Una Corte De Sombras Y Sangre...

By TheGirlUnderTheLines

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El destino a veces es caprichoso, y con ellos no iba a hacer de menos. Viejas leyendas cobraran vida, peligro... More

P R Ó L O G O
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° V Y N E E A °


Era extraño.

La mezcla entre el dolor y la más absoluta paz.

Las punzadas insufribles de agonía en contraste con la dulce sensación de un toque amable y cuidadoso en mi espalda.

Podía verlo, a quien fuera quien estaba curando mis heridas.
Podía ver ligeramente su larga melena oscura atada en lo alto de su cabeza, varios mechones caían de aquel desastroso recogido cubriendo su rostro. Su piel era ligeramente oscura, o quizás eso solo fuera por la poca luz de la habitación.

¿Cuántas horas había dormido? Aún me sentía cansada.

Traté de llamar su atención, traté de mover los dedos de mi mano pero este estaba muy enfocado en mi espalda como para verlo, podía sentir el toque de la tela contra las zonas más malheridas, era cuidadoso, muy cuidadoso.
Y aun así sentí la sensación ardiente del dolor quemar a lo largo de la zona.

No fue hasta que retrocedió un instante y estiró su espalda que las vi; imponentes, oscuras, casi fundiéndose con la oscuridad de la habitación, fue gracias al destello de algo que colgada de una de sus manos que vi su textura venosa y llena de cicatrices, alas, alas semejantes a las de una bestia. Con afiliados espolones en lo más alto.

Mi respiración se detuvo durante unos segundos.

¿Así habían sido las mías? ¿Eso era lo qué había perdido?

¿Tan oscuras?
Algo en mi interior se retorció cuando una imagen fugaz de algo oscuro, semejante a una espesa niebla llenó mi visión.

Mi estómago se revolvió con fuerza y no pude evitar encogerme. Esto hizo que finalmente aquel hombre, aquella bestia, llevara su mirada en mi dirección y no puede evitar el escalofrío que recorrió todo mi cuerpo cuando sus ojos llameantes cayeron sobre los míos.

Un castaño dorado que reflejaba el color rojizo de las piedras en sus manos y hombros.

Sus facciones duras eran aún más resaltadas por la oscuridad y la niebla en mis ojos, su expresión seria e incluso fría me hizo congelar, cada músculo de mi cuerpo, cada parte de mi se paralizó.

Tenía miedo, de lo que fuera aquello.
De lo que aun estaba viendo.

—Tranquila no voy a hacerte daño —Su voz grave y dura no calmó mis nervios.

Mucho menos cuando se giró y aquellas alas, aquellas enormes y atemorizantes alas se extendieron y me dejaron una mejor visión de ellas. Venas las surcaban de un lado a otro, la ligera transparencia en estas las hacían ver como enormes trozos de carne despellejada, las cicatrices que las surcaban no ayudaban a mejorar la impresión.

La niebla se hizo más espesa.

De nuevo mi estómago se sacudió y sentí la acidez ascender por mi garganta.

Aquel ser parecía comprender lo que estaba pasando por lo que extendió su brazo y de algún lugar sacó un cubo que luego plantó frente a mí, al borde de la cama.

No me retuve y simplemente me volqué para dejar todo salir. La bilis quemó mi garganta y las lágrimas se escaparon de mis ojos, aún así mantuve la visión sobre él, quien me observaba manteniendo una distancia.

Para cuando nada más logró salir de mi simplemente me dejé caer de nuevo sobre el colchón, no me importó caer sobre mi costado, tampoco dejarle escuchar el aullido de dolor que eso me hizo dar.
Estaba cansada, jodidamente cansada.
Apenas era consciente de mis extremidades, simplemente no era capaz de sentir nada más allá de la nube de dolor y cansancio en la que estaba hundida.
La niebla comenzó a cubrir todo, cada centímetro de la habitación.

—Mierda, no puedes simplemente caer así. Tu espalda, no debes estar sobre tu espalda todavía —Quise gritar de horror cuando las manos de aquel macho me tomaron y me sostuvieron, obligándome a girar.

