El verde de mi primavera ♡ Cy...

By reazurah

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A Cyno nunca le había llamado la atención el color verde. Le parecía insípido; no era bonito, y mucho menos... More

zero
capítulo uno
capítulo dos
capítulo tres
capítulo cuatro
capítulo cinco
capítulo seis
capítulo siete
capítulo ocho
capítulo nueve
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capítulo once
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capítulo catorce
capítulo quince
capítulo dieciséis ♡ xiaoven
capítulo diecisiete
capítulo dieciocho
capítulo diecinueve
capítulo veinte
capítulo veintiuno
capítulo veintitrés
capítulo veinticuatro ♡ primera parte
capítulo veinticinco ♡ segunda parte
capítulo veintiséis
capítulo veintisiete
capítulo veintiocho
capítulo veintinueve
kavetham ♡ treinta
capítulo treinta y uno
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capítulo treinta y seis
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capítulo cuarenta y uno
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capítulo cuarenta y tres
capítulo cuarenta y cuatro
capítulo cuarenta y cinco
capítulo cuarenta y seis
kavetham ♡ cuarenta y siete
cuarenta y ocho
cuarenta y nueve
cincuenta
cincuenta y uno
AVISO

capítulo veintidós

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By reazurah

—Cyno, ¿y tú qué quieres? —preguntó Tighnari tras haber hecho su pedido. Su acompañante contemplaba la vitrina en silencio, inquieto. Había pasado por mil pasteles diferentes y todavía no se había decidido.

—Un donut... ¡No! Una napolitana, sí.

—¿Seguro?

—Esta vez, sí. Una napolitana, por favor —la mujer que los estaba atendiendo se agachó para poder alcanzar el pedido.

—¿Siempre eres así de indeciso?

—¡Es que es una pastelería! Son mi perdición. Si pudiera, me comería todo lo que hay. Pero no, que luego me sienta mal —Tighnari soltó una risita. Cyno era una persona bastante expresiva y entretenida.

Sin embargo, algo había estado perturbando su estado de ánimo desde que se había quedado a solas con Cyno. Había intentado contenerse, pero algo en su interior exigía respuestas, le pedía a gritos que hablara.

Al salir de la pastelería, ambos tomaron asiento en un banco cercano. Por lo visto, Collei había decidido que el encuentro en el centro del pueblo sería antes de almorzar, para así disfrutar un poco este rato libre que tenían. De esta forma, los jóvenes tenían tiempo suficiente para hablar.

El joven se removió con incomodidad antes de hablar, dejando caer sus manos encima de ambas piernas.

—Por cierto, Cyno... Sé que puede ser algo feo que te pregunte esto ahora, pero hay algo que me gustaría saber —el mencionado se giró a verlo con la boca llena, invitándolo a continuar—. Tú... Conoces a un tal "Dottore", ¿verdad?

La cara de Cyno se descompuso. Tighnari lamentó haber sido tan estúpido, ¡acababa de arruinar un ambiente cómodo y agradable! Y todo por querer saber si lo que su exnovio había dicho era verdad.

—¿De qué lo conoces? 

—Yo, eh... Bueno... —el estudiante de bioquímica agachó su cabeza y miró a sus alrededores. Las siguientes palabras no querían ser vistas por la luz del día, no debían... Solo mancharían su honor—. Él... Él es...

Cyno permaneció en silencio, viéndolo titubear y dudar. No le parecía correcto someterlo a tanta tensión, así que quiso lanzarse. Su primera sospecha, la idea que deseaba que fuese falsa.

—¿Tu exnovio? —Tighnari no alzó la mirada, pero asintió lentamente—. ¿Qué...? ¿Qué fue lo que viste en él? —Dottore no era un hombre agradable. Tenía un comportamiento nefasto incluso con sus propios “amigos” (quienes solo tenían miedo porque sabían quién era). Las multitudes lo apoyaban por miedo, y las víctimas debían sufrir por culpa de esto.

—En un principio, él fue bueno conmigo. Mostró mucho interés en mí, me ayudaba con todo y... Era completamente distinto —Tighnari apretó sus labios. Le avergonzaba admitir que realmente había sido engañado de tal forma.

—Alguna vez, él... —Cyno pensó muy bien sus palabras—. ¿Te obligó a hacer cosas que no querías?

—Demasiadas veces. Durante nuestra relación, él quiso tomar control de mi vida —su acompañante lo observó en silencio antes de apoyar la mano derecha bajo las de Tighnari para alzarlas.

—Sé que no es agradable para ti hablar de este tema. No te preocupes por eso y come tranquilo —el joven no supo cómo reaccionar. Había decidido sacar el tema de conversación para asegurarse de la certeza de las palabras Dottore, pero al final acabaron hablando de su propia relación.

—Cyno —las palabras que quería decir quedaron atascadas en su garganta.

