Una Corte De Sombras Y Sangre...

By TheGirlUnderTheLines

47.1K 5.1K 1.2K

El destino a veces es caprichoso, y con ellos no iba a hacer de menos. Viejas leyendas cobraran vida, peligro... More

P R Ó L O G O
C A P Í T U L O 1
C A P Í T U L O 2
C A P Í T U L O 3
C A P Í T U L O 4
C A P Í T U L O 5
C A P Í T U L O 6
C A P Í T U L O 7
C A P Í T U L O 8
C A P Í T U L O 9
C A P Í T U L O 10
C A P Í TU L O 1 1
C A P Í T U L O 12
C A P Í T U L O 13
C A P Í T U L O 14
C A P Í T U L O 15
C A P Í T U LO 16
C A P I T U L O 17
C A P I T U L O 18
CA P I T U L O 19
C A P I T U L O 20
C A P Í T U L O 21
C A P Í T U L O 22
C A PÍ T U L O 23
C A P Í T U L O 25
C A P Í T U L O 26
C A P I T U L O 27
C A P Í T U L O 28
C A P Í T U L O 29
C A P Í T U L O 30
C A P Í T U L O 31
C A P Í T U L O 32
C A P Í T U L O 33
C A P Í T U L O 34
C A P Í T U L O 35
C A P Í T U L O 36
C A P Í T U L O 37
C Á P Í T U L O 38
C A P Í T U L O 39
C A P Í T U L O 40
C A P I T U L O 41
C A P Í T U L O 42
C A P Í T U L O 43
Maratón
C A P Í T U L O 44
C A P Í T U L O 45
C A P Í T U L O 46
C A P Í T U L O 47
C A P Í T U L O 48
C A P Í T U L O 49
C A P Í T U L O 50
C A P Í T U L O. 51
C A PÍ T U L O 52
C A P Í T U L O 53
C A P Í T U L O 54
C A P Í T U L O 55
C A P Í T U L O 56
C A P Í T U L O 57
C A P Í T U L O 58
C A P Í T U L O 59
C A P Í T U L O 60
C A P Í T U L O 61
C A P Í T U L O 62

C A P Í T U L O 24

739 79 34
By TheGirlUnderTheLines


×       ×       ×



° V Y N E E A °


—Te quiero.

Sonreí suavemente.

—Yo te quiero más.

Ella sonrió. Sus mejillas se hincharon con un gesto enternecedor.

—¿Ah sí? ¿Y cuanto más me quieres? —Picoteó mi nariz con sus dedos —Porque yo te quiero mucho.

Mis brazos se enrollaron alrededor de su figura mientras mi cuerpo cayó sobre su regazo. Sus brazos me envolvieron con suavidad y ternura.

—Pero yo te quiero mucho, mucho, mucho más. Más que nadie.

Su risa vibró por todo mi cuerpo y el tacto de sus labios sobre mi cabeza me hizo estremecer.

—Mi Velaris.

Alcé la mirada y aquellos enormes, bellos y delicados ojos color violeta me bañaron en un cielo distinto, uno que no había logrado recordar hasta ese momento.

—Mamá.

Ella estaba allí. Con su piel tostada bañada por la luz de la luna que dejaba entrar la amplia ventana a nuestro lado, su largo cabello color carbón reluciente y su rostro, esas facciones llenas de amor y dulzura, ese gesto tan idéntico al de mi hermano. Ella estaba allí.

—Mamá —Mi voz se rompió ligeramente, tanto que incluso con el tono infantil fue perceptible.

¿Qué ocurre mi pequeña? —Sus dedos acariciaron una de mis mejillas en un movimiento lento que desee fuera eterno.

Ella estaba allí, era real por breve que fuera el momento, por difuso que fuera el recuerdo. Ella estaba allí.

