El verde de mi primavera ♡ Cy...

By reazurah

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A Cyno nunca le había llamado la atención el color verde. Le parecía insípido; no era bonito, y mucho menos... More

zero
capítulo uno
capítulo dos
capítulo tres
capítulo cuatro
capítulo cinco
capítulo seis
capítulo ocho
capítulo nueve
capítulo diez
capítulo once
capítulo doce
capítulo trece
capítulo catorce
capítulo quince
capítulo dieciséis ♡ xiaoven
capítulo diecisiete
capítulo dieciocho
capítulo diecinueve
capítulo veinte
capítulo veintiuno
capítulo veintidós
capítulo veintitrés
capítulo veinticuatro ♡ primera parte
capítulo veinticinco ♡ segunda parte
capítulo veintiséis
capítulo veintisiete
capítulo veintiocho
capítulo veintinueve
kavetham ♡ treinta
capítulo treinta y uno
capítulo treinta y dos
capítulo treinta y tres
capítulo treinta y cuatro
capítulo treinta y cinco
capítulo treinta y seis
capítulo treinta y siete
capítulo treinta y ocho
capítulo treinta y nueve
capítulo cuarenta
capítulo cuarenta y uno
capítulo cuarenta y dos
capítulo cuarenta y tres
capítulo cuarenta y cuatro
capítulo cuarenta y cinco
capítulo cuarenta y seis
kavetham ♡ cuarenta y siete
cuarenta y ocho
cuarenta y nueve
cincuenta
AVISO

capítulo siete

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By reazurah

El sol brillaba en lo alto del cielo celeste. Las nubes parecían inmóviles en su lugar, transformadas en figuras reconocibles por los humanos presentes en el festival gracias a la voz de una niña que no dejaba de chillar: "¡Esa nube parece un conejito! ¡Y esa otra un algodón de azúcar!", mientras señalaba con su pequeño dedo índice el inmenso cielo que se cernía sobre ellos.

Algunos alumnos de la universidad reían con dulzura y le daban la razón. Ellos mismos tenían la capacidad de pensar como niños (de vez en cuando) y ver cosas allí donde otros no las veían.

—Qué niña más linda. Seguro que todos están encantados con ella —la mirada de Collei no podía despegarse de ella. Su cabello rubio estaba recogido en dos coletas, un vestido rojo envolviendo su pequeña y rellena figura.

A su lado se encontraba Albedo. No era de extrañar que estuviera aquí, él amaba el arte. Y esa niña probablemente se tratase de su hermana menor, una chiquilla con tanta imaginación que tendría que vivir más en el mundo de Yupi que en su propio mundo.

—Tiene pintas de ser un poco pesada —dijo Cyno desde su lugar, su mirada volviendo a la pantalla de su móvil. La imagen de Aether junto a una joven de cabello celeste apareció justo frente a él. Era una historia de su cuenta privada.

—Tampoco seas así. Seguro que es un amor —sus palabras fueron ignoradas. Su mejor amigo le mostró su móvil, cambiando por completo el tema de conversación.

—¿Es esta la estudiante de derecho de la que te hiciste amiga hace poco?

—¡Así no puedo ver, joder! —Collei le agarró la muñeca y alejó el móvil de su rostro—. Eeeeh... Sí, es ella. ¿Cómo tienes su Instagram? No lo tengo ni yo.

—Ah, pues —le dio al botón para retroceder, mostrando la historia que había subido Aether—. Sorpresa.

Los ojos de Collei brillaron de la emoción. Una tan incontrolable que le robó el móvil a su mejor amigo sin querer.

—¡Es amiga de Aether! ¡Del mismísimo cantante! —comenzó a dar vueltas alrededor del lugar mientras murmuraba mil cosas distintas, ganándose las miradas confusas de sus compañeros, quienes todavía estaban ocupados con los preparativos.

—Oye, mi móvil... —suspiró—. Como sea.

La facultad estaba empezando a llenarse de gente. Al recuperar su móvil, Cyno se dirigió directamente al baño, pidiéndole a Collei que por favor se hiciese cargo de sus trabajos mientras no estaba.

Al llegar al baño, se encerró y se puso en cuclillas, cubriéndose la cabeza con los brazos. No se sentía del todo bien, y no sabía si podría aguantar toda la mañana allí. Tantas horas teniendo que aguantar a tantas personas era desagradable.

