TAN SOLO TRES MESES | COMPLETA

By theleslieramirez

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Liana era la única hija del señor y la señora Basurto, con dinero suficiente como para alimentar a todo el pu... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Epílogo
¿Cómo lucen Liana y Derek?
¡Phillip y Derrick ya tienen sus libros!

Capítulo 8

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By theleslieramirez

—Amiga, luces radiante. – dijo Flor, dándole los últimos toques a mi cabello.

—Realmente hermosa. – Agregó Stepha, mirándome con mucha dulzura. – ¡Qué envidia! – todas reímos ante tal comentario.

Me veía en el espejo y no podía creerlo. Aunque el maquillaje era muy sutil, era algo nuevo para mí, me hacía ver más madura y diferente, lucía hermosa.

—Y, por último, lo más importante, el vestido. – escuché la voz de la señora Amelia mientras entraba en la habitación. Todas volteamos a su dirección, viéndola sostener la percha donde estaba mi vestido colgado, pero éste estaba cubierto por una tela que no dejaba exponerlo. – Liana, sé que habíamos quedado de acuerdo en el otro vestido, pero sentí que este te sentaría mucho mejor. – entonces con su mano libre apartó la tela que ocultaba el traje. Cubrí inmediatamente mi boca ante la sorpresa que me causó ver qué vestido era. Las demás chicas pasaban su mirada de la señora Amelia hacia a mí, tratando de entender la situación.

—¿Liana? ¿No te gustó? – preguntó Flor, preocupada y confundida al mismo tiempo. Aquel vestido, color durazno, era tan hermoso. Me levanté en silencio de mi asiento y me acerqué hacia la señora Amelia, quien me miraba con dulzura, sabía que me había gustado aquel detalle. Pasé mis dedos por la tela de aquel vestido largo, color melocotón, adornado por vuelos en la parte de los hombros.

— ¿Cómo es posible? –pregunté mirándola y luego nuevamente al vestido. Lo acerqué a mis brazos y lo abracé, con cuidado de no arrugarlo.

—Cuando Liana era aún muy pequeña para que este vestido le quedara, lo usaba diariamente, jugueteando y tonteando por toda la casa, hasta que un día el señor Leblanc le prohibió volver ponérselo y me lo entregó para que lo donara a alguien que lo necesitara. La verdad es que lo guardé, pero lo había olvidado hasta que llegó esta ocasión. –explicó la señora Amelia y volví a mirarla impactada. Esto significaba mucho para mí, ese vestido le pertenecía a mi madre, y lo había traído conmigo. Dejé rápidamente el atuendo a un lado y abracé a la señora Amelia con mucha fuerza.

—Gracias, gracias, muchísimas gracias. Es perfecto. – dije mientras mi abrazo era correspondido. Cuando me separé de ella, miré hacia arriba pestañeando con rapidez, evitando que las lágrimas cayeran de mis ojos.

— ¡Oh, no, no, no! No puedes darte el lujo de llorar ahora. – dijo Amelia, las demás rieron y se acercaron a mí, rodeándome en un abrazo grupal. – ¡Basta de lloriqueos! Liana necesita estar lista ya. – "Sí, señora Amelia" todas respondimos y volvimos a lo nuestro. De verdad que no me creía lo que había pasado.

...

Bajé las escaleras con cuidado de no resbalarme, levantando levemente la parte inferior de mi vestido para no tropezarme con él. Allí abajo esperaban por mí Derek y el señor Leblanc. Mis ojos se encontraron con los del primero mencionado, noté cierto asombro en su mirar. Cuando llegué al primer piso, incliné mi cabeza en forma de saludo, y ambos hicieron lo mismo.

—Luce usted muy bien, señorita Basurto. – halagó el señor Leblanc, y sonreí como reacción.

—Se lo agradezco mucho, señor. – respondí.

—Es hora de marcharnos, no quiero que nos presentemos tarde a la celebración. – dijo luego el señor de la casa y nos hizo señas para que le siguiéramos, mientras emprendía su camino hacia la salida. Derek le siguió y, después de despedirme de las chicas lanzándoles besos silenciosos, caminé tras ellos.

Noté cómo Derek redujo la velocidad de su paso para que pudiera alcanzarle, y así hice. Sin embargo, no había dicho ni una palabra.

— ¿Le comió la lengua el gato? –pregunté en tono burlón y él dejó escapar una suave carcajada. Cuando llegamos al carruaje, Derek me extendió su mano para ayudarme a subir en él, la cual acepté, mirándole a los ojos.

—Su belleza en esta noche me ha dejado sin palabras. – sentí como mis mejillas se ruborizaron y dejé escapar una pequeña risita.

