"Déjame adorarte".Su voz es profunda, con el rostro asombrado mientras te mira fijamente, esperando tu respuesta. Sus manos están en tu cintura, toque suave. No te está reteniendo, pero sabes que podría, lo hace, le gusta. Aunque no esta noche. Siempre eres frágil bajo su toque, y a él le encanta verte destrozada, pero esta noche no te romperás.
Tan pronto como asientes, sus labios se estrellan contra tu cuello, lamiendo y chupando desesperadamente la tierna piel. Sientes que se forman los moretones, pero son amorosos y cuidadosos, como la firma de un artista, y mientras te marca, deposita suaves besos en cada uno. No puedes descifrar sus elogios susurrados, pero sabes cuáles son. Eres tan buena. Tan perfecta. Y todo suya.
Una mano se mueve entre tus muslos, separando suavemente tus piernas mientras su rostro baja por tu estómago hasta que está a la altura de tu calor. Presiona un beso en tu clítoris y gimes desesperadamente."Por favor", jadeas. "Por favor."
Él sonríe y acaricia tus muslos mientras se adhiere a tus pliegues. Él desliza su lengua dentro de ti y te quejas, cerrando instintivamente las piernas, pero sus hombros te mantienen abierta a él, a su merced, donde perteneces.
Él se aparta, te da la vuelta sin decir una palabra y te da un fuerte golpe en el trasero. Jadeas en la almohada y él te escucha, te levanta por la barbilla, tirando de tu cabeza hacia atrás hasta que tus ojos están fijos en los suyos."No lo contengas", murmura. "Solo quiero tenerte. Déjame tenerte".
Él no espera tu respuesta, solo presiona un beso en tus labios hinchados y te libera. Tu cabeza cae hacia abajo, aturdida, y él se ríe con cariño. Le encanta cómo te deshaces. Y le encanta que sea solo para él. Su boca regresa a ti, la lengua se arremolina alrededor de tu clítoris mientras sus manos descansan en la parte posterior de tus muslos, anclándose a sí mismo y a ti. Tratas de quedarte quieta, solo concéntrandote en la sensación, pero te permites ser ruidosa. Te permites llorar y gemir y lloriquear y rogar, porque eso es lo que él quiere.
Porque es lo que necesitas."Dame la vuelta", suplicas. "Quiero ver tu cara."
"Está bien", susurra y te voltea suavemente, las manos subiendo y bajando por tus muslos. "Voy a follarte ahora", dice y gimes, levantando las caderas más cerca de él. Te penetra lentamente, no rápido y brusco como lo hace a veces, y sus ojos nunca se apartan de los tuyos. Se traga tus gritos con su boca unida a la tuya, acariciando tus mejillas mientras comienza a moverse lentamente. Su ritmo es pausado, como si las embestidas fueran casi distraídas mientras se concentra en ti. Te empujas hacia arriba de nuevo y él toma la mano, alcanzando debajo de ti para tirar de ti hacia él, agarrando firme pero suavemente tu trasero y tus caderas.
Presionas tu rostro en su cuello, tratando de marcarlo como él hizo con el tuyo. Su ritmo se vuelve un poco más rápido, pero están controlados, cronometrados, enfocados, y con cada uno te atrae hacia él para que pueda profundizar, llevarte más lejos.
Él susurra "Te amo" mientras se corre, una y otra vez como una oración, y todavía te está besando mientras se retira.