La rubia llego furiosa a su hogar, entró por la enorme puerta con los labios apretados y al cerrarla la azoto con fuerza, como si los individuos dentro de la majestuosa mansión no hubieran notado su llegada. La falda de su uniforme esta mucho mas alta de lo usual y aquello desconcertó a su padre, quien frunció el ceño como índice de molestia y un toque de celos, pero aquello quedo en el olvido al ver las mejillas rojas, los mofletes inflamados en señal de puchero, los labios cruelmente apretados y las cejas fruncidas, el hechizante azul también estaba algo opaco.
El llamado de su abuela no le dio espacio a subir directo a su habitación como tanto había querido, por lo que la menor de los Romanov presentes se acerco -aun mas tensa- a la sala de descanso. Su tío Uriel tenia una calculadora en mano rodeado de papeles con muchos números con su nueva sumisa detrás dándole masajes en los hombros y con Yelena atenta a cualquier cambio de su semblante, su tía Aleska estaba sentada con las piernas cruzadas ojeando una revista mientras un esclavo se encontraba a sus pies sirviéndole como mesa para su merienda. Su abuelo Akin estaba siendo atendido por Salamaro en una esquina de la habitación, alejado de su abuela Viktoria en lo mas posible como si de una peste se tratara.
Esta ultima estaba sentada frente a su padre, discutiendo sabrá la vida que. La casa se encontraba en silencio total y ninguno de sus hermanos menores estaba presente, por lo que suponía estaban por fuera con su adorada madre, su enojo se incrementó. No le gustaba ser obligada a nada, tampoco permitía que las cosas se dieran contrario a sus deseos, pero su madre le enseño que, si bien estaba por encima de muchos en esa familia, debía seguir dándoles el respeto correspondiente por tres razones muy importantes: 1. Son mayores y por ende un poquito mas sabios, 2. Son familia y 3. Ella era una dama, no podía actuar por debajo de su grandeza.
Se sentó ofuscada en el asiento que aun quedaba libre, cruzo las piernas y los brazos en señal de enojo por estar ahí, aquello llamo aún más la atención de sus familiares.
-Veo mucho enojo en esa mirada L'vitsa-no contesto, ignoro olímpicamente las palabras de su padre generando que su abuela fuera cambiando el semblante. Podría ser su nieta, pero el respeto hacia el Boss seguía por encima de todo.
-Contéstale a su Pakhan Alteza, no hacerlo es señal de irrespeto y un claro desafío a su autoridad...-las palabras que iba a seguir diciendo, quedaron atoradas en su garganta cuando la rubia menor enfoco su mirada en ella. Tenia los ojos de las James, pero el poder y la amenaza detrás de estos eran idénticas a los de su padre. El mensaje detrás era muy claro, así que se vio obligada a callarse y para disimular su incomodidad se sentó mas recta.
-Esta algo tensa, Alteza. ¿Sucedió algo que la incomodo? -pregunto Aleska tratando de dispersar el ambiente incomodo que se fue creando. Amelie aún no se daba real cuenta de que su aura amenazante era idéntica a la del león que tenia por padre y en momentos como estos se hacia veraz los comentarios de Emma, respecto a que Amelie era la versión femenina del ruso.
-Es la escuela -soltó por fin ante el tono conciliador de su tía. Ese era un cambio notable que la diferenciaba de la actitud de ilenko, porque en ese sentido si se parecía a su madre quien no demoraba mucho en abrirse y soltar todas sus quejas con la persona idónea en el momento necesario.
- ¿Qué sucede con la escuela? -pregunta Uriel realmente interesado. Todos sus hijos son varones y nunca tuvo una hermana como para saber lo que podía aquejar a una chica en esta edad.
-Hoy hicimos un examen mis respuestas estaban bien, pero el maestro seguía negándolo y actuando extraño, no paraba de echarme culpa de cosas que no hice, se comportó como un imbécil y acolito las acciones de un compañero he ido a la dirección incluso. No me gusta-Conto por fin, luego de unos largos 5 minutos.
- ¿Sucedió algo más? -pregunta Viktoria con la ceja levantada, no le ve realmente mucho problema a lo dicho y en caso de una solución eliminar a la causa del enojo que tiene su nieta será como pan comido.
-Hay...Hay un chico-apretó los labios indecisa- el...yo...mmmh-se quejó con frustración, aquello resulto más difícil de lo que creía y el que su padre la mirara de ese modo no estaba ayudando mucho.
