Sangre en el Paraíso [Omegave...

By Ms_Chiru

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Los años podrían haber pasado pero algunos sentimientos permanecían fuertemente arraigados en sus corazones;... More

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By Ms_Chiru

— Mira, no quiero enojarme.

Ya estás molesto.

Hanma suspiró, resopló, bufó. Cuando detuvo sus intentos por arrancarse todos los cabellos con la mano libre con la que no sostenía el teléfono celular estampado contra su oreja y luego de que casi se hundiera los ojos por la presión con la que se los había hundido en las órbitas, su visión periférica le permitió apreciar a Kisaki sentado entre las sábanas, a su lado observándolo, una mano sobre su brazo presionando débilmente.

Y aquello volvió a enardecerlo todavía más.

El maldito teléfono había comenzado a sonar como un hijo de puta dentro del bolsillo de sus pantalones hacía unos minutos, olvidados ambos en el suelo de la habitación; por supuesto y esperando que el maldito que estuviese llamando desistiese, Hanma había ignorado una, dos, tres, cuatro llamadas mientras se daba a la faena mucho más entretenida y deseada de desnudar a Kisaki sobre las sábanas, una vez que se lo permitía. Sin embargo, la insistencia había sido tal que ambos habían comenzado a ponerse nerviosos, sobre todo Kisaki...y Hanma no había tenido más opción que levantarse tragándose todos los insultos y deseos de muerte, tomar sus pantalones y quitar el maldito aparato para comprobar quién mierda era.

Lo peor, es que al ver que tanto Ran como Rindo Haitani lo habían llamado entre los dos un total de quince veces...y, la cosa seguramente era jodida. Aquellos dos eran insoportables pero no más que él, si intentaban comunicarse con semejante insistencia era porque algo malo había sucedido.

Algo malo para ellos, obviamente.

Había tenido que atender apenas Ran había vuelto a marcar, segundos después. Hanma había notado su voz un tanto aguda y ansiosa pese a que había intentado disimular su nerviosismo preguntando cuestiones idiotas, Hanma los conocía bastante bien ya.

Y ahora, sentado en la cama y deseando destruir el celular contra la pared, intentaba enfocarse en lo que había dicho el otro.

Vamos de nuevo, Ran. Fueron a la casa de Hanagaki. Los dos, tú y tu hermano.

A la pocilga donde vive.

Hanma frunció el ceño al oír la voz de Rindo un poco más lejana pero clara. Ran probablemente había activado el altavoz. Se oyó un sonido tosco y seco, un golpe. Un gruñido, un insulto que no llegó a entender.

Así es.

—Bien. Y una vez allí, qué fue lo que pasó.

El silencio tras la línea no sólo ponía más ansioso a Hanma sino que comenzaba a ponerlo nervioso a él también, contagiándose.

Había sido bastante claro, creía que hasta el subordinado más retardado podría haber entendido la orden clara que había dado. Hacía unos días, Hanma se había comunicado con los Haitani para pedirles de favor que apuraran el trámite con Hanagaki; hubiese deseado asesinarlo él mismo pero las implicancias y el riesgo de ser descubierto por alguno de los infelices que trabajaban para Mikey era bastante alto, por lo que enviar a dos personas que estaban acostumbradas a moverse entre las sombras le había parecido acorde a la situación.

La idea, después de todo, no era asesinarlo sino..."asustarlo". Pese a que Sanzu en una primera instancia no había estado del todo de acuerdo con el plan — Hanma tampoco, ambos deseando la muerte del otro — Kisaki había logrado convencerlo explicándole que, si bien era necesario acabar con aquel inútil en algún momento, aquel no era el indicado.

¿Por qué? Ninguno de los dos lo sabía y ninguno había preguntado. Así, la idea original del plan era que los Haitani le hiciesen una pequeña visita a Hanagaki y le hiciesen saber las posibles consecuencias de seguir jodiendo con Mikey.

