sarai-IX

871 111 64
                                    

Sarai

Ayer iba a salir con el Vicho, y para mi no sorpresa, me dejó plantada.

Después me anduvo enviando mensajes de que los cabros le habían ofrecido y a jugar a la cancha, y se le terminó pasando la hora. Ya no había nada mas que hacer, solo llegué a mi casa a tomarme un té porque me había estado congelando mientras lo esperaba.

Hoy, decidí aceptar el desafío de el Cirus, de juntarme con elles en el recreo.

Y mierda, ya siento que la cagué.

¿Cómo se lo explico al Vicho? Poco sería decir que me hará la escena de celos de su vida, le pondrá todo el corazón en eso, así que tendré que hacerla piola. Igual no estoy haciendo nada malo, pero da lata tener que actuar raro como si estuviera haciendo un acto mortal. Es como si le tuviera miedo.

Además que la última vez que intenté contarle, me dijo amorosamente que no le interesaba.

A penas terminó la clase de matemática, salí rápido de la sala abriendo mi coyac. El Vicho siempre se queda conversando con sus amigos, así que dudo que haya notado mi ausencia. Supuse que estarían en el mismo lugar donde me hizo el mapa el Oliver, así que me fui directo para allá.

Al llegar no había nadie, puta la wea. Ni siquiera sé dónde más pueden estar y voy a parecer weona buscándolos por todo el liceo.

—Sarai—escucho una voz a mis espaldas. Me giro rápidamente y veo al Cirus.—Cumpliste.

Por su voz es como si hubiera pensado que no iba a llegar y todo esto le pareciera irreal.

—Dije que lo haría—sonrío.

Él asiente pensativo y me queda mirando fijamente.

—Hace frío, hoy iremos a otra parte que tenemos donde llega más calor—avisa.—El Oliver me pidió que te venga a guiar, él estaba terminando una prueba y yo salí antes.

—Parece que estay a sus mandados—la tiro en broma pero parece que no sonó tan bien como en mi mente.—No va en mala, discúlpame.

—Ni me pidai disculpas—le resta importancia.—Sígueme.

Empieza a caminar y yo voy a su lado.

—Oye, he estado pensando en lo que hiciste por mi, y de verdad te lo agradezco un montón. Sería pulento pagar mi deuda pendiente. No sé si te cuesta inglés o tenís algún trabajo que hacer, yo te puedo ayudar si quieres—sugiero.

No podía quedarme de brazos cruzados cuando él ahora tiene dos semanas más de castigo en los baños y yo con mis manos limpiecitas.

Él me da una mirada confundida y niega con la cabeza.

—No me cuesta inglés y tampoco tenís que gastar tu tiempo en mi—asegura.—Erís brillante, Sarai. No merecías un castigo por algo tan estúpido.

—Tú tampoco lo merecías—insisto.

—¿Quién dijo que lo cumpliré?—ríe.—Está todo controlado, tranqui.

—Bueno—murmuro no muy convencida.

Voy jugando con mis manos, media nerviosa. Recuerdo lo que me dijo ayer el Oliver, lo de su secreto, y ahora me crecen las ganas de preguntarle al Cirus, pero juré que no lo haría.

te invito un coyac Where stories live. Discover now