sarai- XVII (p.2)

773 98 38
                                    

Sarai

—¿Y qué haremos? Podemos ir a comer, o volarnos y después comer, o simplemente a reírnos por alguna calle vacía, no sé, disfrutar de nuestra compañía y olvidar las penas —dice, animadamente el Wilson.

No quería arruinarles el panorama, pero me siento muy agotada y sueño con llegar a mi cama luego.

—¿Pueden llevarme a mi casa? —pregunto, en voz baja pero entendible.

Sentía que mi mente estaba en cualquier parte menos donde debía estar. Recorriendo pensamientos y recuerdos dolorosos.

—¿Estás segura ahí?—pregunta la Tami, cautelosa.—Digo, no sabemos si ese loco va a ir a molestarte o si estás solita, para aunque sea poder hacerte compañía.

—¡Y nosotros si que somos buena compañía!—sonríe animadamente el Wilson.—Mira, Bubbles, yo puedo alegrar el ambiente y no sé si te han comentado pero hago unas sopitas deliciosas.

—¿No llevan droga?—pregunto, con una ceja alzada.

—Quizás solo un poquito—me guiña el ojo.—Nah, bromis, no tienen nada.

—El Cirus te demandaría si se enterara que las sopas que haces alguna vez tuvieron droga sin que sepamos—ríe la Tami.

—Y tú serias como su testigo—bufa el Wilson.

—Es mi bestie sagrado—se encoge de hombros.

—¿Ustedes no son mejores amigos?—pregunto, sorprendida.

—Toditos somos besties—asiente la Tami.—Cada uno vibra distinto pero cuando estamos juntos es como una bomba de puras cosas pulentas.

Yo sonrío genuina.

—Claro que lo es.

—¡Pero arriba los corazones, pequeña Bubbles!—me anima el Wilson.—Se me acaba de ocurrir la mejor idea del mundo.

—Uy, eso me interesa. Suéltala—sonríe la Tami.

—¡Hagamos una pijamada!—suelta, lleno de emoción.

Yo paro de caminar y lo miro entendiendo si lo dice de verdad o no.

—¿Pijamada?

—Eso mismito —asiente.—Podemos bajonear, ver películas, hablar mucho y no se, lo que se nos ocurra.

—A mi me encanta la idea —acepta la Tami.—¿En qué casa?

—Bueno, eso no lo pensé, normalmente yo tiro la idea loca y el Cirus lo organiza—ríe nervioso el Wilson.—Pero en la mía ni cagando, es como un maniático, ni yo soporto estar ahí —ríe.

Me dio algo raro al escuchar la últimas palabras de el Wilson. Pareciera que intenta tomarlo con sentido del humor, pero en realidad le afecta mucho.

—¿Y seríamos los tres? —me escucho preguntar.

—Como tú te sientas cómoda —sonríe la Tami. —Si quieres también le decimos al Oliver y al Cirus, en una de esas también a la Amy.

Me esfuerzo en recordar si alguna vez había escuchado el último nombre, pero nada.

—¿Amy? Creo que no la había escuchado antes.

—La Amy es un sol grande y brillante que adoro con tooooda mi alma —explica el Wilson. —Ella y yo somos como almas gemelas, ambos loquitos por el Shawn.

te invito un coyac Where stories live. Discover now