El olor que la envolvía, ese suave aroma a mar, limón y noche, a borgoña y algo más pesado, semejante a la madera. Mi rostro dejó de enfrentarla y observé más allá, por la ventana a nuestro lado. La ciudad, algo más pequeña que la que el mundo de ahora me había presentado, más sencilla, sin tantas luces, ligeramente más apagada.

No había ningún arcoiris pero aun así, Velaris, brillaba con una luz distinta. Brillante y apetecible.

Mi corazón estaba destrozado dentro de mi pecho.

¿Cómo podía haber olvidado todo aquello?, volví a mirar a mi madre, a estrellar mi pequeño cuerpo contra el suyo, ¿cómo podía haberla olvidado a ella?

—Mi pequeña, mi dulce Velaris —Su voz era como una melodía que había temido recordar, una que hacía temblar ada fibra de mi cuerpo —Mi dulce y adorada Velaris.

No quería despertar.

Te quiero —Sollocé para ella.

No quería dejarla de nuevo.

No la abandonaría esta vez.

—Yo también te quiero mi niña. Te amo.

×         ×         ×

El dolor persistente en cada hueso de mi cuerpo fue lo primero que pude percibir, el olor a madera fue lo segundo.

Un quejido brotó de mi garganta cuando trate de moverme, aun sin ser capaz de abrir los ojos, sin tener más fuerzas que las necesarias para despertar por unos simples instantes.

—Descansa criatura —Aquella voz —Aún necesitas descansar.

No objeté, mi cuerpo no opuso resistencia cuando un toque cálido me bañó el rostro y me impidió abrir los ojos. Estaba tan cansada.

Tan, pero tan cansada...

×          ×          ×


Hacía frío, muchísimo frío. Mi cuerpo se sentía entumecido, y si no fuera por el dolor penetrante en mis huesos apenas sería consciente del mismo.

Yo conocía este lugar, a pesar de que no había nada que ver, nada que tocar, nada que oler o sentir. Solo un frío y una oscuridad constante, opaca, como el interior de una bestia sin corazón.

Este lugar, yo había pasado mucho tiempo aquí dentro.

—¡POR FAVOR AYUDA! —No conocía aquella voz.

Era suave, pero llena de un horror sin igual, una súplica desesperada que sonaba tan, pero tan dulce.

Yo también necesitaba ayuda. Yo también podía gritar pero, mi voz no sería escuchada. Lo sabía, como si algo en mi interior me dijera que ya había tratado de rogar desesperadamente, sabía que nadie podría escucharme.

La oscuridad se movió, y yo con ella, avanzando en un camino que se sentía horriblemente doloroso.

—¡POR FAVOR! ¡DETENTE! —Más ruegos, más gritos.

Gente horrorizada, gente que gritaba llena de dolor y pánico.

Tan delicioso.

La oscuridad siguió hacia delante y entonces lo ví, como se disipaba ligeramente y algo entraba en ella. Una figura menuda, que sostenía algo contra sí misma. Estaba temblando arrodillada en el suelo, su espalda se elevaba y bajaba con violencia como si no pudiera respirar, como si nada que a mi me rodeaba a ella la estuviera ahogando.

—Por favor...—Estaba llorando —Por favor.

Me acerqué. Supe que fui yo y no la niebla porque el frío que me envolvió y el dolor se hizo más presente.

—Por favor, detente...

Extendí mi mano y el tacto con su hombro se sintió ardiente, un fuego frío que congelaría hasta la muerte a cualquiera. La persona se giró y el rostro dulce, joven y femenino que me observó era uno que no conocía.

—Ayúdame —Rogó.

Entonces sonreí.

Y como lo que era, lo hice.

Olvidar, necesitaba olvidar.


×           ×           ×



° C A S S I A N °

Mi cuerpo estaba paralizado.

Ella se había ido.

Vyneea.

Velaris.

Mi compañera por creación, había desaparecido.

