ROTA (cuando el alma pide aux...

By Martii_20_

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SINOPSIS Cuando Gabi, una chica de 16 años, conoce el amor, se verá envuelta en un cumulo de emociones ingest... More

PRÓLOGO
1. El Inicio
2. Los celos
3. El pintalabios
4. Los complejos
5. El trabajo
6. El deseo
8. Las Dudas
9. La indiferencia
10. Tu chico.
11. En un solo mes
12. Problemas
13. Provocación
14. Él y yo

7. La verdad

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By Martii_20_

No había peor momento para la insistencia de Mosy, que tras nuestra tardía respuesta, se apresuró a volver a llamar.
-¡Danieeeeeel!-
-¡Que ya voy!- decía este levantándose por fin del suelo y caminando hacia la puerta.
Mi cuerpo, todavía agitado por el momento frustrado de antes, va en busca de mis cosas. Es hora de ir a casa. El fastidio invade mi cuerpo, pero lo dejo estar porque sé que si esto ha sucedido esta vez, habrá más ocasiones.
Mi mente poco a poco se va enfriando y recapacitando sobre lo sucedido, ¿qué mierda ha estado a punto de pasar? Oh, no, no, esto no puede suceder. ¿Qué será de nuestra amistad si eso pasa? No, aunque haya atracción, no voy a besarme o hacer Dios sabe que con Daniel. No, no y no, no quiero nada con él, no son esa clase de sentimientos. Esto no puede llegar a ningún sitio adecuado, esto es un error y nada más que un error.
Daniel se ofrece, como cada día, a llevarme a casa. Me meto en el coche tratando de aclarar mi desastre mental. Su sonrisa cuando entra en el coche, me hace dejar de pensar y simplemente pasar el rato con él. Sin agobios.
El coche se mueve y tardamos poco en llegar a mi puerta. Nos quedamos hablando durante un rato antes de despedirnos.
-¿Sabes que me encanta eso que te echas en los ojos?- dice mirándome recostado en su asiento
-Sí, siempre me lo dices - Le sonrío con toda la ternura que él me provoca. Él se refiere a una especie de sutil brillo blanco rosado que me suelo aplicar cuando me echo máscara de pestañas como por la zona del lagrimal y siempre, siempre, siempre, predica que le encanta.
-Porque es una pasada como te queda, aunque cuando te veo natural... eso ya es otra historia- dice sonriendo de medio lado y mirando al horizonte.
-Se me sube la autoestima siempre que hablo contigo-
-No mereces menos- y mi sonrisa aumenta a proporciones gigantescas.
-Pero bueno, tengo que irme, muy a mi pesar, pero ya es tarde- es verdad, el reloj marca las cuatro menos diez de la madrugada. Últimamente, por culpa de este chaval, llego a casa a altas horas de la noche.
Es el momento, la parte que no me gusta de ver a Daniel, despedirme de él. Mañana será otro día, estaré con mis ideas más claras, más frescas y dispuesta a hacer que todo vaya sobre ruedas.
El momento abrazo ha llegado y siento que no quiero abrazarlo, por que sé lo que me fastidia separarme de él. Igualmente, lo hago y como siempre, su olor invadiéndome, su calor corporal junto a mi cuerpo, sus grandes brazos protectores rodeándome, todo lo bonito de un abrazo, los suyos lo tienen. Levanto la cabeza para besar su mejilla y entonces ocurre sin esperarlo, sin saber si fue él o si fui yo nuestros labios se fundieron en un beso que me cautivó al instante, pero que no pude disfrutar porque él se apartó al poco tiempo.
-No creo que esto sea una buena idea, yo, no sé si esto está bien- me susurra sin mirarme, pero la expresión dudosa anclada a su cara y su agitada respiración me sugieren algo que decir.
-Has empezado algo que ni tu ni yo vamos a poder frenar- y con esas Daniel agarra mi pechera y estampa sus labios contra los míos creando un ritmo perfecto. Su boca le ofrece la calidad y la humedad justa a la mía, es un beso rudo, un beso apasionado, lleno de lujuria, de deseo, y de lo que más temía pero no dude ni por un segundo en el instante que su boca y la mía decidieron conectar, es un beso lleno de amor.
Los sentimientos me desbordan mientras sus labios bailan con los míos. El intento de entenderlo todo de repente me consume, todas las dudas se disipan. Ahora puedo decir que lo sé, este chico ha calado dentro de una manera inexplicable. Siento tantas cosas que la emoción aprieta mi estómago. Una sonrisa de felicidad se forma en mis labios sin despegarse de los suyos, sus manos en mi pelo, su calor, todo lo que implica la total cercanía de Daniel, acaba de hacerme comprender que no quiero perderlo jamás.
Después de unos minutos ,que se me hicieron escasos segundos, sus labios se separaron de los míos y la vista es todavía más decisiva en mi, su pelo despeinado, su respiración agitada, sus labios rojizos e hinchados y sus mejillas levemente ruborizadas, todo eso, quería verlo cada día, a cada minuto.
Pero ahora era momento de irme.
Daniel y yo nos sonreímos y volvemos a abrazarnos, no cruzamos más palabra que un leve hasta mañana. En cuanto tomo la esquina, compruebo que Daniel está lejos, que no puede verme y estallo en celebración como si mi equipo preferido acabase de ganar. Mis manos se posan sobre mis mejillas, siendo consciente del calor que desprenden, mi corazón que continúa acelerado, en mi creciente y abordante felicidad. Saco mi móvil y tecleo con prisa.
Yo: LUNAA!! ACABO DE BESAR A DANIEL!!!!!