Quería pelear y gritar para liberarme pero no tenía fuerzas.

Siquiera sabía si aquella mujer, Feyre, estaba cerca para ayudarme.

—Mierda no te duermas, no puedes dormirte —El reflejo dorado de sus ojos viajó de un lado a otro. Un brillo cálido —Mierda estás sangrando mucho otra vez, necesito detener la hemorragia.

Fui depositada de nuevo en el colchón y al segundo volví a sentir sus manos en mi espalda, trabajando de manera precisa y apresurada.
Más oscuridad, fría y horrible.

Mis ojos se entrecerraron, mis párpados se sentían tan pesados que me era difícil mantenerlos abiertos.

—Si mueres mientras trato de ayudarte juro por dios que iré al infierno a buscarte, ¿me oyes? —Su voz trató de sonar como una broma, pude distinguir la diversión entre mezclarse con el miedo y nerviosismo y eso de alguna manera me calmó —Así que mantente despierta, mantente con los jodidos ojos abiertos.

Lo que esperaba que fuera un esbozo de sonrisa se dibujó en mis labios mientras trataba de obedecer, mientras luchaba por mantener mis ojos abiertos pero realmente resultaba imposible.
Pero para cuando quise darme cuenta la niebla lo había cubierto todo, incluso el reflejo destelleante de las piedras rojas en sus hombros.

Era realmente imposible.

Yo no quería dormir, quería obedecer y mantenerme despierta pero era simplemente demasiado.

—Oye, mantente despierta —Mis ojos se cerraron por completo —¡Oye! —Su voz comenzó a alejarse, su toque a desaparecer.

Y para cuando finalmente quise darme cuenta había vuelto a ser arrastrada por los sueños.





.          .           .





El hecho de que lo primero que percibí cuando regrese a ser consciente de donde y como estaba fuera una voz preguntando:

—¿Alguna vez en tu vida has visto a una mujer ilyria con su aspecto? Obviamente no, ella no es normal —No fue de gran ayuda para el insoportable dolor en todo mi cuerpo.

Abrí los ojos y me recibió el rostro de Morrigan, sus labios rojos fruncidos en una línea recta, una de sus manos en su barbilla y su ceño ligeramente fruncido mientras me miraba.

Sus ojos se entrecerraron aún más cuando su mirada conectó con la mía.

—Sus ojos son rojos, Az. ¿Eso te dice algo? —Miré confundida hacia la derecha donde ahora la rubia había desviado su mirada.

Allí, en la esquina más alejada de la habitación y entre las pocas sombras del rincón se alzaba un hombre. Entorno a este una bruma espesa de oscuridad que se balanceaba suavemente a sus pies y se enrollaba en sus piernas y brazos. Mis ojos se abrieron con horror y rápidamente volví a mirar a la rubia.

Mis labios se abrieron para preguntar pero ella se adelantó con la respuesta.

—Él es así de siniestro todo el tiempo, sus sombras son más agradables que él. No tienes porque temer, en verdad es como un cachorro —Volvía mirar al macho quien ahora rodaba los ojos con molestia.

Mi atención viajó a su espalda, a las alas en ella. Enormes, realmente enormes y de aspecto robusto, de un color ligeramente rojizo, su aspecto era extrañamente perturbador y majestuoso a la vez, eso aún estando plegadas tras él.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando recordé otro par de alas, unas más pequeñas pero igualmente grandes, llenas de cicatrices y con un aspecto casi destrozado, no podía compararlas, no podía simplemente asemejar a aquellos dos machos.

Lo que anoche me había parecido una bestia no podía compararse con lo que ahora estaba presente.
No podía ser lo mismo.

Los rasgos de aquel habían sido duros y recalcados por la oscuridad, los de este, llamado Az, eran más suaves aunque no carecían de dureza a su vez, su piel era morena y su cabello oscuro cubría ligeramente sus ojos de color hazel. Era alguien hermoso, incluso cuando aquella temible oscuridad lo rodeaba, tenía algo semejante a un halo de brillo que lo hacía resaltar.

