Inquietante Serenidad

By meeeeerce

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Asesina, demonio, bruja, híbrida y traidora. Así es como Kora Yunuenko ha sido llamada desde que tiene memor... More

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Una fantasía inadecuada

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By meeeeerce


Denny Cowlser

(Capítulo 5)

— ¿Estás preocupado? —Oigo a Eugene preguntarme con curiosidad desde su lugar a un costado de la puerta de mi habitación.

Lo miro mientras termino de cambiarme. No me observa, pero sé que está atento a mi respuesta. Me tomo mi tiempo mientras me coloco unos vaqueros negros, un par de guantes negros que dejan desnudos los dedos y una remera manga larga blanca. Durante esta semana la temperatura ha ido disminuyendo, pero aún no hace el suficiente frío como para abrigarme de más. Aparte, tengo la sospecha de que hoy será un día agitado.

—No mucho —respondo cuando termino de secarme el cabello con una toalla luego de un largo momento. Me dirijo al escritorio para tomar los papeles en los que estuvimos trabajando con Eugene durante gran parte de la mañana y él después de una breve pausa me ayuda.

No dice absolutamente nada durante nuestra caminata a la oficina de mi madre. Se mantiene unos pasos tras de mí, respetuoso, pero sé que en realidad tiene mucho que decir. Es un chismoso.

Al llegar a donde quiero, doy tres suaves toques en la puerta y espero paciente hasta que Elena, mi amada madre, nos abra con una sonrisa.

—Buen día, niños.

Como uno, junto a Eugene realizamos el saludo oficial que representa la mayor muestra de respeto entre miembros de la manada: inclinar la cabeza y llevar la mano derecha, con solo el dedo corazón, índice y anular extendidos, hasta el corazón. Los únicos que no deben realizarlo son los respectivos Alfa y Luna, quienes únicamente responden ante esta muestra moviendo la mano, con los mismos dedos extendidos, de tal forma que baje desde la barbilla hasta el pecho, creando un semicírculo, y que finalice con sus dedos apuntando a quien saluda.

— ¿Terminaron el informe que les encargué? Quiero ver si entre todo este papelerío está lo que ando buscando. Es una lista. Esta semana hay que ir a conseguir los materiales, creo que ya se los dije —nos permite entrar y cierra tras ella. Luego comienza a revolver las hojas.

—Sí, lo mencionaste —le respondo mientras la ayudo con los papeles. Después de unos minutos en los que los tres revisamos todo para hallar la lista, veo una hoja con cosas punteadas—: ¿Esta es la que buscabas? —pregunto extendiéndosela y luego, mientras ella examina el papel, añado—: ¿Aún no llega papá?

Mi padre, Alfa de la manada, salió ayer por la noche rumbo a los límites territoriales para ver cómo está la situación en cada Sector luego de la intromisión de Yunuenko. Muy seguramente fue a reorganizar la manera en que llevan los controles y a regañarlos... es una falta grave lo que ocurrió. Que se les escapen, así como así, varias invasoras y que encima llegaran a la Zona Central... es hasta vergonzoso. Para que entraran, debe haber pasado una de estas tres opciones: una es que los guardias se confiaron mucho y no estuvieron alertas debido a la poca cantidad de ataques a la manada y por ello no vigilaron bien; otra es que estas brujas hayan sido extremadamente sigilosas al escabullirse y, por lo tanto, ni siquiera los oídos de un lobo hubiesen podido percatarse de lo que ocurría; y la otra es que las hayan dejado pasar.

Sinceramente espero que haya sido un error de vigilancia, porque si llegase a ser la tercera opción... mi padre me mandaría a llamar a mí para impartir los castigos.

Pensar en eso no me hace sentir orgulloso. Sé que en toda la manada me tienen un gran respeto por los logros que he conseguido, pero también sé que muchos de estos logros han costado mucha sangre enemiga y eso me ha dado una reputación.

Podré ser un macho amable, respetuoso y que prioriza el cuidado de todos a su alrededor, pero también soy un asesino. Para mantener a salvo a mí pueblo he tenido que purgar manadas de gente malévola y eso no quita el hecho de que fueron vidas que arrebaté.

Soy un buen hombre. Eso quiero creer.

