Una Corte De Sombras Y Sangre...

By TheGirlUnderTheLines

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El destino a veces es caprichoso, y con ellos no iba a hacer de menos. Viejas leyendas cobraran vida, peligro... More

P R Ó L O G O
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° C A S S I A N °

—Helion ya se encuentra en la zona —Informó Rhysand mientras ambos avanzamos los pocos kilómetros que quedaban para llegar al punto designado.

Como desde hacía ya días no había nada más que un tono serio y casi inexpresivo en su voz. Suspiré.

Feyre había lucido tan asustada cuando ambos se habían levantado la mañana siguiente y Rhys simplemente se había escondido, o así lo habíamos denominado todos, que ni siquiera ella había logrado apartar esa rancia careta de su cara. Había dejado cualquier rastro de preocupación o dolor atrás, sus facciones se habían fijado en un gesto indescifrable y así había permanecido, incluso ahora.

—¿Estás seguro de esto? —Pregunté de nuevo, tal y como lo había hecho antes de dejar Velaris atrás —Podemos esperar a que ella despierte, Helion puede ocuparse por ahora y luego...

—Mi hermana no va a poner un pie en este lugar —Se giró con un movimiento rápido de sus alas y se empujó a una nueva corriente de aire, más rápida, más lejana.

Rhys aun no la había llamado por su nombre, por ninguno de los dos que ella había recibido.

Suspiré pesadamente y dejé que el aire, aún frío del final del invierno, golpeara mis alas mientras seguía el ritmo acelerado del amigo a quien acompañaba.

Yo no había vuelto a visitarla, no después de dejar la habitación con Nesta minutos después de que ella confesara que su propio poder, aquel el cual el Caldero le había permitido conservar, le temía a lo que fuera que Vyneea sea.

Velaris, aún era extraño referirse a ella de ese modo, y en cierta manera agradecía que no fuera necesario decir ese nombre para comprender que era ella de quien se hablaba. Había algo que me echaba hacía atrás ante la idea de llamarla Velaris.

Nesta también había mantenido su nombre como Vyneea, quizás por razones más mortales y simples que las del resto, puede que ella solo hubiera hecho la costumbre de referirse a ella como Vyneea y cambiar a Velaris le llevaría un tiempo, sin embargo tampoco estaba muy seguro de eso.

Me obligué a despejar la mente cuando ambos descendimos rumbo a la entrada del pasadizo hacia Bajo la Montaña que se situaba en la frontera de Invierno. Rhysand aterrizó primero y lo hizo con tanta fuerza que la nieve a su alrededor se levantó con el impacto, sus alas ya habían desaparecido para cuando yo apenas rocé el suelo con la punta de las botas.

Helion estaba allí, tal y como había dicho Rhys con anterioridad, y a diferencia de su usual toga esta vez usaba un traje más acorde con el cometido, sin embargo este no distaba mucho de la excesiva cantidad de tela dorada y reflectante que Helion siempre cargaba encima. No era muy distinta a mi propio traje de batalla, escamas doradas llenaban sus brazos hombros y torso, de su ancha cadera colgaba un cinturón con varias dagas propias de las forjas de Amanecer, distintivas por el brillo de sus hojas y el dorado de sus mangos. Sus poderosas piernas iban enfundadas en cuero blanco y varias correas para afianzar resistencias en sus articulaciones las cruzaban de un lado a otro. Era extraño verlo de esa manera de nuevo, tal y como había lucido un par de años atrás en la guerra contra Hyberno.

—¿Y la muchacha? —Preguntó él moreno mientras Rhys y yo llegábamos hasta él.

—Ella no vendrá —Informó mi hermano.

El ato lord del la Corte Amanecer escuadriñó a Rhys con los ojos y luego llevó su mirada hasta mi, y a suponer por la seriedad en las facciones de ambos él supo que no era una respuesta sencilla de responder en aquel momento.

—Tengo la ligera sensación de que su ausencia nos traerá problemas &Se limitó a decir entonces.

Rhysand desvió su mirada hasta la entrada seleccionada.