—No sea tonto. –murmuré, mientras subía en la carroza. Tomé asiento frente al señor Leblanc y Derek se sentó a su lado. El señor dio la orden al jinete de que avanzara y emprendimos nuestro camino hacia la mansión Birdwhistle.

Hubo silencio durante todo el camino, yo por mi parte repasaba mentalmente una y otra vez lo que había aprendido durante los últimos días. Jugaba con mis dedos con nerviosismo mientras miraba el camino. Llevé mi mirada a Derek, quien al sentir mi vista sobre él también me miró. Le sonreí tímidamente y él me devolvió la sonrisa, volviendo luego su vista al exterior.

Minutos después el carruaje se detuvo y bajamos de él, estábamos en el jardín delantero de la mansión Birdwhistle, qué inmenso y hermoso lugar. Muchas personas también estaban llegando al evento, bajando de sus carruajes y aproximándose a la entrada del gran lugar.

—Vamos. –dijo el señor Leblanc, empezando a caminar hacia la entrada. Sin embargo, me quedé estática por algunos segundos, mirando desde aquella distancia la gran puerta de la mansión, me congeló el miedo. Sentí una cálida mano posarse en mi espalda baja y empujarme con suavidad para que me moviera, provocando que saliera de mi trance. Lo miré rápidamente, sintiendo escalofríos ante su toque.

—Tranquila, en su mente parece más aterrador de lo que realmente es. – dijo, mientras empezábamos a caminar. Asentí y solté un fuerte suspiro, luego me erguí mientras nos acercábamos más a la entrada.

Había una corta fila para entrar en el lugar, el señor Leblanc nos hizo seña con la mano para que fuéramos directamente a la puerta en donde nos estaba esperando.

—Aquí están. –dijo, mientras le pasaba a uno de los guardias tres invitaciones. El guardia asintió y nos dejó pasar. Jadeé en asombro ante la inmensidad y hermosura del lugar. La animada música clásica sonaba por encima de las voces de todas las personas que estaban en aquel lugar: mujeres hermosas, apuestos jóvenes, viejos y adinerados señores, señoras vestidas con gran extravagancia... era un ambiente en el que jamás me había movido. La vista del salón era prácticamente perfecta desde donde estábamos, pues teníamos que bajar una larga escalera para llegar al lugar.

—¿Qué le parece? –preguntó Derek, extendiéndome la mano para ayudarme a bajar.

—Es increíble. –dije con una gran sonrisa, tomando su mano y haciendo nuestro camino al salón. Sentía como que todos me miraban, pero creo que estaba todo en mi imaginación, necesitaba calmarme.

Una vez estuvimos abajo, dejé ir la mano de Derek, el cual se alejó de nosotros y desapareció entre las personas. ¿A dónde iba? Cuando volteé para buscar al señor Leblanc, tampoco estaba allí. Excelente, me habían dejado sola. Miré a todas partes tratando de encontrarlos, pero como no pude, empecé a moverme entre las personas para encontrar algún rincón con menos personas. Cada vez que atrapaba a alguna persona mirándome al pasar, inclinaba mi cabeza en forma de saludo, con una pequeña sonrisa tímida. En el centro había un grupo de personas bailando, se veían tan hermosos y como que se estaban divirtiendo.

De repente, por estar distraída, choqué con alguien accidentalmente provocando que cayera sobre la ropa de la otra persona una bebida que estaba en su mano. Era un chico alto, de cabello rubio y ojos color esmeralda. Esto era lo que me faltaba.

—¡Qué tonta soy! Mil disculpas, señor. – me excusé rápidamente, no sabiendo qué hacer con la pequeña mancha de vino que había caído en su ropa. El muchacho dejó escapar una suave carcajada, negando y mirándome con amabilidad.

—Tranquila, no pasada nada, nadie vio nada. –miré a ambos lados, y en efecto, las personas estaban muy concentradas en sus propios asuntos para fijarse en mi gran metida de pata, gracias al cielo.

—Lo lamento tanto, señor... —me detuve, esperando que me dijera su nombre, o al menos su apellido.

— Phillip, puede llamarme Phillip. Y despreocúpese, es solo vino. –dijo con tono gracioso, a lo que reí cubriendo mi boca, y asentí, sintiéndome más aliviada. – ¿Y su nombre cuál es? Al menos quiero recordar quién me animó un poco en esta fiesta de gente adinerada y aburrida.

—Soy Liana. –dije, mirándolo con una sonrisa graciosa. – Un placer conocerlo, aunque no fue de la mejor manera. –extendí una de mis manos hacia él para estrechar la suya.

— ¿Bromea? El destino puede ser muy ocurrente en ocasiones. –dijo él, levantando un poco la copa de vino y sorbiendo lo poco que quedaba. – Y el placer es todo mío. –Agregó, tomando mi mano e inclinándose hacia mí, plantando un corto beso sobre el dorso de esta.