Aún me mantenía tumbada y con la mirada seguía fija en el macho cuando Morrigan se plantó frente a mi, obstaculizando mi visión.

—¿Cómo te encuentras? ¿Quieres que te ayude a incorporarte? —Preguntó ésta con una sonrisa.

Yo asentí mientras dejaba que con su ayuda mi cuerpo se alzara, encogí el rostro ante el dolor que aquello provocó pero rápidamente noté que no había sido tan doloroso como lo último que recordaba.

—Sinceramente empezaba a dudar sobre si Majda en lugar de salvarte te había matado, ¿qué tal se siente dormir durante una semana? —Mi rostro debió ser gracioso porque cuando sus palabras llegaron a mi ella se rió.

—¿Una...semana? ¿he dormido una semana? —Pregunté en un susurro incrédulo.
Me sorprendí a mi misma por lo clara y cristalina que a salio mi voz.

Esta vez fue ese tal Az quien respondió.

—Sí. Para curar tus alas debíamos mantenerte quieta. Majda advirtió que el dolor que estabas sufriendo era insoportable por lo que la única opción fue dormirte —Mis ojos escanearon el rostro del macho una y otra vez. Una semana, había dormido durante toda una semana.

Me fue imposible no girarme, no tratar de observar mi espalda. La última vez que lo había hecho había podido ver las inmensas manchas de sangre sobre la tela, ahora no había nada, solo se podía ver el vendaje en la zona cuidadosamente colocado.

Fue el tacto amable de Morrigan el que me hizo volver a encararlos.

Aún no podía recordarlas, ni a ellas, mi alas, ni nada antes de caer.

Mi mente seguía estando completamente vacía.

—¿Recuerdas quién soy, verdad? —Preguntó Morrigan con algo de duda. Yo asentí rápidamente —¿Y recuerdas quién eres tú?

Agaché la mirada mientras notaba mi corazón encogerse dentro de mi pecho.

Lo único que podía recordar era ese nombre, Vyneea, solo eso.

—¡Está bien! Está bien, lo importante es que estas despierta, ¿cómo te encuentras? —No pude apartar la tristeza de mi rostro mientras ella me sonreía y acariciaba uno de mis brazos con energía —Dejaste de tener fiebre hace tres días y aunque aún estas algo pálida pareces tener mejor color.

Quería responderle que ni siquiera recordaba mi propio aspecto pero me limité a alzar la mirada y a tratar de enderezarme por completo. Realmente ya no había un dolor insoportable, solo una muy molesta sensación de tirantez en mi espalda, mi cabeza dolía pero esto disminuía con los minutos por lo que asumía que solo se había tratado al despertar después de tantos días.

—Estoy bien, creo. Solo la espalda, la siento tirante y duele pero es soportable —El hombre dio un paso más cerca, quedando detrás de Morrigan que seguía sonriendo.

—¡Es normal! —Dijo esta tomando mis manos —Tus heridas fueron complicadas, tuvieron que retirar el resto de la articulación y las astillas causadas por la rotura. Majda solo las pudo coser hace un par de días por lo que es normal, los puntos deberían caer solos dentro un tiempo —No pude evitar sentir algo de repugnancia cuando imaginé todo lo que aquella persona había tenido que hacer para curar mis alas.

Bueno, lo que su pérdida había causado.

—Si sientes alguna molestia tienes que decírnoslo, tu espalda aún es delicada y necesita cuidados —Agaché de nuevo la mirada, observé mis dedos los cuales entrelazaba entre ellos mismos una y otra vez.

No podía evitar la vergüenza que aquello me provocaba. Aquellas personas no me conocían de nada y aún así se estaban tomando las molestias de ayudarme, ¿por qué ser tan amables con una extraña?, sobre todo una que no tenía nada a cambio que ofrecer.

—Prometo pagar todo lo gastado. Yo no sé como pero...—Fue el macho quien me detuvo con su voz grave y tranquila.