Aún quedaban un par de metros de cueva a la vista antes de que aparecieran los montones de roca derruida que taponaban el acceso a lo que una vez fue la Corte de Amarantha. No puede evitar mirar a mi amigo, pero de nuevo no había nada delator en sus facciones, solo una máscara brutal y necesitada de respuesta.

Podía comprenderlo completamente, su hermana estaba viva y lo único que parecía poder relacionarse con lo que fuera que le hubiera ocurrido durante todos estos años era la maldita Sombra que se alojaba en el interior de aquella montaña de pesadillas.

—La entrada de Killias nos conducirá hasta los pisos superiores —Informó él con la mirada aún fija en al entrada —Elain vio la Sombra en el salón del trono y para llegar allí necesitaremos descender casi hasta el pie de la montaña.

—¿A qué altura llegaremos por aquí? —Preguntó Helion.

No pude evitar sentir una ligera curiosidad ante su pregunta. Él había pasado también cuarenta y nueve años allí abajo, ¿tal era el control de Amarantha sobre ellos como para que ni él supiera eso?

La respuesta que Rhys dió me evitó preguntar cualquier cosa.

—Llegaremos al piso superior de la que fue su área —La sangre se me enfrió en las venas cuando el rostro de Rhys se tornó de un color cenizo —Deberemos pasar frente a su habitación para llegar a las escaleras que nos dejaran camino a los pisos inferiores.

La rabia me escaló por la garganta y por un segundo me sentí asqueado por la idea de que fuera Tamlin quien hubiera dado el golpe final a esa mujer.

—¿Amarantha dejaba que todos sus secuaces pasaran frente a su habitación? —Volvió a cuestionar Helion.

Rhys se mantuvo callado unos segundos y luego contestó.

—Le gustaba mantener las puertas abiertas...—Tragó saliva y apretó sus puños. Quise vomitar —Para ver con sus propios ojos quien se atrevía a cruzar.

Helion no preguntó nada más, seguramente consciente de lo mismo que yo.

Rhysand no tenía que volver a ese lugar, él no debía volver a entrar pero aun así allí estaba. No deseoso de saber que es lo que fuera aquella Sombra si no para tener respuestas sobre su propia hermana quien de un momento a otro había regresado de entre los muertos.

—Entonces no demoremos esto más de lo necesario —Dije mientras dejaba que los sifones en mi armadura se iluminaran.

Ambos asintieron y fue Helion quien se adelantó.

Nada más dar un paso en el interior de la cueva, dejando la nieve y los carámbanos de hielo atrás, la sacudida del poder de las barreras de Helion aún en pie me hicieron encogerme sobre mí mismo. De reojo noté que el propio Rhysand también se había visto afectado por las mismas, encogiéndose sobre sí mismo.

—Supongo que esta barrera aún estaba en perfecto estado ¿no?—Pregunté mientras el alto lord de Amanecer alzaba su mano brillante, revelando un enorme papel lleno de dibujos semejantes a engranajes.

—Pues tu suposición es errónea —Helion giró su mano suavemente y el dibujo se llenó de grietas, luego se difuminó hasta desaparecer —Estaba apunto de ceder...

Un escalofrío me recorrió la espalda cuando la barrera finalmente desapareció y una bocanada de aire pesado, frío y cargado de un olor ferroso procedente del interior de la cavidad me golpeó el rostro.

Me encogí sobre mi mismo y sentí el poder ilyrio alertarse haciendo que los sifones brillaran con la suficiente fuerza como para reflejar su color rojo en las piedras de por sí ya un tono cobrizo.

Nadie había entrado en aquel lugar en años, no después de la caída de Amarantha.

—Rhys —No puede evitar llamarlo —Realmente no tienes que...

—Cassian —Su tono fue mordad, sus ojos violetas estaban oscurecidos y llenos de una sombra triste —Está bien.

Era una mentira pero no volví a forzarlo, asentí y dejé que ambos enfilaron el camino hacia el interior.
Y quizás fuera simplemente mi propia incomodidad al adentrarme en ese lugar pero cada centímetro de mi cuerpo estaba alerta, con cada paso hacia el interior era como si un millar de ojos escondidos entre las rocas a nuestro alrededor nos observaran, vigilantes, amenazantes.

