Los Juegos Literarios

By javier_valdivieri

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Prepárate para vivir los Juegos más emocionantes jamás celebrados... 8 sagas literarias 16 nuevos Tributos 1... More

La Nueva Cosecha
La Competencia
El Desfile de Tributos
El Entrenamiento
Los Duelos
La Entrevista
La Arena
Aliados
El Área
Reencuentro y Reorganización Parte I
Reencuentro y Reorganización Parte II
El Acertijo
El Pájaro
El Regreso
Preparándose para Partir
Correr o Morir
El Traslador
La Ciudad
Los Túneles
Las Vainas
El Otro Grupo
Lo Que Vino Después
La Arpía
La Noria
La Batalla
El Adiós
Agradecimientos

Osadía

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By javier_valdivieri

Hermione profiere un grito desgarrador.

- ¡Arpías!- dice Annabeth, alarmada -. ¡Nos están atacando!

Tobias se sube a un asiento y abre una escotilla en el techo para salir al exterior del tren y combatir con las bestias desde afuera. Los demás tributos lo imitan y comienzan a desbloquear las demás salidas. El tren sigue sacudiéndose torpemente. Tengo miedo de que un movimiento brusco pueda tirarnos al suelo, por lo que me aferro con fuerza con un brazo a la mano de Peeta y con el otro a un asiento.

Otra arpía intenta hacerse con uno de los tributos, pero Thomas le propina un palazo que la obliga a retirarse, mientras emite un chillido agudo de agonía. Más criaturas se precipitan hacia el tren intentando entrar.

- ¡Incendio! - pronuncia Hermione, y las familiares lenguas de fuego engullen a las mujeres-buitre.

Acto seguido, la maga salta sobre un asiento y se escapa por una de las escotillas en el techo.

Dado que la mayoría de los tributos se encuentran afuera, decido salir para ayudar. Thomas y Susan se quedan defendiendo el vehículo desde adentro.

Cuando salgo, el viento me azota con violencia. Distingo una bandada de "pájaros" revoloteando alrededor de los tributos, que lanzan balas, hechizos y flechas para bajarlos. Una de las criaturas despliega sus alas mientras planea hacia los muchachos y extiende sus garras con el objetivo de aferrarse a uno de ellos. Contemplo como parece rebotar al intentar agarrarse a Bella, que la hace salir despedida hacia arriba.

Los ataques de las arpías no son muy efectivos. Una a una, las aves van cediendo y observo como caen del cielo e impactan contra el suelo al costado de las vías, al igual que meteoritos. Una de mis flechas alcanza un ala y derriba a una de ellas. Las pocas restantes se alejan volando, mientras los tributos le arrojan todo tipo de municiones imaginables antes de que terminen desapareciendo por completo.

Mi mirada se centra en cómo el tamaño de las bestias va disminuyendo a medida que se alejan. Luego miro a Hermione y me encuentro con su rostro devastado.

Se han llevado a Harry. Sin embargo, no ha sonado el cañonazo. Eso significa que puede haber sobrevivido. Pobre Hermione; no le va a ser fácil seguir adelante con esa inseguridad, estando alerta al ruido del cañón que puede sonar en cualquier momento.

Sin embargo, aún hay esperanzas de que siga con vida...

***

El tren aún no frena. Mi cabeza yace apoyada sobre el hombro de Peeta, mientras mis ojos miran a través de la ventanilla como los paisajes urbanos de Chicago pasan zumbando a toda velocidad. Un recuerdo de mis antiguos Juegos me estremece, volviendo a los momentos en los que aquel tren del Capitolio me conducía hacia una muerte casi segura en la Arena.

Tobias se asoma por la ventana, observando atentamente.

- Prepárense - dice, cuando se aparta -. Estamos por llegar.

Todos nos levantamos y comenzamos a alistar las cosas. Picada por la curiosidad, me asomo para observar a dónde nos dirigimos, aunque no distingo nada en particular que llame demasiado mi atención.

- Tendremos que saltar otra vez - anuncia Tris -. Asegúrense de flexionar bien las piernas antes de aterrizar si no quieren sufrir un esguince o algo parecido.

¿Qué? ¿Acaban de hacernos saltar a un tren en movimiento y ahora quieren que lo hagamos de vuelta? ¿Qué clase de conductas son esas? Comienzo a sospechar acerca de las habilidades de estos muchachos; quizás los subestimé antes de conocerlos.

Nos acercamos a un tejado cubierto con pequeñas rocas blancas. Tobias toma carrera y se impulsa hacia adelante, aterrizando con gracia en la superficie, mientras da un rol adelante, para terminar poniéndose de pie como si se hubiese bajado de un vehículo en vez de haber saltado de un tren en movimiento. Tris salta tras él, seguida de los demás tributos que comienzan a lanzarse hacia afuera.

Cuando llega mi turno, inspiro profundamente y corro hacia afuera. Mis pies se despegan del piso del tren y permanezco suspendida en el aire por unos estresantes segundos. Luego, comienzo a precipitarme hacia el suelo y me obligo a flexionar las piernas para amortiguar la caída. Por suerte, Peeta me ayuda a que el aterrizaje no sea tan violento, ya que me agarra apenas toco el piso del tejado.

- ¿Estás bien? - pregunta, mientras me sostiene por los hombros y me inspecciona.

Asiento con la cabeza y distingo un raspón en su rodilla. El suelo no ha sido igual de amable con él. Peeta parece notar qué lo estoy observando, por lo que dice:

- Es solo superficial. Por ahora me arde pero ya pasará.

A continuación, Tobias nos llama y nos reunimos todos al borde del tejado.

- Unos pisos más abajo se encuentra la entrada a Osadía, nuestra antigua facción - comienza a decir -. Más tarde Tris les explicará de qué se trata. Ahora, para ingresar debemos saltar de esta plataforma hacia el abismo. Sé que suena loco pero es la única entrada segura.

