrible de los nervios que tengo.

—Animal, eso no es nada romántico —le reprendió Kaveh, quien estaba tumbado sobre un sillón, con las piernas apoyadas en el respaldo y la cabeza casi rozando el suelo.

—No es mi intención —Tighnari dejó escapar un suspiro y apoyó una mano sobre el pecho de Cyno. Alhaitham y él realmente sospechaban que esas magdalenas llevaban un ingrediente especial, culpable del repentino cambio de actitud de las únicas personas presentes que las habían consumido.

—Ya, ya. ¿Podéis relajaros un segundito y esperar pacientemente a que Haitham traiga la comida? No os estoy pidiendo mucho.

A este paso, la cabeza le iba a estallar. Kaveh y Cyno eran como dos niños chicos imposibles de controlar.

—Haré todo lo que tu digas. Pero a cambio, quiero un favor.

—Dime —a estas alturas, Tighnari se había resignado a seguirles el rollo (dentro de lo posible) y hacer caso a sus peticiones. Era la única alternativa que le permitiría sobrevivir a ese infierno.

Cyno pareció dudar. El rostro se le puso rojo y las manos le empezaron a sudar. Parecía poco dispuesto a hablar, así que el estudiante de bioquímica se vio forzado a insistir.

—¿Pasa algo?

—¡Ah, no, no! —el peliblanco hizo un puchero y desvió su mirada, alzando su mano tímidamente al mismo tiempo—. Solo quería pedirte que me dieras la mano.

Tighnari entornó sus ojos antes de aceptar. Entrelazó los dedos con los de Cyno a un ritmo lento, sintiendo la calidez de la mano ajena contra la suya. Era una situación bastante extraña, pero nada incómoda.

—¿Te sientes más cómodo así? —Cyno asintió con su cabeza.

—Tu mano es suave.

—¿En esas cosas te fijas?

—Es que es agradable de tocar.

—Cyno, se te nota el plumero —se burló Kaveh desde su lugar.

—Cállate.

—¿Y esa confianza de repente? —preguntó Tighnari, aunque Cyno y Kaveh eran tan parecidos que no le resultaba extraño verlos tan unidos tras llevar unas simples horas conociéndose.

—Hemos tenido una conversación muy profunda mientras Alhitham y tú no estabais. Me han entrado ganas hasta de comerle la boca —el rubio calló y soltó un quejido al sentir un apretón en su pierna.

—Ya tenéis la cena hecha. No pienso poneros la mesa como si fuerais niños chicos, así que ya os estáis levantando —habló con severidad—. Y tú, Kaveh, déjate de bromas si no quieres que...

—Oye, Cyno, ¿nos besamos? —lo interrumpió Kaveh, con una sonrisa juguetona en su rostro. Amaba provocar a su novio, y sus “castigos” no eran tan malos como los hacía ver.

Alhaitham volvió a apretar su pierna, haciéndolo reír. Una lástima que no estuvieran en su casa, porque su novio no podía permitirse hacer lo que quería cuando había más gente con ellos.

—Cyno, ¿estás bien? —el joven parecía haberse quedado embobado mientras miraba un punto fijo del techo. Tighnari apoyó su mano libre en el rostro de la persona que tenía en su regazo, con la esperanza de hacerlo reaccionar—. Cyno.

—Ah, ¿qué?

—Creo que deberías descansar.

—Pero tengo hambre —hizo un puchero. Tighnari contuvo la risa que amenazó con escapar y habló lentamente.

—Claro. Primero cenas, y después te vas a dormir, ¿entiendes? —Cyno asintió con su cabeza—. Venga, a comer. Que la comida ya está. Siéntate en la mesa, que yo te traigo las cosas.

—Tighnari —Alhaitham frunció el ceño.

—Thamtham, está más puesto que mi profesor de filosofía en el instituto. Si lo dejo ir a por la comida, va a tirarlo todo al suelo, y no me hace ilusión que se rompa otro plato —Tighnari se puso de pie y estiró sus piernas. Cyno, sin embargo, permaneció en el sofá, ahora sentado, y ocultó su rostro con ambas manos. Se sentía bastante mal.

—Está bien —respondió, resignado—. Kaveh, tú...

—¿Vas a mandar a tu pobre novio a por sus cosas? ¿Te parece bonito? —Alhaitham apretó los labios y se dio la vuelta.

—Siéntate, anda. Ahora te traigo tus cosas, señorito.