No fue hasta que llegamos al derrumbamiento y Rhys desmaterializó las rocas caídas en una bruma que me forcé a tragar saliva y a ocultar el miedo incipiente. Y por estúpido que sonara me alegré momentaneamente de que ella no hubiera venido, de que no percibiera lo que ahora estábamos rodeados.

Vyneea podía ser fuerte, contener un poder suficientemente moratal como para que la mismísima muerte le temiera pero, Velaris, quien fuera que alguna vez hubiera sido, no estaba lista para algo como esto.

El pasadizo completamente sumido en la negrura se iluminó sólo gracias al poder de Helion y aun así, la oscuridad era tan espesa que incluso los rayos dorados de su amiga flaqueaban al tratar de atravesarla. Rhys se había puesto en la cabeza cuando las intersecciones habían comenzado a aparecer y Helion se había mostrado completamente perdido. Con cada segundo de camino, con cada doblez que Rhys tomaba sin dudar dirigiéndonos al punto exacto me hacía darme cuenta de lo que él había logrado conservar en este lugar, el poder que había podido guardar gracias a las cosas que había tenido que sacrificar. Mi estómago se revolvía con violencia cada vez que imaginaba las manos de aquella asquerosa hembra sobre él, cada vez que recordaba que Rhys, mi hermano, se había entregado de esa manera únicamente para protegernos a todos, a Velaris, a Mor, Amren y Az, a mi.

—No debemos estar muy lejos, en pocos minutos estaremos en la planta superior, debajo se encuentra la que solía ser suya —Rhysand se detuvo. Helion alzó su mano y junto a él observé nuestro alrededor. La estructura del pasillo ahora lograba tener lo que se asemejaban a ladrillo tallados, algunas columnas pobremente trabajadas y en ciertos puntos incluso parecía haber soportes para colocar un par de antorchas —Será mejor inspeccionar todas las plantas, o al menos las salas más relevantes.

Sus facciones estaban tensas.

—Necesitamos saber si como Elain avisó la sombra solo se encuentra en lo más profundo o hay más nacimientos —Helion asintió.

—Igualmente no creo que sea sensato acercarnos más de lo necesario por lo que si nos encontramos de cara con ella será mejor mantener las distancias —Ambos asintieron ante mi advertencia luego volvimos a enfrentar el tramo final del pasadizo.

Lentamente todo comenzó a tomar más forma, el suelo seguía manteniendo ese aspecto descuidado y desgastado por el caminar pero las paredes y los techos, tal y como Rhys había advertido, era una burda imitación de lo que en algún inicio había podido ser la Corte de las Pesadillas. Había extrañas criaturas tallas en puertas que poco a poco aparecían a los laterales mientras el pasillo se ensanchaba y ramificaba en varios más, criaturas que recordaba de la guerra contra Hyberno, algunas semejantes al Attor, otras mucho menos desagradables a la vista.

—Separemonos e inspeccionemos esta planta rápidamente —Rhys señaló su cabeza — Si encontráis algo el canal metal estará abierto para los tres, decirlo.

Ambos asentimos.

Y sin tener oportunidad de decir nada más, cada uno eligió su camino.




×       ×        ×

° V Y N E E A °


—Es una muy mala idea —Repitió Mor mientras rompía el contacto y daba un paso atrás.

Tomé una larga respiración y observé a mi alrededor mientras mi mente se calmaba después de las transportaciones que nos habían traído hasta aquí.

Los árboles carentes de hojas nos rodeaban, el frío se colaba bajo las capas del traje que cargaba y el paraje nevado era algo que no podía decir si alguna vez había visto con anterioridad. Metros frente a nosotras, en una pequeña elevación se encontraba el punto donde Rhysand y Cassian se habían citado con Helion. La entrada estaba desierta pero había pisadas frescas en la nieve que conducía a su interior, tres pares que no dejaba duda de que ellos habían entrado no hace mucho tiempo.

—Al menos deja que entre contigo —Insistió la rubia mientras se frotaba los brazos cubiertos por la ligera chaqueta de cuero, -semejante a un traje de batalla pero sin llegar a serlo-, en la que se había enfundado —No puedes simplemente entrar ahí sola.