Le hacía ilusión que sus trabajos fuesen vistos. Sin embargo, la gente solía acercarse para entablar conversaciones con los alumnos, cosa que a Cyno no le gustaba.

Sabía que las cosas no eran igual que cuando era niño. Los adultos no se iban a reír de él. Los niños solían admirarlo. Y los adolescentes simplemente no le importaban.

Pero algo en el fondo de su corazón, donde la parte más irracional de su ser se encontraba, le decía que no era tan afortunado. Que tal vez, tarde o temprano, todo volvería a ser como antes.

La pantalla de su móvil se iluminó. Era un mensaje de Dehya.

Dedehya
Cyno, ¿dónde estás?
Tu hermana te está buscando

Cyno
Pajeándome
Dile que cuando termine vuelvo a mi lugar 🥳

Dedehya
¿De nuevo en el baño?
Cyno, si algo te agobia, simplemente dilo
No te fuerces a hacer algo que no quieres

Los mensajes fueron dejados en visto. Al ver que Cyno no planeaba responder, su cuñada añadió.

Dedehya

Voy a ir contigo. Espérame.

Cyno no pudo negarse. Realmente, necesitaba el apoyo de alguien.

Aunque, ahora que lo pensaba, Dehya no podría entrar al baño de hombres. Tras dudar un poco, se puso en pie y salió lentamente de allí.

En el exterior había muchas personas. Era obvio que estaba llegando cada vez más gente. Cyno se sintió bastante agobiado, y de repente, la necesidad de retirarse rápidamente de aquel lugar bloqueó su mente.

Como su cuñada estaba tardando mucho, pensó que tal vez podría irse de allí. Tal vez había pasado algo y había decidido no ir. ¿Quién sabe? No era la primera vez que esto pasaba y Cyno comprendía que tal vez su familia estaba cansada de él.

—¿Cyno? —justo cuando dio un paso, una melodiosa voz lo detuvo. Y no, no fue porque quiso quedarse con esta joven que acababa de aparecer detrás de él, no. Fue por el shock.

Su mente no se decidió entre enfrentarse a la realidad o huir de ella. Por eso mismo, quedó atrapado antes de poder tomar una decisión.

—Nilou... —murmuró al verla detenerse justo frente a él. Ahora no tenía escapatoria: si saliese corriendo de repente, los demás pensarían que era un raro.

—Antes me he encontrado con Dehya y me ha dicho que te habías escondido en el baño, así que vine a buscarte en su lugar —sabía que Dehya no estaba familiarizada con el lugar y perdería mucho tiempo buscándolo. Además, como Nilou tenía cierta relación con Cyno (aunque las cosas no estuvieran del todo solucionadas), pensó que él no se sentiría molesto.

—Ah... Ya decía yo —la mirada puesta sobre él comenzaba a incomodarle. Nilou comprendió de inmediato la situación y desvió la mirada.

—Veo que no has podido mejorar mucho en eso de tratar con desconocidos. ¿Por qué accediste a participar en el festival, entonces?

Cyno apretó sus labios. Le daba vergüenza admitir en voz alta que le hacía ilusión mostrar sus trabajos en público.

—Fui incapaz de negarme —mintió. Nilou frunció el ceño y comenzó a buscar algo en el bolso que traía con ella.

—Toma. Si te sientes incómodo durante la exposición, simplemente utilízalo para distraerte —le extendió algo a Cyno. Al observarlo, el joven se encontró con una bola rosa con dos enormes ojos. Era un peluche de Kirby, del tamaño de una mano.

—Ah... Gracias —apretó el peluche. Era suave y volvía a su forma tras un par de segundos—. Me hace sentir oserbvado.

—Ya empezamos —murmuró ella—. Cyno —lo tomó por los hombros.

—Linou —la llamó él de vuelta. La pelirroja respiró profundamente antes de hablar.

—Eres un adulto. Las personas de aquí te van a respetar. Nadie te insultará. Y si lo hacen, da igual. Tienes a muchas personas a tu lado, y no se quedarán quietas mientras alguien está faltándote al respeto. ¿Me entiendes?

A pesar de todo, Nilou seguía siendo la persona que mejor lo conocía. Parecía capaz de leer sus pensamientos y comprender sus sentimientos, era tan... Extraño.

—Sí... Te entiendo —asintió lentamente. Su exnovia sonrió.