Rhysand sostuvo a Feyre contra él mientras lentamente ella trataba de controlar su respiración de nuevo. Todos, incluso Amren y Nesta, se habían levantado para tomar lugar en los sofás. Yo sin embargo no me había movido, no podía hacerlo, no quería hacerlo.

Si me levantaba, si mostraba un ligero interés, si dejaba que mi mente se fuera en su dirección, no sería capaz de controlarlo, no sería capaz de elegir.

—Ella estaba en shock —Feyre aun temblaba al hablar y se abrazaba a sí misma con fuerza —Traté de que me escuchara pero ella no quería, no me dejaba acercarme.

Rhysand tenía el rostro cenizo a su lado.

De nuevo, otra vez había perdido a su hermana.

—Sobrevolé las montañas, busqué durante kilómetros alrededor de la cabaña pero ella no estaba.

Azriel dio un paso al frente.

—Voy a buscar a Elain —El tono fue mordaz —Quizás ella pueda ver algo.

Nadie dijo nada. El cantor de sombras no fue detenido por nadie cuando se lanzó hacia la terraza y acto seguido emprendió el vuelo.

Elain es una vidente, el Caldero le había dejado conservar los poderes. Lo había demostrado con la visión de la Sombra bajo la montaña.

—¿Hay algún sitió al que ella podría ir? ¿uno que quizás recuerde?

Rhsyand respondió tembloroso.

—Lo único que sabemos que recuerda es el tramo donde ella y mi madre...donde mi madre fue asesinada.

Mor intervino esta vez, rompiendo finalmente su silencio.

—Ella no me comentó nada mientras íbamos a Bajo la Montaña, no sé si recordó algo más.

Amren, a su lado dio otra posibilidad.

—Quizás no hace falta que lo recuerde. El palacio sobre la Corte Pesadillas, ella estuvo ahí, quizás pueda haberse transportado allí.

—Lo pensé —Intervino Feyre —Me transporté allí antes de venir aquí. No estaba allí, tampoco en la Corte.

Sentí una presión sobre mí y entonces encontré a Rhys con sus ojos sobre mí, casi como una súplica.

Sabía que quería pedirme, que es lo que quería suplicarme pero yo no...

No podía ceder a ello, no podía volver a tocar esa cuerda en mi interior sin volverme loco, sin destrozarlo todo dentro de mi.

—Por favor —Pidió.

Yo me arrastré aún más contra la pared, agachando la mirada y tratando de hacer oídos sordos.

No, no podía aceptarlo.

—Cassian por favor —Rhsyand se puso en pie.

Mi ojos buscaron a Nesta. Ella me miraba confusa, sus ojos, sus hermosos ojos viajando de Rhsy a mi constantemente.

—No —Respondí.

Rhysand se plantó frente a mi y antes de poder hacer nada cayó de rodillas.

Rhysand se dejó caer sobre esos tatuajes sagrados en sus piernas frente a mi, suplicante, desesperado.

—Por favor Cassian, solo tú puedes encontrarla.

Miré a Nesta.

—¿Cassian? —Preguntó ella con el rostro desencajado.

—Cállate Rhysand —Me levanté tembloroso.

Sin embargo mi amigo, mi hermano, se aferró a mi, aun de rodillas.

—Por favor Cass, solo tú puedes hacerlo —La voz de Rhysand tembló.

Mi corazón vibró con violencia dentro de mis costillas. El aire escapó de mis pulmones y cada músculo de mi cuerpo se llenó de una sensación tan antigua como la creación, una necesidad primal que necesitaba rechazar.

—¡No! ¡no puedo hacer eso!

Rhysand levantó la mirada, primero en mi dirección y luego en la de Nesta.

—Rhys —Lo llamó Feyre quien de manera nerviosa se puso en pie.

—Solo tú... —El pánico me bañó el cuerpo —Solo tú, su compañero, puede encontrarla.

El corazón se me detuvo dentro del pecho. Giré para encontrarla.

Nesta.

La mujer que amaba. Mi compañera por elección.