Y seré un buen líder, pero mientras tanto me toca desempeñar papeles que a veces no me gustan. Soy el tercero al mando después de mis padres y, como tal, me encargo de liderar las tropas de guerra de los cuatro Sectores limítrofes, razón por la que suelo viajar mucho. Ahora debo permanecer aquí, vigilando a la bruja, pero quien tendría que estar allá buscando a los responsables, en lugar de mi padre, debería ser yo. Todos los soldados responden a mí y yo designo personalmente a los que deben hacerse cargo en mi ausencia.

Todos a eso lo saben bien, pero también se sabe que cuando se trata de errores e incumplimientos, quien imparte mano firme a la situación soy yo.

Una vez oí comentar a un soldado que suelo diferir mucho en cuanto a actitud cuando estoy en los Sectores limítrofes y en el Sector Central. En ese entonces pensé el por qué por un largo tiempo hasta que lo comprendí.

Como bien sé, el Sector Central se caracteriza por algo muy particular: casi no hay guerreros. ¿Por qué? Porque aquí es en donde se centra la población "frágil". Hay ancianos, enfermos, adultos que no pueden hacer trabajos pesados por razones médicas y muchos niños.

Y en los Sectores limítrofes está el resto, conformado principalmente por guerreros y exploradores. Allá se maneja todo lo que produce y necesita la manada. Hay granjas, criaderos, almacenes, fábricas, armerías, más licántropos y un sinfín de cosas que aquí apenas hay.

Hace años se creó este orden. Nadie se opuso a nada. La prioridad de todo lobo respetable siempre es proteger a los necesitados y a nuestros seres queridos. Así que, ¿por qué no crear justamente un lugar donde mantenerlos a salvo y velar por su cuidado? De ahí nació la Zona Central, el corazón de la manada. Fuertemente protegido por cuatro divisiones que, con orgullo, trabajan por un bien mayor.

Aquí es donde los bebes nacen; donde los adultos fallecen en tranquilidad; los enfermos se tratan; y los niños crecen. Obviamente todo esto también ocurre en los otros Sectores, todos tienen la opción de elegir si quedarse en uno de ellos o venir aquí, pero el punto es que acá se ofrece la protección adecuada, lejos de las turbulencias a veces no tan comunes de los límites fronterizos.

Con eso fue que me di cuenta de por qué ese soldado veía en mí dos facetas distintas de personalidad. Entendí que, al tener la responsabilidad de comandar en los otros Sectores y procurar su cuidado, así como el cuidado de la Central, con ellos soy mucho más estricto y serio allá que aquí.

No lo vi como algo malo. Supongo que para mi puesto como futuro Alfa es necesario tener ciertas actitudes para determinadas cosas y situaciones; no puedo tratar a un enfermo terminal, o a un niño, igual que a un soldado.

Tampoco puedo hablar de planes defensivos, tratados diplomáticos, entrenamientos y disturbios con el mismo tono con el que hablo de dibujos a crayón, cuidados natales y medicamentos.

Aquí, soy Denny. Quien demuestra amabilidad, atención, cuidados y seguridad, sobre todo esta última. Trato de mantener la sensación de paz para los que justamente la necesitan.

Y allá soy el Comandante del ejército, el Defensor de tierras, soy el hijo de Elena y Mark Cowlser, líderes de la manada, y soy tercero al mando y futuro Alfa. Podré mostrar amabilidad y atención, porque todo buen líder debe escuchar, pero también debo mostrar determinación, dominancia, seguridad, justicia y autoridad. Nada, ni mucho menos nadie, puede hacerme sentir menos digno del puesto que merezco.

He luchado años protegiendo a los míos, he logrado mantenerlos a salvo y he demostrado ser digno de seguir velando por su integridad. Conseguí muchos tratados comerciales y de paz, para que las futuras generaciones crezcan con apoyo; también con ayuda y esfuerzo se pudo estabilizar y expandir una manada que antes no superaba los cien licántropos. Conseguí que nuestro hogar sea un sitio mayormente seguro y también que haya armonía. Soy el guerrero más hábil y capaz, el líder más adecuado para gobernar. No lo digo con egocentrismo, sólo es la verdad.

De ello si estoy orgulloso, y agradecido.