—Entonces, ve allí ahora y haz lo que debes hacer.

—Está bien. Intentaré hacerlo lo mejor que pueda... —antes de irse, añadió—. Por cierto, ¿a qué hora bailarás hoy?

—No te preocupes por eso, lo anunciarán por los megáfonos media hora antes. Podrás llegar a tiempo —respondió con tranquilidad. Su exnovio sonrió.

—Está bien. Entonces, ¡nos vemos luego!

—¡Hasta luego! —sacudió su mano de un lado a otro a modo de despedida. Era un movimiento suave, como si se tratase de un movimiento más de una coreografía.

Cyno sintió un peso menos sobre sus hombros. Todo iba a ir bien, definitivamente.

Su hermana y su cuñada iban a estar aquí, si necesitaba ayuda, la obtendría en cualquier momento. Su padre también habría venido, lo que significaba que tenía un apoyo más.

Y además, muy probablemente, hoy volvería ver al hermano de Collei. Así que no debía permitir que los nervios le arruinasen el día.


Tratar con desconocidos no era el punto fuerte de Cyno. Cada expresión, cada movimiento, cada cosa que la otra persona hacía lograba impacientarlo. Se sentía constantemente juzgado.

—Chicos, ¿va todo bien? —la profesora Rukkhadevata paseaba a lo largo de todo el festival, echándole una mano a sus alumnos siempre que podía.

Al ver a Cyno sentado en una silla, con la cabeza colocada entre las piernas (como si estuviese mareado e intentase tranquilizarse), comprendió que no lo estaba pasando especialmente bien. Ni siquiera lo pensó antes de ponerse en cuclillas junto a él, apoyando ambas manos en su pierna izquierda.

—Cyno, ¿necesitas tomar un descanso? Mi hermana menor puede cubrirte y encargarse de tus cuadros mientras no estás —el joven sopesó un momento sus opciones, pero su decisión final fue rechazar la oferta.

—No te preocupes. Puedo hacer esto —se puso en pie y estiró sus brazos. Ya que había empezado, estaba dispuesto a terminar.

—Me parece perfecto —Rukkhadevata sonrió—. En caso de que tengas un problema, ya sabes. Puedes buscarnos a Nahida o a mí, estamos dispuestas a ayudar a quien haga falta.

—Está bien. Muchas gracias, profesora —la mujer se alejó lentamente de allí. La pulsera tobillera que llevaba puesta tintineaba por cada paso que daba.

Su profesora era una mujer hermosa, de buen carácter y paciente. Siempre dispuesta a ayudar a los demás, a dar consejos. Y su hermana era exactamente igual que ella.

Cyno se sentía feliz de tener una profesora así. Esta mujer le transmitía una calma que era incapaz de expresar con palabras.

—Ah... No comprendo por qué tantas preguntas. Estoy harta de hablar. Y no dejo de temblar... —se quejó Collei, lanzándose a la silla sin ni siquiera revisar antes si seguía en el mismo lugar donde la había dejado. Menos mal que Cyno hoy había decidido no mover sus cosas de sitio solo para molestar, porque en ese caso... Collei se habría dado un buen batacazo.

—Ah, Collei, ¿tu hermano no va a venir a verte? —los purpúreos ojos de Collei observaron fijamente a su mejor amigo.

—¿Y ese repentino interés por mi hermano?

—Es curiosidad. Toda mi familia ha venido, ¿sabes? Pero yo todavía no he visto a nadie de la tuya —la joven frunció el ceño.

—¿Acaso sabes cómo es mi hermano?

—Larga historia, lo descubrí hace poco —cruzó los brazos sobre su pecho—. Ahora me arrepiento de lo que conté. El chiste de que estaba saliendo con tu padre era gracioso, pero que sepas que me atrae tu hermano ya no lo es tanto. Te juro que no lo sabía.

—Ya, era la gracia —sonrió—. Bueno, veo que mi hermano se ha chivado —dejó escapar un suspiro. Con lo que le hubiera encantado ver la reacción de Cyno al enterarse de la verdad—. Como sea, él ya está por aquí. Llegó sobre las tres, pero ha estado dando vueltas por otros lugares. Su último destino antes del espectáculo es este. Podrás hablar con él entonces.

Cyno asintió, sintiendo cierta emoción floreciendo en su pecho, acompañada (como ya era normal) de un sentimiento de inseguridad. Deseaba ver a Tighnari, pero temía que viese el cuadro que había hecho pensando en él.

