Debilidad -Jujutsu Kaisen

By AngelsinAlas187

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Gojo Satoru, el hechicero más poderoso de la época actual. Ryomen Sukuna, anteriormente un hechicero poderos... More

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°Especial Cumpleaños Satoru°
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By AngelsinAlas187

El chico de Cabellos grisáceos saltaba de techo en techo intentando escapar de cierto albino que lo seguía de cerca. Maldijo el momento en que se tercio con ese trío de hechiceros.

Unos momentos antes

Observaba curioso como un albino alto dejaba a un par de estudiantes en un edificio donde habían maldiciones que él mismo dejó en el lugar. Un colegio, estrés, ansiedad, un lugar perfecto para víctimas estudiantiles.

— Me parece curioso que estés tú aquí y no hayamos sentido tu presencia abrumadora...

La voz del sujeto lo sobresaltó un poco, volteando a ver a aquel albino que antes se encontraba con los estudiantes, volvió a mirar el edificio que ahora era cubierto por una capa negra. Un Velo. Volteó nuevamente para ver al sujeto que utilizaba unas vendas para cubrir sus ojos.

— ¿Qué eres? —Preguntó el sujeto albino con las manos en los bolsillos en un tono sereno.

No respondió, solo se le quedó mirando fijamente ladeando su cabeza con curiosidad. Podía sentir el poder emanar de él... Curioso.

— Infinito... —Balbucea, sorprendiendo al hombre alto.

— ¿Cómo lo sabes? —Preguntó Satoru.

— Lo puedo sentir... Eres poderoso. —Dice el chico reincorporándose, segundos antes estaba de cuclillas.

— Interesante... —Satoru sonríe— ¿Qué eres?

— No lo sé... ¿Tú lo sabes? —Pregunta el chico, al ver que el albino niega suspira pesado— Tenía la esperanza de que ustedes lo supieran... Pero supongo que ya no me sirven...

— ¿Así que tu te dejabas ver para que nosotros averiguáramos sobre ti y así tu enterarte de lo que eres? —Preguntó Satoru viendo como el chico asentía leve— Eres bastante inteligente...

— Fui obteniendo conocimiento por los humanos... —El niño observa como dos mundanos caminaban agarrados de la mano por una calle— No eran muy inteligentes, así que fui optando por los de tu clase...

Satoru apretó sus puños con rabia, pero al momento en que el muchacho liberó su energía maldita su cuerpo se relajó. El poder del muchacho era como una droga, si de por sí ya era adictivo para él que era un hechicero no quería imaginar lo adictivo que sería para las maldiciones.

— ¿Cómo es que obtienes conocimiento de nosotros? —Pregunta Satoru curioso ante ese punto que mencionó el chico.

— Eeeh... Toco sus cabezas y absorbo el conocimiento que ellos tienen, el problema es que no soportan eso y se desintegran en arena o polvo, como quieras decirle... —Explica el chico de Cabellos grisáceos.

El albino observa al chico mientras este explicaba su método de manera tan sencilla pero a la vez preocupante y espeluznante. Quizás por eso encontraron restos de ropa junto con polvo o tierra alrededor. Si ahora mismo no llevara la tela blanca cubriendo sus ojos posiblemente el chico habría visto su expresión de sorpresa... Él era peligroso sin, quizás, percatarse de ello.

— Has matado gente, ¿Estás consiente de ello, verdad? —Preguntó, era una interrogante algo tonta, pero quería corroborar de que el menor al menos estaba consciente de sus acciones.

— ¿mh? Oh, claro que lo sé... Después de todo, ustedes solo entran en acción cuando alguien sale lastimado o hay cadáveres, si no fuera por eso no harían nada... —Comenta con tranquilidad el de ojos azules claros, con una expresión serena. Observando al albino de forma calculadora, teniendo la curiosidad por el poder que este mismo tenía en su interior— ... Tenía que llamar la atención de alguna forma...

¿Es que no se da cuenta que con solo su energía maldita ya llama mucho la atención? —Se pregunta Satoru en sus pensamientos, ahora teniendo más curiosidad por el joven frente a él. Suspira pesado, tomando ahora una decisión— Lamento decirte que esperaba que no estuvieras consciente de las perdidas que has ocasionado... Pero debo exorcizarte o llevarte donde los peces gordos...

