El verde de mi primavera ♡ Cy...

Door reazurah

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A Cyno nunca le había llamado la atención el color verde. Le parecía insípido; no era bonito, y mucho menos... Meer

zero
capítulo uno
capítulo dos
capítulo tres
capítulo cuatro
capítulo cinco
capítulo seis
capítulo siete
capítulo ocho
capítulo nueve
capítulo diez
capítulo once
capítulo doce
capítulo trece
capítulo catorce
capítulo quince
capítulo dieciséis ♡ xiaoven
capítulo diecisiete
capítulo dieciocho
capítulo diecinueve
capítulo veinte
capítulo veintiuno
capítulo veintidós
capítulo veinticuatro ♡ primera parte
capítulo veinticinco ♡ segunda parte
capítulo veintiséis
capítulo veintisiete
capítulo veintiocho
capítulo veintinueve
kavetham ♡ treinta
capítulo treinta y uno
capítulo treinta y dos
capítulo treinta y tres
capítulo treinta y cuatro
capítulo treinta y cinco
capítulo treinta y seis
capítulo treinta y siete
capítulo treinta y ocho
capítulo treinta y nueve
capítulo cuarenta
capítulo cuarenta y uno
capítulo cuarenta y dos
capítulo cuarenta y tres
capítulo cuarenta y cuatro
capítulo cuarenta y cinco
capítulo cuarenta y seis
kavetham ♡ cuarenta y siete
cuarenta y ocho
cuarenta y nueve
cincuenta
AVISO

capítulo veintitrés

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Door reazurah

—¿Entonces es tu exnovia? Pero, ¿tú no eras gay? —algo en su mente no era capaz de encontrar los nexos lógicos en la información que estaba recibiendo. Su hija le había dicho una cosa antes de comenzar la conversación, pero ahora descubría esto.

—Sí, lo es. Nuestra relación fue... complicada. Y me dejó al descubrir que tenía más pluma que un pavo real.

—Oye, tampoco exageres. Que solo tengo un poquito.

—Un poquito, dice —se burló Collei de él—. Si tan solo todos escucharan la cantidad de cosas que me cuentas.

—Las cosas que te cuento son privadas. Ni se te ocurra revelar mis secretos —Cyno la señaló con el dedo índice, sacándole una carcajada.

—No te preocupes, que no me voy a chivar.

—Yo lo haré. En algún momento, lo haré. Confía en mí —habló la pelirroja, quien estaba sentada a su lado. Él se giró para poder golpear su cabeza de forma amistosa, empezando así una pelea de pellizcos que no se detuvo hasta que el camarero llegó para servir la comida de Tighnari y Collei.

Fue entonces cuando Cyno notó que estaba haciendo el ridículo delante de la persona que le gustaba. Sin embargo, la sonrisa en el rostro de Tighnari le hizo comprender que a pesar de ser un estúpido, era entretenido de ver.

—Cyno, ¿quieres el pimiento? Que a mí no me gusta —el joven aceptó la comida que su mejor amiga le extendió.

—Yo como lo que sea. Necesito saciar mi hambre de alguna forma.

—Pero si hace un rato que te has comido una napolitana —comentó Tighnari.

—A eso debes acostumbrarte. Es como un perro, se come todo lo que ve pero después sigue teniendo hambre. Aunque luego acaba con dolores de barriga —le dijo su hermana, quien había convivido lo suficiente con Cyno como para comprender (en la medida de lo posible) cómo era con la comida.

—Es verdad. La última vez... —al ver a sus amigos comiendo, decidió tragarse sus palabras. No podía decir tal guarrada: él no era Aether—. Olvidadlo, es de mala educación hablar de estas cosas mientras coméis.

—Seguro que ibas a hablar de tu tránsito intestinal. Eres un guarro, Cyno —Collei entornó sus ojos, aunque no despegó su mirada de la comida—. Al menos tienes autocontrol.

—Efectivamente, aunque es por respeto a tu hermano. Tú me das igual.

"Será gay", pensaron Nilou y su mejor amiga justo en el instante en el que estas palabras fueron dichas. Y como si fueran capaces de comunicarse telepáticamente, ambas intercambiaron miradas cómplices.

—Por cierto, mañana iremos al monte que hay aquí cerca. Aviso para que os vayáis preparando mentalmente, porque os voy a dejar las piernas destrozadas —Cyno frunció el ceño. ¡No tenía ganas de hartarse de andar! Esta solo era una forma de mantenerlo alejado de Tighnari, ¿cómo podría charlar con él en tal situación?—. No pongas esa cara, anda. Lo pasaremos bien. O bueno, al menos tú, que tienes una buena condición física.

