Cambiantes Libro II. Vínculo.

By CCmyc02

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Se dice que nadie puede romper el hilo rojo. No importa a quién una. No importa lo que una. Después de escapa... More

Saludos
La explicación
Dos días. Cuatro días.
Sopa
El celo de Dawi
Un celo unido a ti
La regla de Dau
Reparando el celo
El juicio de Dau
Visita de un amigo
Si eres parte del pueblo
Un zorro cuidando niños
Quedarse atrás
Lo más importante
Declaración forzada
Charla frente al fuego
Malas noticias
Ceremonia de confirmación
Invitación
La decisión de Nalbrek
Antes de entrar
Entrando en la ciudad de los lobos
Las cinco familias
Primera noche en la ciudad
Gerna
Una charla en la habitación
La familia que sirve a los alfas
El destino de las parejas
Cena en la ciudad
Cena en el bosque
Paseando
Lo que significa ser un fiel
Nunca juegues con un zorro
Recuperando a un Uiba
Caída libre
Fin

Asdis

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By CCmyc02

Comió distraído perdido en sus pensamientos. Poco después de que Nalbrek despertase, Hilmar apareció para invitarlos a desayunar encontrándose en la mesa no solo con el humano sino con Kyell, una mujer de pelo negro recogido en un férreo moño del que salían trenzas llamada Gyda y un chico un poco más joven que él llamado Einar, que era hijo de Gyda. Y aunque en teoría el desayuno transcurría normal, podía sentir la tensión. El humano no quería estar allí, Nalbrek mantenía una conversación tan fría como podía sin ser maleducado, algo de lo que no podía culparle, y él era ignorado de forma activa por más que, a veces, madre o hijo hiciesen algún comentario mordaz con disimulo que él ignoraba ya que tenía mejores cosas en las que pensar. ¿De verdad aceleraron el celo de una niña para que tuviese hijos? ¿Cómo era posible que los lobos le hiciesen eso a alguien de su propia manada cuando ni los conejos lo harían? Y no solo eso, las habitaciones que vio... aquello era una cárcel.

—Hilmar —lo llamó en cuanto el desayuno acabó.

—¿Ocurre algo? —contestó este acercándose.

—Enséñame tu casa —le pidió.

—Dau... —comenzó con culpabilidad.

—Porque si no lo haces tú, me iré solo —añadió.

—Dawi, por más que diga que es mi casa, en realidad pertenece a mi clan, ¿entiendes? Todos tenemos nuestra propia habitación aquí, así que no puedo llevarte a verla —le explicó.

—Pero debe haber habitaciones comunes, vacías, la habitación que compartes son Rishi. Enséñamelas para asegurarte de que no entro en la equivocada —repitió.

—Está bien —aceptó por fin—. Espera un momento —le pidió para ir a hablar con Kyell, después de lo cual llamó a Rishi, el cual se levantó aliviado. No hacía falta ser un genio para saber hasta qué punto se sentía incómodo allí.

Salieron los tres de la habitación y justo cuando salía por la puerta, miró por un momento a Nalbrek. Parecía tan calmado como siempre, pero lo que sentía a través de su conexión era muy diferente. Estaba enfadado, dolido y, aunque trataba de ocultarlo, preocupado. Mejor regresaba rápido.

Comenzó a recorrer la casa cruzándose con lobos que parecían ocupados yendo de aquí para allá.

—¿Quiénes son? —preguntó mirándolos.

—Miembros de mi clan —contestó Hilmar—. Son de bajo nivel, así que ayudan ocupándose de cosas básicas.

— Ya veo. ¿Y cómo se decide que alguien es de bajo nivel?

—No es un alfa.

—Entonces tienes suerte de ser uno o estarías trabajando como ellos.

—Yo también trabajo, solo tengo otras funciones —le advirtió molesto.

—¿Como cuáles?

—Soy uno de los alfas responsables del clan. Tenemos reuniones para decidir qué haremos.

—Así que tu función es reunirte con otros alfas y divagar. Muy útil —asintió sarcástico.

—Desde luego que es útil. No estamos perdiendo el tiempo. Muchas cosas dependen de nosotros.

—No es a mí ante el que debes justificarte, después de todo yo solo soy un invitado —le recordó.

