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Oliver
—Estoy tan feliz de que ya estemos toditos reunidos como los viejos y buenos tiempos —sonríe el Wilson, sacando galletas de su mochila.
La Amy le da un sonoro beso en la mejilla y nos regala una gran sonrisa a todos.
—¡Estoy con mis personas favoritas en el mundo! Siento que esta es la mayor dosis de serotonina que puedo recibir —ríe.
—Te aseguro que todos estamos igual de encantados que tú —sonrío.
—Y el Cirus trajo un delicioso pie de limón hecho por él mismo —revela la Tami. —Les diré la verdad, estuve a nada de comérmelo yo sola.
—Me intentó sobornar y todo —comenta el Cirus.
—Uy, que bueno que no entonces, porque tengo muchísima hambre —aplaude el Wilson. —Yo esta vez pude traer galletas.
—¿De mantequilla? —pregunta la Amy, adivinando.
—¡Sí! —las muestra él.
No es secreto que el Wilson tiene una adición por las galletas, pero últimamente se le dió más por las de mantequilla. Y hace solo unas semanas eran las de chocolate. Siempre está cambiando de gustos, pero su debilidad son las galletas.
—Necesitamos más tardes así, por favor —pido.
—¿Con música de Shawn Mendes de fondo? —sonríe la Amy.
—Claro, si ese es tu toque especial —sonrío.
—Yo me sé de memora el toque especial —comenta el Cirus. —Soy el afortunado de despertarme con Shawn y dormirme con Shawn.
—Así como yo soy el afortunado en estas noches de dormirme con los michis de la Tami y despertar con los michis a mi lado —cuenta el Wilson, encantado. —Es que me adoran.
—Les atrae el olor a sucio donde no te bañas —lo molesta la Tami.
—O también donde les das comida a escondidas —agrega el Cirus.
—O porque tienes un buen ángel —sugiero yo.
—Me quedo con la opción de el Oliver —sonríe el Wilson. —Esos gatitos están aprovechando el tiempo al máximo conmigo.
—¡Yo igual quiero aprovechar de estar contigo! —se queja la Amy. —¿Cuándo haremos pillamada de nuevo?
—Una todos juntos —sonríe el Cirus.
—Y donde la Amy nos haga uno de esos queques tan buenos que le quedan —sonríe la Tami.
—¿Esos de chocolate? —pregunto, recordando.
—¡Esos mismos! Son mis favoritos, ya lo sabes —asiente.—Pero no es igual tener la receta del queque a que ella misma lo haga —hace puchero.
—Y le podemos echar un poquito de magia si quie...
—Wilson —entrecierra sus ojos el Cirus.
—Solo decía —levanta sus manos como un inocente.
La Amy ríe, sujetándose la guata.
—Les haría tres a cada uno si me lo pidieran —sonríe.—Solo ponemos fecha y listo.
—Voto por hoy —habla el Wilson.
—El tiempo vale oro, eh —lo molesta el Cirus.
—Estoy aprendiendo de ti, dulcesito —sonríe.—Además que justo estaba buscando quién sería el afortunado de regalarme cama hoy.
Sabemos lo que eso significa. Lo conocemos de memoria. De seguro que el Wilson tuvo alguna nueva discusión con su familia y necesita dormir en otro lugar. Estos últimos días ha estado en la casa de la Tami.
—Cuando quieras —le sonrío yo.—A mi tata le alegras los días cuando te ve.
Mi tata es como un roble, pero se deja tocar el corazón con las personas que cree de alma pura. Yo lo amo enormemente. Con el Wilson siempre tiene una simpatía especial, así que es muy bien recibido cuando se ven.
—Parece que tú serás el elegido entonces, eh —me sonríe el Wilson.
—Podemos hacerlo mañana, así aprovechamos de celebrar el cumpleaños de diablillo —sugiere la Tami.
—¿Ya cumple años mañana? —pregunto, sorprendido. —Pareciera que fue ayer cuando lo conocimos.