¿Y cómo había logrado Hanma para convencer a aquellos dos animalitos para que hiciesen el trabajo? Bueno, aquella era otra historia un poco más larga y que se remontaba a unos años atrás.

Un carraspeo del otro lado de la línea trajo a Hanma de vuelta a la realidad; Kisaki seguía presionando su brazo pero ahora se había acercado un poco más hacia su costado, su torso descansando ahora casi sobre él. Quería colgar, dejar que aquellos dos se arreglasen como pudieran, azotar el aparato contra el suelo o la pared y continuar lo que estaban haciendo antes de que Kisaki se volviese a arrepentir, pero...

Ran disparó.— de nuevo, la voz de Rindo sonó un poco más amortiguada pero aún así había sido clara.

— Bueno. Disparó. ¿Y qué sucedió? No me digan que mataron a Hanagaki.— otra vez el silencio. Apretando los dientes mientras sentía ascender la ira, prosiguió.— No me digan que lo hicieron, no les conviene.

Creemos que está vivo. Al menos parecía respirar cuando la ambulancia se lo llevó.

— ¿Qué?¿La ambulancia? Pero ustedes son idiotas, ¿en dónde carajos le dispararon...?

— El problema en realidad no es ese, Hanma.

¿Cuál es...?

— Hanma, pásame ese teléfono.

Mierda.

— Espera, puedo...

— Que me lo pases.

Hanma evaluó la mirada de Kisaki. Pese a que hacía bastantes años que se conocían, aún le costaba bastante distinguir cuando el otro estaba molesto sin rozar la ira, su rostro impertérrito mientras extendía una mano en su dirección. Sin demasiadas opciones y tampoco sabiendo qué esperar y qué otra cagada se habían mandado los Haitani, Hanma suspiró y estiró el teléfono en dirección a Kisaki.

El silencio fue tan tenso que Hanma terminó incorporándose de la cama mientras Kisaki observaba su deambular en la habitación.

— Ran. Rindo. Sí.— Kisaki guardó silencio y Hanma supo que alguno de aquellos dos volvía a contarles lo que había sucedido. En un momento, Kisaki suspiró y torció los labios, fastidiado.— Bueno, si murió tampoco nos...¿qué?¿Cómo que Mikey estaba allí?

— ¿Qué? Ah, estos tipos son más idiotas de lo que pensaba, qué...

— Hanma, cállate. No me dejas oír. ¿Mikey los vio?

De nuevo, el maldito silencio. Kisaki parecía oír lo que los Haitani le estaban comentando, su ceño frunciéndose cada vez más; Hanma se adelantó hacia la cama y Kisaki levantó una mano en su dirección pidiéndole que no interrumpiera. Luego, Kisaki arqueó las cejas y posteriormente, una sonrisa apareció en su rostro mientras negaba con la cabeza. Finalmente, levantó la mirada hacia Hanma a menos de un metro de distancia, de nuevo frunciendo el ceño.

Ah, fruncía el ceño porque estaba sin los lentes.

— Y ustedes se quedaron ahí para oír toda la pelea. Me imagino, debió ser...interesante.

Por primera vez en mucho tiempo, Kisaki miró a Hanma cuando éste se sentó a su lado extendiéndole las gafas; mientras se las colocaba, el menor presionó los labios y su cuerpo se movió en espasmos por la risa que estaba conteniendo.

— Bueno, qué se le va a hacer. Ya no tienen nada que hacer ahí...no, pero...he dicho que no. Esto se termina aquí. Luego veremos cómo continuamos.

Y colgó.

— Ran quería ir al hospital a rematar a Hanagaki. Qué muchacho tan responsable, queriendo terminar el trabajo.

— ¿Mikey estaba allí o escuché mal? .— terció Hanma mientras tomaba el celular.

— Oh no, oíste perfectamente.— Hanma enarcó las cejas instándolo a continuar.— Parece que justo en ese instante se estaban revolcando. Igualmente, eso no es lo mejor.

— Dios, ¿todavía hay más?