Mi única compañera.

Y con tan solo observarla a los ojos lo supe, que fuera lo que alguna vez se había sellado de forma sobrenatural a nosotros, estaba roto.

Destrozado.

—¿Qué?


×          ×          ×


° V Y N E E A °

—Mamá —La mujer de hermosos ojos violetas sonrió dulcemente en mi dirección.

¿Qué ocurre, mi cielo? —Su mano acaricio suavemente mi cabello, mi negro y oscuro cabello.

La noche había llegado de nuevo, una más oscura que la anterior, que las anteriores. Ella estaba de nuevo junto a mi ante la gran ventana, su rostro algo más serio que las otras veces, más pálido también pero, aun así ella seguía siendo hermosa, en cada uno de los sentidos de la palabra. Ella era la hembra más hermosa que alguna vez hubiera podido ver.

—¿Rhys vendrá mañana a buscarnos?

Ella asintió suavemente.

Si cielo, tu hermano nos encontrará a mitad del camino y nos llevará al campamento, ¿por qué lo preguntas?—Me encogí más contra ella.

Aquello era un sueño, un fugaz recuerdo.

Pero yo era consciente de ello, yo sabía que aquello no era real.

No quiero que vaya a buscarnos mamá —Mis pequeñas manos se aferraron a la tela lila de su vestido —Vayamos directamente al campamento mamá, no vayamos por el cruce.

Una suave carcajada escapó de sus labios.

Sus manos acariciaron mi cabello y suavemente cayeron sobre mi espalda, envolviendo en un gentil abrazo.

¿Por qué, cariño?

No vayamos por allí, por favor —Supliqué con un gimoteo.

Velaris, mi corazón —Sus brazos se afianzaron a mi alrededor —¿De qué tienes miedo? ¿de que estas tan aterrada mi niña?

Agaché la mirada, el corazón se encogió dentro de mi pecho.

Estaba aterrada, claro que estaba asustada, porque sabía perfectamente lo que nos esperaba mañana, lo horrible que sería cruzar aquel valle.

En mi mente podía verlo claramente, el charco de sangre que rodeaba su cuerpo y el sonido agónico de sus últimas palabras, sus últimos murmullos en un idioma que no podía entender. Ella muriendo.

Podía aún saborear el sabor metálico en mi garganta mientras me retorcía y quebraban las alas.

—Por favor —Volví a pedir —Por favor, no vayamos por allí. No por allí.

Ella suspiró y se agachó ligeramente para dejar un beso en mi cabeza.

No tienes nada que temer cariño —Sus brazos me soltaron —Hoy ha sido un día muy largo amor, sabes que tu padre se pone de mal humor por culpa de tu tío.

Se puso en pie alejándose de mí, mi corazón latió fuertemente en un deseo de detenerla. No podía evitarlo, no podía salvarla.

—Duerme mi niña, mañana verás a tu hermano de nuevo.

Y sin más salió de la habitación cerrando la puerta a su espalda y dejándome sentada en el pequeño sofá que conformaba la ventana.

Quería abrazarla de nuevo, una última vez. No podía salvarla, ni a ella ni a mi, el pasado no podía cambiar, yo no podía hacer nada. Mi madre moriría mañana, yo...desaparecería, todo cambiaría y nada, absolutamente nada sería capaz de cambiarlo.

Y lloré hasta que la noche fue demasiado oscura como para ver las estrellas.


×           ×          ×


Eris Vanserra.

ErisVanserra, hijo de Beron Vanserra, Alto Lord de la Corte Otoño, estaba sentado frente a mí en ese instante. El hombre que en la Corte de las Pesadillas se había dirigido a mi como criatura, estaba ahora sentado a pocos metros, en un sillón de color ocre. Su figura estaba desparramada, como si llevara en esa misma posición largas horas. Sus ojos estaban cerrados y sus brazos cruzados de manera floja sobre su estómago. Su cabello, del mismo tono anaranjado salvaje que el del Lucien y ligeramente más corto únicamente colgando centímetros sobre sus hombros, estaba despeinado y caía sobre su rostro ligeramente caído.

