Una Corte De Sombras Y Sangre...

By TheGirlUnderTheLines

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El destino a veces es caprichoso, y con ellos no iba a hacer de menos. Viejas leyendas cobraran vida, peligro... More

P R Ó L O G O
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 V Y N E E A

—¿Qué quiere decir con eso? —Los ojos de la mujer quedaron fijos en los míos de nuevo y un escalofrío me recorrió la espalda.

Era tan extraño observar aquellos ojos que parecían tan martirizados pero a su vez tan vivos, tan ansiosos de...algo más.

—A que no saldrás de aquí hasta que mi esposo creas que eres algo que él puede domar —Su voz era fría, como si fuera capaz de ocultar todas y cada una de sus emociones —Sólo cuando hayas mentido lo suficiente como para hacerle creer que no puedes herirlo, solo entonces, podrás huir si es que te place.

El nudo de nervios e impotencia que me sostenía la respiración no hizo otra cosa que afianzarse aún más a mis entrañas.

—Ahora toma asiento —Ordenó Eris mientras deslizaba una silla de la mesa junto a la que estaba parado —Parece que Rhysand apenas se molestaba en alimentarte, si quieres convencer a mi padre necesitas ser capaz de caminar hasta la mansión.

Estuve apunto de responder con un insulto pero me obligue a tragarmelo mientras yo deslizaba una silla para mi misma, la madre de Eris tomó asiento en la que su hijo había deslizado para ella.

En cuestión de un instante Eris sacó varios platos ya preparados y los colocó sobre la mesa, al destaparlos de la tela, que había hecho que su contenido no se esparciera por toda la mochila donde habían sido trasladados, el aroma a tocino me bañó la nariz y mis ojos casi se abrieron con asombro al ver el pan aún ligeramente humeante.

No era una cena increíble, para nada parecida a la que estaba segura de que ofrecieran en la mansión donde la madre de Eris y él mismo solían comer, pero era más de lo que esperaba, era algo.

—Come muchacha, el pan frío en estas tierras no es lo mejor que peludas probar —Algo confundida por la advertencia de la mujer no esperé nada más, tome un trozo de tocino y pan y juntos los introduje en mi boca.

El sabor de la harina y la cebada fue casi como un golpe en el estómago, fue un sabor demasiado osco y me hizo arrugar el gesto con disgusto.

—Ni se te ocurra sacarlo de tu boca —Advirtió Eris sin levantar la atención de su propio plato.

Tanto él como ella parecían tan acostumbrados a ese sabor tan desagradable que apenas masticaban unas pocas veces antes de tragar.

—¿Por qué sabe así? —Cuestioné dejando el pan de nuevo en el plato, esta vez solo cogiendo tocino. Mis ojos detallaron el trozo de pan en el plato, notando el color extraño, casi grisáceo de la miga en su interior —Es...

—¿Asqueroso? —Preguntó Eris en un tono casi afirmativo —La granjas de la Corte fueron arrasadas durante la guerra, la tierra se contaminó y la mayoría de campos de cultivo aún no son viables. Beron no tiene intención de darle prioridad al tema por lo que, lo que comes ahora, es lo mejor que se puede permitir alguien a día de hoy.

Observé con cierto horror sus platos ya casi vacíos.

—¿Esto es lo mejor?

Esta vez fue la mujer quien asintió.

—¿Y qué comen los demás? ¿los que no se pueden permitir lo mejor?

Eris limpió sus labios con la servilleta que cuidadosamente había doblado y dejado junto a su plato, luego levantó la mirada y pude ver cierta irritación en su gesto.

—Esa es una pregunta bastante estúpida por tu parte.

—Eris —Protestó su madre.

—¿Qué se les da? Esto apenas es comestible, ¿acaso no comen nada? —Dejé que su insulto flotara en el aire y se deslizara en el silencio.

—Huyen, criatura. La Corte Otoño ha perdido más de la mitad de sus habitantes durante este último año —Me quedé helada en mi lugar.

Había visto los mapas del territorio, sabía cuán extensa era la Corte Otoño, como todas lo eran. Que más de la mitad de las personas que vivían en estas tierras hubieran huido por la falta de alimento suponía un gran problema.

Y Beron, el Alto Lord, ¿no parecía interesado en solucionarlo?

Una pregunta más se formuló en mi mente pero la mirada que me dedicaba la Lady de Otoño me hizo detenerme. Había una especie de brillo extraño en sus ojos, no, no era un brillo, en una neblina que enturbiaba el tono caramelo de los mismos.

—¿Qué ocurre? —Pregunté confundida.

Entonces solo percibí, como algo extraño rondaba dentro de mi mente. Era una caricia muy distinta a la que había conocido con Rhysand, no había nada de esa neblina oscura y fría, no, esta vez era casi como un pequeño animal, una ardilla o algo semejante. Que se movía rápido, indagando apenas durante unos segundos en las memorias libres del muro de mis recuerdos.