El mencionado sonrió, compasivo. Imaginaba las palabras que Tighnari era incapaz de decir.

—Éramos niños. Él tenía a todos tras él y lo apoyaban por miedo a acabar como yo. Solían golpearme a diario, me robaban las cosas y destrozaban mi desayuno. Me insultaban, despreciaban a mi familia, me pegaban notas y me ridiculizaban en público. Y todo este acoso era liderado por él —respondió a la pregunta jamás dicha, sin temor a ser sincero. Aquella fue su realidad durante su infancia, y ni el más profundo rechazo la haría cambiar. Todo seguiría siendo igual, y no había ninguna diferencia entre ocultarla y mostrarla.

—¿Durante cuánto tiempo?

—Dos años. Mi madre no quiso actuar y mi padre y mi hermana tardaron en enterarse. Todo fue... Muy complicado —Cyno le dio un bocado a su comida.

—¿Que tu madre qué? —Tighnari frunció el ceño. Una suave brisa despeinó su cabello, haciendo sonreír a su acompañante.

No se sentía incómodo al contarle esto a Tighnari. Ambos habían sufrido por culpa de la misma persona y ambos estaban avergonzados de lo sucedido. Tenían un pasado que les avergonzaba y querían ocultar, pero no estaba mal que saliera a la luz de vez en cuando, ¿no?

—Ella no me tenía mucho aprecio. Me forzaba a ocultar mis heridas y a actuar con normalidad. Solía decir que mis problemas no eran para tanto, y era cuestión de tiempo que todo terminase —Cyno desvió su mirada para así evitar la de Tighnari. Entonces, vio a las personas caminando de un lugar a otro, conversando con naturalidad. Vio a niños corriendo, a los perros que habían sido sacados para pasear.

Podrían estar hablando de algo muy privado, pero algo hacía que se sintiese cómodo. Tal vez era el ambiente del pueblo, tal vez Tighnari, o tal vez la mezcla de ambas cosas.

Si hubiera sido otra persona, ¿se sentiría tan cómodo al contarle esto? ¿Le transmitiría la misma confianza para seguir hablando?

—Dejemos el tema de lado, anda. Algún día te contaré más, pero de momento no quiero. Quiero evitar que te sientas forzado a responderme algo —Tighnari asintió lentamente. Si era sincero, no era capaz de poner en palabras lo que pensaba, ¿no lo tendría todo más que visto? Cyno no estaba buscando despertar lástima en él, y Tighnari lo sabía bien.

Simplemente estaba siendo sincero. Le estaba contando una parte desagradable de su vida porque confiaba en él, y lo único que quería era darse a conocer un poco más.

Tighnari sabía que Cyno no quería escucharlo lamentarse por él. No quería que le repitiera las palabras que otros le habían dicho mil y una veces.

—Te comprendo. Puede que no hayamos vivido lo mismo, pero en el fondo, es exactamente igual cuando intentamos contárselo a alguien más —el estudiante de bioquímica le dio un pequeño mordisco a su pastel—. Siempre te dirán lo mucho que lo sienten por ti, pondrán cara de pena y dirán “eso es horrible”. Se siente tan forzado que te quitan las ganas de ser sincero —hizo una pequeña pausa—. Creo que mi familia fue la única que no tuvo esa reacción tan forzada.

—Porque la confianza es distinta. No creo que al contarte esto, tú te pongas a llorar y me abraces. No eres mi padre, tampoco mi hermana —ambos sonrieron.

—¿Sabes? Es agradable hablar contigo —admitió Tighnari. Cyno se sintió feliz, estaba avanzando. Poco a poco, pero lo estaba logrando.

—Lo mismo digo —el joven estiró sus brazos y se echó sobre el respaldo del banco—. ¿Quieres pasear un rato?

—Hmm —Tighnari asintió—. Me gustaría echarle un vistazo al pueblo. Con lo bonito que es. Sería una lástima quedarnos sentados aquí todo el rato.

—Está bien. ¿Esperamos a que termines o...?

—Vamos ya. Me queda poco, de todas formas.

Ambos se marcharon de allí a paso lento, el uno cerca del otro. Las manos rozaban de vez en cuando, y mientras a Cyno le latía el corazón a mil, Tighnari parecía concentrado en las vistas que el lugar ofrecía.

La brisa era cálida, aunque no sofocante. Era suave y agradable,  completamente distinta a la de la ciudad. El aire era puro, la contaminación era tan poca que respirar se sintió bien por primera vez en mucho tiempo.

—Collei ha elegido un lugar perfecto. A veces está bien tomarse un descanso de la ciudad —comentó Cyno tras un rato en silencio. No es que fuese especialmente incómodo, pero algo en su interior se sentía inquieto y sentía la necesidad de conversar.