- ¿Qué está mal? -pregunta Aleska
- ¡Todo! Todo está mal-explota por fin- Ese maestro, Milenka, ese chico y la escuela...-sigue parloteando sobre algunos asuntos, pero ya nadie pone atención. La mención de un chico en la oración robo el enfoque y procesarlo ocasiona que el ambiente se ponga aún más tenso, temiendo la reacción del Boss, un Salamaro muy incómodo se pasa un pañuelo por la frente, a veces llega un momento en que odiaba este trabajo-
- ¿Un chico? – La rubia se queda callada de la sorpresa, de todo lo que ha hablado ¿eso fue lo único que todos captaron? ¿es que no hay nadie dispuesto a escuchar?
-Sobrina no creo que tus problemas estén muy graves, al menos no para dejar que te afecten así. No deberías darles mucha atención a las tonterías, eso te distrae de tu objetivo -contesta Uriel, relajado siendo secundado por los demás quienes no notan nada malo en su consejo, de hecho, casi todos piensan lo mismo.
-Ya casi es la hora de comer, pedirles a los esclavos que dispongan todo-se levanta Yelena ignorando lo que se ha discutido.
-Estos días han estado un poco tensas las cosas con...-Viktoria sigue como si nada, hablando de temas previos a la llegada de la rubia. Quien esta de pie, estática sin poder procesar la situación, sus problemas fueron dejados de lado como si se tratara de nada.
- ¿A caso nadie escucho lo que dije? -pregunta ahora si muuuy molesta, la actitud que están tomando no le agrada nada.
-Amelie no hagas un berrinche y ve a cambiarte el uniforme-habla por fin su padre.
- ¿Berrinche? ¡¿Crees que estoy haciendo un maldito berrinche?!
-Amelie Romanov, ten cuidado en como le hablas a tu padre. Ninguna falta de respeto es permitida o acolitada en este lugar-irrumpe Viktoria muy molesta.
-Nadie en esta maldita casa me entiende, ni siquiera me escuchas. No sabes cuanto te odio -la mirada de ilenko se estrecho y miro a su pequeña leona fijamente y tal como esperaba esta no se intimido ni le retiro la mirada, sino que la sostuvo con una incitación clara de desafío.
- ¿Qué dijiste?
- ¡Que te odio! -grito fuerte y claro, todos quedaron estáticos con el grito, nadie reacciono y los esclavos trataban de hacerse pequeñitos queriendo no atraer la atención de sus amos para evitar sufrir las consecuencias.
La rubia no espero mas y subió con prisa las escaleras, azotando la puerta de su habitación con gran fuerza. Todos seguían quietos, tratando de asimilar la escena que se acababa de desarrollar, el mas conmocionado era Ilenko quien no entendía el como las cosas llegaron a estas alturas.
Su momento de estupor se acabó cuando sin querer su vista se vio atraída a la entrada del recinto, por el aparecía una mujer menuda de esbeltas piernas y magnificas curvas. Vestía un corto vestido negro, una gabardina clásica y un par de botas militares, en su mano izquierda tenía un lujoso reloj (cortesía de su esposo) y un pequeño bolso de mano que seguro costaba más que el salario de cualquiera por allí. De la mano izquierda cargaba un porta-bebé y una pañalera que combinaba a la perfección con todo su outfit. ¿Como hacia para sostener ese peso? Nadie lo sabía.
Casi que rodeándola venían dos niños rubios -uno casi que albino- con aire protector a su alrededor, en sus pequeñas manitos traían lo que se puede suponer son compras importantes.
-Hola familia-Saluda la pelinegra con una enorme sonrisa- ¿Por qué las caras tan largas? -el ambiente cambia un poco con su llegada y Uriel reacciona casi que de inmediato para ayudarla con el porta-bebé, ocasionando que el ruso casi que lo mire mal. La pelinegra agradece y aprovecha para retirarse la gabardina antes de acercarse al porta-bebe y liberar a su hijo menor, quien de seguro no demoraba en ponerse a patalear por la falta de atención.
Se encamina en dirección a su marido sentándose a su lado, mientras sus otros dos hijos van de Romanov en Romanov dándoles el respectivo saludo. Como dos grandes hombrecitos dan apretones de manos alzando el pecho y pequeños besos en las mejillas de las mujeres de la familia.