Kisaki suspiró, aún sonriendo. Estaba claro que había sufrimiento ajeno de por medio y lo estaba disfrutando.

— Al parecer los Haitani tienen muy buena puntería y le dieron bastante feo a Hanagaki, pero Mikey no llamó a la ambulancia.

— ¿A quién llamó?

En ese momento, Kisaki ya no pudo contener la carcajada, sorprendiendo a Hanma y contagiándole un poco de su alegría pese a la maldita interrupción y al problema con el que ahora se enfrentaban si Mikey empezaba a escarbar en el asunto.

¡A Sanzu! ¡Llamó a Sanzu para que lo ayude con ese inútil!

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Ran Haitani tenía buenos reflejos, su hermano menor siempre se lo había reafirmado pese a que él ya lo conocía de antemano.

Y ese momento era uno excelente para demostrarlo.

Su torso se ladeó e inclinó hacia delante en el tiempo exacto, justo cuando la silla de metal surcaba el aire donde un segundo antes había estado su cabeza, el asiento volando por el corredor produciendo un silbido siniestro para terminar estampándose contra la pared que estaba detrás de Ran en un estrépito infernal para nada propio del lugar donde se encontraban.

La silla siguió repiqueteando contra el suelo mientras rebotaba en las cerámicas, la cabeza de Rindo asomándose por el corredor al oír el escándalo.

Parpadeando un par de veces, Ran se enderezó del todo, una sonrisa apenas formándose en la comisura de sus labios mientras desviaba la mirada desde su agresor hacia Rindo haciéndole saber que todo estaba bien al ver la expresión confusa de su hermano.

Un sólo trabajo tenías, ¡uno solo!

La frase había comenzado como un silbido violento entre dientes para concluir en un grito tan o más fuerte que el estallido de la silla a sus espaldas. La voz de Sanzu resonó en el corredor haciendo eco e increíblemente el resonar de su grito se oyó más siniestro que el alarido mismo.

— Disculpa, si lo querías muerto tendrías que haberlo hecho tú mismo, Sanzu.— Ran seguía sonriendo y aquello pareció enardecer todavía más al otro, quien bufó y luego inhaló bruscamente.

— ¿Tan inútiles son ustedes dos que ni matar a alguien se les puede pedir?

— A nosotros nadie nos mandó a matar a nadie, infeliz.

Rindo surcó el corredor y quedó literalmente detrás de Sanzu. Al parecer, el estar rodeado por dos personas que en cualquier momento podían lanzarse a su cuello no parecía amedrentar a Sanzu en esos momentos sino todo lo contrario.

Parecía todavía más furioso.

— Creo que fui muy claro cuando le pedí a Mucho que hablara con ustedes.

Sanzu había cambiado rotundamente su tono de voz e incluso había descendido tantos decibeles que había pasado de gritar como un desquiciado a casi murmurar para sí mismo. Incluso Ran había tenido problemas para entenderle; cuando lo hizo y analizó rápidamente sus palabras, cayó en cuenta de cómo se habían cruzado los cables de comunicación dentro de la organización.

Enarcando las cejas se aproximó uno, dos pasos. Rindo observaba sus movimientos y parecía esperar una señal, probablemente para atacar a Sanzu por detrás.

Ahora Ran comprendía sobre la insistencia de aquel tema. Cuando Mucho había hablado con ellos por la posibilidad de deshacerse de Hanagaki, ambos hermanos habían estado sorprendidos por la vehemencia y el énfasis que había puesto aquel hombre en el trabajo.

Sobre todo porque había sido prácticamente la misma intensidad y seriedad con la que Hanma se los había ordenado dos días antes. La cuestión en ese momento había parecido de vida o muerte, tal y como si eliminar a ese sujeto que integraba Braham pero cuya función o importancia dentro de la organización no estaba demasiado clara fuese de vital relevancia para ellos.

Para ellos...que en realidad formaban parte del Rokuhara.

Kisaki lo sabía, Sanzu lo sabía. Obviamente, Hanma era el principal responsable de que aquello ocurriera porque...bueno, ¿eso no era lo que hacían los líderes, mantener a su organización?

