Al abrir la puerta, se encontró frente a un joven de baja estatura. Su cabello estaba recogido por una pinza, aunque había sido tan descuidado como para dejar mechones sueltos.
—¿Tighnari? —el mencionado lo observó. El terror bañaba su aturdida mirada.
—Alhaitham... Necesito ayuda. Por favor, por favor, no sé a quién más contarle esto —Tighnari se lanzó directo a los brazos de su amigo, en busca de algún apoyo. Alhaitham lo abrazó con cuidado, sin saber exactamente qué hacer o decir.
—Tighnari, primero relájate y cuéntame qué ha pasado... No me asustes de esta forma, por favor —obligó al joven a entrar en su casa y cerró la puerta tras él—. ¿Quieres algo de beber?
—No creo que mi cuerpo lo acepte. Tengo el estómago revuelto —Alhaitham lo guio hacia el salón y se sentó en el sofá junto a él.
—¿Qué ha pasado? —Tighnari desbloqueó su móvil y se lo extendió. Un número que no tenía agregado, sin foto de perfil, le había mandado varios mensajes.
*** ** ** **
Tighnari, sé que hace tiempo que no hablamos, pero lo cierto es que, a veces, hasta te echo de menos.
¿Cómo está tratando la vida a mi pequeño? No te veo especialmente infeliz; aunque la última vez que estuvimos juntos no hablaste nada, una verdadera lástima...
Apenas había leído tres mensajes y Alhaitham ya sentía la ira florecer en su pecho.
*** ** ** **
He visto que últimamente te estás viendo mucho con otros hombres.
Sabía que eras una pequeña perra necesitada, pero ¿tanto?
¿Ahora que no me tienes a mí, disfrutas follándote a cualquier otro?
Dime, ¿lloras como una putita desesperada con ellos tambien?
Tighnari
Creo haberte dicho que no quiero tener nada que ver contigo.
Déjame vivir tranquilo de una puta vez y sigue con tu triste vida de mierda.
*** ** ** **
Vamos, vamos, ¡no seas así conmigo! Sé que, en el fondo, todavía sientes algo por mí.
Aún recuerdo cómo te arrastrabas, cómo hacías todo lo posible para gustarme... Qué lástima.
Es porque fuiste tan imbécil que logré hacerme con todos esos vídeos, con todas esas imágenes con las que puedo arruinarte la vida.
Alhaitham siguió leyendo los mensajes con una expresión de ira en su rostro. Cada vez parecía más enfadado, viendo las amenazas que Tighnari estaba recibiendo, los insultos a su persona, a su físico. Incluso había mencionado a alguien que había visto recientemente junto a Tighnari, un "negro de mierda", tal y como él mismo lo había designado.
—Como ves, quiere hablar conmigo en persona y no me da opción a negarme. No sé qué hacer... De verdad que no quiero verlo —Tighnari había comenzado a llorar. Alhaitham le devolvió su móvil, sopesando todas las opciones que tenían.
—Acepta. Pero con la condición de que YO iré contigo —Kaveh entró en el salón y tomó asiento entre ambos, arrebatándole el móvil a su amigo y viendo la conversación que había mantenido con su exnovio—. Como se le ocurra ponerte una sola mano encima, no va a salir con vida.
—No, si alguien debe ir soy yo. No te metas en más problemas, Kaveh —el rubio negó con su cabeza.
—No te preocupes, Haitham. Eres tú el que no debería buscarse problemas. Yo estoy acostumbrado a estas cosas —le acarició el rostro con su mano derecha. No permitiría que su novio, alguien con el historial supuestamente limpio, se metiese en un lío que él mismo podía solucionar.
Tighnari permaneció en silencio mientras intentaba controlar sus emociones. No podía simplemente negarse, esto era algo que era incapaz de manejar por su cuenta.
—Por cierto, Nari, ¿quién es al que ha llamado "negro de mierda"?
—Ah, es Cyno, el mejor amigo de mi hermana... —respondió Tighnari.
—Deberíamos procurar que tampoco se acerque a él —Kaveh asintió, dándole la razón a Alhaitham.
—Sería una putada que al imbécil ese se le cruzaran los cables y decidiera hacerle algo a personas que no tienen nada que ver en el asunto —el rubio se dio la vuelta y apoyó una mano en el hombro de Tighnari—. Dile a tu hermana que tenga cuidado y que procure estar siempre cerca de alguien de confianza. Y avisa al chico ese también, tampoco queremos que le pase nada.
El menor simplemente asintió y se secó las lágrimas con una manga de su sudadera.
—¿Tu hermana está sola en casa? —Tighnari asintió—. Está bien, entonces déjame acompañarte hasta tu casa.
—No hace falta... —Alhaitham negó con su cabeza.
—Pensaba decirte que te quedases esta noche, pero no creo que sea buena idea dejarla a ella allí sola.