Pero para ser un buen líder aun me falta algo, o más bien alguien. Alguien que mi padre ya tiene a su lado y que yo aún no he encontrado.

—Sí, ya la encontraste—me dice mi madre, sacándome de mis pensamientos.

¿La encontré?

— ¿Qué? —le pregunto. ¿Está hablando de...? Ella me mira, extendiendo en su mano la hoja que le entregué hace unos instantes.

—La lista, aquí está —dice. Ah, que idiota. Me olvidé por completo de lo que hablábamos. Mamá se va hacia su escritorio mientas lee el papel—: Y tú padre llegará probablemente en la noche, hijo. Ve a recibirlo en la División Norte, ¿sí?

Eugene carraspea sutilmente a mí lado, sacándome y percatándose de la bruma en la que me he sumergido sin darme cuenta. Joder, tantas noches de insomnio me están pasando factura. No hago más que pensar en las intrusas, en lo que ha acontecido luego del ataque e incluso en mi compañera, la cual aún no he hallado. ¿Estará todo relacionado? Ugh, que estupideces pienso. Necesito dormir.

Está bien. ¿Necesitas algo más? Debo ir a supervisar el entrenamiento —aviso, señalando con el pulgar en dirección a la puerta. Mamá sonríe, divertida.

—Puede que más tarde vaya a echar un vistazo, algo me dice que será... interesante de presenciar —dice y pregunta—: ¿Vas a poder arreglártelas?

—No creo que sea peor que entrenar a soldados en la frontera. Lo tengo controlado, no te preocupes —le sonrío. Me acerco hasta ella y planto un beso en su sien, despidiéndome.

Definitivamente no es como entrenar a soldados en la frontera; es mucho más divertido y curioso.

Cuando ayer por la noche le expliqué a Yunuenko las pautas y la forma de entrenar a la gente creí que todo iba a salir perfecto. No obstante, no contaba con que la bruja era de todo, menos paciente.

No sé cómo habrá sido su vida en el aquelarre de donde proviene, pero estoy seguro de que jamás le toco manejar a infantes traviesos y con cero ideas de lo que es usar armas para herir o defenderse.

Repito, en este Sector casi no hay guerreros, pero a su vez los hay. El resto de la población tiene conocimientos de lucha, pero son muy básicos. Hay niños que no saben nada, adultos enfermos que aprendieron lo justo y necesario, y ancianos que fueron grandes luchadores, pero que ahora la edad ya los está debilitando. Yunuenko no se va a cruzar con ignorantes del tema, pero sí con muchos aprendices y no sé cómo se va a manejar con ellos siendo ella tan... bravía.

Por lo general, en la manada no se empieza a entrenar a los niños hasta los diez años, e incluso a esa edad tampoco les enseñamos demasiado, sino solo lo suficiente hasta que tengan la edad apropiada para empezar el entrenamiento pesado. Hay algunas excepciones, claro, yo fui una cuando comencé a los siete, y también a veces se presentan casos de niños que quieren aprender voluntariamente o por influencia de sus padres guerreros.

Y, por lo que veo, a Kora Yunuenko eso la saca un poco de sus casillas.

Al explicarle con lo que debía empezar a entrenar a los menores me miró durante unos segundos bastante incrédula. Cito lo que ella dijo un momento después: «¿Tienen niños menores de diez años que aún no saben manejar cuchillos?».

Imagínense mi cara.

Creo que en verdad no quiero saber las costumbres del Aquelarre Zuwnko.

De todas formas, luego de largas horas de dialogo, llegamos a un acuerdo y no hubo más quejas por su parte, o bueno, ese día no hubo quejas por su parte, pero ahora... aquí estamos.

— ¡Así no es como se hace! ¡Veinte veces te lo he repetido, por la Madre Oscura! —la escucho exclamar con exasperación y un poco de tacto a Yuntiel, un infante de unos once años bastante tímido.

Algunas risillas se sienten a mi alrededor. Incluso mi boca se curva ligeramente. No me parece muy bien que les griten a los niños, pero en un entrenamiento de lobeznos salvajes quizá sea un poco necesario. Además, la sonrisita que Yuntiel les da a sus padres cada vez que Kora no observa, nos hace saber a todos que está siendo bastante travieso.