—Pero no tengo ganas —se quejó, recostando su cabeza sobre la mesa—. Ay, que me he clavado el tenedor.

Otro camarero de acercó a ellos e interrumpió la conversación, colocando un plato de comida en el sitio más cercano que tenía a su alcance. Este fue pasado rápidamente a Nilou, quien agradeció con dulzura al padre de sus amigos.

—Ay, qué chiquilla más linda os habéis buscado como amiga.

—No como la cosa esa —Collei señaló a Cyno, quien le estaba robando comida (de una forma muy poco disimulada) a la pelirroja.

—Oye, que yo no soy una cosa —se quejó su mejor amigo.

—Por cierto, Collei —la llamó su hermano. Ella se giró para verlo—. ¿Por la tarde vamos a seguir por aquí?

—Sí —afirmó.

—Vale, entonces vente conmigo. Me gustaría hablar un rato —una enorme sonrisa adornó el rostro de Collei. No había cosa en el mundo que amase más que pasar tiempo junto a su hermano.

—Encantada.

—¿Cómo has estado últimamente? —preguntó Collei, consciente de la posible carencia de respuesta que le esperaba.

Su hermano era una persona extremadamente reservada. Todos sus problemas se los guardaba para él mismo, manteniendo a todas las personas que lo querían lo menos informadas posible.

Tal vez todo esto era por pura vergüenza. A pesar de no haber tenido una infancia especialmente mala, sí es cierto que todos sus amigos habían contribuido a su silencio, rebajando todos sus problemas y clasificándolos como "no importantes". Como "todos tenían problemas peores que los suyos", no tenían tiempo para escucharlo.

Aunque todo esto no eran más que excusas baratas para hacerlo sentir menos. Para situarse en lo más alto y ser el centro de atención, dejándolo a él en el olvido.

—Algo cansado. Pero ya no me siento tan solo como antes, al menos —el asunto con su exnovio debía ser dejado en el olvido. No podía preocupar a su hermana, mucho menos ahora.

—Me alegra escuchar eso —Collei dejó escapar un suspiro—. Tenía miedo. Como eres tan cerrado, no puedo saber cuándo estás atravesando otra mala racha.

—No te preocupes por eso. Si llego a una situación muy estresante, pediré ayuda. No pienso dejar que me vuelva a pasar lo de la última vez —su hermana tomó su mano y le acarició el dorso con su dedo pulgar. Al final, aquella experiencia tan horrible que había sufrido había servido para algo.

—Y no te equivoques al elegir a quién pedir ayuda —Tighnari mostró una sonrisa dócil.

—Dependiendo de la gravedad, avisaré a unas personas u otras. No te preocupes, sé lo que debo hacer.

—Está bien. Por cierto, ¿quieres un helado?

—Qué va, hoy he comido mucho. Aunque, ¿tú quieres? —Collei asintió con su cabeza, lentamente—. Entonces, vamos. No te quedes con las ganas solo porque yo no quiera.

Se encontraban en pleno verano, pero el ambiente no era sofocante. El clima era agradable, y toda la tensión y todo el estrés se habían hecho a un lado para dar paso a una efímera paz que podría traer consigo muchos cambios positivos.

Y mientras dos hermanos aprovechaban entre carcajadas y dulces sonrisas todo el tiempo que habían perdido a lo largo del año, una antigua pareja intentaba terminar de enlazar los lazos que su relación fallida había roto. Puede que las cosas jamás pudieran volver a ser como eran antes, pero al menos serían capaces de forjar una nueva amistad, dejando atrás aquellos recuerdos pasados que tan amargos resultaban en algunas ocasiones.

—¡Y ella es tan linda! Cada vez que la tengo cerca siento que me va a estallar el corazón. Hasta me tiemblan las piernas... Pero debo disimular.

—Ella estudia derecho, ¿cierto? —la pelirroja asintió—. ¿De qué la conoces, entonces?

—Bailar es uno de sus pasatiempos. La conocí tras una de mis actuaciones, ella me dijo mil cumplidos y comenzamos a hablar. Desde entonces empezamos a vernos más seguido, y antes de darme cuenta me encontraba practicando muchas tardes con ella —Nilou entrelazó sus dedos tras su espalda—. Y en algún momento, ella empezó a aprovechar estos ensayos para acercarse un poquito más, tal vez tocarme. Pero no en plan raro, ya sabes —Cyno soltó una carcajada.