- ¿Y bien? ¿no me vas a decir nada? -hace un pequeño puchero que el ruso obviamente ignora y sintiéndose frustrada la menor pasea la vista por el lugar reparando en que falta alguien- ¿Dónde está Amelie?
Siente como el cuerpo de su esposo se tensiona un poco y la mirada de los demás se vuelve algo mas seria, lo que la altera y el pequeño Iker entre sus manos seguro lo siente porque empieza a removerse y balbucearle tratando de llamar su atención y lo que se supone es calmarla. Baja la mirada y le regala una pequeña sonrisa, acompañada de una caricia, su bebito es tan hermoso.
-Estaba haciendo un berrinche
- ¿Amelie hizo un berrinche? -pregunto sorprendida, hacer berrinches era tarea suya y le era difícil creer que su hija llegara a ser una pataleta, más con el genio que comparte con su padre.
-Si, incluso le grito al Boss-habla ahora Viktoria
- ¿Amelie le grito al papa? Wow-el escepticismo es obvio, la ninfa siente que le hablan es de una desconocida.
-Tuvo problemas hoy en la escuela. Ya sabes cosas de la edad -termina de decir Uriel
-Si, cosas de la edad-murmura bajo la pelinegra, pero su mirada esta enfocada en otra cosa como recordando un pasado lejano e ilenko asemeja que puede ser, también capta que de seguro ella descifro algo que los demás no -Lo mejor es dejarla sola por un tiempo, mientras tanto almorcemos. Me estoy muriendo del hambre-los pequeños hombrecitos asintieron compartiendo la opinión de su madre.
Sentados en la mesa la pelinegra soltaba comentarios a la deriva cada que era necesario intervenir, de lo contrario se enfocaba en alimentar al menor de sus bebes quien estaba sentado en una silla adecuada para él y sonreía cada que le acercaban la papilla de frutas. Balbuceaba cada que tenia la boca libre como contándole una historia a su madre, que reía encantada ante la ternura de su bebe. El brillo en los ojos de este y en el de los otros dos era impactante, los tres miraban a la pequeña ninfa embelesados, como si estuvieran bajo un embrujo. Era como una diosa, fuerte, tierna, cariñosa e inigualable y por mas que Viktoria siguiera reacia a la unión entre su hijo y aquella "niña" no podía negar que la pelinegra ocupaba un lugar muy importante e irremplazable en la vida de todos sus nietos.
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La tarde paso y la rubia seguía sin bajar de su habitación, después de un tiempo enfurruñada se quedo dormida, su madre no estaba en casa cuando llego por lo que no podía darle los mimos que tanto le encantaban. Se levanto de su cómoda cama y se desesperezo, cambio su uniforme por una blusa y un short, el cabello se lo dejo suelto y con unas mullidas pantuflas salió del cuarto con dirección a las escaleras, por las que bajo para buscar algo de comer. Estaba algo triste por la reacción de su familia ante sus problemas y enojada consigo misma por lo que le grito a su padre. Llegando a la zona del comedor se encontró con sus hermanos menores quienes estaban encantados comiendo SU gelatina de colores, aquella que siempre hacia con su adorada madre.
Lentamente fueron tomando tradiciones o costumbres, su postre favorito siempre fue la gelatina de colores por lo que cada que su madre la hacia contaba con su entero apoyo, incluso dejaba todo botado para compartir ese momento juntas. El postre favorito de Nikolái eran los macarrons con relleno de frutas así que cada que un olor dulzón tomaba la casa eran ellos dos haciendo y deshaciendo en la cocina. Elian disfrutaba mas de una buena tarta con mucha crema y era realmente divertido encontrarlo con su pequeño delantal, la cara cubierta de harina y un gorro de chef profesional, con los dedos untados de mezcla y chocolate.
Pero ahora su preciada gelatina de colores estaba en la mesa y los demás comiendo de ella sin dejarle un solo trozo, asustada corrió a la cocina y al abrir la nevera se encontró con nada mas que Nada, estaba lo mismo de siempre, la carne cruda de siempre, las frutas y bebidas. Sintió que la rabia la tomaba, pero un olor muy conocido atrajo su atención.
Una esclava vaciaba en una tetera un te de manzanilla y miel. Aquella bebida le encantaba a su madre, especialmente en estas fechas donde podía enfermarse y ya que era lactante no causaba mucho problema para Iker.
- ¿Dónde está mami Queen?
-En el despacho del Boss, su alteza-dice con la mirada baja, intimidada por la presencia de esa fiera leona.