Pero igual continúo supervisando con atención. Empezamos hace una hora a entrenar y le he ayudado con algunas demostraciones. No querría que ningún niño pase por un mal momento. No debo confiarme, a la bruja nadie la conoce del todo y su reputación deja mucho que desear. Quizá por eso de vez en cuando me tomo largos segundos para observarla fijamente.

A millas se nota que se está conteniendo; varios padres y chismosos que observan han dicho o pensado lo mismo y la halagan por ello. No creo que sea fácil entrenar a niños con poca experiencia y de una especie diferente a la suya, e incluso siendo vigilada por varios ojos escrutadores. Y encima lo hace de una manera... que tiene a muchos suspirando; ya sea de asombro, miedo, aprobación o deseo, definitivamente ella sabe moverse. Sabe lo que hace y lo realiza con tanta fluidez, elegancia, ferocidad y pasiva violencia ­por más contradictorio que suene­ que deja a muchas y muchos alucinados.

Ella es alucinante, pero también es una asesina. Me repito lo mismo una y otra vez. No sé por qué, pero recordar esa ultima parte se me hace un poco, bastante, difícil. Quizá sea su apariencia joven y serena lo que me hace complicado comprender que ella ha matado decenas de personas; quiero decir, cuando me hablaban de ella siendo un niño, creí que me contaban de alguien mucho mayor y de aspecto psicópata. Todavía no puedo creer que ella sea Kora Yunuenko, probablemente la mejor asesina del continente.

Llegó hace cinco días. Sus heridas cada vez lucen más sanas, casi desaparecen por completo, y ahora se ve muy diferente a como se veía al llegar. Sin duda alguna ella es...

Respiro hondo, cada vez que pienso en cómo luce me siento extraño. Así que intento no divagar mucho por ese lado, lo mejor será centrarme y pensar en otras cosas menos arrebatadoras.

O al menos eso trato, ya que al mirar a Yunuenko, veo cómo sus ojos se abren exasperados al notar el vago intento de puño que le enseña Yuntiel. Quizá ella lo hace sin darse cuenta, pero la manera en que mira hacia el cielo buscando clemencia logra hacerme carcajear. Aunque no debería, ese gesto suyo me gusta, lo ha hecho varias veces conmigo... supongo que suelo ser algo insoportable si me lo propongo. A veces lo hago adrede para sacar de ese inexpresivo rostro algo, lo que sea, que me muestre que ella está con vida.

Veo como toma una larga respiración y observa al pequeño con serenidad. Ya comienzo a descifrar unas cuantas de sus silenciosas miradas, así que aparto mis codos de las rodillas y me pongo de pie, debo echar un vistazo más de cerca a lo que, efectivamente, se viene.

Y no me equivoco. Ella, rápida, se acerca a Yuntiel y lo sostiene de las muñecas, volteándolo y agarrando bien sus puños. Luego se arrodilla, logrando que sus fuertes y engrosados muslos se noten más, haciéndome tragar saliva con pesadez, y termina enderezando la espalda del menor.

—Pies firmes a la altura de la cadera, mocoso —le espeta, pero hay contención en su voz. Mi pecho se hincha ante eso, ella en serio se está esforzando en no crear problemas con nadie y, a la vez, en disciplinar bien a los niños.

—Tú, ven aquí —le ordena a Raenea, una chiquilla realmente tormentosa. Ella se acerca sonriente. Si Yunuenko se quejaba de Yuntiel, que se cuide con esa niña... es un tanto revoltosa, con gran personalidad enérgica: Quita esa cara. Vamos, golpéalo —dice, para asombro de muchos padres, con brusquedad.

Sonrío otra vez. Perdón, pero es tan bruta que me está empezando a agradar.

Me sereno cuando siento la mirada de algunos adultos. Seguramente piensan que debería detener a la bruja, pero no lo haré. Estamos en una situación precaria, no hay tiempo que perder en sutilezas y tacto. Si los dejé vigilar, fue por lo extrañeza de los eventos, pero deben comprender que así se debe entrenar y que, ante todo, los estoy cuidando. Si noto que algún niño está en peligro real, aquí estoy yo para defenderlos.