—No tienes por qué pagar nada. Esto no es un servicio —Miré a ambos con notable desacuerdo. Ni siquiera quería imaginar lo que ese doctor debía de haberles costado —Nuestros señores se han encargado de dejar claro que si es necesario gastar más dinero del previsto se haga, y que tú no debes preocuparte por nada más que tu recuperación por el momento.

Estaba dispuesta a replicar cuando Morrigan se adelantó.

—Es una orden de nuestros señores y nosotros, sobre todo él —Hizo un gesto de cabeza señalando al hombre —Nunca desobedecemos, ahora tú perteneces a esta corte por lo que también debes obedecer.

—¿Corte? ¿Yo pertenezco a esta corte? —No pude evitar preguntar.

Recordaba vagamente a aquella mujer, Feyre, decir que era la Alta Lady de este lugar. Sin embargo aún no tenía ni la más mínima idea de lo que quería decir.

—Estamos en Velaris, ciudad de la Corte Noche. Feyre es nuestra Alta Lady, supongo que la recordarás ¿no?—Asentí —Rhysand es nuestro Alto Lord y realmente ambos dos son los dueños de todo lo que ves aquí. Ellos dos dirigen esta corte —Una sonrisa apareció en sus labios —-Aunque siempre acaban pidiendo ayuda a una aquí presente —Atusó su larga melena rubia. Eso hizo sonreír al hombre a su espalda aunque rápidamente escondió el gesto — Y eso quiere decir que si ellos me ordenan mantenerte en esta cama por los dos próximos milenios así va a ser, y si ellos ordenan que tú no debes pagar nada, no lo harás ¿comprendes?

—Pero..

—Pero nada cariño. Ahora dime ¿qué tal tus piernas? ¿todo en orden? —Su mirada se desvió a la sábana que cubría mi tren inferior.

Mi mirada pasó de soslayo al macho quien negó suavemente al ver mis intenciones de reclamar sobre el discurso de la mujer. Ante aquel gesto supe que seria inútil tratar de hacerla entrar en razón por lo que me limité a mirar mis piernas, las moví sin problema aunque un molesto cosquilleo me hizo detener el movimiento.

—¿Estás bien? —Preguntó con algo de preocupación.

—Sí. Solo están algo dormidas, pero está bien —Morrigan suspiró con alivio, Az, el macho, cambió su posición y esta vez se colocó junto a mi aun de pie.

—Creo que deberías ponerte en pie, al menos por unos minutos para estimular la circulación —Este miró a la rubia como si buscara confirmarlo en ella, esta sonrió y asintió con energía poniéndose en pie.

Mire a los dos algo perdida. Con las piernas así era obvio que yo no podía ponerme de pie por lo que no sabía bien qué hacer. Pero todo se ordenó cuando Az preguntó:

—¿Puedo tocarte? —Yo asentí algo confundida por su pregunta.

Uno de sus brazos pasó bajo mi espalda, esta se sintió extremadamente cuidadosa, evitando el área aún herida y vendada, el otro se deshizo de la sábana para tomar mis piernas. Di gracias al largo camisón que vestía y cubría lo suficiente como para que la situación no fuera tan incómoda como lo podría haber sido de vestir algo más corto.

—Llevala a una de las terrazas. Seguramente un poco de luz del sol le siente bien —Dijo Morrigan.

Az asintió y tal y como Morrigan había dicho, acató el pedido comenzando a caminar conmigo en sus brazos.

Para cuando salimos de la oscura habitación no pude evitar llevar mis ojos a todos lados, recorriendo las paredes del pasillo pintadas de un sobrio pero claro color vino. La madera en las molduras y rodapies, madera oscura y de un tono rojizo que encajaba a la perfección con la pintura.

Para cuando el pasillo llegó a su final apareció un gran salón. Uno en el que una gran mesa con lugar para al menos una decena de personas se sentará decoraba el centro de esta, un poco más a la derecha, cerca de un gran ventanal y una puerta que parecía conducir a la terraza dicha por Morrigan, había un par de sofás y sillones entorno a una chimenea que estaba encendida.

