La novia de mi mejor amigo.

By AlejandraGreene

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Benedict siempre ha querido enamorarse, casarse e iniciar una familia, ha pasado toda su vida buscando a la... More

Primeras miradas.
¿Enamorado?
Consuelos.
Ayudando a Norah.
Cayendo en tentaciones.
Anuncios inesperados.
Vamos a Canadá.
Cambios.
Miedos.
Yo amo a Norah.
Amarillismo
Él es lo que quiero.
Un favor.
Sin marcha atrás.
Sin Norah.
Te extraño.
Un último beso.
La única verdad.
Todo está bien.
Todo termina.

Sé que tengo razón.

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By AlejandraGreene

Tom se acercó a Norah y Benedict de una manera tan fuerte que Norah pensó que los golpearía a ambos.

–Tom...

Norah trató de hablar, pero la presencia de Tom era tan agresiva que las palabras se le iban de la boca, Benedict se puso frente a ella, como un escudo, provocando una ira más grande de Tom, mientras que Norah se aferraba a la camisa de Benedict como si fuera lo único que la sostuviera de no desmayarse en aquél momento.

–Tom, escucha, esto no, no, no lo planeamos, por favor, escucha.

Benedict pidió con la voz más tranquila que pudo aunque por dentro sentía que iba a estallar debido a los nervios. Levantó la mano para alejar a Tom un poco de ellos, pero Tom le quitó la mano de un manotazo.

–¿Escuchar? ¿Qué diablos quieres que escuche? ¿Quieres que escuche como te acostaste con la mujer que iba a ser mi esposa? ¿Quieres que escuche como me vieron la cara de idiota los dos?

Norah se aferró aún más a la camisa de Benedict, sintiendo cada palabra de Tom como un puñetazo directo en la quijada.

Tom no dejaba de dar vueltas y Benedict no se movía de su lugar en su intento por defender a Norah de la ira de Tom.

Y cuando menos se lo esperaban, Tom se dio la vuelta con el puño en alto, con una fuerza tan grande que al momento de golpear a Benedict en la boca este cayó sobre Norah con el labio sangrando.

–¡Thomas!

Gritó Norah, acariciando la mejilla de Benedict.

–Deja de tocarlo Norah, deja de tocarlo por favor.

Norah no sabía que era lo que debía de hacer, miraba desde el suelo el dolor en los ojos de Tom al verla tocar a Benedict de aquella manera, pero sus manos no podían dejar de acariciar la mejilla de Benedict.

–No puedo.

Murmuró Norah entre lágrimas.

Y en cuanto Benedict escuchó aquello, a pesar de la situación en la que estaban, sintió un calor tan reconfortante recorrerle el pecho que sintió le iba a estallar.

–Benedict, Josie, creo que Tom y yo debemos hablar a solas.

Benedict miró a Norah con duda, la tomó de la mano y con la mirada se aseguró de que ella de verdad quisiera hacerlo, Norah asintió.

–No la toques.

Dijo Tom con la voz entrecortada.

Josie se acercó hasta donde estaban Norah y Benedict y lo ayudó a levantarse. Benedict regresó a ver a Norah una vez más, sin saber hacia dónde lo llevaba Josie.

–¿Crees que ella va a estar bien? Nunca había visto a Tom de esa manera, no debimos irnos.

Benedict no podía dejar de hablar, mientras Josie miraba hacia la puerta, mordiéndose la uña del dedo pulgar y moviendo el pie sin parar.

–Ella va a estar bien, no creo que Tom sea capaz de hacerle algo.

Benedict se señaló el labio con sangre y Josie se acercó a él.

–¿Estás bien? Creo que necesitas hielo, pero no creo que sea bueno si alguno de los dos sale de la habitación.

Benedict miro a su alrededor, estaba en el cuarto de trabajo de Norah, era más grande y la pared estaba llena de cuadros.

Había uno que llamo su atención en especial, era un auto retrato de ella, aunque una mitad de su rostro estaba de color blanco y la otra de color negro, como si estuviese dividida, en sus manos sostenía un corazón con los mismos colores.

–Josie, ¿sabes cuándo hizo Norah esa pintura?

Josie dejó de ver hacia la puerta y miró en dirección de la pintura que Benedict señalaba, se acercó curiosa hasta la pintura y entrecerró los ojos.