Yo: DIOS TÍA ESTOY QUE NO LO CREO!!!

Y curiosamente a estas altas horas de la mañana Luna contesta.

Lunita:): y será verdad

Lunita:): no me lo creo

Lunita:): ALA QUE FUERTE

Yo: Pero si dijiste que tú ya sabías que pasaría.

Lunita:): Sí, pero no estaba preparada para la noticia JAJAJAJAJA.

Lunita:): Madre mia Gabi, las que lías. Mañana por la mañana quedamos para bajar al chiringuito y me cuentas todo.

Yo: okey.

Estoy que no creo lo que acaba de pasar. Tengo una maraña de emociones que van desde el amor, pasando por felicidad, rozando la incertidumbre, y sobre todo acaparandose de miedo. Miedo de lo que pasará ahora, de si él me verá de la misma forma que yo lo veo, de sí corresponderá mis sentimientos. Creo que ese miedo a no ser correspondida es el que se negaba a dejarme entender lo que sentía desde el primer momento, pero ahora ya no hay vuelta atrás.
Mi corazón hoy ha entendido que siente con una ferocidad infinita. Esa es la verdad.
Y de nuevo una noche más me duermo pensando en Daniel.
Al día siguiente.
-y entonces ¿Te besó?- dice Luna haciendo muecas mientras le cuento todo lo sucedido.
-Sí, pero primero creo que le besé yo, no estoy segura-.
-Y eso qué más da. El caso es que os besasteis, lo sabía, lo sabía- dice ella festejando.
-Bueno ahora cállate- Le digo al entrar por la puerta del chiringuito, no quiero que Daniel nos escuche hablar del tema.
-Entoncess... ahora ¿Te gusta?- insiste ella.
-Que te calles ya, luego termino de contarte- me apresuro agotada.
-Solo dime si si o si no- continúa con sus manos unidas en un gesto de súplica.
-Sí, me gusta. Creo que es incluso más que eso- y me arrepiento enseguida de mi aclaración.
-¿¡COMO QUE MÁS QUE ESO!?- y todo el mundo se gira a mirarnos, ruborizada y furiosa miro a Luna y esta hace un gesto de cerrarse la boca con cremallera.
Caminamos hacia el mostrador y nos sentamos en unos taburetes. Mis nervios crecen con anticipación a ver a Daniel después de lo sucedido ayer. Hoy es mi día libre, y si, en mi día libre también vengo aquí.
Daniel sale del almacén y me mira nada más levantar su campo visual. Su sonrisa se engrandece y mi corazón se derrite por segundos. Se acerca directamente a mí, no hay casi nadie en el bar así que no tiene nadie a quien atender. Sus codos se apoyan en el mostrador, su cara queda cerca de la mía haciendo que se corte mi respiración, su mirada de ojos entornados se adueña de los latidos de mi corazón y su característica expresión de labios fruncidos me hace perder la calma y tomar un poco más de distancia o no sobreviviré.
- Buenos días preciosa- sale de sus labios y el sonido de su voz endulza mis oídos.
-Buenos días bombón- Le digo con una media sonrisa llena de picardía.
