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By mr_gdaf

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Prólogo: "a los amores pasados"
III
IV
VI
VII
~E~
VIII
IX
XXIII
XXIV
XXV
XXXVIII
XL
XLI
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
XLVII
XLVIII
XLIX (~M~)
L (Epílogo, parte 1)
LI (Epílogo, parte 2)
LII (Epílogo, parte 3)
LIII (Epilogo, parte 4)

~J~

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By mr_gdaf

Primera parte: cicatrices, un ladrón de colores, y sueños en mitad de la noche.

Todavía no se va. Me despierto en mitad de la noche soñando que su rostro está contra la ventana, mirándome todo lo cerca que puede. Sus ojos, inyectados en sangre y hundidos en locura se clavan en mi rostro, su boca derrama saliva como un animal con la rabia, su respiración es tan agitada que se escucha a través del vidrio. Todo apunta a que si le dejo entrar, va a acabar conmigo. Ese psicópata que tantas noches me apuñalaba una y otra vez, con su cuchillo atravesando mi pecho, cortando y desgarrando mi carne mientras se reía de la forma más sádica. A cada corte que me daba más lo disfrutaba.

¿Quién se ha portado mal?

Mis cuerdas vocales yacían mudas de tanto gritar. Los borbotones de sangre volvían mi piel roja, casi podían inundar la habitación. El monstruo pierde la cabeza por mi sustancia vital, de la forma más asquerosa se deleitaba con todos sus sentidos: olía con detenimiento, pasaba las yemas de sus dedos por encima, lamía de la forma más retorcida y sus pupilas se dilataban cada vez más.

No vas a escapar de mí.

Cada vez que sueño con él es lo mismo. Me despierto en mitad de la noche y estoy solo en mi habitación, ni siquiera hay nadie en la ventana. Lo único que siento son las cicatrices de tantos cortes. Me dijeron que eventualmente se irían, pero a día de hoy permanecen, les queda mucho para irse. Duelen al tacto, pareciera que a cualquier movimiento brusco pueden estallar de nuevo y desprender nuevamente litros y litros de sangre. Me levanto para mirar por la ventana pero ya no es lo mismo. En el cristal está dibujada su silueta y las calles han perdido su color. Más bien el enfermo se lo llevó. Dejó todo con tonos pálidos, y así se quedó incluso después de haberlo echado. Parece que esos tiempos se ha quedado atrás, pero sigo teniendo miedo de que un día, en el silencio de una noche en la que la Luna no brille abra la puerta de un portazo y empiece a torturarme otra vez.
Diría que ahora me da más miedo el silencio que antes. Me inquieta demasiado.

Segunda parte: mentiras

No entiendo en qué momento se truncó todo.

No me creo nada de lo que me dicen. Antes solía ser más confiado, lo que pasa es que hubo un momento en el que ya no me fiaba de nadie. Aunque pueda parecer que fue de repente, seguramente fue algo progresivo. Lo que sí recuerdo con claridad fue la persona que me demostró que no podía depositar mi confianza en ella. Y se me hace raro porque en un principio le confiaba hasta mi vida, pero un día empezó a cambiar todo, de forma muy sutil. Ya no me sonreía, siempre iba con prisas... Antes de que me diera cuenta había ocurrido lo peor. Ya no era una persona a sus ojos, era un objeto. Una mascota. Algo inferior a su percepción. Mi palabra no valía nada, sus normas eran obligatorias cuyo incumplimiento incluía pena de muerte y sus halagos quedaban hundidos en una pila de mierda.

Eres lo que más quiero en este mundo,
¿lo sabes no?

Me cuesta creerlo. Esa misma boca que afirma quererme tanto es la misma que me humilla con palabras, calificándome de incapaz, de basura y de estúpido. Como decía, todo se tornó distinto. No sé si estuve ciego durante mucho tiempo o algo ocurrió, pero lo que sí sé es que ahora mismo, no me va a ver como alguien a su misma altura. No soy alguien que merezca ese respeto.
Estoy cansado de palabras falsas, ¿quién más me miente de esa manera? Desde luego no me puedo fiar de nadie más.

Tercera parte: oídos sordos

¿Cómo podría confiar en alguien?¿En qué punto termina el egoísmo humano y comienza la verdadera empatía y amor al prójimo?¿De verdad eso que dicen sentir es real?¿Cómo lo puedo saber?

No puedes.

En ese momento apareció la bestia. Miraba a la gente y solo veía cascarones vacíos llenos de ambiciones absurdas. No comprendía sus palabras, me hablaban y veía sus labios moverse haciendo ruidos raros, pero no sabía cuál era el mensaje. Rostros tristes de un lado para otro, logros superficiales insignificantes. Realmente parecía que todos esos recipientes se habían olvidado de que en algún momento todo eso iba a terminar, y que nada de lo que hablaban importa.

- Oye, ¿a ti no te da miedo la muerte?
- Qué va, yo considero que ya estoy preparado. Si tuviera que morir, no me importaría, estoy listo.
- Pero queda mucho por delante.
- Me da igual, no tengo miedo.