–No, pero Norah siempre pone las fechas cuando termina sus obras.

Benedict se acercó y miro también. La fecha había sido después de la primera vez que habían estado juntos. El labio dejó de dolerle de pronto.

Dejó de escuchar las voces y gritos en la sala. Lo único que escuchaba era una voz en su cabeza que le repetía lo egoísta que había sido.

No había pensado en los sentimientos que tenía Norah para ella misma, lo único que a él le preocupaba era que ella lo amara, quería con tantas fuerzas que aquello ocurriera que olvidó lo que ella tendría que sacrificar también.

La presiono, la llevó al límite y las consecuencias estaban afuera gritándole en la cara.

–¿Estás bien?

Josie lo distrajo de sus pensamientos, sacudió la cabeza y se acercó hasta la puerta para poder abrirla y decirle a Norah, que decidiera lo que decidiera por primera vez desde que la había conocido, lo tendría feliz, pero Josie le quitó la mano de la perilla de un manotazo.

–Tengo que salir a hablar con ella.

–Pero ella no puede hablar contigo ahora.

–Escucha, esto es...

–¡No, tú escucha! Todo este desastre lo provocaron los dos, más tú sí he de ser sincera, pero ahora tiene que arreglarse, no quieras salir corriendo.

–¡No quiero salir corriendo!

–¡Puedo verlo en tu mirada!

Los gritos en la sala se detuvieron, a penas y se escuchaban unos cuantos murmullos, que no hacían más que poner nervioso a Benedict.

¿Qué tal que ver a Tom así provocaba que Norah lo eligiera a él de nuevo? ¿Qué tal que en realidad ya estaban diciéndose palabras de amor el uno al otro?

–¿Cómo pudiste Norah?

Norah no podía decir ni una palabra, ni siquiera podía verlo a la cara.

–No lo sé...

–¿No lo sabes?

Ella negó con la cabeza. Hubo un pequeño silencio, en el que la tensión se sentía tan fuerte que Norah sentía estaba cargando el peso de Tom y Benedict sobre sus hombros.

–Una de las cosas más terribles de esto, después de la aparente traición, es la manera en la que tuve que enterarme de esto. ¡Era él! ¡ÉL! El hombre por el que suspirabas, el hombre por el que decidiste dejarme, mi mejor amigo. Habiendo millones y millones de hombres en la tierra para engañarme, decidiste hacerlo con el hombre que yo consideraba mi hermano.

–Yo no decidí nada.

–¿Y entonces él te obligo? ¿TE OBLIGO?

Parecía que Tom hacía un último intento por convencerse a sí mismo de que Norah no sería capaz de hacerle algo como aquello, en sus ojos incluso podía verse un pequeño destello de esperanza porque Norah le dijera que había sido obligada y que no quería dejarlo.

–Nunca fue mi intención lastimarte. Luché, luché con tanta fuerza por no sentir nada por él, intenté odiarlo, te lo juro que por un tiempo en realidad lo hice, pero yo... No sé, no puedo dejarlo.

Los ojos de Tom se llenaron de lágrimas, el dolor en su rostro provoco que Norah comenzara a llorar también. Tom ya no quería gritarle más, se le habían terminado las energías y las ganas, aunque por otro lado quería verla sufrir de la manera en la que él lo estaba haciendo en aquél momento, pero no podía, el amor que sentía por ella era tan grande que por uno momento hubo un poco de comprensión dentro de su consciencia.

–¿Lo amas?

Preguntó en un murmuro, un murmuro lleno de dolor y con una voz tan quebrada que ni siquiera parecía ser la misma voz del hombre que hacía unos cuantos segundos le había estado gritando desde lo más hondo del pulmón.

–¿Qué crees que estén diciendo?

Pregunto Benedict con la oreja sobre la puerta, intentando escuchar algo de los murmullos.

–No lo sé, lo que sea, Tom ya suena más tranquilo. Supongo que ya lo habrá entendido.

–¿Tú crees? ¿Crees que él en realidad lo entienda?

Josie no pudo evitar mirarlo con un poco de lástima, el hombre frente a ella lucía destrozado y por un lado lo entendía. Por lo que Norah le había dicho de verdad parecía que él la amaba, y por la forma en la que había visto que se comportaba con ella en la mañana se había asegurado de que así fuera. Pero su amistad con Tom también era importante, ella lo comprendía, después de todo también tenía una mejor amiga, una mejor amiga que en aquél momento estaba al borde de la locura por ese tipo de líos.

