Inquietante Serenidad

By meeeeerce

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Asesina, demonio, bruja, híbrida y traidora. Así es como Kora Yunuenko ha sido llamada desde que tiene memor... More

A d v e r t e n c i a
P r e f a c i o
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C a p í t u l o 22
C a p í t u l o 23
Una oscura mirada
Una fantasía inadecuada
Una inminente caída
C a p í t u l o 24
C a p í t u l o 25
C a p í t u l o 26

C a p í t u l o 27

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By meeeeerce

Me despierto algo sobresaltada, hacía mucho que no soñaba con recuerdos del pasado. Respiro hondo mientras me estiro con pereza para alcanzar el vaso de agua a un lado de la cama y tomar unos cuantos sorbos; luego vuelvo a acomodarme sobre el colchón, sin despertar a Mako que duerme plácidamente, y observo con indiferencia las vistas a través de la ventana del cuarto dónde nos hospedamos desde nuestra llegada. Apenas está amaneciendo, afuera nieva levemente y se encuentra un poco nublado, pero así es cómo me gusta el clima.

Ayer fue un bonito día, después de retirar a Mako del jardín fuimos a almorzar con todo nuestro grupo y la pasamos muy bien; luego tuvimos unas cuantas reuniones en donde el tiempo pasó extrañamente rápido y al llegar la noche volvimos a cenar juntos. Incluso salimos a jugar con Mako e Ian para distraerlos un poco; ya se están cansando de estar aquí, quieren volver a casa como todos. Sobre todo, Ian, que está ansioso por regresar para ver a una amiga. Ni Denny ni yo pudimos sacarle más información al respecto, prácticamente nos echó llamándonos "chusmas".

El resto de la noche, en lo personal, fue un infierno.

Después de despedirnos e ir cada uno a su cuarto, apenas apoyé la cabeza en la almohada me asaltaron tremendas ganas de vomitar, ni hablar del dolor que abrazó cada uno de mis huesos mientras me apresuraba a salir a esas horas de la noche en dirección al baño. En un primer momento pensé que la comida me había caído mal, así que simplemente dejé que mi cuerpo expulsara todo lo digerido, pero cuando vomitar no fue suficiente me inquieté un poquito.

Estuve varios minutos arrodillada en el suelo, ni siquiera tenía fuerzas para levantarme pese a estar tirada en las baldosas de un baño, pero, cuando se hicieron presentes los escalofríos y un sudor frío que comenzaba a cubrirme la piel, traté de ponerme en pie. Y eso fue mil veces peor porque sentí cómo, literalmente, se me quebraba la rodilla.

Exacto, yo también pensé por qué carajo me acababa de pasar eso.

La respuesta llegó junto con Nika, el guardaespaldas que Denny me asignó. Recuerdo bien la forma en que su larga y oscura melena fue lo primero que noté cuando él llegó primero a socorrerme, seguido de Toru y mi pareja; ninguno pareció detallar el hecho de encontrarme en camisón, se centraron exclusivamente en averiguar por qué estaba tirada en el suelo, vomitada y con una pierna fracturada. El resto de los guardias tuvo la cortesía de no entrar al baño por orden de Rayco, quien se quedó en la puerta y dijo que cuidaran a los niños; sobre todo a Ian que se había levantado preocupado. Supongo que el dolor me hizo quejarme algo fuerte.

Bueno, en resumen, tuve lo que ellos describen como el comienzo de la etapa de transformación de un licántropo.

Estuve unas cuatro horas vomitando y gruñendo de molestia, también lloré un poco mientras me apoyaba en el torso de Denny. Él no dudó ni dos segundos en sentarse tras de mí y rodearme con sus brazos para que me recostara esas largas horas sobre él.

Según me explicaron, la luna llena está acercándose, así que no sería una sorpresa si casi todas las noches me sucede lo de ayer. Así es cómo el cuerpo reacciona al cambio, sobre todo porque los huesos comienzan a debilitarse de esa forma para qué, cuando me transforme del todo, no demore ni duela demasiado la deformación del esqueleto, pero ahora estoy tranquila y emocionada al saber que falta poco para convertirme en licántropo. Por lo menos lo bueno es que, así cómo llega el dolor de repente, también se va de igual forma una vez que transcurren un par de horas.