Los colores cálidos como el amarilli, el marrón y el propio color de la madera llenaban el lugar.

No me había tomado el tiempo de inspeccionar mi propia habitación pero era casi seguro decir que no se parecía en nada a lo que era este lugar, sus espacios amplios y ordenados, la calidez que se sentía.

—Déjala en esta misma silla Azriel —La voz de Morrigan volvió a aparecer cuando hicimos nuestro camino hasta la terraza que en efectivo se encontraba tras la puerta antes mencionada.

Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza ante el frío que golpeó mi piel.

Ni siquiera tuve tiempo de preguntarme cómo había llegado allí la rubia cuando mis ojos observaron la escena frente a nosotros.

El mar, lejano y calmado, suaves olas llenaban su superficie, la ciudad, enorme y a los pies de aquella enorme casa, cientos de pequeños edificios que se desperdigaban a lo algo de las dos orillas del enorme río que separa la escena.

El cielo claro y la nieve que bañaba cada rincón hacía de todo ese conjunto algo hermoso.

—¿Bonito verdad? —No aparté la mirada siquiera cuando la rubia dejó caer sobre mi cuerpo una espesa manta. No era bonito, era realmente hermoso.

—Es hermoso —Murmuré.

Las pocas nubes que cubrían el cielo se deslizaron y en cuanto los rayos del sol iluminaron directamente el puente más grande de todo el río no pude evitar sentir mi corazón temblar dentro de mi pecho. Era un arco iris, un maldito arcoiris.
Los edificios junto a él en el extremo sur, todos pintados de colores que resplandecían ante la luz.

Desvié mi mirada a mis piernas. Me permití moverlas un poco, balanceandolas de delante a atrás ignorando el cosquilleo molesto.

—¿Mor?, ¿Azriel? —Todos giramos cuando una voz resonó a nuestra derecha.

Y por alguna razón sentir mi corazón detenerse en el instante en que mis ojos recayeron sobre esa mirada cobriza. Esos ojos que ya conocía.




.             .            .





° C A S S I A N °

Quizás fuera el hecho de que no la hubiera visto plenamente consciente hasta ese momento, o que durante los últimos días no había dejado de pensar que esa mujer no iba a volver a despertar por mi culpa.

Pero cuando la vi, ahí sentada entre Mor y Azriel con la mirada fija en mí juré que mi corazón se saltó un latido y algo dentro de mi se liberó.

Me dejé caer en la terraza y plegué mis alas a mi espalda, deslicé mi cabello fuera de mi rostro y caminé hasta ellos.

—¿Dónde estabas? Te escuché salir al amanecer a hurtadillas —Preguntó Azriel en un tono discreto una vez me encontraba junto a ellos.

Realmente no me molesté en contestar a su pregunta. No cuando no podía apartar mi mirada de aquella hembra, de su piel pálida y de su extravagante aspecto.

Por alguna razón bajo la luz del sol su cabello se veía aún más blanco y brillante, como si fuera plata descendiendo en una lisa cascada sobre sus hombros. Sus ojos rojos eran casi un calco a los siete sifones que cargaba conmigo, su brillo era algo extraño de comparar pero lo más cercano a ser verdad, sus mejillas y labios tenía un tono rojizo que te dejaban saber que no era una humana y tampoco una fae cualquiera.

—No sé si te acordaras de mi. Soy Cassian —Extendí mi mano en su dirección. Por alguna razón me sentía completamente ansioso por presentarme, porque ella conociera mi nombre.

Esta miró mi mano y luego a mí, su cabeza repitió aquello un par de veces más y luego miró tanto a Azriel como a Mor, después simplemente me dio una corta e incómoda sonrisa y tomó mi mano con suavidad.

Y por la Madre, juraría que un escalofrío me recorrió de pies a cabeza cuando su mano tocó la mía.

—Vyneea, creo —Dejó escapar un suave carcajada que Mor continuó —Un gusto Cassian.

Le di una corta sonrisa y ambos deshicimos el apretón de manos.