Al contrario que su hermano pequeño, Eris no vestía de una manera tan extravagante y formal, aunque la primera y última vez que lo había visto la impresión hubiera sido la contraria. Esta vez solo llevaba una camisa que dejaba a la vista sus clavículas y el inicio de su pecho y unos pantalones de cuero marrón oscuro.

Mis ojos abandonaron su figura. Mis manos se enterraron en las sábanas blancas que me cubrían.

La habitación donde estaba era amplia, aunque no era realmente una habitación. La madera de las paredes y techo eran oscuras, supongo que de roble, no estaba realmente segura. Había poca luz, mi vista aún estaba ligeramente borrosa y no podía ver claramente si había alguna ventana oculta tras cortinas o paneles que detuvieran la luz de entrar, tampoco podía ver muchos muebles, el lugar estaba bastante vacío de manera general.

—¿Despierta por fin? —Me congelé en mi lugar.

Mis ojos viajaron de reojo hacia Eris, seguía en su lugar, dormido, o al menos de manera aparente. Miré al frente, a los pies de la cama donde me encontraba tumbada.

—Realmente eres una criatura peculiar —Un macho, de cabello corto y del mismo tono rojizo que Eris.

Su rostro era duro, con facciones marcadas y llamativas a la mirada. Sus cejas prominentes y espesas enmarcaban unos ojos oscuros de tono cobrizo, —quizás los ojos de Lucien alguna vez se hubieran visto así—, sus labios eran finos y estaban estirados en una sonrisa escalofriante.

Me encogí sobre mi misma e ignorando el dolor punzante en mis músculos me incorporé hasta dejar mi espalda contra el cabecero de la cama donde me encontraba.

—¿Dónde estoy? ¿Quién eres? —Mi voz salió en un suspiro ronco, adolorido, como si tiempo atrás hubiera pasado horas gritando.

—Otoño, como debes suponer si eres lo suficientemente lista —Respondió el hombre.

De nuevo miré a mi alrededor.

Era una cabaña, más amplia de lo que se esperaría de una pero era una cabaña en esencia.

Bajé la mirada a mi propio cuerpo y observe como aún vestía la camisa escotada y los pantalones, por otra parte el jersey de color crema había desaparecido por completo, sin embargo, eso no fue lo que llamó mi atención, sino la envolturara de vendas en mi torso, donde a saber cuanto tiempo atrás yo misma me habia arañado salvajemente

El macho pareció percatarse de lo que me había llamado la atención y con el gesto serio cabeceo hacia Eris.

—Agradece a tu compañero por eso —Se me detuvo el corazón de un solo latido.

—¿Qué?

El cobrizo dio un paso al frente y se inclinó sobre la cama de manera amenazante. Sin poder evitarlo yo me empujé hacia atrás sintiendo la madera clavarse en mis cicatrices.

—Eris, Eris Vanserra es tu compañero criatura.

Y cuando traté de mirar en dirección del hombre nombrado otra vez el macho frente a mí tomó mi mentón.

—Una pena si me preguntas, algo como tú merecería experimentar con alguien más...—Sé cayó de sopetón.

—¿Qué es lo que ella merecería según tu? ¿Rahan? —La mano del macho soltó mi mentón y dio un paso atrás mientras todos los músculos de su cuerpo se tensaban. Ahora Eris estaba de pie y una de sus manos se posaba en la nuca del otro hombre.

El macho se giró, dándome la espalda a mí y encarando a Eris. Observé la marca rojiza en la parte expuesta de su cuello más allá de la camisa, como si se hubiera quemado con algo.

Lucien había tratado de quemar a... No me atreví a pensar en ese nombre, seguramente Eris también sería capaz de usar el fuego.