–Deberás irte.

Josie habló sin regresar a verlo, Benedict la miro sorprendido.

–¿Por qué dices eso?

–Tienes una oportunidad de no hacerle tanto daño como si te quedaras con ella. Él nunca lo va a comprender y ustedes dos sufrirán por ello, Norah no dejará de culparse y al culparse no se podrá entregar por completo a ti, y tú sufrirás por eso. Te culparás también y terminaran llenos de tanto remordimiento que se odiaran entre ustedes.

"En cambio, yo sé que Tom será capaz de perdonarla y amarla como si nada hubiera pasado, lo sé, puedo verlo por la forma en la que la mira, y yo sé que ella lo ama a él. Lo ama, Benedict, lo siento, pero ella lo hace, déjalos que sean felices, vete. Yo le diré que decidiste dejarla"

Benedict miró a Josie con la boca abierta, no había una sola palabra que pudiera expresar lo que él estaba sintiendo en aquél momento. Josie tenía razón.

Pero él se sentía incapaz de dejarla así como así. No podría, era como si le quitaran el alma o algo parecido, y no estaba dispuesto a dejarla ahora que al fin sabía que era suya.

–Benedict, si yo fuera Tom, no te perdonaría que siguieras con ella, y siento desde lo más profundo de mi corazón que ella lo elegirá a él.

Benedict agachó la mirada, aquello no se trataba solamente de Norah y él, también trataba de Tom, su mejor amigo, el hombre que él consideraba su hermano.

Tom había estado en sus peores momentos con él, lo había apoyado aun sabiendo que lo que hacía era una tontería. Lo había convencido de salir con Meredith porque sabía ella era buena para él. Le había conseguido papeles también y contactos. Prácticamente habían crecido juntos y Benedict, nunca había visto a Tom enamorarse de la manera en la que lo había hecho con Norah.

Había observado la vida amorosa de Tom desde un ángulo silencioso, nunca opinaba más de la cuenta, pero de inmediato veía cuando él no duraría con alguna de sus novias. Pero la manera en la que miraba a Norah era completamente diferente, había un brillo tan fuerte en su mirada que resplandecía el resto de su rostro. Su cuerpo se movía a la par del de Norah como un imán que se mueve con otro. Él en verdad sentía que Tom debía estar con Norah.

–Tienes razón.

Benedict lo dijo en voz baja, deseando que Josie no pudiese escucharlo y de aquella manera fingiera que no lo había dicho.

–Lo sé.

–¿Qué-qué le dirás?

Preguntó Benedict con un nudo en la garganta, no era capaz de pensar claramente en aquél momento.

–Le diré que decidiste dejarla feliz.

Asintió, se acercó hasta Josie y la abrazó.

–No puedes verla de nuevo, ni llamarla Benedict, las cosas entre tú y Tom se resolverán si le das más tiempo.

–Cuídala por mí.

–Lo haré.

Se despidió de Josie, salió lo más sigiloso que pudo de la habitación y salió de la casa de Norah. Caminó sin mirar atrás, gruñendo con furia por no poder ser más fuerte y poder conservarla a su lado.

Norah miro a Tom salir de su casa, y en cuanto él desapareció tras la puerta se soltó a llorar con tanta fuerza que pensó no podría volver a llorar nunca más en su vida. Recordó entonces a Benedict y a Josie y corrió hasta su habitación.

–¿Benedict? ¿Josie?

Pero la única en salir fue Josie, Norah la miro un tanto confundida.

–¿Qué te dijo Tom?

–¿Dónde está Benedict?

–Primero dime que te dijo Tom.

–¡Josie!

–¡Dime!

Norah miro a Josie, desesperada, unas tremendas ganas de golpearla le nacieron desde adentro pero se limitó a responder.

–Me dijo que eligiera.

Josie abrió mucho los ojos, prácticamente palideció.

–¿Y a quién elegiste?

–A él.

–¿A quién él?

Norah se llevó las manos a la cara para ahogar un grito. Estaba desesperada, y no necesitaba que Josie la tratara de aquella manera como siempre acostumbraba a hacerlo, no necesitaba a una hermana mayor en aquél momento, necesitaba al hombre al que ella había elegido.

–A Benedict. Elegí a Benedict.

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