-Bien-contesta saliendo de la cocina y encaminándose hacia allá. Al llegar se encuentra con la visión de su madre sentada en una esquina de un cómodo asiento que ella misma mando a diseñar con una mesa alta a su disposición donde estaban ubicados de forma atractiva los postres favoritos de la ninfa. Iker descansaba en un pequeño moisés no muy lejos de su cuidado.
La chimenea estaba encendida y las ventas un poco abiertas, afuera nevaba y una cobija de felpa reposaba sobre las largas piernas y entre sus elegantes dedos había una novela corta de esas que tanto le encantaba leer.
-Mami-murmuro con la voz entre cortada, las lagrimas ya descendían por sus mejillas. Emma alzo la vista al ser llamada y al ver a su princesa solo pudo abrir los brazos a la espera de que sus cuerpos impactaran. La rubia busco consuelo y lo hayo rápidamente, los abrazos de su madre siempre eran los mejores para levantar el animo o descargar las penas. Se apoyo contra ella y presiono su cabeza contra su vientre.
-Quiero meterme a tu vientre, vuélveme a meter mami-susurra como niña pequeña.
-No puedo hacer eso, mi amor-le acaricio el cabello con cariño y la obligo a acomodarse mejor, le hizo una seña a una de las tantas esclavas con un elegante movimiento de manos y a cambio recibió una bolsa de agua tibia, la rubia se sonrojo al comprender para que era aquello.
Se levanto un poco para recibir la pasta que le entregaron y la bajo con un poco de agua, después se volvió a recostar sobre el regazo de su madre y suspiro con satisfacción cuando la tuvo sobre su plano vientre, dándole calor a aquella zona que tenía acalambrada, los cólicos menstruales eran una cosa horrible.
-Estos días no he podido hablar contigo princesa y lo lamento mucho, realmente necesito que tengamos un día de madre e hija- le dijo en voz baja, a veces tarareaba una canción de cuna arrullándola con calma como solía hacer cuando era mas pequeña.
-Ya no tienes tiempo para mi queen, es por eso-contesto algo resentida.
-Por supuesto que tengo tiempo para ti mi vida, lamento mucho si te he descuidado. He estado tan estresada en estos días y corriendo de aquí para allá que te descuide un poco.
- ¿Aun me quieres verdad?
-Como el primer día, nunca he dejado de quererte y nunca lo hare mi vida. Y lamento mucho que creas eso porque me hace saber que te he hecho mas daño del que pensaba-se inclina para llenarle la cara de besos-lo siento mi vida, pero quiero que si en algún momento se vuelve a presentar esto me lo digas ¿okay?
-Okay queen- sonríe encantada con todos los apapachos y por fin se suelta a hablar sobre lo que la tiene molesta, le habla del profesor insoportable y sobrepasado, acosándola. Le habla sobre el chico que le gusta, pero que solo la utilizo para acercarse a Milenka y como esta le coqueteo frente a ella como si nada. Se rieron y se enojaron juntas, finalmente hicieron todo un plan para vengarse de los que enojaban a la Romanov menor, en cuanto al tema real con el dichoso profesor, bueno una visita del Boss de la Bratva le haría entender porque demonios NADIE podía atreverse a lastimar a la mujer más poderosa de Rusia y la más importante de la Bratva.
Finalmente, la pelinegra manda a pedir el regalo preparado para su princesa y esta chilla de alegría al notar que es su preciada gelatina de colores.
-Era imposible que te dejara sin tu gelatina ¿Realmente me crees tan cruel de hacer tu postre favorito y no dejártelo comer?
-Sabía que serias incapaz de eso mami-murmura algo sonrojada porque esta mintiendo y su preciada madre también lo nota. Dejando esa mentirilla de lado se sienta a devorar el postre y cuando menos lo espera esta rodeada de sus hermanos menores, incluso el pequeño Iker que se mantiene despierto y pataleando a cada nada, "sumando" según el tema en la conversación.
Y esa es la escena que el ruso encuentra cuando entra a su despacho y siente un latigazo en el pecho cuando 5 pares de ojos idénticos lo voltean a mirar. En medio de todos sus hijos esta la pequeña cría, que entro como un borrego, siendo el pago de una deuda y con mucha fuerza de voluntad escalo hasta convertirse en una presa intocable, en la mujer que se sienta a su lado y en la pequeña hembra que sin miedo alguno fue capaz de parirle 4 hijos al hombre mas sádico y rencoroso de la mafia roja.