—Y también de Dottore. Últimamente lo he estado viendo más de lo que me gustaría —Tighnari apartó algunos mechones de su rostro y los colocó tras su oreja.

—¿Te ha estado acosando? —el estudiante de bioquímica asintió con lentitud—. Oye, si te da muchos problemas, avísame. Lo conozco lo suficiente como para saber que está planeando algo, y no pienso dejar que te ponga un solo dedo encima.

—No te preocupes, Cyno. No quiero que te metas en problemas por mí —le dio el último bocado a su pastel, lo masticó y lo tragó. Sin embargo, su acompañante notó algo raro.

—¿Te sigue molestando la muela?

—Sí. Tengo cita para quitármela el mes que viene —respondió Tighnari—. Estoy deseando que llegue el día.

—Reza para que sea una muela que no te dé problemas —su acompañante sonrió.

—¿Sigue en pie tu propuesta de acompañarme?

—Dime el día y la hora. Si puedo, iré.

—¡Nariiiiiiiiiiiiiiiiii! —Collei se lanzó para abrazar a su hermano, quien se tambaleó debido al repentino ataque.

—No le hagas esas cosas a tu hermano, animal —le regañó Cyno, quien había sujetado a Tighnari para evitar que cayera.

—Perdóooon.

—No te preocupes, suele hacer estas cosas —el estudiante de bioquímica sonrió—. Aunque podrías no ser tan bruta...

—Ya, la próxima vez me controlaré —miró a su mejor amigo—. Y ¿qué tal? —el joven alzó su dedo pulgar en respuesta.

—¡El pueblo es precioso, Collei! —Nilou apareció de repente—. Venden cosas muy bonitas. No he podido evitarlo —la pelirroja le extendió algo a Collei—. Sé que te gustan las gargantillas, así que aproveché y te compré una.

—¡Muchas gracias!

—Chicos, antes he visto un bar que estaba bastante bien. ¿Os parece si almorzamos ahí? —el adulto llegó algo más tarde, interrumpiendo de repente la conversación que había surgido entre los jóvenes.

—A mí me da igual, solo quiero comer —Cyno habló casi de inmediato.

—Llévanos a ver, ya lo decidiremos allí —habló esta vez Tighnari, quien era algo más prudente que el mejor amigo de su hermana.

—Sí, su idea suena mejor —concordó Cyno.

El camino hasta el bar fue bastante tranquilo. Las conversaciones fluían con naturalidad, a veces se separaban, otras veces se unían. Primero eran un grupo de cuatro, luego se dividían y convertían en dos, de vez en cuando hablaban con el adulto y rara fue la ocasión en la que alguno permaneció en silencio.

Al llegar al bar mencionado, todos tomaron asiento y ojearon la carta. La decisión fue rápida.

—¿A todos os parece bien? —las respuestas fueron positivas—. Entonces, pedid lo que queráis. Yo invito.

—No se preocupe, no hace falta. Nosotros podemos pagar nuestra parte —a Nilou le daba vergüenza aceptar que alguien más pagase su comida.

—Tiene razón. Pague solo lo de sus hijos —habló esta vez Cyno.

—No, no. Lo pienso pagar todo. No os preocupéis, que por algo estoy aquí —ambos acabaron aceptando, por más que no quisieran.

—Muchas gracias —agradecieron ambos.

—No es nada —el hombre sonrió—. Por cierto, Cyno... Mi hija me ha hablado mucho sobre ti, pero nunca he tenido la oportunidad de verte en persona. ¿Te importaría si hago un pequeño interrogatorio? —el mencionado sonrió con nerviosismo, temiendo las posibles preguntas que se aproximaban.

—Antes de que hagas preguntas raras, es gay —intervino Collei. “Y le gusta tu hijo”, pensó, aunque no lo dijo... Por razones obvias.

—Entonces, no te hagas muy amigo de mi hijo —Cyno soltó una risa, aunque su incomodidad casi fue palpable.

Tighnari ignoró deliberadamente las palabras de su padre. Lo conocía bien, y sabía que solo estaba intentando animar el ambiente.

—Aunque si me caes bien, tal vez pueda darte un pase —el estudiante de bioquímica suspiró.

—Papá, lo estás incomodando —al notar el nerviosismo de Cyno, Tighnari decidió entrometerse—. Pregúntale lo que quieras, pero déjate de amores. No es asunto nuestro.

Cyno le agradeció mil veces en silencio, le había salvado la vida. Si el hombre hubiese seguido en ese plan, probablemente le habría dado algo de los nervios.

—Vale, vale. Ahora sí, charla seria —Collei entornó sus ojos. Cuando su padre decía que una charla iba a ser seria, solo podía significar una cosa—. Me gustaría saber cómo conociste a mi hija y qué piensas de ella. Tengo que valorarte muy seriamente.

Y en ese instante, Collei comprendió algo.

Las risas, desde luego, no iban a faltar.

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