Ya está amaneciendo y siento como si nada hubiese pasado, solo presento una leve jaqueca. Por lo tanto, dejo de perder tiempo y me levanto de la cama, ya que tengo que hacer unas cuantas cosas hoy. Como siempre, me visto de negro y me calzo mis abrigadas botas, también me guardo cuatro cuchillas a la altura de los muslos y enfundo mis manos en guantes de cuero. Durante estos minutos el cielo se nubló más y descendió la temperatura, pero dejó de nevar, así que hoy será un día bastante frío y seguramente en la noche habrá una gran tormenta.

Creo que no tendré la oportunidad de pasarme por el cuarto hasta bien tarde, así que decido ponerme, por las dudas, un pesado y cálido abrigo de pelo negro ceñido a la cintura y de hombros anchos el cuál, no es por alardear, pero me queda de infarto; además, el pelaje rodeando mi cuello hasta los hombros le dan un toque precioso y salvaje a todo el atuendo.

Cierro la puerta tras de mi mientras me desenredo el pelo corto con la mano y camino hasta la habitación en donde almorzaremos.

Todos levantan la vista en mi dirección una vez que ingreso al cuarto. Nika y Yaniri me evalúan con extrema atención y yo volteo los ojos.

—Ya no me duele nada, no vendrán conmigo hoy —arquean una ceja ambos, resoplo—. Denny, no quiero más perritos falderos, ya tengo a Mako y yo me siento muy bien, créeme.

— ¿Segura? —me repasa de arriba a abajo, dejando sobre la mesa unos papeles. Asiento en respuesta—. Bien —accede y yo les saco la lengua a los dos machos, hasta que luego Denny agrega—: Pero ante cualquier molestia ellos estarán rondando cerca —dice, y estoy a punto de rebatir, pero me interrumpe—: Eso es todo, Kora.

Ahora Nika y Yaniri son los que me sacan la lengua, malditos lobos de cuarta... les enseño una muy significativa seña con una de mis manos y algunos se ríen, incluyéndolos.

—Bien, a comer, debiluchos —dice Toru, quién viene entrando por la puerta junto a un colorado Rayco, ambos con grandes fuentes de comida en sus manos que después dejan en la mesa.

Me apresuro a tomar asiento junto a Denny; él aprovecha para darme un casto beso que vuelve a los muchachos unos insoportables muy graciosos y luego, con una sonrisa, le da unos tironcitos al pelaje que me puse; parece que le ha gustado.

Ian se suma unos minutos después, ya está cambiado y arreglado para ir a la guardería, así que solo faltaría despabilar a Mako, a él le toca almorzar junto a sus compañeritos, pero en el camino igual le daré un biberón de leche que trajo Toru en un espacio de la fuente.

Comemos entre charlas, cada uno comentando lo que les toca hacer ese día. Denny junto a Rayco irán a reunirse otra vez con Rafael para hablar no sé qué cosa de la cual ninguno me quiso dar detalles. Mis dos guardaespaldas avisaron que andarían a unas calles de la guardería; Toru irá al bosque junto con unos cuantos hombres de las dos manadas; los mensajeros fueron a buscar información sobre la manada Cowlser, ya que estos últimos días no hemos recibido ninguna carta; y el resto de los muchachos harán vigilancia en donde los designen los Minfrield. Yo, en cambio, dejaré a los muchachos y de ahí iré a seguir reclutando hombres y mujeres para que se unan a nuestras filas; Rafael me permitió hacerles una especie de evaluación para ver si son lo que necesitamos. No quisiera que vengan a luchar lobos que no saben lo que hacen, quiero guerreros, no héroes suicidas.

—Ian —lo llamo cuando termina de comer y él me mira—. Ve por Mako, salimos en cinco minutos.

Se levanta y se retira a hacer lo que le pido sin chistar. Yo tomo una manzana de la mesa y le doy unos mordiscos antes de ponerme de pie, sosteniendo el biberón antes de que se me olvide.

—Nos vemos en la cena —le digo a Denny, dándole un beso en la cabeza mientras él bebe de su copa. Unos chiflidos suenan en la habitación y más bulla acompañada de risas se les suman—. A veces, en verdad creo que son unos idiotas de no más de cinco años. Consíganse una novia, envidiosos —los pico con diversión; veo pasar una hoja de lechuga muy cerca de mi rostro cuando me retiro y cierro tras de mí la puerta, riendo.