Negué dudosamente mientras volvía a enfocar mi mirada sobre ella.

Mis músculos se sintieron tensos, listos bajo el cuero que también me cubría a mi cuerpo por completo. Las correas que se aferraban a mi torso y hombros, también a mis piernas se sentían represivas sobre mi pero era estúpido entrar en aquel lugar sin ningún tipo de protección. Mor mantuvo el gesto encogido con preocupación y yo avancé un paso hacia ella, extendiendo mis manos y tomando las suyas.

—No tienes porque hacerlo —Mor negó.

—Claro que sí, por el Caldero, Vel, no voy a dejarte ir otra vez.

Mi corazón martilleo emocionado debajo de mis costillas. Mor sonrió y yo le devolví el gesto. Ambas nos giramos para enfrentar la cueva, su mano aún unida a la mía con fuerza.

Mis piernas se sentían fuertes, además Mor, de alguna manera con su poder había formado alguna clase de sujeción en ambas, ayudándome a mantenerme en pie de manera mucho más sencilla.

Suspiré y dejé que el frío aire de la Corte de Invierno y su aroma a nieve, roble y abeto penetrara en mis pulmones con fuerza.

—¿Y cómo vamos a encontrarlos? —Preguntó ella de nuevo mientras avanzábamos —No estamos lo suficientemente cerca como para que nos perciban ni como para percibirlos a ellos. Su aroma está presente pero será difícil seguirlo, además Rhys ha cerrado su mente, he tratado de avisarle pero...

—No lo avises, no lo intentes —Mor frunció el ceño —No hasta que estemos lo suficientemente profundo como para que él no nos..., no me haga regresar.

Mor dudó, no era necesario ser un genio para ver el miedo y la preocupación en sus ojos pardos pero aun así, ella asintió.

Entonces caminamos.

La piedra cubrió nuestras cabezas y pronto nos vimos envueltas por la oscuridad del pasadizo. Mor sostuvo mi mano mientras nos adentrabamos con pasos poco seguros, caminar a ciegas no era la mejor opción pero encender un fuego o buscar una fuente de luz podría llevarnos demasiado tiempo. Además, gracias a la visión fae que ambas poseíamos, el camino aún era visible, lo suficiente como para ver el montón de polvo que se arremolinaba a pocos metros de la entrada.

Mor se agachó soltando mi mano, y tomó un puñado del polvo que luego sacudió en sus manos.

—Rhysand debe de haber convertido los derrumbamientos que cerraban el paso en esto. Definitivamente han entrado por aquí, tal y como dijeron,

Asentí y Mor se puso de nuevo en pie. Ambas seguimos caminando ya medida que la entrada a nuestras espaldas se convertía en un punto lejano la oscuridad, el ambiente se iba haciendo más y más espeso, tanto que en cierto punto cuando traté de darme la vuelta para poder ver a Mor no pude encontrarla y si no fuera porque su mano seguía unida a la mía no dudaría en pensar que las paredes a nuestro alrededor se la hubieran tragado.

Era tan extraño, como si un millar de ojos nos estuvieran vigilando, como si cada respiración que dábamos fuera compartida y observada, cada suspiro escuchado por oídos que ninguna de las dos podíamos llegar a ver.

—Rhys va a matarme por esto —Mor tenía la voz temblorosa aunque su agarre se sentía firme contra mi palma —Vel demos la vuelta, es estúpido caminar sin ver el suelo, esperemos fuera y...

Respiré profundamente y silencié sus palabras.

No sabía cómo encontrarlo, cómo acceder a ella pero mi magia existía, se había despertado con anterioridad, solo necesitaba encontrar el hilo conductor hacia ella.

Ignoré el muro agrietado de mi mente y descendí, sumiéndome en un lugar de mi propio ser que no había visitado o conocido hasta ahora, no al menos de manera voluntaria. Y era como si pudiera verlo, como si yo misma escarbara entre mis entrañas y un espacio baldío apareciera frente a mi. Lo observé y lo sentí, frío y oscuro, nada parecido a lo que la magia de Feyre o de la propia Mor parecía transmitir. Me acerqué más y allí, en su centro parecía haber un hoyo, profundo y oscuro, uno que se sentía temblar con cada paso que daba más cerca de él, que me llamaba de manera distante. Un pozo, uno lleno de poder que pedía ser descubierto.