-¿Un par de cervezas?- Pregunta Daniel, y entonces, tras la nula respuesta de Luna me doy cuenta de que está totalmente sumergida en una conversación con Jorge, y curiosamente sin decirle de todo.
-Sí porfa- Respondo yo por las dos.
La mañana transcurre entre cerveza, risas, Luna y Jorge llevándose bien, el coqueteo de Daniel, su sonrisa, que tendrá esa maldita sonrisa...
El calor de la cerveza anula mi sentido de la cordura y durante una conversación totalmente irrelevante con Daniel, se me ocurre decir algo totalmente fuera de lugar.
-Y entonces ¿Te gustó?- Mis ojos lo recorren de abajo arriba ansiosos de respuesta.
-Buenoo...- deja salir una risa ronca de lo más sexy para mis oídos seguida de un claro asentimiento de cabeza.
-¿Puedo entrar?- le pregunto con una sonrisa de superioridad
-Emm, sí supongo-
No hay apenas nadie en el Bar y si hubiese alguien podría atenderlo Jorge. Luna tampoco me preocupa, sigue de cháchara con él.
Entro despreocupada directamente a la cocina sin cruzar palabra con Daniel, pero sé que vendrá, y no me equivocaba. Él entra poco después a la cocina, y antes de que pueda articular palabra, agarro su cuello y estampo mis labios con los suyos. Su boca me responde al instante, sus manos afianzan mi cercanía presionando mi baja espalda contra él. Mi respiración se vuelve irregular, los latidos de mi corazón presionan mi pecho, y cada uno lo hace nada más que por él.
El equilibrio de la postura oscila, él es mucho más alto que yo y eso hace que al extender el beso en el tiempo, no sea demasiado cómodo. Él debe notarlo, así que camina sin soltar ni mi boca ni mi cuerpo, haciéndome retroceder, hasta que mi espalda choca con lo que creo que es una mesa. Sus manos descienden hasta mis muslos erizando toda mi piel a su paso, sus brazos me levantan con una facilidad pasmosa y de repente todo mi peso descansa sentado sobre la mesa, de esta manera la altura se compensa. Daniel entierra sus manos en mi pelo, profundizando el beso, de manera que mi cuerpo se deshace en grandes pedazos de pasión enredada con un sentimiento tan profundo, algo que jamás había sentido, a pesar de creer que amaba a Carlos, ahora entiendo que no sabía lo que era el amor. Tengo miedo por lo estoy aprendiendo muy rápido y de una manera tan intensa como la propia luz del sol.
Él sigue besándome con una energía que me atrapa, que me hace desearlo más y más, pero nuevamente, hablo de la maravilla de lo efímero. Daniel se separa y mi cuerpo protesta por la repentina falta.
-Creo que debería volver al trabajo- dice acariciándose el pelo
-Vale, esta noche te veo- le susurro con el único hilo de voz que consigo sacar de mi pobre agitado cuerpo.
Un corto beso nos despide y él sale de la cocina.
Y ahí mientras me calmaba, mientras recuperaba el aliento, para poder salir y marcharme a casa lo recordé.
Mierda, Carlos...

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