Un segundo más tarde Ian aparece con el pequeño en brazos y me lo tiende para que lo sostenga y pueda darle la leche. Una vez fuera, la temperatura nos provoca un pequeño escalofrío, pero iniciamos la caminata igual. Estando en eso, siento a Ivanora llamarme. Casi me emociono pensando que está aquí, hasta que caigo en el hecho de que me está hablando por el lazo.

Buen día, Señora —me saluda como siempre: cerca del mediodía y con su usual tono respetuoso.

¿Cómo estás, Nora?

Bien, Señora; ¿ustedes? ¿Los niños? —pregunta. Le digo que estamos todos bien y ella luego dice—: Tengo que hablar contigo, Kora.

Dime —. Le digo sin contemplaciones. No es de ser informal, así que lo que tiene para decir debe ser algo que la inquiete tanto como para hacerle olvidar su natural forma de hablarme.

Yo... sospecho que tenemos un infiltrado en los altos mandos del clan. Creo que alguien del consejo está pasando información a los Zuwnko.

Me detengo por completo; casi hemos llegado a la guardería, lo sé porque las hileras de árboles nevados ya están a nuestro costado, a unos cuantos metros. Ian me observa con confusión, pero le doy a Mako y le hago señas para que se adelante mientras yo miro de forma distraída los árboles y la oscuridad que, aun de día, no deja ver mucho entre los arbustos. Luego me concentro en Ivanora.

¿Tienes algún nombre para darme? —pregunto con cautela. Debo avisarle a Denny en cuanto pueda.

Sí, creí primero que era alguien de mensajería, pero los observé bien de cerca y no fue así; luego pensé en quiénes entregaban y recibían las cartas con los datos de algunos de nuestros movimientos a los mensajeros, o sea: los Altos Mandos.

Se queda un momento en silencio esperando que diga algo, pero como no recibe nada de mi parte continúa.

A la pareja de Alfas los descarté, tarde o temprano también lo hice con los viejos del Consejo, por lo que me quedan dos opciones. Ninguno está tan presente en el Consejo, pero se enteran sin falta de lo que allí se habla.

Siento que se me para la respiración por unos segundos. No puede ser, debe haber algún tipo de error.

Lucía y Eugene —. Los nombres abandonan mis labios con pesadez. La prima pequeña de Denny y su último familiar con vida, aparte de sus padres. De aspecto inocente, pero inteligente, pues no me olvido que al llegar ella fue la primera en darse cuenta que yo era mestiza. Y Eugene, quien sería su segundo al mando una vez que asumiera, su Beta y mejor amigo, su hermano de distinta sangre.

Niego con la cabeza, incrédula.

No es posible, Ivanora, tiene que... —me corta.

Ambos ostentan posiciones de Alto Mando, Kora. Si eliminan a miembros del Consejo pueden hacerse con el poder muy fácilmente, más aun siendo que Denny no está en casa. Sabes muy bien que yo no me equivoco con estas cosas, Kora.

Te equivocaste con Rafael, ¿recuerdas eso? Pensaste que no era buena idea venir, que él vendería información a la Matrona y míranos ahora.

Eso es diferente, con él yo...—se detiene.

¿Con él tú qué? —no me contesta nada, el silencio se vuelve mortalmente tenso—. Tienes hasta pasado mañana en la tarde para presentarme pruebas concretas de que alguno de ellos es quien traiciona a la manada. Estamos hablando de la familia de Denny, no puedes equivocarte con eso si llega a ser cierto, ¿me oíste, Ivanora?

Sí, Señora.

No se lo menciones a nadie más que a mí, ¿entendido? Quiero que seas discreta. Eres la mejor en ello.

Entendido. Gracias, Señora —responde.

¿Algo más que tengas que informarme? —digo, empezando a caminar hacia la guardería otra vez, a unos treinta metros observo cómo Ian habla con Renia y Tilu a un lado de la puerta, mientras Mayten, la profesora, observa cómo los bebés o los niños pequeños corretean con sus pasitos cortos por todo el jardín frontal que da al bosque, a unos cuatro metros del establecimiento.

No, Señora, eso es todo. Hablamos mañana —se despide y luego ya no la escucho más.

