Cambiantes Libro II. Vínculo.

By CCmyc02

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Se dice que nadie puede romper el hilo rojo. No importa a quién una. No importa lo que una. Después de escapa... More

Saludos
La explicación
Dos días. Cuatro días.
Sopa
El celo de Dawi
Un celo unido a ti
La regla de Dau
Reparando el celo
El juicio de Dau
Visita de un amigo
Si eres parte del pueblo
Un zorro cuidando niños
Quedarse atrás
Declaración forzada
Charla frente al fuego
Malas noticias
Ceremonia de confirmación
Invitación
La decisión de Nalbrek
Antes de entrar
Entrando en la ciudad de los lobos
Las cinco familias
Primera noche en la ciudad
Gerna
Asdis
Una charla en la habitación
La familia que sirve a los alfas
El destino de las parejas
Cena en la ciudad
Cena en el bosque
Paseando
Lo que significa ser un fiel
Nunca juegues con un zorro
Recuperando a un Uiba
Caída libre
Fin

Lo más importante

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By CCmyc02

Poco después entraba en su casa tras una calurosa despedida en la que Hilmar le pidió encarecidamente que no regresase hasta que él no se marchase del pueblo antes de cerrarle la puerta en la cara. Aquel desagradecido... Ya se ocuparía de él en su momento, primero tenía que convivir tres meses con Nalbrek, pero se sentía tranquilo al respecto, como si supiese que nada de lo que hiciera o dijera aquel lobo lo podría afectar.

Miró a su alrededor, todo en su sitio. Nalbrek era tan ordenado como siempre.

—¿Ocurre algo? —le preguntó este cuando lo vio de pie sin moverse.

—No, nada —negó—. Has mantenido el lugar muy ordenado. La única diferencia es que huele más a lobo.

—Has pasado cuatro días fuera.

—Cierto. Sobre la cama...

—Podemos compartirla.

—No —se negó.

—¿Acaso crees que voy a intentar algo?

—No, pero no sé cómo puede reaccionar mi celo después de tantos días separados y prefiero no arriesgarme.

—En tal caso, puedes usar la cama.

—Soy yo quien ha decidido irse, es mi responsabilidad y, por lo tanto, soy yo quien debe dormir fuera de la cama. Y ahora comencemos, la huerta no se cuidará sola —añadió estirándose mientras salía al exterior.





Los siguientes días convivieron en la cabaña manteniendo las distancias mientras cada uno se ocupaba de sus cosas, algo que él agradeció. Lo cierto es que, a pesar de todo, Nalbrek le agradaba. Tal vez no pudiese ser su compañero, pero seguía considerándolo un amigo. Un muy extraño amigo. Por eso decidió que intentaría hacerle entender lo que significaba ser pareja, ya que estaba seguro de que sería un buen compañero cuando lo comprendiese y no quería que fuese de relación en relación destruyéndolas por no entenderlo. Porque eso era lo peor, estaba seguro de que Nalbrek no entendía lo que estaba haciendo mal, algo comprensible si pensaba que fue criado sin padres en aquella cabaña por un lobo solitario, por lo que no tuvo ninguna figura de referencia. A Nalbrek solo parecían haberle enseñado a mantener en secreto su capacidad y mantenerse alejado de los demás por temor a lo que pasaría si la manada lo encontraba.

Lo único que lamentaba era que no iba a poder cumplir la promesa que le hizo a la tía de Nalbrek, pero al menos intentaría prepararlo para que su siguiente relación pudiese funcionar.

Durante aquellos días Nalbrek intentó hablar con él varias veces sobre lo ocurrido, pero él siempre lo rechazó ya que necesitaba poner sus ideas en orden primero y sospechaba que el lobo también, ya que no insistía. Pero sería mejor empezar a afrontar ese problema si quería ayudarlo.

—A estas aturas, Hilmar ya debe estar en la ciudad de los lobos, ¿cierto? —le preguntó a Nalbrek mientras acababan de cenar.

—Si lo han aceptado, sí —contestó—. ¿El humano?

—No está muy feliz con esto, pero parece que se ha resignado. Lo único malo es que ahora debo ir a verlo a pesar del frío —se lamentó—. No hago más que ir de una cabaña a otra. Si tan solo Sarnat me dejase alejarme del pueblo para cazar...

—Sarnat está preocupado porque dejaste el tratamiento a medias.

—Pero es que necesito cazar. ¿Cómo voy a conseguir carne si no lo hago?

—No nos vamos a separar.

—Claro, claro —asintió poniendo los ojos en blanco. Se sentía como si hubiesen regresado a la época antes de que se convirtiesen en pareja. Se estiró golpeándose la espalda.