El anuncio que avisaba sobre la obra de teatro y el baile que iban a ser representados en el jardín de la universidad sonó unos minutos después, a las siete en punto. Eso sería dentro de media hora, lo que quería decir que los alumnos que estaban exponiendo debían empezar a recoger a las siete y diez.

—Collei... Estoy cansadoooo —en este mundo existían dos momentos en los que Cyno era insoportable: cuando contaba chistes y cuando se quejaba de algo. Todo esto siempre y cuando se encontrase relativamente bien, obviamente, porque jamás lo culpaban cuando se encontraba en un mal momento.

—Solo diez minutos más, Cyno. Solo diez minutos —la joven le permitió a su amigo tomar su mano. Como ya era costumbre, la menor entrelazó sus dedos—. Además, ¿no te hace ilusión que mi hermano vea tus cuadros en exposición?

—No sé yo. Me da cosita —ambos tomaron asiento en el suelo. A pesar de estar frío y duro, no resultó molesto para ninguno de los dos—. Hablando de tu hermano —recostó su cabeza sobre el hombro que tenía a su alcance. Collei entornó sus ojos, ella también estaba cansada—, ¿podrías darme su número de teléfono? —la joven soltó una carcajada.

—Consíguelo tú solito —una guerra de quejas y negaciones comenzó. Cyno intentó explicarle a Collei por qué debía darle el número de Tighnari, mientras ella rechazaba cada razón, diciendo que debía conseguirlo por su cuenta—. Ya que sois tan unidos, seguro que no te da vergüenza pedírselo —se burló. Su mejor amigo hizo un puchero—. Haces eso otra vez y te meto una hostia.

—¡Pero Collei...! —la joven negó con su cabeza.

—Nada de peros.

—Te pareces a mi padre.

—Me parezco a cualquier progenitor regañando a su hijo —por el rabillo del ojo vio una figura que conocía muy bien. Con su mano apretó la de Cyno, quien seguía recostado, con los ojos cerrados, sobre su hombro.

—¿Pasa algo?

—Mi hermano —susurró.

Aquellas palabras tuvieron tal efecto en él que se puso de pie de inmediato. Tighnari, cuya sonrisa había aparecido al verlos a ambos juntos, saludó con un gesto de su mano a su nuevo amigo.

—¿Ha ido todo bien hasta ahora? —Collei asintió y se acercó para darle un beso en la mejilla. Sus ropas, sucias debido al polvo que cubría el suelo, fueron sacudidas por sus propias manos.

—Genial. Aunque estoy algo cansada de tanto hablar. Tengo la garganta seca —enrolló su brazo alrededor del de su hermano.

—Por ahí están vendiendo bebidas y pasteles. Vamos, te compraré algo —observó a Cyno—. Ven tú también. Yo invito.

—No hace falta, gracias —negó. Tighnari insistió.

—Sí hace falta. Te debo una.

—¿Qué me debes?

—La última vez que nos vimos me diste un pastel. Deja que te invite a algo esta vez.

Cyno dudó antes de finalmente aceptar. La verdad es que sí tenía hambre, pero no quería molestar a Tighnari.

El lugar mencionado se encontraba cerca del escenario en el que Nilou bailaría. Cyno no pudo evitar sentirse algo nervioso. A pesar de haberla visto horas antes, todavía no se sentía listo para verla bailando nuevamente. Sentía que era un tabú.

Los recuerdos de sus días como pareja volvieron de repente a su mente mientras caminaba. Ella solía mostrarle sus bailes de vez en cuando, cosa que él amaba. Sabía que a Nilou le ilusionaba la idea de ser vista, amaba que su novio le diese toda su atención.

Al terminar, él siempre le daba agua y la besaba con cariño, repitiéndole mil veces lo bien que lo había hecho. Tras eso, normalmente acababan en casa de alguno de los dos, tumbados sobre la cama mientras hablaban sobre cualquier tema que les llamase la atención.

—¿Cyno? —la voz de Tighnari lo sacó de sus ensoñaciones. Cierto, ya no estaba con Nilou.

Tal vez era el momento de dejar estos recuerdos ir, pensó al ver al joven frente a él.