—Usted...—Eris carraspeó su garganta.

—¿Y bien? —Su atención cayó sobre su madre.

—Es una muchacha peculiar —Dijo ella con voz calmada —Huye del General de la Corte Noche.

Se me detuvo el corazón dentro del pecho ante aquellas palabras, mis manos se hicieron puñosa u sobre la manera de la mesa.

El rostro de Eris giró rápidamente en mi dirección, había algo vivo en su mirada, casi agresivo.

—Dijiste que huías de tu compañero —Mis ojos permanecieron fijos en mis puños.

—Criatura —Su voz me obligó a mirarlo, el tono demandante que había en ella —Dijiste que huías de tu compañero, ¿es eso cierto?

Sentí las lágrimas arder en la parte trasera de mis ojos.

—¿El General de la Corte Noche es tu compañero?—Exigió saber de manera ansiosa.

—Yo... —No lograba dejar salir las palabras, había algo, más allá de mis deseos de negarlo que no me permití hablar.

—Lo és —Intervino la mujer —Ese macho es su compañero pero ha rechazado el vínculo.

Me sentí flácida, mis piernas se soltaron y mis puños se deshicieron dejando mis dedos reposar sobre la madera entumecidos.

Eso era lo que había ocurrido. Eso era lo que se había sentido a morir en aquellos instantes, el sentir como él trataba de romper aquel hilo invisible que todo el mundo decía que nos unía.

—¿Qué hay de Nesta? ¿Qué hay de la prometida de ese bastardo?

Observé de reojo a Eris y la imagen que mostraba su rostro era tan confusa que la idea me parecía simplemente imposible. Sus ojos ardían de una manera tan semejante a los de Cassian cuando me había mirado a mi en esa azotea que la idea de algo semejante me heló los huesos.

—Tú...—Eris retrocedió, como si se hubiera dado cuenta de su error —¿Por qué te interesa ella? ¿Por qué quieres saberlo?

Su mandíbula se tensó.

—Termina tu cena, criatura —Se levantó por completo y extendió su mano hacia su madre quien la tomó sin dudar, levantándose de igual manera — Mañana será un día importante, duerme.

Me levanté igualmente, quería una respuesta. Necesitaba su respuesta.

—Eris —Lo llamé saliendo de detrás de la mesa, observando como se aseguraba la capa de nuevo sobre los hombros de su madre.

Sin embargó él ignoró mi voz.

—¡Eris! —Volvía insistir acercándome hasta ellos mientras ambos se acercaban a la puerta.

Eris abrió la puerta y su madre salió primero, yo me aventé en su dirección pero entonces él se colocó en el medio, levantando la mirada y finalmente dejando caer su mirada sobre mi.

—Volveré en un par de horas, te quiero dormida cuando lo haga.

No tuve tiempo de replicar, Eris salió y cerró la puerta.

Y la realización de la duda cayó sobre mis hombros como agua fría, quizás el Caldero si se había equivocado, porque quizás, Eris también había encontrado su pareja en alguien ya destinado.




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C A S S I A N

—Pensaba que Rhys tardaría algo más en hacerte venir —Dije sin poder esconder la ligera diversión que me causaba su imagen.

Feyre estaba ligeramente inclinada sobre sus rodillas mientras se sacudía la capa de nieve de los hombros y la ropa, su cabello, a pesar de estar trenzado estaba desordenado y ligeramente húmedo. Había volado hasta aquí, los había por qué me había dejado ver sus alas antes de hacerlas desaparecer para caber sin problemas por la pequeña puerta de la cabaña.

—Te diría que él no me dijo nada pero si lo hizo, aunque la idea de venir ha sido totalmente mía —Se reincorporó y avanzó hacia el centro de la sala.

Yo permanecí en la cama, estirado con las piernas cruzadas dejando las botas en el borde de la misma.

Había pasado toda la noche pensando en Rhys y Az, en lo que me había atrevido a confesar por primera vez en voz alta y, apenas había sido capaz de pegar ojo.

—¿Cómo estás? —Preguntó mientras gesticulaba con su mano que le hiciera un hueco para sentarse junto a mi, en el lateral de la misma cama. Obviamente me deslicé unos centímetros casi hasta la pared para darle espacio —Tienes cara de no haber pegado ojo y de haber estado comiendo estofado por tres días.

Sonreí.

—Creo que los dotes de madre han llegado a su mayor exponente, o eres adivina —Feyre sonrió.

Alargó su mano y sus dedos rozaron mi mejilla, sentí el contacto extraño por la pequeña mata de vello que comenzaba a mostrarse en mi mandíbula.

—Jamás te había visto con barba —Agaché la mirada como si fuera capaz de ver sus dedos tocar mi mentón.