Por alguna razón no podía apartar la mirada de ella, y en su caso parecía ocurrir algo semejante porque aquellos ojos rojos como rubíes no se separaban de mi.

Era consciente de que el ambiente se había vuelto pesado, algo cargante sobre mis hombros pero no me importaba, ni siquiera cuando fue obvio que Mor y Azriel comenzaron a cuchichear entre sí.

—¿Te he visto antes? —Preguntó con una voz suave y calmada, sus ojos recorrieron mi rostro una y otra vez, nerviosos.

Yo asentí rápidamente pero Morrigan intercedió por mi.

—¡Claro que si lo has visto! Él es quien te rescató aquella noche —La rubia se colgó de uno de mis brazos y palmeó mi pecho haciendo la armadura resonar —Si no fuera por este hombre que se distrae con una mosca no estaríamos teniendo esta conversación.

La escuché reír y puede que realmente saber que finalmente su vida había dejado de correr peligro había quitado ese gran peso de mis hombros porque, su risa, me sonó como la mejor melodía del mundo.

Sus ojos se encogieron ante el gesto y su color rojo casi se perdió por completo entre la espesura de sus pestañas largas y rizadas, en sus mejillas aparecieron dos pequeños huecos que solo le daban un aspecto más tierno e inocente.

Jamás había visto a nadie con un aspecto similar. Quizás ese cabello blanco y esa ted podrían ser semejantes a las de Killias de la Corte Invierno pero ese color de ojos y las alas, ¿de dónde había salido semejante criatura? ¿de la Corte Otoño? ¿quizás una mezcla de fae y ninfa?

—¿Has logrado recordar algo? —Su risa se apagó y pude ver la decepción bañar su rostro, al segundo me arrepentí de mi pregunta.

—No...—Murmuró agachando la mirada. Sus manos se aferraron a la manta que cubría su cuerpo y la estrujaron suavemente —Pero prometo esforzarme para recordar, juro que voy a tratar de no ser una molestia más de lo que ya lo he sido.

Aquello me atravesó y se sintió como un golpe en el estómago, fuerte y violento. Molesto.

Di un paso al frente y sin dudarlo me agaché, ahora volvía a ver su rostro el cual parecía sorprendido al ver mi gesto. Apoyé una de mis manos en la silla de hierro para sostenerme.

—No eres una molestia. Tampoco tienes que esforzarte demasiado, puedes quedarte en este lugar todo el tiempo que sea necesario —Ella replicó.

—Pero esta es la casa de vuestro señor, no quiero...—Mor la interrumpió.

—Técnicamente esta "era" la casa de nuestro señor. Hace un tiempo se mudó a otra parte de la ciudad. Y aunque es su dinero quien paga todo esto quién vive aquí a día de hoy son estos dos y Nesta, la prometida y compañera de Cassian —La mención de mi compañera hizo algo retumbar en mi pecho, pero dejé esto pasar cuando algo se contrajo con malestar en el rostro de Vyneea y acto seguido llevó una de sus manos a su pecho.

Todos nos alertamos cuando esta se encogió en su lugar y dejó escapar un quejido.

—¡Vy! ¿estás bien? —La rubia se agachó junto a mí y tomó el rostro de la mujer en sus manos.

Esta mantuvo la mirada perdida y las manos contra su pecho, había confusión en sus facciones. La necesidad de alargar mi mano y tomar una de las suyas creció dentro de mi pero me obligué a mantenerme quieto, observando.

¿Qué tan preocupado había estado? ¿cuándo pasaría este extraño sentimiento? Ella ya estaba despierta, estaba consciente ya no debía de preocuparme.

—Estoy bien...creo. Estoy bien solo ha sido un pinchazo, creo que de las heridas. Puede que lo mejor sea que vuelva a la cama —Sonrió poco convencida tratando de tranquilizar el ambiente.

Morrigan asintió y rápidamente se recompuso extendiendo sus manos para ayudarla a ponerse en pie. Esta no dudó en tomarlas y se impulsó así misma para ponerse en pie, esto duró poco porque al segundo su cuerpo se venció hacia adelante preparado para caer.