Durante años Hanma se había movido literalmente en las sombras sin que nadie — ni de la Kanto Manji ni de Braham — supiese que en realidad no había estado desaparecido sino trabajando arduamente en la conformación de una tercera organización que, como Valhalla en su momento, no había tenido un líder claro desde el principio.

¿Acaso nadie se había percatado de que Hanma siempre utilizaba el mismo modus operandi?¿Eran todos retrasados o qué les sucedía?

Luego, las cosas se habían complicado un poquito. Para los Haitani no había sido realmente una cuestión importante enterarse más tarde que Hanma era el verdadero líder de Rokuhara porque Terano South había cumplido perfectamente aquella función en cuanto habían ingresado a la organización junto con Kakucho - quien por cierto, seguía desconociendo al verdadero jefe para el cual trabajaba pero...¿qué rayos les sucedía?.

El problema había venido cuando South había muerto en un enfrentamiento unos años atrás a manos de Mikey. Y no solo eso.

Ahora Ran recordaba que casi al mismo que aquello había ocurrido, Kisaki había "reaparecido".

Qué carajos había sucedido con aquel sujeto, ninguno de los dos lo sabía y en verdad tampoco les había importado demasiado porque su repentina y sospechosa aparición luego de dos o tres años de no mostrar la cara había sido junto a Mikey, persona con la que en teoría estaba enemistada. Comenzó a importarles, de hecho, cuando sin sorpresa descubrieron que Hanma aún seguía a su lado, como siempre.

Para no perder la costumbre, Hanma había terminado trabajando para Kisaki de nuevo. O era él quien lo había buscado, esa parte tampoco la tenían demasiado clara.

Pero, ¿quiénes eran ellos para juzgar las decisiones que arruinaban la propia vida de Hanma si ellos obtenían lo que querían dentro del Rokuhara? Por eso, cuando les había dado aquella orden tan directa de darle un mensaje claro a Hanagaki acerca de alejarse de Mikey y dejar de joder en torno a la Kanto Manji, Ran se lo había tomado bastante en serio.

Un mensaje corto y conciso, a ver si le entraba en esa cabeza dura a aquel tipo que ahora ya sabían...¡se revolcaba con Mikey!

Y por el trato que Mikey tenía para con Sanzu en el momento en el que aquel estúpido había corrido hacia el otro como el perro más fiel estaba más que claro que eran pareja, amantes, lo que fuera.

¡Ahora todo cerraba! ¡Por eso Mucho — que integraba parte del Rokuhara actualmente luego de salir de la cárcel — también había intercedido y jodido con eso! Dios mío, sólo faltaba que se enteraran que Sanzu ahora le era también infiel a Mikey con aquella bestia asesina...

Si todo era como Ran creía que era...Sanzu probablemente era el cáncer que originaba todas aquellas metástasis. Seguro había hablado con Hanma y lo había hostigado, más que seguro que había convencido a Mucho — no era demasiado difícil visto y considerando como aquel gigante miraba a Sanzu cuando lo tenía cerca — para que desde ambos lados se comunicaran con alguien que hiciese el trabajo sucio, es decir...ellos dos.

¿Y todo por qué? Porque Sanzu se revolcaba con Mikey y había descubierto que no era el único.

A alejarse, por favor.

— Ah, ¿ahora bajas la voz?¿Temes que Mikey te oiga? Lo siento, está más preocupado por si su amante se muere aquí o no.

Si Ran era rápido con los reflejos, Sanzu era rapidísimo con las reacciones. Rindo había dicho aquello en el tono más venenoso posible y al parecer, la combinación de la provocación verbal sumado a que estaba de espaldas habían desatado del todo la ira de Sanzu. Con sorpresa y un poco de preocupación, Ran tuvo que prácticamente correr a zancadas para atajar a la bestia salvaje esa en el preciso instante en el que se había volteado para golpear a su hermano.