—Los clanes funcionan como manadas y aquí cada uno tiene su papel —terció Rishi conciliador.

—¿Entonces todos los que hay aquí son miembros de tu clan? —le preguntó a Hilmar.

—Las mujeres y los niños, sí, los hombres son de diferentes clanes. La costumbre es intercambiar a los hombres con otro de los cinco clanes para formar nuevas parejas y tener hijos sanos.

—¿No se les deja elegir?

—Desde luego que sí, pueden elegir a la persona que quieran dentro del clan al que son enviados, las parejas no suelen estar cerradas —rechazó divertido.

—¿Y si no quieren a alguien de ese clan? ¿O si prefieren a alguien que no sea de uno de los cinco clanes?

—El deber de cada miembro del clan es fortalecerlo. Los caprichos están prohibidos —intervino alguien con voz dulce y tranquila al mirar vio a una mujer no muy grande, de edad indefinida y cabello gris que se dispersaba sobre su ropa oscura. Vio como todos se apartaban con rapidez a un lado antes de bajar la cabeza mientras la mujer avanzaba sin prisas hacia ellos.

—Asdis —la saludó Hilmar formal antes de inclinarse—. Es un honor, ¿en qué podemos ayudarla?

—Ayer no pude ver a nuestro chico y quería saludarlo, pero cuando fui a la casa, me dijeron que estaba aquí.

—Los invité a desayunar —le explicó el lobo.

—Eres un buen chico —lo alabó la mujer y él casi pudo ver la cola del su amigo moverse—. Y tú no eres un lobo —prosiguió volviéndose hacia él tan de repente que por un segundo no supo que decir.

—No, no lo soy —confirmó.

—Eres el zorro, ¿cierto?

—El mismo. Mi nombre es Dau —se presentó.

—Dau —asintió sonriendo con calidez—. Hilmar nos habló mucho del humano y de ti. Y ahora ambos estáis aquí para que podamos conocernos. Bienvenido a Narg, la ciudad de los lobos. Espero que tu estancia aquí sea agradable.

—Muchas gracias por la invitación.

—Teníamos que conocerte. Y, por lo que he oído, no solo eres amigo de Hilmar desde que escapó de los humanos, sino que nuestro Uiba te eligió como pareja.

—Nalbrek siempre dijo que no se conformaría con nada inferior a mí —asintió de nuevo.

—Los Uiba siempre tuvieron gustos exóticos cuando se trataba de elegir pareja —murmuró sonriendo—. Oí que le has causado muchos problemas a nuestro chico desde que se formó vuestra unión.

—Es mi pareja y tenemos un vínculo. Su deber es conmigo —replicó.

—¿Y el tuyo?

—Cortaría el cuello de cualquiera que intentase hacerle daño.

—Veo que eres una buena pareja —lo alabó sin perder la sonrisa—. Hilmar, ¿puedes llevarme con nuestro Uiba? —le pidió a este pasando a ignorarlo.

—Desde luego. Dawi, si no te importa...

—Yo también regreso —lo interrumpió.

—No hace falta que vuelvas, aún no has visto nada. Rishi te lo enseñará.

—Regreso —repitió.

—Está bien —aceptó disgustado—. ¿Vamos? —le preguntó sumiso a la mujer comenzando a guiarla—. Pero no entiendo por qué me has hecho traerte hasta aquí entonces —prosiguió quejándose.

—Solo he cambiado de opinión —replicó.

—Zorro caprichoso.

—Lobo perezoso —respondió cuando la mujer ahogó una risa divertida.

—Perdón. Había oído de Hilmar que erais buenos amigos, pero nunca imaginé que lo seríais tanto.

—Sí, bueno... —asintió el lobo incómodo.

—Solo son apodos —terció él.

—¿Y nuestro chico también tiene apodo?

—Desde luego, acabo de llamar a Hilmar con uno de ellos —le recordó condescendiente.

—Estoy hablando de Nalbrek.

—Ah, Nalbrek —asintió como si acabase de comprenderlo—. Es que, como no tiene nada que ver con esta ciudad, no te entendí cuando te referiste a él de esa manera. Y sí, desde luego que Nal tiene varios dependiendo de la situación. Es toda una vida juntos.