—Ya te dije que podías usar la cama —le recordó Nalbrek al verlo.

—Y yo ya te dije que eso está fuera de toda discusión —le recordó sentándose frente al fuego y avivándolo distraído—. La única razón por la que estoy aquí es porque es una parte necesaria para nuestra ruptura.

—Yo no quiero romper.

—Lo sé. Hablemos —le dijo golpeando a su lado al sentir que podía mantener la calma y Nalbrek se sentó—. Tú no eres capaz de entender por qué decidí romper por dejarme atrás, ¿cierto?

—No es que no pueda entenderlo, pero creo que es demasiado exagerado.

—Nalbrek, yo soy un cazador y tú te negaste a aceptarme como tal, a aceptar lo que soy. No se puede estar con alguien que no acepta tu naturaleza. Al menos yo no puedo.

—Yo sí acepto lo que eres.

—No, no lo haces. Me dijiste que me quedará aquí solo porque me marcaste, pero no soy un herbívoro, soy un cazador, como tú. Y, como le dije a Baem, entendería que, como lobo, tu instinto te impidiese que fuese con otro grupo, sobre todo después de que fuese secuestrado por los humanos hace tan poco. Incluso hubiese entendido que tuviese que quedarme aquí si hubiese existido alguna posibilidad de ataque para proteger a los que se quedaban atrás. Pero no era ninguna de las dos cosas. Tú me dejaste atrás porque no eres capaz de verme como a un igual y yo no puedo ser compañero de alguien así.

—Yo te veo como un igual —le aseguró—. Tan solo...

—¿Tan solo? —lo azuzó cuando se detuvo.

—No lo entenderías —murmuró.

—Por eso estamos hablando, Nalbrek. Yo estoy siendo sincero, así que te agradecería lo mismo o esto no funcionará. ¿Por qué no querías que fuese?

—No podía permitir que fueses a enfrentarte a los humanos —le explicó.

—¿Ni estando contigo?

— No podía llevarte conmigo.

—Porque piensas que no podré luchar junto a ti.

—No, sé que puedes defenderte. Te he visto pelear.

—¿Entonces?

—Me... hubieses retrasado.

—Nalbrek —le pidió intentando no molestarse.

—No es una excusa, de verdad que no lo es —le aseguró.

—Nalbrek, hemos corrido juntos y soy capaz de llevarte el ritmo. No me hubieses dejado atrás —le advirtió empezando a molestarse.

—Lo sé. Sé que puedes mantener mi ritmo cuando corremos. Ese no es el problema.

—¿Entonces?

—Creo que necesito Eola —murmuró de repente cogiendo la vasija y echando un puñado más que generoso en la chimenea.

—Eso es demasiado —le advirtió al verlo.

—El Eola no me afecta tanto como a los demás —se justificó Nalbrek antes de echar otro puñado tanto o más generoso que el anterior.

—Es demasiado —repitió mientras tosía moviendo la mano para despejar el humo que llenaba la habitación—. Voy a abrir la puerta.

—No —lo sujetó Nalbrek mientras respiraba acompasado y él se sentó a su lado.

—Me estoy mareando —se lamentó dejando caer la cabeza hacia delante.

—Lo necesito —repitió.

—¿Para qué? ¿Acaso tienes más secretos?

—Sí —contestó Nalbrek y lo siguiente que supo era que este lo cogía para ponerlo contra él sujetándolo por detrás.

—¿Se puede saber qué haces? —le preguntó molesto intentando soltarse, por desgracia, el humo hacía que su cuerpo estuviese demasiado relajado para poder hacer nada.

—Tú no lo entiendes —murmuró apretándolo con fuerza. Al parecer lo de que el eola no le afectaba era cierto. Era la primera persona que conocía que podía apretar tan fuerte después de respirar esa cantidad.

—Es cierto, no lo entiendo y si no me lo explicas, nunca lo haré.

—¿De verdad quieres romper esta relación?

—Yo pensaba que íbamos a estar juntos, de verdad lo pensaba —murmuró dejando de luchar por soltarse—. Pero esto no puedo perdonarlo. Soy un zorro, no me quedaré atrás por nadie. No lo haré —repitió.

—Es solo que esta vez no podía llevarte. Solo eso.

—¿Pero por qué?

—Tú no entiendes lo que significas para mí, no creo que nunca puedas entenderlo.

—Solo soy un zorro —le recordó al sentir la intensidad de sus sentimientos que amenazaban con ahogarlo. Aquello era excesivo.

—No, no eres solo eso. Eres mi ancla, mis raíces. Mi luz.

—Tu luz —murmuró empezando a reír. ¿Qué era aquello?

