oliver-XIII

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Oliver

—Sabes cuál es su pieza perfectamente, así que adelante.

Ya habíamos llegado a la casa de el Cirus. Solo estábamos nosotros y la Amy arriba. Podía escuchar la música a todo volumen.

—¿Y si está ocupada?—me muerdo el labio, un poco tímido.

—Se le olvidará apenas te vea—bufa.

Eso es verdad. Pero estoy terriblemente nervioso y ni siquiera era porque no quería verla, sino que todo lo contrario.

—¿Y tú te vas a quedar aquí solito?—pregunto, rascándome la nuca.

—Me haré compañía de estas dos joyas que quiero terminar—señala los libros de su mano.

Yo asiento, entendiendo el amor que tiene el Cirus por la lectura. Yo también leo, pero no al mismo nivel que él.

—Ya, voy—me armo de valor y comienzo a subir las escaleras.

La pieza de la Amy quedaba en frente que la de el Cirus. La diferencia era muy notoria. Ella solía tener todo desordenado y su pieza de muchos colores, era más extravagante, además de que solía guardar muchas cosas innecesarias que jamás ocupaba. En cambio, el Cirus maneja su orden perfectamente y su pieza no es colorida chillona como la de la Amy. Recuerdo que la primera vez que entré a la pieza de el Cirus, quedé asombrado con la cantidad de libros que tenía.

Toco la puerta suavemente, esperando que ella me escuche, pero se me olvidaba que tenía música a todo volumen. Toco de nuevo, pero más fuerte.

La música se para y siento que el corazón se me va a salir por la garganta de la emoción.

—¿Cirus?—la escucho preguntar.—Que bueno que ya llegaste, te quería most...

Se para en seco cuando abre la puerta y me ve a mi.

—Ya quiero llorar.

Y empieza a chillar mientras me abraza tan fuerte que creo que me voy a quedar sin aire.

Me empiezo a reír por su reacción mientras estamos abrazados. Ella sigue exactamente igual a como la recordaba, o por lo menos físicamente.

—Pensé que Shawn Mendes me había seguido y por eso esta felicidad hacia mi persona—la molesto.

—Ni juegues con eso, que me voy con el de arriba—ríe.

Se separa de mi y me queda mirando con una sonrisa. En dos segundos ya me agarra de la mano y me hace entrar a su pieza.

—¿Qué vamos a escuchar?—pregunto, sentándome en su cama.

—Dejemos el aleatorio, pero estamos claros que no sale de mi Shawn—guiña el ojo.

La Amy se encargó de que me aprendiera montones de sus canciones. Yo no me quejo, ya que me enseñó muy buenos gustos. Además, la música es lo que más adora, entonces siempre creí que me dejó conocer un pedacito importante de ella.

Se gana a mi lado y apoya su cabeza en mi hombro. No me había dado cuenta de lo mucho que la extrañaba hasta que la tengo junto a mi después de tanto. La Amy tiene una gran parte de mí, es mi alma gemela. Me hacía falta, mucha.

—¿Sigue siento tu favorito el rojo?—pregunta, mientras apunta uno de los coyacs en su escritorio .

—Ahora más que antes—aseguro.—¿Y el tuyo sigue siendo el verde?

—Fiel a mis principios—asiente.

Se separa para buscar un coyac en su escritorio y me lo lanza, yo lo atrapo justo en mis manos.

te invito un coyac Where stories live. Discover now