Mentiroso. No lo escondas, sé que sí tienes miedo, no pienses que por mostrar que no tienes fallos, puedes fingir ser perfecto en esto. La gente no quiere mirar hacia ese lado de la realidad. Les asusta, es amargo, es una verdad cruda, sin cocinar y mezclada con un veneno amargo. No entendía nada. No era parte de ellos. Y por lo menos, aunque fuese superficial, ellos se mostraban felices, mucho más de lo que yo tenía.

¿A quién se supone que
debo acudir ahora?

¿Queda alguien?

Estás solo.

Estoy solo.

Puedes contar conmigo, te quiero un montón, eres alguien maravilloso.

Mentira. Mentira mentira mentira, es mentira. Lo dices porque no has visto el lado malo, seguro que si lo vieses te arrepentirías. Además, no puedo fiarme de ti, no sé qué pretendes, nadie es tan bueno conmigo sin razón alguna, seguro que quieres algo, por qué te quedas aquí, no lo hagas. Vete. Me das miedo. No me hagas daño por favor, no quiero que estés aquí.

Pero no te voy a hacer daño, te quiero mucho y hacerte daño es lo último que pretendo.

No puedo fiarme de ti. Ni tampoco puedo dejarte que estés cerca de mí. O me haces daño, o solo sería una carga, estarías preocupándote constantemente de mí. Lárgate.

(...)

No quiero estar con nadie, tengo miedo de todos, solo quiero que venga alguien a decirme que todo era mentira, que no hago daño y que sí me quiere de verdad, que no soy su objeto, que sí me respeta, que soy una persona. Soy una persona. No quiero demostrar nada. No quiero que se espere nada de mí. Si no hago algo que la gente cree que debo hacer, ya es una frustración más y un comentario reprensivo.

Ya te vale eh, otra vez
encerrado sin hacer nada.

No es que no quiera hacer nada, es que no puedo hacer nada, ¿es que tú no puedes ver al psicópata que me mata día a día y las cicatrices de mi pecho?¿Acaso no ves... que no estoy bien?

Cuarta parte: ahora el monstruo soy yo

Despues de irse, el hombre estuvo en el espejo. Se hallaba intrínseco en mi pupila. Cuando pensaba que todo estaba en calma, lo podía oír en mi mente. La necesidad de ser yo mismo el que agarrara el cuchillo y clavármelo para poder probar mi sangre.

Venga... tan cerca y a la vez tan lejos...
Solo pido probarla un poco...

Y me llamaba. El propio cuchillo me pedía a gritos que lo agarrase.

Destrúyete.

Parecía que nunca se iba a acabar. Demasiado ruido en mi cabeza. No sabía qué hacer. Estaba cansado. Desde que tuve consciencia de mi entorno no había parado de sufrir a costa de otros y de mí.

Quinta parte: pared de cristal

Eres el mejor.

No he hecho nada.

Te quiero mucho.

¿Por qué?

Nunca me voy a ir.

Eso no depende de ti.

Tantas palabras y, a pesar de que a día de hoy ya tengo algo más de confianza, sigo sin poder creérmelas. Parecen demasiado bonitas. Están tan cerca y a la vez tan lejos... Y aunque puedo verlas de cerca, no puedo terminar de llegar a ellas.

¿Y si ocurriera otra vez?

Por eso no puedo permitirlo.

¿Por qué no me dejas quererte?

Te juro que lo intento. Te juro que lo único que querría es sentir todo tu amor de la forma más pura pero sigo teniendo miedo a sufrir. Sigo teniendo miedo a no saber qué es verdad y qué no.
Sigo perdido, andando con miedo, no hay nada que quiera más que alguien que me coja la mano entre toda esta niebla, me abrace, y me lleve fuera.

¿Quién querría ir a buscarte?

Puede que tengas razón. Quizás puede que no sea merecedor de esa ayuda. Pero ya me da igual lo que me digas. Ya llevo mucho tiempo aquí. Estás cicatrices dolerán por dentro, pero son inmunes a cualquier cuchillo. Ahí dentro todo lleva muerto demasiado tiempo.
Sólo me queda esperar a que pueda revivirlo, en el momento preciso.

Sexta parte: tiempo

Ahora todo está blanco. Ya casi no recuerdo a ese ser, aunque sigo sintiendo su presencia de vez en cuando. Mi día a día se basa en observar el cielo con la mirada perdida para ver si algún avión pasa a sacarme de este lugar rodeado de mar. Solo hay arena, una palmera y agua. No sé cuánto tiempo ha pasado, lo único que podía hacer para contar era hacer marcas en la arena, pero el viento se las lleva todas. Me gustaría sabes en qué momento terminé yo aquí. Y yo que pensaba que estaba a gusto, y de repente parece que todo se truncó de alguna forma. Supongo que hay cosas que no salen como uno espera, ¿no?

Tú espera, que te voy a sacar de ahí.

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