—Cuando era pequeño, mi tía me contaba historias de mi familia, de mis antepasados, a ellos... a ellos les ocurrieron muchas cosas malas. Muy malas —comenzó como si estuviese eligiendo las palabras—. Y ese debería haber sido mi destino si mi tía y mi madre no me hubiesen salvado. Pero ellas dos solo podían alejarme, no protegerme. Yo necesitaba a alguien, te necesitaba a ti. No es algo que se pueda cambiar, nadie puede cambiarlo, ni siquiera tú o yo. Por eso no permitiré que te pase nada, no puedo permitirlo.

—Porque estamos unidos por ese hilo —Nalbrek asintió—. ¿Sabes? Eso me hace sentir usado. Si no estuviésemos unidos por este hilo, ni siquiera me habrías mirado, ¿verdad?

—Yo no sé cómo funciona, pero mi madre le contó a mi tía una vez que, entre los que son como yo, eso es algo que se preguntaban. Si ellos eligen a su pareja, si es el hilo el que los obliga, y al parecer hay dos maneras de pensar. Una dice que es el hilo el que nos obliga a unirnos a la persona y que por eso nos empieza a gustar, pero existe otra que dice que son nuestros sentimientos por esa persona los que crean el hilo y lo hacen visible. Yo siempre he querido pensar que la segunda es la correcta.

—La segunda suena mejor —admtió suspirando antes de comenzar a toser, demasiado Eola—. Pero tú me señalaste la primera vez que me viste.

—No me hizo falta más, supe que eras tú incluso antes de ver el hilo.

—Eso suena hasta romántico —admitió riendo—. Es una pena que no esté el humano para dar su opinión —añadió pensativo cuando sacudió la cabeza para obligarse a centrarse—. Y por eso no me llevaste.

—Yo no... puedo permitir que te ocurra nada, ni siquiera que estés en peligro —comenzó buscando las palabras de nuevo—. Todo mi mundo se basa en ti, si tú no estuvieses, todo se convertiría en una pesadilla, por eso no puedo. Pero esos humanos primero te secuestran y luego regresan para matarte... No podía permitir que se acercasen a ti.

—¿Y tú sí?

—Si yo muriese, tú seguirías con tu vida. Pero en mi caso, no es así.

—Claro —replicó volviéndose molesto y empujándolo para subirse encima—. Te acepté como pareja y dejé que me la metieses a diario para olvidarme de ti diez minutos después te pase algo y seguir alegre con mi vida.

—No era eso lo que quería decir.

—¿Entonces qué es? Entiendo que eres un lobo, un alfa y sé que eso afecta a tu comportamiento. Y sé que tu familia es especial, al parecer más especial de lo que yo pensaba. Pero yo soy un zorro, y también tengo mis propios patrones de comportamiento que no van a desaparecer solo porque tú seas especial. Si te importo la mitad de lo que pretendes hacerme creer, los respetarás o, al menos, buscarás maneras de hacerlo, así que escúchame con atención. Yo soy un zorro, y los zorros cuidamos de nuestra familia, la protegemos con nuestra vida si es necesario, y ahora, mi familia, eres tú. No voy a quedarme atrás. Si tú arriesgas la vida, yo estaré justo a tu lado porque, sea cual sea tu destino, ese también será el mío. Si tu sobrevives, yo lo haré; si tú mueres, puedes apostar esa pulgosa piel tuya a que yo te seguiré. Así que no vuelvas a pensar que puedes protegerme porque esto no funciona así. Has elegido como pareja a un zorro y eso significa que, vayas a donde vayas, te acompañaré. Si no eres capaz de aceptar eso, si no eres capaz de aceptar que voy a estar a tu lado pase lo que pase, no me sirve de nada ser lo más importante para ti. Yo no quiero que dependas de mí así. No lo necesito. Lo que yo necesito es que me veas como un igual y entiendas que no soy algo para dejar atrás. Si no puedes aceptarlo, déjame libre y busca a alguien cuyos instintos sean esconderse detrás de ti.

—Ya te he dicho que no puedo elegir.

—Y yo ya te he dicho que no voy a dejar de ser lo que soy solo por ti. Acéptame o rompe.

—Esto es muy difícil —murmuró Nalbrek restregándose la cara con las manos.

—Tener una pareja lo es —replicó.

—Muy bien, creo que puedo aceptar que estés conmigo cuando pelee.

—¿Estás seguro?

—No va a ser fácil, pero, como he dicho, te he visto luchar. Además, cuanto más estemos juntos, más natural me resultará y más fácil me será ignorar esa tendencia a dejarte atrás para protegerte. Eso sin contar con que este lugar es tranquilo.

—Eso es cierto.