—¡Velaris!

Abrí los ojos de nuevo y ahí estaba Mor.

Su rostro estaba iluminado por la luz pálida que mi propio cuerpo emitía. Alcé las manos y observé mi piel, como si un fuego de llamas frías ardiera bajo mi piel, lo suficientemente candente como para iluminar el estrecho pasadizo donde nos encontrábamos.

—¿Cómo? —Preguntó ella observándome.

Yo negué, no estaba del todo segura de que responder.

—No lo sé pero por ahora tenemos luz —Tomé de nuevo su mano de nuevo, sintiéndose ligeramente más fría que antes —Sigamos.

Mor mantuvo el rostro serio.
Tiré de ella y seguí hacia adelante.

Durante el camino a este lugar ella misma me había contado sobre los pasadizos, sobre cómo supuestamente esa tal Amarantha los había encantado por hacer que el tiempo transcurriera diferente en ellos. Un paseo que podría durar días se haría únicamente en un par de minutos. Había sido Rhys quien le había contado aquello, en general casi todo lo que Mor conocía sobre Bajo la Montaña había venido de él, de los años en los que mi hermano pasó atrapado en sus pasillos y cavernas.

No quería detenerme a pensar en los horrores que habría tenido que soportar, en lo que había tenido que sacrificar para mantenerlos a salvo, a todos ellos. Feyre apenas me había dejado caer lo horrible que había sido su propia experiencia en este lugar, y ella solo había estado encerrada unos meses.

Cuarenta y nueve años sonaba como demasiado tiempo para estar encerrado, sin embargo, cuatrocientos años sonaba como una cantidad impensable de tiempo como para haber estado encerrado también.

Y yo había estado en ese lugar, Velaris, quien había sido anteriormente había desaparecido casi por cuatrocientos años y ahora había regresado, al menos de cierta manera. Porque era innegable decir que ahora ya no era Velaris, o al menos no completamente. Mi aspecto era distinto, mis recuerdos estaban sellados y había simplemente tantas cosas diferentes...

—Velaris...—Mor me sacó de mis pensamientos y me hizo detenerme colocando su manos, la cual yo no sujetaba, en mi hombro.

Alcé la mirada y mi garganta se cerró ligeramente ante la imagen de los pasillos tomando forma. La piedra rojiza la cual ahora estaba escarbada con más detalles creando grandes piezas de ladrillos, arcos e incluso tallas en la propia roca.

Tomé una larga inspiración y enseguida percibí dos aromas conocidos, uno también familiar pero ligeramente exótico.

_Al parecer se han separado —Volvió a hablar Mor mientras llevaba la mirada a el pasillo continuo que se extendía a la derecha —No deben de estar muy lejos, quizás si los buscamos podamos encontrarlos y...

—Yo iré por ahí —Señalé el pasillo por donde el aroma de mi hermano era más fuerte. Mor me miró horrorizada.

—¿Nos separamos? —Asentí aunque su rostro parecía contradecida.

—Si vamos juntas podríamos tardar mucho más tiempo —La miré. Su rostro, su piel estaba horriblemente pálida y no solo a causa de mi luz. Estaba aterrorizada pero no podía evitarlo —Yo iré a por mi hermano, tú busca a Cassian y Helion. Cuando encuentre a Rhys él podrá conectarnos, ¿no?

Ella asintió sin estar convencida.

—Pero no conocemos este lugar, y mi magia quizás flaquee por la distancia, ¿estás segura de poder caminar sin mi? —Asentí.

Rhys no estaba realmente lejos, lo sabía. Solo necesitaba sostenerme hasta llegar a él, luego podría bajar ligeramente la guardia.

Mor suspiró pesadamente y dio un apretón a mi mano antes de soltarla. Mordiendo su labio inferior y con la mirada algo asustada asintió y dio un paso atrás.