Actualidad

El chico de cabellos grisáceos llevaba ya sus minutos corriendo y saltando por los techos, esquivando todos los ataques del hechicero con regularidad, si bien podía derrotar a algunos con mucha facilidad su lado racional le indicaba que debía correr, escapar de aquel hechicero, evitar pelear con él. Mientras que por otro lado sus instintos le decía constantemente que no debía escapar, que iba a estar bien junto a él.

Una esfera roja estampa contra su cuerpo mandándolo a varios kilómetros alejado del área en donde se encontraba el velo que cubría a los dos estudiantes de antes. Se estrelló con el cemento de la carretera dando rebotes hasta que finalmente se estampa contra un edificio abandonado; Satoru cuando llegó al lugar notó como las maldiciones se acercaban al chico pero cuando este chasqueó la lengua, todas las maldiciones de rango inferior se desvanecieron como polvo, otras explotaron y las que eran más resistentes a lo que sea que hizo el de cabellos grisáceos lo miraron con furia, lanzándose al ataque a su persona.

El albino, al tener siempre activo su poder del infinito, no tiene que moverse en absoluto es más las maldiciones al hacer "contacto" con el infinito que lo rodea salieron disparadas a diferentes direcciones, algunas explotaron por el impacto. Cuando guio su visión al chico curioso este ya se encontraba de pie limpiando el hilo de sangre que caía por su cien.

— Así que esto es la sangre cuando se lastiman... —Lo escuchó murmurar con curiosidad. Pero lo más extraño fue que el líquido carmesí que se encontraba en las yemas de sus dedos se evaporó, como si hubiera entrado en contacto con algo extremadamente caliente.

Interesante —Pensó Satoru esbozando una pequeña sonrisa.

El chico alzó su mirada, observando ahora sus ojos azules claros, Satoru tuvo que entrar en pose de defensa cuando notó que el contrario se lanzó a su persona para atacar. Grata fue su sorpresa al sentir el tacto del puño del susodicho contra su mejilla, cayendo a unos cuantos metros lejos, se reincorpora tocando la zona dañada sorprendido.

— Por tu cara he de suponer que no te lo esperabas... Yo tampoco, solo quise intentar si yo podía golpearte, como las maldiciones salieron disparadas antes... —El chico mira a su alrededor observando la sangre morada esparcida en el suelo— Supongo que fue suerte...

Ahora fue turno del Albino, una vez recuperado por el fuerte golpe contra su mejilla, se lanzó contra el individuo comenzando así una batalla de golpes que eran detenidos y otros daban en el blanco. Minutos después el chico de cabellos grisáceos detiene un puño que iba en dirección a su rostro con su mano y con la otra una pierna que iba dirigida a sus costillas.

— Lamentablemente debemos detener esto... Tienes unos alumnos que ver y por lo que puedo sentir uno de ellos dejó salir a la maldición que porta en su interior... —Comenta el menor y de un momento a otro sus ojos se tornan de un color rojo intenso y unas marcas negras aparecen en su rostro que se expanden por su cuello y llegan a su muñeca.

Satoru no podía explicar lo que pudo sentir segundos después al ver esa faceta del chico, bueno sí podía, pero el dolor le impidió pensar con claridad. Era como si mil o millones o billones de agujas atravesaran su cuerpo constantemente y eso añadiendo las descargas eléctricas que mandaban las manos del desconocido, un grito salió de su garganta, el dolor duró aun cuando el chico lo soltó y dejó caer al suelo jadeando.

— ¿Eres el más fuerte? Intenta atraparme una vez... Estoy ansioso por volver a pelear contigo, pero esta vez de verdad... —Comentó el chico, luego de que el albino dejara de gritar del dolor y ahora solo jadeaba cansado, se despidió moviendo su mano y saltó del techo en el que se encontraban del edificio antiguo para luego mezclarse entre la gente que iba pasando.