Amelie ya era una señorita de casi 15 años, era alta y de cuerpo esbelto como las mujeres de su familia, el cabello le caía como una cascada dorada que terminaba en unos hermosos rulos, el azul de sus ojos hechizaba como todas las mujeres de su familia. Nikolái tenia 9 años su cabello era casi albino y era alto pese a su edad, generalmente tenia un comportamiento mas serio y callado, analizaba todo su entorno siempre y se aseguraba en lo posible de que su madre siempre estuviera sana, salva y muy cómoda. Elian era el pequeño caprichoso de tan solo 4 años era rubio como sus hermanos y se parecía a su padre en todo, era igual de exigente con todo lo que tenia, odiaba ensuciarse y repetir las cosas, desde ya mostraba un claro interés en el ensamblaje de armas, incluso dejaba uno que otro artefacto por ahí para probar la magnitud de daños, esas pequeñas bombas iban mejorando poco a poco convirtiéndose en herramientas lo suficiente letales como para matar a alguien. Finalmente estaba el pequeño Iker contaba con 7 meses y si bien era igual de rubio que sus hermanos, su actitud juguetona hacia una idea de lo similar que seria a su madre, casi todo le daba gracia y necesitaba si o si la atención de alguien cercano a el para no sentirse ignorado, siempre buscaba la presencia de su madre en cualquier habitación a la que ingresaba. El ruso podía andar con su hijo libremente, pero solo por 1 hora y 30 minutos de lo contrario tenia que atenerse al berrinche monumental que el menor de sus hijos le haría por no llevarlo con su persona favorita.
Sus pensamientos quedan en el olvido cuando su pequeña leona se levanta de un salto y lo abraza con fuerza, buscando sentirse protegida entre sus brazos como se supone que debe ser siempre.
-Lo siento mi lord, no era mi intensión. Yo no te odio papi-murmura con la voz rota y la barbilla temblándole en ese gesto mimado y esa sensibilidad heredada de su madre.
-Esta bien L'vitsa-la carga entre sus amplios brazos como si no pesara nada y prácticamente la acuna como hacia cuando era una niña chiquita que quería ser llevada a todos lados y preguntando por todo lo que llamara su atención.
Entre conversas y comida la familia reunida pasa un buen momento.
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- ¿Aun no te vas a acostar? -se sienta sobre el regazo del ruso la pelinegra con una blusa de tiritas corta y una casi que inexistente tanga, mientras la cobija de felpa que la cubría queda olvidada a los pies del majestuoso sillón.
-No -murmura con ese exquisito acento inclinando la cabeza hacia atrás dando vía libre a los besos y pequeñas mordidas que esa traviesa boquita va dejando.
-No es tu culpa y no eres un mal padre por lo que sucedió hoy-susurra apoyando sus frentes-Amelie esta pasando por una etapa difícil y es normal que se sienta ofuscada, diciendo cosas sin pensar.
- ¿Cómo sabias que hacer?
-Ya sabes está en esa época del mes
- ¿Qué época? -pregunta realmente confundido
-Tiene su periodo Ilenko, obviamente va a estar mas sensible y perceptiva a los comentarios que le suelten. En estos tiempos se pone muy sensible y hay que tener cuidado de no herirla.
- ¿Cómo sabias que está en esa "época"?
-Yo soy igual, me pongo muy sensible cuando estoy en mis días -contesta como si fuera obvio
-Tu siempre estas sensible ved'ma -murmura ganándose un pequeño golpe sobre el pecho y un ligero oye que le causo risa, se inclina para destruir el pequeño puchero que su mujer ya esta haciendo. El beso se torna lujurioso y sus grandes manos se pierden entre los glúteos que amasa con gran fuerza, adora marcar esa piel cremosa.
-Igual, esta pasando por su primer amor y su primera desilusión amorosa. Es normal que con todos esos factores combinados reaccionara así cuando no le dieran la importancia que ameritaba.
-Oh ¿su primer amor? -pregunta con enojo disfrazado de indiferencia.
-Si, su primer amor celoso. Es una adolescente, será una mujer completamente realizada en un futuro, no puedes creer que permanecerá siendo una niña toda la vida, enamorarse y desilusionarse es un proceso natural de la vida.
-Mi bebe parece toda una experta en el tema-muerde su níveo cuello con más fuerza de la necesaria y piñizca los glúteos buscando mas dolor que una simple marca, esta enojado y lo permite ver.