—No te desvíes, sigue su rastro y solo su rastro, si ves algo sospechoso regresa aquí —Algo se calentó en mi pecho ante la notable preocupación en su voz —Volveré con Cassian y Helion en pocos minutos, no corras riesgos innecesarios Vel, por favor.

Asentí.

Y sin más Mor se dio la vuelta caminando por el pasillo contrario, mi mirada se enfocó en su mano y algo extraño bailó en mi interior mientras mi magia se extendía a ella como un susurro en el viento. Mor se detuvo en seco en la mitad del pasillo oscuro y levantó su mano la cual ahora brillaba ligeramente con una luz un tono más cálido que la mía. Ella me observó sobre su hombro, un atisbo de sonrisa brilló en sus labios.

No estaba realmente segura de cómo había hecho eso pero podía sentir el temblor en mis entrañas mientras la magia conectaba mi luz con ella, y no me atreví a tocarlo o tratar de intesificarlo. Ella tendría una guía en la oscuridad y eso era suficiente, al menos por un tiempo.

Asentí.

Me di la vuelta rompiendo el contacto visual y avancé a través del otro pasillo sintiendo como en cada paso el aroma y rastro de mi hermano se intensificaban.

No quise mirar las paredes, los retratos grabados en piedra de distintas criaturas, los arcos que se separaban y ramificaban más pasillos, las marcas de garras en el suelo lleno de baldosas agrietadas. No era consciente de las personas o criaturas que Amarantha había mantenido en su corte pero a juzgar por el aspecto del lugar, de lo bestial que resultaba, no podía dejar de imaginar auténticos monstruos atravesando estos pasillos.

Minutos después unas escaleras aparecieron frente a mí y al bajarlas con pasos algo temblorosos me encontré frente a una gran puerta, una que estaba ligeramente abierta y dejaba saber que lo que fuera que hubiera al otro lado había sido un lugar muy importante en su tiempo. Ambas puertas eran anchas y extremadamente altas, como si esta planta, distinta a la anterior, hubiera sido reservada para una sola persona y fuera importante en el lugar. Mis palmas se apoyaron en la piedra de la que las propias puertas estaban hechas, era fría, gélida, era distinta a la piedra de las paredes, cuarzo frío y blanco.

Empujé ligeramente y colé mi cuerpo entre las puertas.

Una figura se materializó en el interior, sumergida en la oscuridad total, rígida y dándome la espalda.

No retrocedí. Es más, me apresuré a adentrarme en el lugar y acercarme a la figura.

Rhys estaba ahí, detenido frente a una muy amplia cama de sábanas rojas destrozadas, carcomidas por el tiempo y las pequeñas criaturas de la montaña. Una espesa capa de polvo cubría todo el lugar y el resto de los muebles aún en pie. Sus ojos violetas apenas se iluminaron cuando finalmente quedé a su lado.

—Rhys —Lo llamé.

Alargué mi brazo y alcé mi mano dispuesto a tocarlo pero sin embargo algo me detuvo, algo propio de mi interior me advertió que quizás en este lugar, quizás en esta habitación él no deseara ser tocado de ninguna manera.

—Pasé cuarenta y nueve años en este lugar —Su voz era oscura, hundida en un tipo de tristeza y dolor diferente —Y todas las noches que pasé en esta habitación, sirviéndola, solo pensaba en que no podía permitir que ella los alcanzara.

Mi estómago se revolvió con violencia ante lo obvio. Él había sido usado por esa mujer, él se había dejado usar de aquella manera para salvarlos a todos...

—Mientras ella se satisfacía yo solo pensaba en que eso, todo aquello, era necesario para que todos estuvieran a salvo, para que ella no llegara a ellos y yo no los perdiera —El pozo en mi interior comenzó a temblar y el brillo de mi propia piel comenzó a desvanecerse, la voz de Rhys era apenas un susurro —No podía permitirme perder a nadie más, no después de haberos perdido a vosotras.

Mis brazos cayeron a mis lados.

&Aquel día fue mi culpa —Él comenzó a llorar, lo supe por la forma en la que su voz se rompió —Si tan solo hubiera estado allí, si hubiera llegado a tiempo como prometí. Ella estaría viva y tú...—Mis dedos rozaron su mano —Tú no te habrías perdido. Quizás todos sería diferente.