—¿Qué? Lo tienso, no esbata escuchadno —todavía se sentía algo mal por lo sucedido con Nilou. Él mismo cortó con ella al descubrir que, a pesar de todo, no se sentía especialmente cómodo al estar saliendo con una mujer.

—Preguntaba que qué querías. Puedes pedir algo para comer si quieres —Cyno asintió distraídamente y tomó la carta, sin ni siquiera fijarse en la extraña sonrisa que sus acompañantes tenían. Definitivamente, se estaban riendo de su magnífica forma de hablar.

Pero de repente descubrió que estaba sujetando la carta al revés. Ahora comprendía por qué se estaban riendo de él. Todo un genio, Cyno.

—Una tarta de queso... Y un té negro.

—¿No es esa una rara combinación? —preguntó Collei.

—¿Qué? No, yo la veo normal —Cyno frunció el ceño—. Por cierto, Tighnari. Toma —le extendió el peluche que Nilou le había dado—. Te dejo jugar con él lo que queda de tarde.

-¿Por qué has traído esto hasta aquí...?

—Me lo ha prestado mi exnovia para que me relajase durante la exposición —se encogió de hombros—. Ha sido útil. Es divertido aplastarlo, así que pensé que tal vez te gustaría tenerlo un rato —el joven lo aceptó, todavía algo extrañado.

—Es un mentiroso, solo quiere alargártelo porque le molesta y luego quitártelo. Yo no confiaría en él —sin embargo, su hermano encontró realmente entretenido aplastar el peluche y ver cómo sus ojos se deformaban.

Un camarero llegó poco tiempo después para atenderlos. Sus pedidos no tardaron en ser entregados, algo normal teniendo en cuenta que a esas horas, el lugar no estaba tan lleno como antes.

—Nari, ¿sabes? La exnovia de Cyno es la chica del cuadro.

—¿Esa de la que me hablas casi todos los días? —Collei rio con nerviosismo y asintió.

—¿Tan bien te llevas con Nilou? —quiso saber su mejor amigo. Ella asintió.

—Últimamente he estado saliendo mucho con Ayaka, Yoimiya y ella. Son geniales.

—Aunque nadie se compara a tu Cyno, ¿no? —Tighnari sonrió—. Juro haber escuchado su nombre saliendo de tu boca más de mil veces.

—Bueno, al menos tengo a alguien que piensa en mí todos los días —Collei soltó una carcajada.

—Ya sabes, siempre que no te sientas querido, piensa que yo siempre te tengo en mi mente —y le lanzó un beso. Cyno simplemente soltó una risa, sin saber exactamente cómo debía reaccionar.

Ambos siguieron conversando mientras comían. Tighnari se volvió silencioso repentinamente, unas expresiones algo extrañas cruzando fugazmente por su rostro.

—Nari, ¿te encuentras bien? —su hermano asintió.

—No te preocupes, simplemente me duele un poco la boca.

—¿Dónde, exactamente? —quiso saber Cyno. El joven de mirada bicolor suspiró.

—Creo que es una muela de juicio. Lleva varios días jodiéndome —el estudiante de Bellas Artes hizo una mueca.

—Yo he tenido que quitarme un par de ellas —llevó un trozo de tarta a su boca—. No es agradable.

—Lo sé. Quiero decir, lo imagino. Nunca he tenido que quitarme una —acarició la zona de donde provenía el dolor. Su hermana apoyó su mano sobre la ajena.

—Pues vas a tener que sufrir ahora —cada vez había más personas en el lugar. La actuación comenzaría pronto.

—No me hace mucha ilusión —Cyno rio.

—Si quieres, puedo acompañarte cuando lo hagas. Te puedo apoyar, como alguien que ya ha pasado por ese infierno —Collei, quien se había abrazado al brazo de su hermano, cerró sus ojos mientras escuchaba la conversación. Cyno estaba avanzando.

—Estaría bien. No creo que nadie más pueda acompañarme —imaginando que su hermana se quejaría, añadió—, e ir con Collei es desalentador. Cuando me encuentro mal, se pone a llorar.

—Tiene razón —murmuró ella. Cyno soltó una carcajada.

—No te preocupes. Yo no lloraré. Aunque si tú lloras, probablemente yo también. Soy muy sesinble —Tighnari soltó una risita.

—Dudo que llore por algo así.

La voz del profesor encargado de hacer algo de tiempo antes de cada presentación los interrumpió. Tanto Cyno como Tighnari se rieron de la reacción de Collei, quien dio un salto en su lugar debido al susto que el hombre le había dado.