Y Ran se había desesperado un poquito al notar que estaba armado.

— ¡No me toques!

— ¡Cálmate, estúpido! Estamos en un hospital, maldita...

"Sea".

¡Ran!

El aludido frunció el ceño, la visión borrosa y la estabilidad corporal yéndose a la mierda; Sanzu se había volteado de nuevo hacia él a una velocidad de vértigo y le había propinado un golpe en el rostro tan fuerte que casi lo había desmayado. Lo último que vio con claridad fue la cara de Rindo detrás de Sanzu antes de caer de culo al suelo produciendo otro estrépito.

¡¿Pero quién carajos se pensaba que era ese estúpido?!

Tan rápido como Ran se recuperó del aturdimiento provocado por el golpe, logró asestarle una patada a Sanzu que terminó volteándolo como a él; ahora, con los dos en el suelo uno casi encima del otro, había sido inevitable que ambos se molieran a golpes en la mitad del corredor de un hospital.

— ¡Ran, por favor, no puedo ayudarte así!.— sin proponérselo y haciéndole enojar aún más, Ran terminó golpeando a Rindo por la cercanía que éste mantenía con ellos, momento en el que Sanzu aprovechó para partirle la cara de nuevo con otro puñetazo.

— ¡No necesito tu ayuda, Rindo sal de ahí, me estorbas!

— ¡Te voy a reventar a golpes, tanto que ni este idiota te va a reconocer, incestuoso de mierda!

— ¡¿Pero qué mierda les pasa a ustedes tres?!

Ah.

Bueno, al menos la pelea se había terminado tan rápido como había iniciado. Los tres habían volteado hacia la puerta al final del corredor, Mikey asomado por ella. En su rostro había una mezcla de confusión, ira y preocupación con la que Ran no quería saber nada. Contrario a lo que pensó en un momento iba a suceder, Sanzu no hizo ademán de levantarse del suelo y explicarle a Mikey un par de cuestiones que resultaban un tanto sospechosas: por qué peleaban, qué hacían realmente ellos ahí...

Porque obviamente, Mikey desconocía que ellos en realidad trabajaban para el Rokuhara...es decir, para Hanma...que a su vez trabajaba para Kisaki, quien a su vez estaba en la misma organización que Mikey...

Por favor, ya no sabían en realidad para quién estaban trabajando.

La tensión en el ambiente era incluso más marcada que antes de que Sanzu revoleara la silla. Ninguno decía nada, ninguno hacía ademán de explicar y ni Sanzu ni Ran se levantaban del suelo. Mikey tampoco parecía dispuesto a volver a preguntar, incluso parecía más perdido en sus propios pensamientos que allí mismo en el corredor.

Finalmente, Ran suspiró y se incorporó con cierta dificultad. Le dolía la rodilla izquierda, el muslo derecho, el costado izquierdo de las costillas, el hombro derecho...escupió sangre hacia un lado e implorando a todos los dioses para evitar una mala reacción, tendió la mano izquierda hacia Sanzu, aún tendido.

Este desvió la mirada de Mikey a su mano tendida. Su expresión no era contrariada, pero Ran podía incluso ver mil pensamientos negativos surcando a máxima velocidad frente a sus ojos. Al fin, Sanzu tomó su mano y con algo de esfuerzo logró levantarlo del suelo.

— Haruchiyo...

¿Eso había sido la voz de Mikey? Los tres voltearon de nueva cuenta a la puerta y sí, efectivamente Mikey había hablado dirigiéndose a Sanzu.

¿Haruchiyo?¿En serio?

— ¿Qué quieres?

Rindo la tenía mucho más fácil que él porque seguía de espaldas; aún así, cuando sus miradas se cruzaron al oír el tono agresivo con el que Sanzu le había contestado a Mikey el muy maldito se había tapado la boca para evitar que se le saliese la carcajada.

A Ran le habría encantado hacer lo mismo pero lo tenía literalmente al lado y con Mikey mirando hacia allí, ¡así no!

— Tenemos que hablar.

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