—No tenías forma de saberlo —Mi voz también resultó temblorosa.

—Aun así debí haber estado ahí —Su rostro se giró y aunque la luz de mi cuerpo ahora era tan escasa que apenas la punta de su nariz estaba iluminada, pero aun así yo podía verlo. Todo.El dolor, el odio y el rencor propio en sus ojos, la culpa que lo carcomía de una y mil maneras.

—Rhys...

—Igual que ahora tú deberías estar en Velaris, en casa. Deberías estar segura —Sus ojos estaban oscurecidos hasta tal punto que su color era casi imperceptible —Debería desterrar a Mor por haberte traído.

Estaba dispuesta a protestar pero sin embargo su mano tomó la mía y me sostuvo con fuerza.

—Pero sé que no es lo correcto —Tragué saliva y dejé que continuara —Porqué sé que hay algo aquí para ti, para las respuestas que necesitas. Y aunque todos mis instintos como tu herma...—Se detuvo en seco.

Sus labios temblaron indecisos y supe porque estaba dudando.

Él me recordaba al completo, él había tenido el tiempo de hablarlo con Feyre, con Mor, con todos. Había tenido el tiempo de compartirlo con todos menos conmigo. Él no sabía si yo realmente lo recordaba a él, si yo sabía realmente quién era.

—Como mi hermano —Sonreí suavemente —Como mi hermano mayor.

Rhys tembló y sus hombros se sacudieron mientras las lágrimas comenzaron a escurrir con más fuerza por sus mejillas.

Tomé su otra mano y alcé ambas hasta la altura de su pecho, llevando mis dorsos contra este y dejándome sentir el palpitar de su corazón.

Era una melodía conocida, ahora podía decirlo con seguridad.

—¿Cuánto? —Preguntó inseguro clavando su mirada en nuestras manos unidas.

—Bastante —Respondí &La vez que me enseñaste a volar, la noche en que por primera vez conjuraste la oscuridad de los soñadores, las lluvias de estrellas junto a mamá...

Rhys sollozó y yo grité con sorpresa cuando sus manos me soltaron pero sus brazos me rodearon con fuerza.

—A veces...—La humedad de sus lágrimas mojó mi mejilla —Regreso a este lugar, me veo otra vez atrapado. Como si nada fuera real, como si la pesadilla jamás hubiera terminado.

Mis brazos se aferraron a él y aunque su figura cubría mi visión observé de reojo la enorme cama.

La rabia subió por mi garganta como fuego ardiente, mis dedos se tensaron sobre la tela del traje de Rhys y las lágrimas nublaron mi visión.

Yo misma me había encontrado observando curiosa como a veces Rhysand se quedaba alejado, quizás por un par de simples pasos, a veces metros, observando a Feyre y Nyx con algo tan doloroso en la mirada que me había hecho apartar la atención. Él aún se veía atrapado en este lugar. Él aún era perseguido por esta pesadilla.

Abracé con fuerza a mi hermano. No al hombre que ahora era si no, al niño que yo recordaba. A ese muchacho de cabello despeinado y ojos brillantes.

—Es real —Susurré —Todo. Feyre, Nyx, los chicos, tu libertad...

Rhysand se separó lentamente y una de sus manos escaló por mi hombro hasta caer en mi mejilla. Sonrió.

—Tú —Dijo él.

—Yo —Sonreí —Todos somos reales.

Rhysand se giró y sus ojos volvieron a caer sobre la enorme cama. Acto seguido alzó suavemente su mano en su dirección y, aunque no era necesario, movió sus dedos en un chasquido a la vez que aquel mueble donde él había sido torturado por años se convertía en una bruma de polvo rojo y negro.

Dejé una caricia en su espalda sin poder atreverme a romper el contacto.

—Libre &Habló él en un susurro.

Yo no dije nada, sabía que realmente en ese instante aquellas palabras se las decía a sí mismo, yo no necesitaba ser quien se lo creyera.

—Real. La pesadilla terminó.




×       ×        ×

Solo digo una cosa.

D R A M A ✨

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