Un pequeño grito escapó de sus labios y yo me lancé estirando mis brazos atrapándola rápidamente, sus manos se aferraron a mis antebrazos y sus ojos buscaron los míos.

—¡Lo siento! ¡Lo siento mucho! —Dijo rápidamente mientras hacía fuerza con sus brazos para reincorporarse. No me atreví a soltarla cuando comenzó a temblar.

—No lo entiendo...mis piernas funcionan pero...—Fue Azriel quien intercedió.

—Es el balance. Al perder tus alas has perdido tu balance —La mirada de Vynnea se oscureció y el pequeño brillo que hasta ahora se había podido vislumbrar desapareció por completo.

Sus dedos se enterraron en las escamas de mi armadura.

No quería imaginar lo que debía de estar corriendo por su cabeza. Incluso, si como había dicho Feyre, ella no podía recordar sus alas, saber que estas te habían sido arrebatadas y que aquello afectará hasta tu capacidad para caminar debía de ser como una pesadilla.

—No es algo terrible. Solo necesitas aprender a caminar sin ese peso —Trató de animar Mor, sin embargo eso no pareció ayudar —Solo debes encontrar tu nuevo balance.

Vyneea se obligó a sonreír. Fue sencillo notar la falsedad en esa mueca que dirigó hacía Mor. Y estaba seguro que la rubia también lo sabía por lo que simplemente le devolvió el gesto.

El silencio incomodo se rompió cuando Azriel preguntó:

—Cass, ¿vas a subir al círculo de entrenamiento? Gwyn llegó hace unos minutos y Rhys acaba de dejar a Emerie allí, Nesta no tardará en llegar con el resto de sacerdotisas y uno de los dos debería estar allí —Asentí.
Dejé que él tomara a la mujer de mis brazos y la cargara en los suyos para acto seguido desaparecer dentro de la casa de nuevo.

Por unos segundos me encontré a mi mismo manteniendo la vista fija en el punto por el que habían desaparecido y una sensación molesta se asentó en mi pecho. Una que no sabía identificar.

Ni siquiera fui consciente de que Mor había comenzado a hablar porque mi atención seguía en esa mujer, en la manera en la que sus ojos se me hacían conocidos y esa voz...
Yo había escuchado esa voz antes.

—¡CASSIAN! —Desvié mi mirada a Mor quien había golpeado una de mis piernas casi haciéndome caer.

—¿A qué viene eso? —Pregunté molesto sobando la zona adolorida.

—¿Qué mierdas te pasa? Estas más tonto que de costumbre. ¿Has escuchado algo de lo que he dicho? —La miré con vergüenza y fastidio y negué mientras devolvía la mirada a la casa —He dicho que quizás Rhysand pueda ayudarla. Quizás si usa sus poderes pueda encontrar algo que desbloquear.

Asentí ligeramente obligándome a mirar a otro lado.

¿Por qué? ¿por qué sentía la necesidad de caminar hasta ella y asegurarme que en efecto Az la había llevado hasta su habitación?

Noté a Mor observarme de soslayo con los brazos cruzados bajo su pecho.

—Mierda Cass, estas muy raro.









¡Holi!

¿Qué tal habéis estado?
¡Espero que muy pero que muy bien!

Finalmente puedo decir que ACOSAB ha comenzado 😚
A partir de hoy cada Sábado habrá una nueva actualización de la historia.
¡No sabéis la de ideas que aún tengo para la trama y en como se va a desarrollar todo!

¡Sin mucho más espero que hayáis disfrutado de este capítulo y que tengáis un increíble inicio de verano! 💗

Nos vemos el Sábado que viene :D

¡Todos los personajes a excepciones de la protagonista Vyneea pertenecen a la creación de Sarah J.Mass!

¡Todos los lugares mencionados hasta ahora pertenecen a la Saga Acotar y a la autoría de Sarah J.Mass!

¡Los fanarts de los banner (Nota de Autora y Derechos) son bocetos de la artista @Artofviccolatte en Instagran! ¡Seguirla!

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