Diablillo es uno de los primeros gatitos que tuvo la Tami. Le pusimos ese nombre porque siempre fue un caos y se metía en puros problemas, pero con mucho amor para entregarnos.
—Tiene que haber torta si o sí —declara la Amy. —Y adornamos con ratones dibujados.
Reímos por sus ideas y la seriedad con lo que lo dice.
—Y podemos invitar a la Sarai, ¿cierto? —me guiña un ojo la Tami.
Yo le devuelvo la sonrisa, y por algunas miradas curiosas, siento como mis cachetes se ponen levemente colorados.
—Y yo pensé que ya estaba invitada —ríe el Wilson. —Por mi no hay problema, traer a Bubbles es completar todo.
—Si está invitada, pero no es lo mismo si no se lo decimos formalmente —opina el Cirus. —Después le puede dar vergüenza o algo.
—Eso, eso —asiente la Tami. —Y así la Amy la aprovecha de conocer.
La mencionada casi se pone a dar saltitos a mi lado. Sé que esperaba este momento hace mucho, concretamente desde que yo le hablé de la Sarai.
—Mañana haré una torta, sí, una muy rica. Y seguro que mi hermanito me ayudará con los ingredientes —sonríe la Amy.
—Gracias por considerarme —sonríe el Cirus.
—Claro, claro. Pero lo importante es que quede deliciosa para la Sarai y para festejar a diablillo.
La Amy con la Tami se ponen a hablar de las preparaciones y regalos, muy emocionadas.
—¿Qué pasa? Estás muy raro —le dice el Cirus al Wilson de forma sospechosa.
—¿Qué te imaginas, dulcesito? Si estoy en mis mejores momentos.
Esa sonrisa no es igual a las de siempre, así que nos dio todas las señales que necesitamos para saber que sí sucede algo.
—Hey, te juro que no le decimos a nadie —le sonrío.
—Nos llevamos el secreto hacia la tumba y todo —asiente el Cirus.
El Wilson ríe levemente y suspira.
—Es lo de siempre, solo nací en la familia equivocada, queridos amigos míos —se encoge de hombros.—Recibí un vaso de realidad en la mañana. Este año terminamos el liceo y no sé qué haré con mi vida.
—¿No querías estudiar? —pregunta el Cirus, confundido.
—Ellos no creen que logre nada. Me dijeron que seré un fracaso como siempre —ríe amargamente.—Y ya sabrán que obviamente no tengo su apoyo, ni emocional ni económico.
—Oh, Wilson... —murmuro.—Nosotros si confiamos en ti.
—Y tú puedes demostrarles lo equivocados que están. Eres muy inteligente —apoya el Cirus.
—Es plata y tiempo perdido, corazones —sonríe tristemente.
—Eso es mentira. Tú vas a llegar muy lejos, vas a ser feliz y nos tendrás a nosotros siempre. ¿Acaso crees que nuestra es amistad es de las que mueren en el liceo? —sonrío.—Somos infinitos, Wilson. Duraremos hasta cuando pasemos a otra vida, no moriría nuestro amor jamás.
—Y siempre podemos encontrar la forma de ayudar, sabes que sabemos salir de las más oscuras con nuestro apoyo —sonríe el Cirus. —Tú solo enfócate en lo que quieres para ti y no pesques los comentarios negativos.
—Está difícil, eh —ríe. —Pero gracias, ustedes son mis dulcesitos bonitos. Es lindo tener amigos que confíen en mi —sonríe.
—¿Qué mierda...? ¡No! ¡Voy a matar a ese conch...
—¡Tami! ¿Qué pasa? —se para rápidamente el Cirus, deteniendo su ataque.
Puedo ver la frustración y rabia de ella, hasta tiene ganas de llorar.
—¡Es un bastardo! ¿Cómo le hace eso a ella? Qué asco de weón —dice, entregándonos su celular para que nos enteremos.
Me cuesta entender lo que sale, sobre todo pensar en por qué nos muestra instagram y específicamente que aparezca un perfil falso con una sola publicación.
Pero mis ojos se abren enormemente cuando veo de lo que se trata.
Se filtró una foto íntima de la Sarai.