Al menos los padres contrariados son la minoría. Muchos, por no decir todos los adultos, de jóvenes pasaron por esto y saben cómo es. Que los niños comiencen a desenvolverse en sus labores futuros es motivo de orgullo. Cualquier padre debería sentirse alegre de ver cómo sus hijos aprenden a cuidarse, yo lo estaré en gran medida cuando llegue mí turno.

La niña, luego de ver a sus papás dándole apoyo, arremete contra el niño que todavía Kora mantiene pegado a su cuerpo, moviéndolo a su antojo. Asiento con aprobación al ver ese derechazo de Raenea, se nota que será una gran guerrera en las filas.

Ataca de nuevo, la vuelven a esquivar; ella arremete contra el niño otra vez. Luego, cuando otro golpe va en su dirección, Kora libera a Yuntiel y deja que él solo se las arregle, tiene suerte la primera vez, pero a la segunda se lleva un puñetazo de sorpresa. Él no gimotea ni se queja, simplemente se ceba la mejilla. Asiento otra vez, me gustará ver el desempeño de este mequetrefe.

—Bien hecho, niño. Tú, niña, excelente —Yunuenko les felicita, aunque más bien parece que los regaña, pero supongo que se está esforzando en ser gentil—. Ahora todos escojan pareja y trabajen en conjunto lo que les expliqué antes de esta... demostración.

Todos los pequeños corretean para escoger a su pareja mientras me decido por fin a acercarme a la bruja. Sus ojos curiosos me evalúan al llegar, se ven un poco grandes cuando lo hace; la diferencia de altura, pese a que no es tanta, hace que se vea muy... no lo sé, pero me hace verla con una sonrisa.

Me detalla durante un momento y yo me tomo el atrevimiento de hacer lo mismo. Hoy hace calor, por lo que casi cautivado veo como desciende desde su sien hasta su cuello una gota de sudor. Subo los ojos a los suyos antes de que estos empiecen a bajar por lugares pecaminosos.

—Gracias —le digo, desviando la vista hacia los niños. Vigilando que no se lastimen.

— ¿Se puede saber por qué?­­­ ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­—me pregunta.

—Me hiciste ganar mucho dinero —respondo. Una sonrisa tira de mis labios al pensar en la apuesta que hicimos con algunas señoras mayores.

—Nosotros... apostamos sobre cuánto aguantarías sin arrancarle la cabeza a alguno. La mayoría te dio treinta minutos hasta que corriera sangre, pero yo te tuve fe —explico con diversión y le guiño un ojo mientras le doy un empujoncito con el hombro.

Lo admito, se me escapó de los nervios. Esto de intentar aligerar ambientes nunca se me dio muy bien.

Ella hace la miradita al cielo antes de fruncir el ceño.

—Dile a alguien que supervise el resto de la práctica, vamos con los más grandes —me pide, dándose la vuelta en dirección a donde nos espera el otro grupo. Asiento, de acuerdo. Ya está por llegar la hora del almuerzo, lo mejor sería empezar con el resto para llegar a tiempo.

Está vez estoy más curioso. Le expliqué a Kora que el entrenamiento con los niños sería uno básico, pero ahora que vamos con los adolescentes el nivel aumenta. Durante el transcurso camino detrás de ella, mirando como se limpia el sudor de la frente; no luce cansada pese a las horas que lleva moviéndose. 

Al llegar, todos se están estirando por su cuenta. Son más de veinte, pero eso no intimida ni un poco a la bruja, quien se acerca a paso decidido. La mayoría voltea a verme y saluda con el saludo disciplinario de la manada, el cual les respondo con rapidez, pero luego les señalo que ocupen sus posiciones y ellos acatan en silencio sin chistar. Toda su atención ahora está en Kora.

—Mézclense —ordena con un movimiento de muñeca, desde un principio deja en claro que con ellos no va a gastarse en tener paciencia y contención. Yo mismo se lo pedí, ya son casi adultos, así que le di a Kora la libertad de ser un poco más dura con su entrenamiento—. Dígame alguno hasta dónde han sido instruidos anteriormente.

Ya le mencioné anoche un poco de lo que han visto, incluso luego en una reunión mi padre le explicó que ya algunos estaban siendo entrenados por la primera transformación porvenir. Aun así, no está mal que ella quiera preguntarles para saber concretamente qué es lo que aprendieron.