Suspiro, la familia Cowlser sufrirá un fuerte golpe si lo de Lucía y Eugene llega a ser cierto. Yo no he tenido mucha interacción con ellos, pero Denny prácticamente los considera sus hermanos; Mark y Elena los tratan como hijos. Continúo caminando, esta vez mirando hacia el suelo, sin saber qué pensar de todo lo que está pasando. Tantas cosas juntas están llevándome al límite; la inminente transformación, Lucía, Eugene y los planes de guerra... me estoy cansando, pero toda gloria requiere sacrificio, ¿no?

Hay que darse prisa, esta semana debo terminar de elegir a los soldados y tenemos que partir de nuevo a casa, ya se ha alargado lo suficiente la estadía en este clan. Y no es que quiera irme porque sí, es más, me ha encantado gran parte de la visita, pero ya es hora de volver a casa y terminar de organizarse con los nuestros. Además, extraño a Ivanora, no la vi por años y poco después de reencontrarnos tuve que marcharme de su lado; no sé qué sería de mi sin ella y tampoco me gusta no poder sentirla cerca, ella también es mi hogar, al igual que Rayco.

De pronto, un escalofrío me recorre.

Frunzo el ceño, levantando la vista del suelo. Mis escalofríos nunca son un buen presagio, el Velkharfio es un buen ejemplo de ello, por lo que me pongo en alerta. Primero hecho un vistazo a la fachada de las casas a unos metros, buscando algún tipo de disturbio, pero no se oye nada. Y luego miro hacia el bosque. Luce distinto. O quizás soy yo y mi paranoia que ahora no puedo mirarlo con la misma fascinación con la que lo miraba antes del ataque. Ahora lo miro con precaución, ya no lo siento seguro.

El lugar que yo creía que era mi santuario... ahora no es más que arboles nevados en donde criaturas aguardan al acecho. Mi corazón se rompe un poco ante ese pensamiento, pero no puedo evitarlo, me asusta de cierto modo, no me provoca seguridad.

Y quizá por esa paranoia es que acelero el paso justo cuando noto cómo algunos arbustos se mueven imperceptiblemente. Habría quienes dirían que es producto del viento, pero yo he sido cazadora, yo he sido invasora, yo me he escondido acechante para atacar. Y sé que todos esos arbustos no se mueven por la brisa nevada.

Al llegar aquí, Rafael me mandó a llamar para que cazara a quienes fueran los que rondaban por el bosque creando inquietud en los guardias, él pensó que serían brujos de magia oscura y luego, con la aparición del Velkharfio, todos dimos por hecho que era esa bestia lo que andaba por allí molestando.

Pero ahora, viendo cómo avanzan entre los árboles... ahora recuerdo que también mencionaron a los Carroñeros, lobos sin manada que se reagrupan para saquear o ir en busca de venganza por su expulsión.

Comienzo a correr, alertando a las tres mujeres que cuidan de los niños. Comienzo a gritarles que se los lleven adentro y ellas me escuchan, pero dudan, o al menos lo hacen hasta que ven a grandes lobos salir de sus escondites y comenzar a moverse en sus cuatro patas, directo hacia ellos, únicamente al jardín, ni siquiera se desvían a las casas cercanas.

Faltan varios metros para que los alcancen, falta mucho menos para que yo llegue primero, pero son muchos. Y yo comienzo a preguntarme, ¿hace cuántas semanas los carroñeros andan rondando por aquí? ¿Por qué tantos tendrían la intención de atacar a Rafael? Y no solo eso, sino también atacar a lo más preciado que tiene una manada: los infantes. Está claro que lo que sentían los guardias eran lobos, el Velkharfio fue solo una maldita casualidad que les sirvió perfecto como tapadera, pero ¿en serio, con la cantidad de espías que tiene Rafael, nadie se dio cuenta del montón de lobos criminales que había en la zona?

Me hago esas y mil preguntas más a toda velocidad, pero, sinceramente, lo único que ocupa mi mente es en cómo salvar a los niños. Sobre todo, a Ian, que se ha quedado petrificado viendo la escena; y a Mako, que es un bebé que no sabe caminar y que aún sigue jugando distraído, ajeno a las fauces de los lobos que buscan arrancarles la cabeza.

¡Hola! ¿Cómo han estado? 🕴🩵💥

Aquí tienen un nuevo capítulo, espero que lo hayan disfrutado, déjenmelo saber en los comentarios; ya estoy escribiendo el siguiente, así que no habrá que esperar mucho por una nueva actualización 😊✨️

¡Nos vemos en el próximo capítulo!

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