Días después

— El espíritu maldito de categoría especial, Rika Orimoto, se manifestó por completo durante 422 segundos. Te encargamos a Okkotsu para evitar ese tipo de cosas. Me temo que no caben excusas, Gojo Satoru. —Reclama un anciano superior. 

— La verdad es que tampoco pensaba excusarme. —Comenta con indiferencia Satoru mientras se rasca la cabeza.

— ¿¡Te parece gracioso!? —Exclama un anciano enojado— Si hubiera seguido el descontrol de Rika Orimoto, ¡habría destruido la ciudad entera!

 — Y yo lo habría impedido con mi vida. —Murmura Satoru algo irritado— Escuchen, solamente podemos afirmar una cosa sobre esa Maldición. Que no sabemos nada. Igual que con él. —Pensó Satoru al recordar al chico de cabellos grisáceos y esa mirada inexpresiva— ¿Cómo se volvió una Maldición tan descomunal una niñita que no desciende de ningún hechicero?  No tenemos control sobre lo que desconocemos. Así que habrá que experimentar. No interfieran mientras tanto. —Satoru empieza a caminar para alejarse.

— Recuerda que simplemente pospusimos la ejecución de Okkotsu. Y aún te queda por investigar acerca de esa energía maldita tan descomunal pero atrayente. —Advirtió uno de los ancianos con seriedad.

— Y ustedes recuerden... Que si intentaran ejecutarlo, lucharía del lado de Okkotsu. —Satoru los mira de forma amenazante para finalmente salir del lugar, maldiciendo bajo— Montón de vejestorios detestables... No quiero acabar como ellos. -Se queja mientras se quita las gafas negras que traía puestas y se coloca la venda que cubre sus ojos.— Así que tendré que tener cuidado. Además. arrebatarle la juventud a un chico es un acto más que imperdonable. —Comenta mientras observa a sus alumnos correr por una pista para carreras, una sonrisa leve se forma en sus labios ante el panorama tranquilo que había— Sin importar quién sea. —Recuerda la mirada inexpresiva que tenía el chico al que se enfrentó, una que le transmitía muchas cosas pero a la vez nada.

Dos meses después.

Sangre.

Sangre por todos lados.

Cuerpos sin vida.

En ese lugar hubo una masacre violenta.

Satoru y otros hechiceros más se encontraban ingresando a un edificio antiguo, había dejado a Okkotsu con alguien de fiar en una misión. Puesto que él debía ir a ese lugar con urgencia. Algunos miraban el lugar con algo de asco y náuseas, el suelo y las paredes estaban teñidas de rojo carmín, líquido que provenía de los cadáveres del suelo. Aunque también había una pequeña mezcla de sangre morada. 

El albino fue el primero en ingresar al lugar, caminando con cuidado de no pisar los cadáveres que eran de cierta manera pruebas. Dejó que los demás se encargaran de eso mientras que él se encaminaba por las habitaciones destrozadas del lugar, observó a su alrededor cuando pudo ver un cuerpo sentado apoyado en la pared jadeando cansado; esos cabellos grisáceos no los olvidaría nunca.

—Tú... —Murmura Satoru mientras se acerca al chico. Sus manos estaban manchadas de sangre, al igual que su ropa, su mirada yacía perdida en algún punto de las palmas de sus manos— Hey... —No hubo respuesta— Tsk... ¡Aquí hay alguien con vida! —Grita hacia los demás hechiceros.

Unos días después

— Ya no me sorprende a ver jóvenes en esta sala... El último tenía una maldición apegada... ¿Tú que tienes? —La voz del sujeto albino, que se encontraba sentado frente suyo, lo hizo abrir sus ojos inexpresivo.

Sí, estaba despierto.

No responde.

— Veo que ya no eres de muchas palabras. Bien empecemos... Gojo Satoru, yo soy el profesor de los alumnos de primer año en la secundaria Jujutsu. Pero eso ya lo sabías... —Se presenta el tal Satoru.

El chico amarrado en la silla, se le queda mirando de manera inexpresiva, ladeando un poco su cabeza. Vaya, al parecer lo han atrapado.

— ¿No te vas a presentar? Es de educación hacerlo...—Pregunta Satoru con una leve sonrisa.