—Qué caballero. –adulé con el mismo tono gracioso que mantenía nuestra conversación.

—Eso intento... ¿Es nueva en el pueblo? –preguntó él luego.

—Mmh... algo así. –sopesé mis palabras ante de decirlas. – Seguro no me ha notado.

—De haberla visto alguna vez no creo que la habría olvidado. –dijo mirándome fijamente. Sentí cómo me subía la sangre a las mejillas y dejé escapar una suave carcajada, rompiendo el contacto visual con él. – Si me disculpa, veré cómo resolver este pequeño detalle. –Volví a mirarle y luego la mancha que había dejado.

—Espero que pueda perdonarme, Phillip, en serio. –dije sonriendo apenada.

—Si me concede una pieza luego, podría considerarlo. –dijo él. Qué muchacho tan amable y divertido, todo lo contrario a alguien que conozco. Asentí, accediendo a su sutil invitación.

—Será un honor. –dije. – déjeme llevar esto por usted. –me ofrecí, tomando con gentileza la copa de su mano.

—Muchas gracias, Liana. Espero volver a verla. –dijo finalmente, antes de retirarse. Le seguí con la mirada hasta que se perdió entre las personas. Sonreí para mí misma y mordí mi labio inferior pensando en lo sucedido. Cuando uno de los meseros pasó por mi lado, dejé en su bandeja la copa vacía.

Luego de un rato, volví a encontrarme con el señor Leblanc, quien procedió a introducirme a diferentes personas y conocidos suyos. Algunos me trataban con mucha aceptación, otras se limitaban a saludarme solo por cortesía y seguían su conversación con el señor. Conocí también a un grupo de hermosas mujeres a las que parecí caerle muy bien. El señor Leblanc me permitió estar un rato con ellas y me hicieron sentir más en confianza. Dijeron que me veía hermosa y que conocieron a mis padres, que lucía mucho como mi madre. Me sentí muy feliz.

También me pusieron al tanto de los chismes de algunas de las personas en el lugar. Por ejemplo: el señor y la señora Smith estaban separados hace muchos años, pero no se divorciaban por conveniencia. La hermosa señorita Williams tenía muchísimos pretendientes, pero solo jugaba con ellos, no tenía un verdadero interés por casarse, aunque le hacía creer a sus padres que sí.

—Además, querida, ¿Sabías lo codiciado que es el joven Leblanc? –la señora Peterson inclinó su rostro hacia la dirección donde estaba Derek. Llevé mi vista a aquel lugar y allí le vi, en efecto, parecía estar una forzada conversación con una chica.

— ¿Ah, sí? – simplemente pregunté, curiosa de saber más.

— Así es. Es un muchacho muy apuesto, además es tan serio, cerrado, poco conversador, exclusivo ¿A qué mujer no le gusta los retos? – No se equivocaba en ninguna de sus declaraciones.

— ¿A quién no? –dije, siguiéndole el juego y riendo en mis adentros. ¿Qué le ven a ese arrogante, insensible, alto, apuesto, inteligente y seductor hombre? Yo no veo nada.

—Con permiso, damas, ¿Me prestan a la señorita Basurto por unos minutos? – era el señor Leblanc que había vuelto a buscarme. "Claro", "por supuesto", "solo unos minutos" fueron las palabras emitidas por aquellas amenas mujeres antes de que me retirara con el señor Leblanc. Derek luego se unió a nosotros.

—Vamos a saludar a la familia Birdwhistle, actúen con amabilidad y cortesía, adúlenlos de ser necesario, debemos quedar bien con ellos. –nos ordenó. Miré a Derek de reojo, quien mantenía una expresión seria en su rostro. Seguro tampoco disfrutaba de este tipo de eventos. El señor Leblanc empezó a caminar y le seguimos.

— ¿Está todo bien, Derek? –pregunté, mirándole.

—De maravilla. –dijo, con algo de sarcasmo detrás de sus palabras. Fruncí ligeramente el ceño y volví mi vista al frente. Nos estábamos aproximando a un grupo de personas que hablaban tranquilamente en un lugar más privado del salón, supongo que eran los Birdwhistle. Cuando estuvimos cerca de ellos, volví a encontrarme con esos ojos esmeralda que había conocido más temprano aquella noche.

Alcé mis cejas con algo de sorpresa y luego fruncí el ceño, él era...

—Phillip Birdwhistle. –extendió su mano para estrechar la mía. Dejé escapar una suave carcajada de incredulidad, mientras estrechaba su mano e inclinaba mi cabeza al mismo tiempo.

—Liana Basurto, es un placer. – él me miró con aire divertido, luciendo un diferente y completamente limpio traje.

— Feliz cumpleaños, joven Phillip. —felicitó el señor Leblanc al muchacho mientras estrechaba su mano. Qué sorpresa.

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