—¿Dependiendo de la situación? —le preguntó Asdis intentando no parecer molesta.

—Sí, no es lo mismo cuando estoy enfadado con él, que cuando estamos en público, que cuando me está metiendo la polla...

—Dau—le advirtió Hilmar molesto.

—¿Qué?

—No puedes hablar así.

—¿Hablar cómo? —inquirió sin entender—. Yo solo estoy contestando a su pregunta.

—Dau —le pidió negando con la cabeza mientras él lo miraba.

—No importa, es agradable saber que nuestro chico se lleva bien con su pareja —intervino Asdis.

—Nos llevamos lo bastante bien como para compartir mi cama y mi vida con un lobo —asintió él sonriente mientras entraban en la habitación.

—¿Ya estáis de vuelta? —preguntó Kyell sorprendido y algo molesto.

—Asdis ha venido de visita —explicó Hilmar.

—¿Asdis? Bienvenida —la recibió caluroso levantándose—. ¿Es que podemos ayudarla? —Se acercó con rapidez mientras él miraba a su pareja. Como siempre, aparentaba tranquilidad por más que no era eso lo que le transmitía su vínculo y al ver a aquella mujer, se había puesto aún más tenso confirmando su intuición de que aquella mujer era peligrosa.

—Escuché que nuestro chico estaba aquí y quería darle la bienvenida después de pasar tanto tiempo lejos de su familia —explicó esta acercándose y Nalbrek, que se había puesto de pie, inclinó la cabeza a modo de saludo mientras la miraba—. Así que tú eres Nalbrek, el hijo de Gerna —le dijo cogiéndole las manos mientras lo examinaba con atención.

—Así es —confirmó este más tenso de lo que seguramente pretendía.

—Te has convertido en un buen lobo.

—Gracias. En el pueblo me cuidaron bien.

—Eso se ve con tan solo mirarte —asintió golpeando su brazo—. Aun así, hubiésemos preferido que no hubieses sido robado y que hubieses sido criado aquí, entre los tuyos —añadió.

—Nalbrek ya fue criado entre los suyos —intervino él.

—Un zorro como tú no puede entender cómo funcionan las relaciones entre lobos —terció Einar despectivo.

—Y un lobo que nunca ha salido de Narg no puede entender cómo funcionan las relaciones entre cambiantes —replicó él—. Nosotros somos la familia de Nalbrek, como lo fuimos de Hilmar. Los cuidamos desde niños y ahora son ellos los que cuidan de los demás.

—Desde luego que sois su familia y os estamos muy agradecidos por cuidarlos hasta ahora. Gracias a vosotros y a vuestra generosidad, nuestros chicos han crecido hasta convertirse en los fuertes lobos adultos que tenemos hoy aquí con nosotros —replicó Asdis conciliadora antes de que nadie pudiese decir nada—. Fueron a un buen lugar y solo podemos dar las gracias por eso.

—Nosotros nos ocupamos de los nuestros. No es necesario que un extraño al que acabamos de conocer nos agradezca por cuidar a nuestra familia —rechazó.

—Hilmar, ¿podría llevarse tu humano al zorro? Tenemos que hablar con Asdis —le pidió Kyell.

—Desde luego. Rishi —le pidió y este asintió.

—¿Vamos? —le pidió, cuando sintió a Nalbrek pidiéndole que no causase problemas.

—Sí, sí —murmuró disgustado—. Me voy, pero antes, hay algo que me ha estado molestando desde que la señora sonriente llegó. —Se detuvo cuando llegó a la puerta mirando a Asdis—. Nalbrek no es "vuestro chico", no es nada tuyo, ni de nadie de esta ciudad. Es mi pareja. Mía. Ah, y el humano, se llama Rishi. Pensaba que los lobos tenían bastante cerebro para ser capaces de aprenderse el nombre de un miembro de su propia familia después de un par de semanas pero, al parecer, me equivoqué y algunos no pueden hacer ni siquiera eso —añadió mirando a Kyell antes de salir de la habitación cerrando la puerta.





¿Alguien pensó que Dawi se enfadaría porque no llamasen a Rishi por el nombre? Creo que le gusta más de lo que quiere admitir 🤭

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