—Espérate, Haitham —Kaveh se puso en pie—. Quedémonos hoy con ambos. Nari, viendo lo que dice, será mejor que zanjemos el asunto lo antes posible.
—¿Por qué no lo denuncias? Esta vez hay pruebas irrefutables del acoso —Tighnari negó con su cabeza.
—Tengo miedo. No quiero... No quiero denunciar —Tighnari suspiró—. Además, quiero saber por qué quiere verme de repente.
—Cabezón —el rubio abrazó a su amigo—. Hostia, hoy mejor me dejo de movimientos bruscos. Tengo el culo reventado.
Tighnari frunció el ceño, y Alhaitham simplemente tosió.
—Perdón, es que he tenido una diarrea explosiva —trató de encubrir su error. Y a pesar de que Tighnari ya podía imaginar la realidad, decidió no decir nada.
—Como sea, vámonos ya —Kaveh acompañó a su amigo hasta la salida, dejando a Alhaitham la responsabilidad de apagar todas las luces y ordenar la casa antes de marcharse.
Normalmente, el asiento del copiloto solía ser ocupado por Kaveh, aunque en esta ocasión decidió sentarse atrás junto a Tighnari. Alhaitham llegó un poco después y puso el coche en marcha, asegurándose una última vez de que todo estaba en orden.
—¿Piensas advertir a tu amigo? O bueno, al mejor amigo de tu hermana —como las noches todavía eran algo frías, el hombre puso el aire caliente, acomodando las aspas para que el aire llegase mejor a las personas sentadas atrás.
—Si les advierto ahora sobre él, sabrán que está acosándome. Además, no creo que se atreva a hacerles nada. Soy el único al que quiere arruinarle la vida —Tighnari apoyó ambas manos sobre sus piernas—. Cuando lo vea hablaré las cosas en condiciones, pero como descubra que tiene malas intenciones, avisaré a todos.
—Básicamente, que debes verlo mañana —como ninguno había leído la conversación entera, no conocían ese detalle.
—Por eso vine tan tarde. Me tenía entre la espada y la pared —suspiró—. De verdad, lamento haceros pasar por esto —escondió su rostro entres ambas manos. Era tan vergonzoso.
Kaveh acarició su cabeza. Su cabello era suave y desprendía un aroma agradable. Esa misma tarde probablemente habría tenido suficiente tiempo libre como para pasar más de media hora metido en la ducha, teniendo una intensa sesión de karaoke mientras masajeaba su cabeza (o al menos, eso era lo que Kaveh solía hacer).
Y pensar que tan solo un par de horas después estaría tan agobiado como para visitar a sus amigos en mitad de la noche en busca de ayuda.
—No te preocupes. Prometimos ayudarte en lo que fuera, y aquí estamos para ti —Tighnari apoyó su cabeza en el hombro de la persona que tenía sentada a su lado. Sus largas pestañas ocultaron sus ojos a medida que los iba cerrando.
—Me da que alguien está agotado —comentó Alhaitham, viendo a través del retrovisor cómo el universitario caía rendido sobre el hombro de su pareja.
Tras un rato en silencio, Kaveh decidió hablar.
—De verdad, estoy deseando que llegue el día en el que pueda descansar. Con su padre en el extranjero, su madre al borde de la muerte, su hermana que todavía tiene algunos problemas de salud... Y ni siquiera ha tenido suerte con su única pareja, una persona que se supone que debía apoyarle.
—Bueno, es cierto que últimamente está conociendo a más gente... Si le va bien, creo que podrá encontrar otro lugar que poder considerar su refugio —el rubio observó en silencio a través de la ventana.
—¿Crees que de verdad irá bien?
—Espero. Quiero que pueda ser feliz con personas incluso más cercanas que nosotros, que pueda confiar en ellos —Kaveh no dijo nada más.
Como era bastante tarde, tuvo que dar varias vueltas hasta finalmente encontrar aparcamiento.
—Ten la llave. No vamos a despertarlo por una estupidez como esta —el rubio le dio a su novio la llave que había encontrado en uno de los bolsillos de Tighnari, para ser más precisos, en uno que se encontraba en la zona de su pierna.
—¿Vas a llevarlo tú?
—No, espera, coño, fallo mío. Dame la llave —Alhaitham sonrió y le devolvió dicho objeto.
Kaveh salió rápidamente del coche. Eso no había sido muy inteligente de su parte, lo que resultaba muy vergonzoso. Por un momento deseó estar en la otra punta del mundo, escondido en algún rincón, tal vez con su cabeza bajo tierra.
Alhaitham cargó a Tighnari con sumo cuidado, dejándole la tarea de cerrar el coche al rubio.
El camino hasta la plaza fue silencioso. Ambos intercambiaban miradas de vez en cuando, pero las palabras simplemente no brotaban.
Ellos sabían bien lo que pensaban. Todo esto debía terminar cuanto antes. Por el bien de Tighnari y de todas las personas a las que quería.