Pasaron unos minutos hasta que el chico finalmente habló.

— Deian... Deian Yamada. —Responde Deian con una voz algo rasposa por la falta de hidratación. ¿Cuánto tiempo lleva allí?

—Ya veo, Deian... ¿Me puedes decir qué es lo que tienes? ¿Alguna maldición, poder heredado de un familiar? ¿Vienes de una familia de hechiceros? —Volvió a preguntar Satoru.

— ¿Tener qué?. No. Y no que yo sepa. —Respondió Deian

— ¿Qué poder tienes? —Preguntó esta vez Satoru interesado.

Deian no respondió.

— ¿No me vas a decir? —Pregunta curioso Satoru.

— ¿Por qué te cubres los ojos? —Preguntó Deian.

Eso le tomó algo de sorpresa a Satoru, pensaba que le iba a responder o mandarlo a la mierda, pero le respondió con otra pregunta.

— ¿Si te respondo me dirás? —Recibe un leve asentimiento del chico— Porque sé que tendré a acosadores si muestro mis ojos y además por a causa de mi poder, me molesta un poco la luz... Ahora tu...

Deian Bufa despacio.

— Puedo controlar a las maldiciones, hacerles daño, matarlas, hacerles sufrir de manera psicológica... Pero también puedo dañar a los hechiceros... —Responde Deian.

—Vaya, con razón te temen los viejos... —Responde Satoru algo sorprendido.

— ¿A ti también no? Eres el hechicero más poderoso... —Dice Deian y Satoru ríe leve

— Sí, tienes razón...

— Egocéntrico... —Satoru vuelve a reír.

Se quedan en silencio unos segundos hasta que Deian habla.

— ¿Me van a ejecutar, verdad? —Deian lo mira a los ojos o más bien a las vendas que cubrían estos.

Satoru se quedó en silencio un par de minutos hasta que se le ocurrió algo, se levantó de la silla y se acercó al chico acariciando sus cabellos grisáceos.

— Se me ocurrirá algo... Pero no dejare que te ejecuten... Tu tranquilo... —Satoru le dedico una gran sonrisa— Además, me debes una pelea.

Y otra vez quedó solo en ese lugar, como había dicho antes, no sabía desde hace cuanto estaba en ese lugar simplemente se dejó atrapar por el albino y los otros hechiceros cuando lo reconocieron. Los peces gordos, como había dicho el tal Satoru la primera vez que se conocieron, habían pedido verlo, estuvo consciente durante toda la reunión exigiéndole respuestas y demás. Claramente no les respondió.

Miró a su alrededor notando la habitación llena de papeles con algo escrito en ellos, ¿necesitaban esas cosas para poder retenerlo? Podía sentir la pequeña energía emanar de ellos, cansado decidió cerrar sus ojos. No supo cuánto tiempo pasó pero unos hechiceros ingresaron al lugar y lo rodearon, frunció el ceño al ver que empezaban a murmurar unas cosas en latín; comenzó a sentir como una mitad de él era contenida, el ardor y dolor inundó en todo su cuerpo, intentó resistirse todo lo que pudo pero a final unos gritos desgarradores salieron de su garganta. Al momento de gritar, una onda expansiva de energía maldita salió de su cuerpo empujando a los hechiceros que lo rodeaban, unos gritaron de dolor, otros vomitaron, otros simplemente cayeron muertos y vinieron más refuerzos a continuar lo que sea que estaban haciendo con él. Pero quería que pararan.

Pequeños jadeos salían de sus labios, los hechiceros habían abandonado el lugar hacía rato, pudo divisar como el albino entraba al lugar algo apresurado y quitaba las sogas que rodeaban su cuerpo.

— Tranquilo, estás bien... Ya acabó... —Lo escuchaba susurrar mientras lo sostenía, se sentía demasiado débil que simplemente se dejó cargar por el albino— Te juro que no sabía que harían esto... —Agregó el contrario, apretando su agarre con rabia, más no haciéndole daño.

Y sin más cierra sus ojos, sintiéndose seguro en los brazos del albino. Solo guiándose por sus instintos.

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