-Solo lo normal-gime removiéndose un poco, causando fricción entre su zona intima con la tela rustica de los pantalones bajo suyo. Sabe que esta empapada y una caricia mas la llevara directo al clímax.
-Cuéntame ved'ma ¿Quién fue tu primer amor? -esta se niega, pero el beso apasionado que le dan la deja embobada por lo que termina cediendo.
-Yo tenia unos 12 años y estaba colada del ayudante de mi profe de ed. Física, era alto y tan guapo, pero yo era una mocosa, él tenía novia y además era demasiado mayor. Al final lo supere-comenta con gran orgullo.
-Oh ¿Cuántos años tenía él? -Ilenko tiene muy claro las preferencias de su pequeña mujer y de acuerdo a lo que conoce sobre ella, es muy seguro que desde que era una mocosa se fijara mas en los hombres mayores que en los de su edad.
-Unos 23 años, sino mal recuerdo-comento como si nada, una leve caricia sobre su clítoris la volvió un charco, una presión en la misma zona la hizo estremecerse y el amago de penetración en su canal vaginal la llevo a la cima, se removió avergonzada. En más de una ocasión se había venido con nada mas que un toque, incluso recuerda los orgasmos sucesivos que tuvo cuando el ruso se prendió de sus pequeños (ya no tan pequeños) pechos como si de un bebe se tratara.
-Estas empapada bebe-presiona su mejilla contra la de la pelinegra que se remueve incomoda sobre su regazo, no demora en cogerla de piernas y follarla contra la pared como si no hubiera un mañana, realizan el acto una y otra vez, sobre el sillón, sobre la alfombra, contra la puerta de entrada y contra las paredes, en más de una ocasión aprovecho para zurrarla por los secretos confesados, castigándola y evitando que lo tocara en lo mas posible, sabia muy bien que para la ninfa aquello era un martirio.
- ¿Sabías que Elian quiere otro hermanito? ¿Deberíamos cumplirle no crees?
-No...no...mmh...No tendré mas hijos Ilenko, Iker será el ultimo bien que lo sabes-comento como pudo ante la descabellada propuesta, ya ha cursado 4 embarazos y el que hayan sido tantos no quita que sea difícil y que cada uno traiga su riesgo. No ha querido decírselo al ruso, pero ya fue advertida por el medico en más de una ocasión, todos sus hijos sin falta alguna son realmente parecidos al ruso y así como es el de grande lo son ellos. Por lo tanto, cada bebe es demasiado grande para su cuerpo y para el pequeño canal de parto que tiene.
- ¿Vas a negarle ese deseo a tu hijo ved'ma? -las arremetidas se volvieron más fuertes, más salvajes. La conciencia se fue diluyendo entre el placer que poco a poco la gobernaba.
-Como no eres tu el que tiene que cargarlos y parirlos, pues no te queda muy difícil decir que si-contesto enojada obligándolo a parar, las mejillas las tenia rojas por la acción que llevaban rato realizando, el cabello lo tenia enmarañado y las marcas gobernaban su piel, dejando claro quien es el dueño de tan bello espécimen.
El ruso reanudo las embestidas, causando que fueran cada vez más rápido y profundo. Dejando la mente de la pelinegra en blanco y susurrándole cosas sucias al oído que sabia le prendían, le contaba sobre sus venganzas, sus métodos de tortura y las personas a las que mato. Le susurro al oído las fantasías que tenia con ella inseminada otra vez, de lo caliente que lo ponía saber que en su interior crecía otro niño y como lo enloquecía verla rodeada de todos los hijos que tan valientemente le pario sin pensarlo dos veces.
Aquello calentó de sobremanera a la pelinegra y entre gemidos le pidió que la volviera a preñar, aquello era casi que imposible porque el doctor le había aplicado la inyección de anticoncepción, pero dios la idea la tenía tan caliente. Un ultimo orgasmo la abordo con fuerza cuando sintió la semilla del ruso regándose adentro y se sintió desfallecer entre esos grandes brazos.
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Pues eso de que era imposible casi que no lo fue, las tres pruebas de embarazo que tenia sobre el lavabo marcaban que una nueva vida se gestaba en su interior. Carajo.
Outfit de Emma
Amelie adolescente
Uniforme de Amelie
Nikolái (Segundo hijo)
Elian (Tercer hijo)
Iker (Cuarto hijo)
Fiesta del Te
Gelatina de colores