—¿Entonces eso significa que ya no rompemos? —le preguntó haciendo que se diese cuenta de que era cierto. Estaban hablando de por qué Nalbrek no dejó que lo acompañasen y, de alguna manera, acabaron hablando de las condiciones para arreglar la relación.

—No lo sé —admitió—. Yo no tenía planeado salvar esta relación, pero después de escuchar tu explicación, saber por qué lo hiciste, imagino que podríamos darle otra oportunidad siempre y cuando te comprometas a cambiar esa tendencia —murmuró y es que, dentro de él, seguía habiendo una parte que se negaba a romper antes del año sin intentarlo una vez más. Al parecer sí que consideraba a Nalbrek familia—. Pero será la última oportunidad —le advirtió.

—No volveré a dejarte atrás —le aseguró.

—En tal caso, y antes de aceptar volver, una cosa: ¿algo más que deba saber sobre tu condición?

—¿Mi condición?

—Sí, ya sabes. Puedes ver un lazo que nos une, soy tan importante para ti que te vuelves sobreprotector y no puedes permitir que corra ningún peligro, de alguna manera me he convertido en lo más importante de tu vida...

—No. Creo que no —negó haciendo que lo mirase—. No es que te esté escondiendo nada, es tan solo que para mí todo esto es algo tan natural que no me doy cuenta —le explicó—. Tan solo...

—¿Tan solo? —lo azuzó empezando a molestarse.

—Hay dos cosas más sobre mí que debes saber.

—¿Qué? —Nalbrek lo miró abriendo la boca.

—No puedo decirlas todavía —dijo por fin.

—¿Cómo?

—No puedo decirlas, sobre todo... aún no puedo. Necesito un poco más de tiempo.

—Nalbrek —le advirtió molesto e iba a levantarse cuando Nalbrek lo sujetó.

—No pretendo mantenerlo en secreto, por eso te lo he dicho. Pero es algo muy difícil para mí. Tengo que encontrar la manera de hacerlo.

—Nada de lo que me digas, me hará cambiar de opinión sobre ti —le advirtió al notar lo inseguro que parecía sobre aquel tema, él diría que aterrorizado como si estuviese seguro de que, cuando lo supiese, él lo iba a abandonar.

—Lo sé, lógicamente lo sé, pero necesito un poco más de tiempo —le pidió.

—¿Se trata de algo que has hecho?

—No. Una de las cosas que debo decirte es sobre quienes eran mi familia materna, lo que hacían para la manada, eso es más sencillo. La otra es sobre mis padres, su relación. Ellos hicieron algo, algo que no deberían haber hecho.

—Estoy empezando a imaginar cosas muy turbias —le advirtió al recordar lo que le dijo Andros sobre que la madre de Nalbrek estaba muy protegida por lo que solo se relacionaba con los hombres de su propia familia, que la familia de Nalbrek pertenecía a otra familia que los usaba sin ningún miramiento. Se le ocurrían demasiadas opciones, todas malas.

—Por eso necesito encontrar la manera de decírtelo. ¿Podrías darme tiempo?

—Está bien —aceptó al notar la angustia que sentía Nalbrek solo con pensar en aquello, el dolor. Al parecer había una historia muy oscura en la manera en la que fue concebido, en la relación entre sus padres y, de nuevo, se preguntó qué habría pasado.

La madre de Nalbrek habría sido muy valiosa por su sangre, pero, por eso, no era muy difícil imaginarse que la gente a su alrededor no la verían más que como un medio para perpetuar esa sangre, anteponiendo la calidad de la sangre y el número de hijos a la futura madre.

—Gracias por esperar a que esté listo para decírtelo y por no romper esta relación —le dijo abrazándolo mientras, por alguna razón, metía la cabeza en su pecho antes de respirar hondo.

—Tienes suerte de que sea un zorro y los zorros valoremos a nuestra familia por encima de todo, nubecita —le advirtió dejándolo hacer ya que sentía que Nalbrek necesitaba hacer aquello, por más que no entendiese el motivo.

—¿Entonces eso significa que somos familia? —le preguntó mirando hacia arriba.

—Eres mi pareja y eso te convierte en mi familia. Tan solo recuerda lo que te he dicho.

—No te volveré a dejar atrás.

—En tal caso, nos llevaremos bien —asintió complacido cuando lo notó.



Por problemas de distribución, he tenido que cortar el capítulo aquí. Disculpen las molestias. 😌

Por cierto, ¿cuáles creéis que son los dos secretos de Nal? ¿Qué pensáis que hacía su familia en la ciudad de los lobos? ¿Y qué creéis que hicieron los padres de Nal? Si tenéis alguna teoría, me encantaría oírla, sobre todo porque quiero saber cómo estáis encajando las piezas que os estoy dando 💖

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