—Supongo que sabes lo que puedo llegar a hacer si alguien decide ponerle la mano encima a mi pareja sin mi permiso —La voz de Eris no tenía rastro de ese tono burlón y picaresco con el que le había escuchado aquella vez en la Corte de las Pesadillas, no, ahora cada fibra de él escupía poder y autoridad.

—Sabes que a Beron no le gustará, no es más que una criatura extraña y débil —El hombre, Rahan según lo dicho por Eris, tenía cierta diversión en su tono aunque el miedo era más perceptible —Ya nos mostró con Lucien lo que se esperaba de nuestras hembras.

Eris desvió su atención a mi.

Sus ojos color cobre y su intensidad hicieron que un escalofrío me recorriera de pies a cabeza. Y quizás fuera el desconcierto, o que ahora mi mente se sentía menos pesada pero, de alguna manera que no puedo explicar, yo ya no estaba en la cama, no, yo ahora me observaba a mi misma desde una perspectiva que no era la mía. No era un espejo, eran los ojos de otra persona.

Mi aspecto era lamentable, aunque seguramente no tan horrible como la primera vez que había abierto los ojos de nuevo.

Mi cabello plateado estaba enmarañado y la trenza que tiempo atrás había tenido había desaparecido por completo, la camisa estaba a arrugada y el vendaje que cubría mis heridas tenía notables marcas rojizas por la sangre que aún brotaba de los arañazos. Pero aun así, eso no es lo que me hizo estremecer sino una palabra surcó el espacio entretejido entre mi mente y la del heredero de Otoño.

Daemati.

La voz de Eris resultaba como un eco en mi propia cabeza.

Sin más, una fuerza propia de él me empujó y en un segundo estaba de nuevo en mi, en mi propio cuerpo observando desde la cama con el rostro encogido de confusión.

Eris soltó a su hermano y este trastabilló un poco por culpa de la fuerza con la que había sido soltado.

—Rahan, largate —Eris mantuvo su mirada sobre mí, sería en su totalidad —Necesito hablar con mi compañera.

—Yo no soy...—Eris tensó sus facciones en una señal de que mantuviera silencio.

—Padre ya debe de haberse enterado por Braugh a esta alturas —Amenazó Rahan —Es mejor que no te despegues de su lado hermano, no querrás que termine como Yasminda, ¿no?

Una bola de fuego cruzó la cabaña hasta estamparse contra la puerta segundos después de que Rahan la cerrara, salvándose por un instante de tener el rostro rostizado. Eris mantuvo el silencio por un par de minutos, yo no tuve el valor de romperlo.

Para cuando comenzaba a inquietarme por la repentina quietud él finalmente habló, y quizás hubiera sido mejor haber muerto en donde fuera que él me hubiera encontrado porque lo que se avecinaba era peor que la propia tortura.


¡SIENTO MUCHO EL RETRASO!

Debería de haber publicado la semana pasada pero, no os voy a mentir, mis navidades se han resumido en estar enferma 😅

Aun así, aprovecho hoy, el último día del año para entregaros este capítulo.

Espero que tengáis un increible fin de año y un comienzo aun mejor.

¡GRACIAS POR ESTE AÑO INCREÍBLE!

Continue Reading

You'll Also Like

2.4K 94 21
puede que me sintiera muerto, pero ella, me hacía sentir vivo
659K 21.9K 72
Sinopsis: Aquella noche llena de pasión, placer, pero no amor quedó en la cabeza de estos dos jóvenes. Él, un fiestero inigualable, galán de primera...
37K 836 5
❝te quiero demasiado, ¿puedes corresponderme? ❞ donde shawn mendes y juniper wadlow se enamoran pero tiene miedo de aceptarlo por el miedo a que no s...
4.9K 2.4K 79
Es cierto que somos seres únicos, y es precisamente en nuestras diferencias donde reside nuestro poder. Desearía que pudiéramos elegir nuestros pensa...