—Ya parezco lo suficiente animal sin ella como para dejarla crecer —La castaña dejó caer ambas manos sobre su regazo —Además a Nesta no le gustan los hombres con barba.

Feyre asintió.

—Cuando éramos niñas siempre le decía a nuestro padre que se afeitara, cada vez que él le daba un beso al saludarla le pinchaba la cara —Observé con atención cómo su mirada se perdía en algún punto del suelo —Y el primer hombre que se le propuso perdió su oportunidad por lo mismo, aunque meses después cavamos en la cabaña asique tampoco hubiera ido a ningún lado.

No supe qué decir así que dejé que el silencio llenara el espacio entre nosotros. El crepitar del fuego en la chimenea a un par de pasos era suave, señal de que pronto tendría que meter un par de troncos más si quería mantenerme caliente durante la noche.

Feyre se giró ligeramente, casi enfrentándome completamente.

—¿Qué es lo qué quieres hacer, Cassian?

Me quedé helado durante un instante.

¿Qué es lo que quiero hacer? ¿Sobre qué? Feyre pareció notar mi desconcierto porque después de un segundo volvió a preguntar, esta vez con más detalle.

—¿Qué es lo que quiere hacer con todo esto, Cassian? —Miró a su alrededor, a la cabaña en sí —¿Qué es lo que quieres lograr alejándote de todos en este lugar?

—No lo sé —Respondí sincero —Creo que no pretendo nada, o al menos lo creo ahora. Puede que el otro día solo necesitara alejarme, necesitaba espacio porque estaba furioso con Rhys, conmigo mismo. Ahora yo solo —Suspiré y cerré los ojos durante un instante —Ahora solo no tengo el valor de regresar, de enfrentarla.

—Nesta te está esperando —Conduje mi mirada hacia ella en un instante —Obviamente no lo ha dicho, apenas ha salido de su habitación pero, ella te está esperando Cass.

—¿Por qué querría verme? —Sentí la molestía, el dolor en mi pecho asentarse de nuevo —Ella no se merece nada de lo que le estoy haciendo pasar.

—No has decidido nada de esto —Feyre alargó su brazo para tomar mi mano —Y ella no va a culparte por ello. En el fondo sabe que la quieres y que sea lo que sea que está pasando no ha sido elección tuya.

—Pero...

—Nada va a cambiar hasta que tú no decidas enfrentarlo, ¿lo sabes, verdad? —Agaché la mirada —Vuelve, habla con ella. Tratar de darle un sentido a todo esto, aunque sea solo para vosotros.

Me incorporé ligeramente y me deslicé hasta quedar en la misma posición que ella, con nuestras piernas colgando del borde de la cama y la espalda ligeramente encorvada. Me fue imposible no buscar su cercanía y dejar que una de mis alas cubría su figura ligeramente.

Feyre era esa persona en la que me podía dejar caer que daba igual la situación, ella me sostendría.

—¿Alguna vez has sentido que estaba atada algo? Y no de una manera sentimental, aunque también es el caso, si no de una manera más profunda, más allá del lazo, como si un aparte de ti reconociera en otra algo a lo que debe doblegarse, algo que forma parte de ti y a la vez no.

Ella se mantuvo en silencio, pensativa.

—En la reunión de Altos Lores, cada vez que estoy en presencia de alguno de ellos, haya algo, en lo más profundo de mi, que se siente atraído de una manera extraña hacia ellos —Comenzó a explicar —También me ocurría cuando estábamos cerca del Caldero, me sentía de alguna manera conectada con él. Como si la magia que me recorría ahora el cuerpo reconociera su poder superior y quisiera inclinarse, doblegarse, a él.

Algo dentro de mí se activó ante su descripción porque así es como él se sentía, como él se había sentido siempre cuando estaba junto a Nesta. Porque siempre había sido así de intenso con ella, siempre se había sentido necesitado de tenerla cerca porque algo dentro de su propia sangre reaccionaba al poder que emanaba ella, a todo lo que ella era.

—Jamás me detuve a pensar en ello —Proseguí yo esta vez —Siempre creí que eso era normal porque ella era mi pareja, siempre pensé que esa sensación era necesaria porque todo con Nesta era intenso pero, desde él momento en que ella apareció, comencé a dudar, incluso si no quería creérmelo.

—Cassian —Feyre me detuvo —No estoy segura de lo que estás tratando de decirme.

—Lo que quiero decir —Sentí como pro instantes el nudos e incertidumbre en mi garganta se apretaba más y más —Es que creó que Nesta y yo sí estamos unidos, que siempre lo hemos estado y que quizás ambos confundimos eso con el lazo, y que ahora, observándolo desde otro punto de vista puede que nunca fuera así.

Feyre seguía con una expresión confusa en su rostro.