—Sí, comprendo a qué te refieres. Buscar contacto físico con la persona que te gusta es lo más normal que existe en el mundo. Incluso si es un simple roce de manos.

—El cuerpo hasta se te calienta de los nervios. Es increíble pensar en lo que un simple roce puede llegar a provocarte —coincidió Nilou—. Y lo único que te hace desear es más y más. Tomar su mano, abrazarla, besarla...

—Oye, está feo hablar de amor frente a un solterón. ¿Tengo que recordarte mi situación?

La pelirroja no pudo evitar reírse de él. Tal vez porque estaba tan acostumbrada a sus estupideces que pensó que tal vez esta era una más de ellas, o tal vez, porque simplemente tenía ganas de reír.

—Tengo miedo a no ser correspondido. No voy a forzar a Tighnari, obviamente. Pero esta vez, algo me dice que esto puede ir bien, y temo sentir el insatisfactorio sabor de un rechazo.

—Ten paciencia, Cyno. No puedes agobiarte por esas cosas ahora —la joven señaló un banco cercano, y sin necesidad de comunicación verbal, ambos tomaron asiento—.  Incluso si él encuentra a otra persona, o simplemente no siente lo mismo por ti. La vida es así. Confórmate con ser su amigo... Y ve el recuerdo de este amor como un tesoro. Porque a pesar de no conocerlo bien, sé con certeza que Tighnari es alguien que merece mucho la pena.

—Entonces, espero tener suerte —al ver a Nilou girarse y apoyar su rostro en el respaldo del banco, Cyno la imitó—. Aunque bueno, me haría feliz conocerlo más. Siento que me estoy apresurando con mis sentimientos. No es que seamos buenos amigos, ¿sabes?

—No creo que debas preocuparte por eso. Creo que ambos... siempre habéis tenido cierta predisposición a conoceros. Me da la sensación de que Tighnari tiene un interés especial por ti, aunque no lo demuestre.

—No me des ilusiones, anda. Que ya sabes cómo soy —la pelirroja rio y tomó las manos de su amigo.

—No, hablo en serio. Mira que no me ha dicho nada, pero ya sabes que yo tengo un sexto sentido. Si le das tiempo, algo conseguirás.

—Que el que sea que esté arriba te oiga —Nilou sonrió.

—Lo hará.

—Oye, ¿sabes dónde está Nari? —tras haber pasado tanto tiempo en la cocina, Collei se sentía algo desorientada. Tampoco estaba de humor para dar vueltas por todos lados, así que decidió preguntar a sus amigos.

—Ni idea. Estará ahí fuera, hace un rato que ha salido —Cyno señaló la puerta que comunicaba con el exterior, sin despegar su vista del móvil.  La joven dejó escapar un suspiro.

—¿Puedes ir a decirle que la cena ya está lista? No tengo ganas de salir —él asintió. Collei hizo una pausa—. Por cierto, ¿y Nilou?

—En nuestra habitación. Estaba en llamada con Ayaka —Cyno soltó su móvil y estiró sus brazos antes de ponerse de pie—. Bueno, ahora vuelvo. Avisa tú a Nilou —y cuando estuvo fuera del edificio, con la mano apoyada en la puerta, Cyno se asomó al interior y habló una última vez—. Si extrañas a Fischl, llámala y habla con ella. No me pongas esa cara de pena.

—¡Pero es que nos da vergüenza! —se quejó ella, sacándole una carcajada a su mejor amigo.

Era una noche silenciosa. La hierba sonaba por cada paso que daba, acompañando al sonido de los grillos que adornaban cada noche estival. La oscuridad era la reina del jardín, detalle que extrañó a Cyno.

—¿Tighnari? —el joven alzó su móvil al escuchar el sonido del agua, iluminando con la linterna el lugar en el que Tighnari se encontraba. Este ocultó su cuerpo bajo el agua, dejando solo su rostro a la vista—. No puedo verte, no te preocupes —al ver que no había ninguna toalla cerca, Cyno volvió sobre sus pasos y recogió una que había tendida, aún sin usar—. Lamento interrumpir, pero tu hermana quería que te avisara. La cena ya está lista —Cyno se detuvo en el primer escalón—. ¿Puedo...?

—Sí... —respondió tímidamente.