—Hemos hecho combate cuerpo a cuerpo, pero sin armas. Más allá de eso no nos han enseñado —responde Freyda, la prima de Raenea, ubicada casi al final del grupo.

—Muchacho, acércate —dice Kora de repente. Observo a Milo obedecer en silencio y evalúo la forma en que esquiva el férreo puñetazo que la bruja le dispara. Reacciona rápido, como muchas veces lo ha hecho en sus entrenamientos diarios con otros maestros. Se desenvuelve muy bien, es uno de los que aprenden rápido y veo la satisfacción en el rostro de Kora antes de dejarlo ir. Están muy lejos de ser expertos, todavía ni siquiera son adultos, pero al menos saben más que los infantes.

—Muy bien. Denny, alcánzame el baúl —me pide y se lo acerco un momento después. Le echo un vistazo a las armas antes de observar los escurridizos ojos de Yunuenko, que ven muy centrados el interior de la caja.

—Por hoy usaran esta arma con su respectiva funda, la próxima clase no, así que no se irán hasta que aprendan a dominarla o hasta que yo lo considere suficiente —dice. Me remuevo un poco, expectante. Estoy deseando ver como se maneja en combate, no pude observarla pelear durante el ataque de hace unos días, pero al menos puedo estudiarla aquí. No todos los días tienes a una de las mejores guerreras parada a unos metros de ti.

—Lo primero es la posición del cuerpo —se mueve para mostrarles y ellos le copian al instante, posicionándose—. Luego la forma en que sostengan el arma —les enseña con fluidez—. Y por último el movimiento y la fuerza que implementen para dar el golpe —da un certero ataque hacia frente. Escucho perfectamente el sonido del aire ante el movimiento, es como si lo cortara. Me mira de reojo mientras me señala la caja. Me acerco hasta esta y tomo otro cuchillo al azar—. Observen.

Nos colocamos en posición y la ataco sin titubear. Arremeto muchas veces y ella detiene cada golpe con su cuchillo. Dios, su táctica es impresionante. Esquiva, se defiende y ataca de una manera que me tiene sudando adrenalina y emoción. Ambos nos contenemos bastante, pero aun así sus movimientos son monstruosos, en un buen y satisfactorio sentido.

En un momento, ella frena mi acometida con su antebrazo, lo cual hace que se me suba el corazón a la garganta por creer que estuve tan cerca de lastimarla; pero, cómo si hubiese echo cientos de veces el mismo movimiento, ella simplemente evita la hoja enfundada, lo cual me hace sentir algo estúpido al olvidarme que llevaba funda; y luego, con el brazo restante, intenta soltarme un golpe certero, pero la detengo con facilidad al empujar con la mano su hombro, desviando el arma.

No obstante, mierda, no tomé en cuenta que quizá ese movimiento defensivo era lo que justamente ella esperaba que hiciera y cuando quiero darme cuenta, tal cual serpiente, rodea mí pierna mal colocada con su pie.

Lo siento, pero pelear con Kora Yunuenko me tiene jodidamente extasiado, diría que hasta un poco empalmado. Ver su rostro salvaje, completamente determinado a ganar la pelea, y el brillo vivaz en sus ojos debilita mis piernas. Me tiene sonriendo como un maldito idiota cuando, sin dudar, me derriba contra el suelo y coloca su cuchillo en mí cuello.

Jadeo, me siento totalmente descolocado.

Nos miramos por unos segundos antes de que ella se levante de encima mío con fluidez. Ni siquiera me da un vistazo, solo me deja ahí tirado como si no fuera más que un pedazo de basura. No sé por qué, pero el que actúe tan altanera hace que sienta los pantalones algo apretados. 

Respiro hondo antes de ponerme en pie mientras coloco disimuladamente mis manos unidas al frente.

—Cuervito, ven aquí —la escucho decir. Veo con curiosidad la situación cargada de tensión. No sé a quién le habla, pero me sorprende ver que Ian avanza entre el grupo. Él es un muchacho bastante cerrado, nunca tuve la oportunidad de conocerlo bien debido a mis constantes viajes, pero siempre que hemos hablado lo he sentido cómodo a mi lado.

Suele ser muy inexpresivo, pero se nota un poco contrariado. Su ceja enarcada es una clara señal de eso mientras se acerca, retador.