—¡Nilou va a salir ya, va a salir! —la joven sacudió a su hermano.

—Ya, ya, controla esa emoción —habló Cyno, con el corazón en la garganta.

Las bailarinas comenzaron a subir lentamente al escenario que habían montado en el jardín. Y cómo no, en el centro se encontraba Nilou, ataviada en un atuendo tradicional, maquillada y sobrecargada de ornamentos. Era hermosa y llamativa, la estrella que más brillaba, la flor más bella. Ella resaltaba entre los demás, como si fuese la princesa de la población.

—No lleva las dos coletas que siempre lleva. Tiene dos trenzas —mencionó Cyno, recordando algo que Nilou le había contado una vez años atrás. ¿Era esto en honor a su abuela?

—No importa lo que lleve, ella se verá bien igualmente. Es lo que tiene ser una belleza —mencionó Collei. Cyno asintió.

Tighnari la observó en silencio. Era hermosa. Era algo que nadie podía negar.

Su cabello rojo resplandecía bajo los focos del escenario. Sus movimientos eran suaves y encantadores, parecía sacada de un libro de fantasía.

Su mirada y la de Cyno se encontraron en cierto momento. Ella le sonrió. Y él sintió cómo la tensión desaparecía de su cuerpo.

Entre Nilou y él ya no existía nada. Todo lo que alguna vez hubo entre ellos había desaparecido.

Entonces, ambas miradas viajaron hacia alguien más.

La mente humana y los sentimientos no son inamovibles. Todo cambia con el tiempo. Y tarde o temprano, ellos superarían lo que había pasado años atrás.

—¿Queréis quedaros a ver el teatro? —preguntó Collei en cuanto los bailes terminaron. Su vista seguía fija en el escenario que anteriormente estaba siendo ocupado por las bailarinas.

—Yo no tengo ganas, la verdad —Cyno cruzó los brazos por encima de su pecho.

—Collei, ¿tú quieres? —le preguntó Tighnari, quien consideraba la opinión de su hermana más importante que la suya.

—Estoy cansada. Quiero volver ya.

—Está bien. Volvamos, entonces.

Los tres se pusieron en pie y estiraron sus extremidades. En ese momento, Tighnari recordó algo: —Cyno, toma. Tendrás que devolvérselo a ella, ¿no?

—Hostia, que lo había olvidado —Cyno tomó el peluche y lo observó en silencio—. ¿Podéis esperarme en la salida? No tengo ganas de volver solo.

—Iremos contigo —Collei juraba haber visto unas horas antes a alguien que no debía acercarse a su hermano, y como quería acercarse a Nilou para hablar con ella, pero no quería dejar a su hermano solo, pensó que esta era la mejor solución.

Cyno chasqueó la lengua. Le hubiera gustado hablar con Nilou sobre algo, pero con ellos delante no podría.

—¡Collei, Cyno! —la chica sonrió al verlos—. Y tú... Imagino que serás Tighnari.

—El mismo —Nilou se acercó a él y tomó sus manos.

—Es un placer conocerte.

—Lo mismo digo —Tighnari inclinó su cabeza ligeramente.

—Bueno, a lo que venía. Toma —Cyno le extendió su peluche—. Muchas gracias. Ha sido bastante útil.

—¡Ah! No hacía falta que me lo devolvieras. Quédatelo si quieres —empujó sus manos y le devolvió el peluche. Cyno frunció el ceño.

—¡No, no! Quiero que lo tengas de vuelta.

—Y yo quiero que te lo quedes. ¡No seas cabezón!

—¡Sabes que soy muy cabezón!

—¡Pues me da igual! ¡Quédatelo! ¡O se lo regalo a Collei!

—Pues se lo doy yo —y le lanzó el peluche a su mejor amiga. Esta lo observó en silencio antes de entregárselo a Tighnari.

—Quédatelo tú —el joven dejó escapar un suspiro, aunque lo cierto es que esta situación le estaba resultando bastante divertida.

—Entonces, yo me lo quedaré —Collei se puso de puntillas para ver tras Nilou.

—Lo siento, me gustaría que nos quedásemos hablando durante más tiempo, pero debemos irnos ya de aquí —le dio un par de tirones a la manga de Tighnari, dándole a entender que algo no andaba bien. Cyno observó confuso este repentino cambio y se despidió apresuradamente de su exnovia, quien se giró para observar tras ella.