—Gracias, bonito —Kaveh se dejó caer a un lado y apoyó sus piernas en el brazo derecho del sillón, utilizándolo como apoyo para impulsarse hacia arriba.

—Kaveh, fuera coña... ¿Esas magdalenas tenían marihuana?

—Ya te he dicho que no lo sé, Cyno. Me las dio una compañera porque me veía desanimado y no me dijo si llevaban algo raro o no —al ponerse de pie, no pudo evitar tambalearse—. Aunque sospecho que sí... Creo que llevaba algo.

—Definitivamente, llevaban algo —Tighnari se unió a la conversación—. Qué era ese algo, pues no lo sabemos.

—Me llevo una a mi universidad y seguro que alguno me dice qué es —bromeó Cyno mientras caminaba hacia la mesa—. Muchas gracias, Tighnari.

—No es nada —el estudiante de bioquímica dejó sobre la mesa las cosas que había traído antes de ir hacia la cocina por segunda vez.

—Es un ángel —murmuró.

—¿Ahora te das cuenta? —Kaveh tomó asiento a su lado y se recostó sobre la mesa.

—Ya lo sabía, pero... No lo sé. Últimamente me lo parece todavía más.

—Estás cayendo muy bajo, bro —el rubio golpeó su espalda.

—Lo sé, bro.

—Aquí tiene su comida el príncipe —Alhitham colocó el plato que traía frente a su novio—. Y su agua y cubiertos. ¿Necesita algo más?

—Un beso —el rubio cerró sus ojos, dispuesto a esperar, pacientemente, los labios de su novio. Alhaitham apoyó una mano en su espalda y se acercó hasta juntar sus labios.

—¿Te encuentras bien? —preguntó en voz baja. Kaveh lo contempló en silencio, con los ojos bien abiertos.

—Mejor que antes —Alhaitham tomó asiento a su lado y le permitió sujetar su mano—. Aunque creo que mañana me voy a levantar fatal.

—Probablemente —Kaveh comenzó a comer, intentando ignorar los nervios que la cercanía de su novio le generaba—. Si no puedes dormir, ya sabes que yo me quedaré toda la noche contigo.

—Qué va, déjate. Que necesitas energía.

Cyno parecía expulsar un aura maligna mientras los observaba. No es que tuviera nada en contra de ellos, es que simplemente no le gustaba ver a otros dándose cariño públicamente cuando él se sentía tan solo.

—Cyno, deja de mirarlos así —Tighnari dejó más cosas sobre la mesa antes de sentarse cerca de él—. Si te incomodan, puedes ir a comer fuera —el peliblanco negó con su cabeza.

—Perdón. No era mi intención mirarlos así —el estudiante de bioquímica movió sus manos lentamente hasta alcanzar el cabello de Cyno.

—No te preocupes —sujetó algunos mechones que sabía que le estaban molestando y los recogió en una coleta tras su cabeza—. A mí también me pasa de vez en cuando. Da algo de coraje ver a otras parejas siendo felices, ¿no? —pasó el dedo índice por el suave cabello blanco de Cyno antes de volver a hablar—. Aunque me alegro por ellas. Tienen lo que yo no pude tener.

—¿Dottore fue tu primera pareja? —Tighnari asintió con su cabeza.

—Triste, ¿verdad? Que mi primera pareja haya sido un capullo y me haya tratado como la mierda.

Cyno frunció el ceño y apretó el vaso que sostenía con su mano izquierda. Cómo le hubiera gustado que ese imbécil no hubiese existido jamás. Así, tanto Tighnari como él podrían ser algo más felices y no tendrían que cargar con el peso de sus actos.

—Como ese capullo es digne a aparecer tan solo una vez frente a mí... —masculló con ira.

Desde luego, no pensaba dejarlo salirse con la suya.

Continue Reading

You'll Also Like

89.6K 10.5K 10
Un mundo donde cualquier golpe que reciba tu alma gemela, tú también lo recibes. Gon y Killua cada día están más desesperados por las repentinas marc...
199K 17.7K 21
Killua se da cuenta que está enamorado de su mejor amigo Gon, lo que conlleva a intentar enamorarlo.
29.3K 5.2K 16
[YoonSeok] Era una noche perfecta para escapar.
30.2K 2.9K 14
Noé de 14 años accidentalmente se pierde en el mundo humano,y al llegar a una iglesia descubre algo o más bien a alguien y decide cuidarlo para que s...