— ¿Mis clases te aburren, Cuervito? —le pregunta Kora con falsa indiferencia.

—Ian —le espeta él. Frunzo el ceño ante el tono.

— ¿Oíste eso? —me dice de pronto ella—. ¿No escuchaste algo? Se oyó como un pajarito —Oh, entiendo. Niego, divertido mientras le sigo el juego, ella voltea a mirar a Ian otra vez—: Creo que hace un momento te hice una pregunta.

—Sí —responde con determinación. Lo cual tensa un poco la espalda de Kora y, por lo tanto, la mía.

— ¿Sí? ¿Y eso por qué? ¿Acaso ya sabes lo que planeo enseñarte? —pregunta y él rueda los ojos. Kora, tomándome por sorpresa, lo empuja chocando sus manos contra el pecho de Ian tan fuertemente que casi lo envía al suelo. Clavo mis pies en el suelo, veré como maneja la situación e intervendré solo si es necesario—. Si lo sabes, ¿cómo no pudiste prevenir eso?

Las risas de sus compañeros no se hacen esperar, no entiendo qué le ven de gracioso. Me parece que mañana los haré correr unas vueltas más por irrespetuosos. No tiene nada de cómico lo que está ocurriendo.

Kora tiene los puños apretados, es obvio que esta falta de profesionalidad le molesta. Se gira con intención de ir a buscar más material del interior de la caja y estoy por acercarme a regañar a los muchachos, pero veo como Ian se abalanza con molestia contra Yunuenko.

— ¡Ian! —le advierto en tono amenazante, pero demasiado tarde, ya se cierne sobre ella con sus brazos envueltos desde atrás, aprisionando su cuello y hombros.

—Tan temperamental —se queja ella despacio en medio de un jadeo. Frunce el ceño, muy molesta, antes de intentar sacárselo de encima.

Lleva el codo violentamente contra su estómago, logrando que afloje un poco su agarre y vuelve a hacerlo otra vez, después lleva sus manos a los brazos de él, inclinándose hacia el frente, y lo hace pasar de largo por sobre su cabeza directo al suelo arenoso. Él, rápido, va a por sus piernas, pero de una patada en las costillas lo aleja. Mis hombros suben con pesadez, Ian es muy testarudo y a veces le dejo pasar ciertas cosas, pero atacar a un superior está mal, así que no me acerco y dejo que Kora se haga cargo.

Él comienza a levantarse y con ambos brazos envuelve la cintura de ella, empujándose fuertemente a los dos contra el suelo. Ian también es de los que luchan bien, no me sorprende que la haya mandado a volar con ese golpe, varias veces lo he visto usarlo. Intenta luego darle un golpe en el rostro, pero, joder, Kora ni tiembla en romperle la nariz de un golpe con la frente, sacándolo de balance.

Creo que acabo de desarrollar una nueva especie de fantasía.

Un segundo después, lo tumba contra el suelo y le da vuelta, enterrando su rostro en la tierra. Le deja tomar aire cuando se retuerce y luego de someterlo a su voluntad, le susurra algo inentendible al oído.

Ian se retuerce, furioso, pero sorpresivamente se controla hasta que Kora lo libera, empujando su rostro una última vez contra el piso.

Él se levanta, sacudiéndose la mugre y vuelve a su fila. Definitivamente mañana recibirá más entrenamiento como castigo, al igual que sus compañeros burlones. Estos últimos quizá hasta se queden un poco más.

— ¿Alguno de ustedes quiere que también le retoque un poco la nariz? —Yunuenko los amenaza, su voz oyéndose ronca. ­­Ellos apartan la vista, atemorizados, mientras niegan con la cabeza.

Y yo... pues me obligo a no soltar un «Yo quiero».

¡Hola, bellezas! ¿Cómo han estado? 🥰

¿Qué les pareció el capítulo? ✨️

Ya faltan cuatro capítulos especiales narrados exclusivamente por Denny. 🖤

Espero que les haya gustado el capítulo de hoy💞, ¿qué capítulo quieren que narre Denny en el siguiente especial? 😃

¡Háganmelo saber para el capítulo por venir! 🔥

¡Nos vemos en la próxima actualización, cuídense mucho!

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