¿Segura? ¿Desde cuándo saltar hacia un hueco negro sin saber qué hay abajo es seguro?

- Tobias - lo llama Tris, en voz baja -. Esta ciudad puede ser parecida a la Chicago que conocemos pero eso no quiere decir que sea igual. Thomas dijo que en el Laberinto había varias cosas modificadas. No tenemos la certeza de que la red estará allá abajo para salvarnos.

El muchacho se asoma por el borde y su expresión me indica que no está del todo seguro. El silencio vuelve a instalarse, mientras todos buscamos una solución al problema.

- Yo puedo saltar y Edward también - dice Bella, por fin -. Los vampiros podemos dar grandes saltos sin lastimarnos como los humanos.

Nadie presenta objeciones, por lo que la pareja se para en el borde, cuenta hasta a tres y brincan hacia el vacío. Contemplo como sus figuras son engullidas por la oscuridad y alcanzo a oír el sonido de sus pisadas aterrizando en el suelo.

- Estamos bien - anuncia Edward, y su voz resuena como un eco -. Pero no hay red. Deben de haberla sacado.

Tobias maldice en voz baja, mientras piensa en algo que nos ayude a bajar.

- ¿No hay ningún objeto que pueda amortiguar la caída? - le pregunta a los vampiros.

- No - oigo decir a la voz de Edward -. Nada lo suficientemente seguro como para que todos salgan sanos y salvos.

- Creo que tengo una idea que puede funcionar - anuncia Hermione y da un paso al frente -. Necesito que todos se alineen en el borde y salten al mismo tiempo.

- Espera, espera - la interrumpe Jace, levantando una mano -. ¿Estás segura de lo que estás haciendo?

- Lo he hecho varias veces antes - responde la bruja -. Estoy casi segura de que funcionará.

No sé si confiar en ella o no pero, dado ya nos ha sacado de varias situaciones difíciles antes, decido hacerle caso y me posiciono para saltar. Todos nos ubicamos en una perfecta línea en dirección al vacío. La chica extrae su varita y la levanta. Decido permanecer con la frente en alto, ya que seguramente si miro hacia abajo el vértigo me dominará y no podré saltar.

- A la cuenta de tres - dice Tris y sujeto la mano de Peeta con fuerza -. Uno... dos... ¡tres!

Mis pies se despegan del suelo para pasar a flotar en un vacío sepulcral y oscuro, mientras siento como el viento hace que mi pelo se eleve hacia arriba descontroladamente mientras caigo. Me esfuerzo en mantener los gritos adentro; no quiero avergonzarme ante los demás. Cierro los ojos con fuerza, esperando que Hermione detenga la caída milagrosamente de alguna forma.

- ¡Aresto Momentum! - exclama la muchacha, y siento como si un soga se agarrara de mi cuerpo y tirara violentamente de él.

Estoy suspendida en el aire. Cuando abro los ojos, descubro que el suelo se encuentra justo en frente de mí. La cuerda imaginaria me suelta y caigo al suelo. El impacto contra la superficie duele y me froto el hombro para aliviar el dolor. Sin embargo, debo agradecer que la muchacha ha logrado salvarnos y ahora gracias a ella nos hallamos en un lugar seguro y apartado.

Una vez que todos nos recuperamos del forzoso aterrizaje, Tobias vuelve a liderar el grupo y nos sumergimos en las profundidades de la sede. Mientras recorremos las instalaciones, Tris nos explica sobre la antigua sociedad en la que vivía. Se trataba de un peculiar sistema dividido en facciones, que agrupaban a las personas según su personalidad. Estaban los inteligentes (Erudición), sinceros (Verdad), amables (Cordialidad), altruistas (Abnegación) y valientes (Osadía). Nos hallábamos en la sede de éstos últimos, en dónde Tris y Cuatro habían sido entrenados y reclutados, hasta que los Divergentes (personas que no encajaban con el sistema) se rebelaron y acabaron con el gobierno opresor. Me sorprendo al encontrar cierta similitud con mi historia: el grupo de adolescentes rebeldes que lucha por paz, igualdad y justicia.

La sede es bastante oscura. Arribamos al "Foso", un gran abismo en el cual se llevaban a cabo la mayoría de las actividades cotidianas de Osadía. Distingo varios puestitos de venta de ropa, comida y muebles, además de varias estéticas en las que se realizaban peinados, tatuajes y piercings. Mientras caminamos, observo la espalda de Tobias y descubro que una mancha de tinta asoma por encima de su remera. Me pregunto qué forma tendrá ese tatuaje.

- Hoy dormiremos aquí - dice el chico cuando por fin se detiene -. Aprovechen a explorar el lugar en busca de provisiones y luego los guiaremos hasta las habitaciones.

Este lugar no es mi estilo. Se parece en cierto sentido al Distrito 13, por lo que tengo algo de experiencia en ello. Igualmente, más recuerdos sobre la guerra no ayudan en absoluto. Ya son tantos que se me hace imposible mantenerlos apartados.

Suspiro profundamente. Supongo que terminaré por acostumbrarme, al igual que con todos los demás lugares a los que he ido. Es la ley de la supervivencia: aquel que no se adapta, termina muriendo. Es casi triste que tengamos que recurrir a los recursos del hombre más primitivos para permanecer con vida.

Sacudo la cabeza para apartar los pensamientos que me atormentan y examino el lugar con la mirada. Algo me atrae en la tienda de tatuajes. Lindos dibujos pintados con tinta negra sobre finos cristales cuelgan de las paredes del local.

Sin pensarlo demasiado, me introduzco en la sala. Creo que ya sé que voy a tatuarme...

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