—Lo que quiero decir es que quizás solo tenga una verdadera compañera y que nunca haya sido Nesta.





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V Y N E E A

Eris regresó dos horas después.

La noche había caído muchas horas antes y cuando el cobrizo abrió la puerta para entrar de nuevo a la cabaña solo pude ver una masa de oscuridad y sombras detrás de él.

Había tratado de dormir, no por seguir la orden de Eris, si no porque realmente me encontraba agotada pero, sin embargo, a pesar de haber dado vueltas y vueltas entre las sábanas no había podido parar de pensar en el interés que Eris había mostrado por Nesta.

Los ojos cobrizos de Eris se alzaron para encontrarme sentada, con las piernas llevadas contra el pecho, en la cama. Había deshecho la trenza en la que él había trabajado tanto horas antes y ahora mi cabello caía ondulado en torno a mi figura, casi fundiéndose con el tono blanco de las sábanas que me cubrían.

—Comienzo a pensar que no huiste si no que te echaron por insolente —Llevó una de sus manos hasta la parte trasera de su cuello y giró el mismo estirando los músculos de su espalda.

Caminó con un gesto pesado y cansado hasta la zona donde se situaba la mesa con aún los restos de la cena que él mismo había traído, se deshizo de la chaqueta de terciopelo color caoba y la dejó sobre el respaldo de una de las sillas.

—No puedo dormir —Me limité a contestar sin verme capaz de apartar la mirada de él.

Ciertamente no lo conocía y no había escuchado toda la historia que compartía con mi hermano y su familia, simplemente sabía que no era alguien grato de su compañía y, a juzgar por su trato durante el día de hoy, podía llegar a comprender del porque.

—Si lo necesitas estoy seguro que en uno de los armarios del baño hay polvos adormecedores —Se sentó en el borde de la cama y se agachó para trabajar en los nudos de sus botas —Saben a mierda pero hacen efecto.

Observé en silencio como dejaba las botas de manera ordenada a los pies de la cama en el lado izquierdo, justo el contrario en el que yo me encontraba, y luego, se deslizaba sobre el propio colchón hasta dejar su cabeza descansar con la almohada contigua a la mía.

No podía comprenderlo del todo, el que se mostrara tan accesible frente a mi.

Sí, me había drogado para suprimir mis poderes pero, conociendo a mi hermano y a su gente, debería estar alerta incluso si yo no contaba con un arma con el que atacar.

En los entrenamientos había visto a Azriel derribar a Gwyn y Emerie casi en un pestañeo y sin necesidad de las espadas que ellas cargaban.

—Sé que soy atractivo pero, por favor, deja de mirarme tan fijamente —No le desvíe la mirada —Es incomodo tratar de dormir cuando no dejan de acecharte.

—Que eres atractivo es el último de mis pensamientos en este momento —Eris abrió los ojos de nuevo y me observó de refilón —No puedo dejar de pensar porque te estas comportando como lo estas haciendo, es extraño. Todo.

—Esa no suele ser la respuesta que recibo —Había cierto humor en el tono agotado de su voz —Normalmente las hembras suelen darme la razón.

—Bueno, supongo que las hembras que te responden no están en mi situación —Eris llevó ambos de sus brazos hacia su cabeza y descansó las palmas bajo la misma, cruzó ambas piernas y se acomodó sobre el colchón —O me debería atrever a decir, nuestra situación.

Su mirada volvió a recaer en mí, y esta vez no había ese fuego abrasador de la necesidad, si no una barrera impoluta, una máscara de serenidad que no era capaz de tragarme.

—¿Cuándo supiste que Nesta era tu compañera? —Eris se quedó inmovil, pero su rostro permaneció igual.

—No sé de qué estás hablando, criatura —Se incorporó ligeramente —Si no vas a usar los polvos lo haré yo y así podré ignorar tus preguntas de mierda.

No pude evitarlo y antes de que se levantara enredé mis dedos en torno a su muñeca, obligándolo a permanecer en el sitió ya enfrentarme una vez más.

—¿Desde cuándo lo sabes? —Volví a insistir —¿Fue antes de que ella conociera a Cassian?

Eris no respondió, y no hubo indicio de que fuera a hacerlo.

Lentamente solté su mano.

Sin embargo cuando se puso en pie noté su figura aún más doblegada, más cansada si es que aún era posible. Eris permaneció con la cabeza gacha mientras caminaba al baño en busca de los polvos.

—Duerme, Vyneea, duérmete de una vez.







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Feliz día del libro
=]





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⚠️ ADVERTENCIA ⚠ Este fanfic contiene temas controversiales y una trama conflictiva. Lee bajo tu propia responsabilidad. ᴘᴀʀᴋ ᴊɪᴍɪɴ ᴇs ᴇʟ ᴊᴏᴠᴇɴ ᴅɪʀᴇ...