—¿Por qué...? —Cyno dejó la toalla sobre una silla, sintiendo sus manos sudar. ¿Cómo debía formular esta pregunta?—. ¿Tenías planeado hacer esto hasta el último día aquí? —al ser consciente de la incomodidad que Tighnari sentía al tenerlo frente a él, Cyno se sentó y le dio la espalda.

—No realmente. Pero todavía no me siento listo para... mostrarme —Tighnari tomó asiento en uno de los escalones que había al principio de la piscina, evitando dejar muchas partes de su cuerpo al descubierto para así evitar el frío.

—¿Acaso no te gusta tu cuerpo?

—No mucho.

—Es culpa de él, ¿verdad?

—Exacto —suspiró el estudiante de bioquímica—. Siempre tenía alguna queja sobre mí. Que si tu peso, que si esta cosa, que si la otra. Hice todo lo posible por cambiarlo, pero él seguía insatisfecho. Primero estaba demasiado "gordo" para su gusto, luego era un flacucho de mierda. Y luego iba por ahí follándose a otros más pequeños y delgados que yo. Era incomprensible —para evitar que los nervios le impidieran hablar, Tighnari empezó a juguetear con el agua.

—¿Por qué no cortaste con él entonces?

—Amenazas. Siempre que intentaba dejarlo, me decía que haría públicas mis imágenes privadas. También me hizo depender emocionalmente de él. No sé cómo pude escapar de ahí —el estudiante de bioquímica se encogió en su lugar y abrazó sus piernas.

—¿Sigue teniendo las imágenes?

—Supuestamente, no. No debería tenerlas. Pero quién sabe.

—Como me entere yo de que alguna ronda por ahí... —murmuró Cyno, sintiendo la ira brotar en su interior—. Como sea, deberías dejar eso en el pasado. No quiero que me malinterpretes, comprendo tu situación. Dottore también formó parte de mi pasado. Al final, logró que el apodo de “negro de mierda” quedase incrustado en mi mente. Me avergoncé durante años de mi color de piel. Pero, ¿cómo puedo ocultarlo? Mis inseguridades no van a cambiar mágicamente mi color de piel. El estrés me hará pasar malos ratos, y viviré constantemente enfrentándome a la realidad.

—Pero es distinto. Yo puedo ocultar mi cuerpo —Cyno suspiró.

—Lo sé. Pero no es algo que deba permanecer así. ¿Qué va a ser de ti el día en el que te inviten a la playa? O, me traigo la situación al presente, ¿qué hay de ti ahora? ¿Vas a pasarte todas las noches viniendo aquí para evitar ser visto? Tu cuerpo va a cambiar, pero tú nunca vas a sentirte cómodo. Y no importa por cuántos cambios pase, a ti no te gustará. Entonces, das por hecho que los demás pensarán lo mismo que tú.

Hubo algunos segundos de silencio. Tighnari temía volver a hablar, pues su voz solía traicionarle todas las veces que le entraban ganas de llorar.

—Piensen lo que piensen, no debería importarte. Tu cuerpo no debería ser motivo de vergüenza, mucho menos un motivo para criticarte. Y si lo hacen, ¿qué importa? Valora un poco tu felicidad. Los demás dan igual.

—No es tan sencillo —murmuró.

—Lo sé —Cyno tuvo que contener sus impulsos. Quería darse la vuelta y decirle todas estas cosas a la cara, tomar su mano y transmitirle confianza. Pero Tighnari no confiaba en él, y era algo que debía comprender—. No te estoy forzando a nada. No te estoy diciendo que mañana vengas de repente y te pongas en bañador delante de todos nosotros. Te estoy pidiendo que le des algunas vueltas al tema, que te llenes de valor y comprendas que tú vas antes que los demás. Porque quiero que lo pases bien y disfrutes este mes. Y no solo este mes, también el resto de tu vida. Aunque sé que es duro, y probablemente jamás seas capaz de superarlo del todo.

Al escuchar a Tighnari sollozar, Cyno apretó sus labios. Comprendía que esto no era agradable para él, pero debía ser hablado. ¿Que sería de él en el futuro si seguía sufriendo por los recuerdos de ese imbécil?

—Lo siento. Quédate un rato más aquí si quieres, y luego ven a cenar. Simplemente no tardes mucho, que se enfría la comida —Cyno se puso en pie—. Yo me iré ya. Puedes estar tranquilo.

Y aunque Tighnari quiso llamarlo y pedirle que se quedase con él, las palabras murieron antes de ser dichas. Cyno se marchó, dejándolo a solas con su inquieta mente.

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