—¿Qué pasa? ¿Por qué has decidido irte de repente? —Collei resopló.

—El exnovio de Tighnari está aquí. Ese cabrón... No comprendo su afán de perseguir a mi hermano. Si pudiera, le reventaría esa cara de imbécil que tiene —el cuerpo de su hermano reaccionó negativamente ante la mención de esta persona. Esto no pasó desapercibido para ninguno de sus acompañantes, quienes comprendieron, con tan solo ver su expresión, que algo no andaba bien—. Lo vi hace unas horas. Tenía la esperanza de que se hubiese marchado, pero aquí sigue.

—¿Por qué no nos avisaste antes? —le preguntó Cyno. Si su hermano había estado a su libre albedrío durante horas, pudieron haberse encontrado.

—Porque venía con Alhaitham y Kaveh, dos amigos suyos. Estando cerca de esos hombres, dudo que ese inútil tuviera los huevos de acercarse —sin embargo, estos dos amigos habían tenido que marcharse antes para atender algunos asuntos. Que bueno, ellos sabrían qué asuntos tenían que atender—. Como sea, volvamos ya a casa. Él vive en el lado opuesto, no lo encontraremos a la vuelta —acarició la tensa espalda de su hermano.

—Menos mal —Cyno suspiró—. Por cierto, ¿puedo saber cómo se llama? ¿O qué está estudiando? Me suena mucho su cara. Al verla, me entran ganas de destrozarla.

—Oye, la violencia no es la solución...

—¿Que no? ¿Quién pone las normas en este mundo? —la joven soltó una risita—. Tighnari, vas a dejarme al Kirby hecho mierda. Relájate un poco.

—No es tuyo —le recordó Collei.

—Es una forma de hablar, ¿vale? Soy de barrio, no me juzgues —fingió sentirse ofendido. Su mejor amiga suspiró.

—Lo siento... No era mi intención —se disculpó Tighnari, todavía algo fuera de sí.

—¡Ah, no, no te preocupes! Lo decía de coña. Solo quería que te animaras un poco —acarició su espalda rápidamente—. Collei, quedaos ahí sentados mientras yo voy a ver la parada —señaló unos asientos exteriores que cada vez se encontraban más cerca. Ella asintió con su cabeza.

Los asientos estaban fríos, pero a ninguno le importó.

Esta vez, fue Tighnari quien apoyó su cabeza sobre el hombro de su hermana menor. Era tan vergonzoso mostrar sus verdaderos sentimientos, era tan vergonzoso mostrarse como el cobarde que era.

—Nari, no tienes que preocuparte por nada. Él te hizo mal, pero ahora eres libre de él. Libre de sus normas, de sus críticas. Si te ve por la calle, no volverá a decirte nada —Collei acarició su cabeza. Esto le recordaba a todas esas veces que había acariciado la cabeza de Cyno para que dejase de llorar antes de sus exposiciones. Ah, ¡cuántas veces había tenido que tragarse su propio miedo para poder ayudar a los demás...! Aunque en el fondo, no le desagradaba. Gracias a esos pequeños detalles, sentía que se parecía cada vez más a Amber.

Ahora que lo pensaba... Su hermano mayor y su mejor amigo eran, de cierta forma, bastante similares.

—El autobús al que debemos subir llega en diez minutos. Nos queda sufrir en el banco —tomó asiento al lado de Tighnari—. ¿Te encuentras bien? —el joven asintió lentamente.

—Más o menos —el joven frunció el ceño. Se sentía tan mal consigo mismo—. Pero de verdad, que tan solo lo mencionen me hace enfermar. Lo odio, lo odio con toda mi alma.

Collei apretó sus labios. Tal vez no debió haber dicho nada.

—Y bien que haces. Pero debes saber que, mientras viváis, siempre existe la posibilidad de que os reencontréis —mientras hablaba, Cyno sentía que podría quedarse dormido allí mismo. Estaba agotado—.  El otro día, yo mismo viví esto. Me encontré con una persona a la que deseaba olvidar. ¿Me hizo ilusión? No. Pero simplemente no pude evitarlo. Es algo natural.

Tighnari suspiró. Cómo le gustaría poder aceptar que esa su realidad.

Sin embargo, todavía le resultaba tan difícil...

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