Hacia lo Prohibido ©

By Nara_CC

200K 8.9K 15.2K

Collet Zane es una adolescente que, junto a su mudanza de Carolina del Norte a nueva York, viene a su vida lo... More

ANTES DE LEER
Prefacio
Introducción | Collet Zane
...
Capitulo 1 | El comienzo de todo
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 5 | Parte 2
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 8 | Parte 2
Capítulo 9 | Un faro y un cigarro
Capítulo 10 | Impotencia
Capítulo 11 | Al carajo
Capítulo 12 | La diferencia entre...
Capítulo 13 | Impulsos
Capítulo 14 | Karma
Capítulo 15 | Descubriendo la verdad
Alas de ángel
Capítulo 16 | Sentimientos
Capítulo 17 | Dudas sin responder y Encaros
Capitulo 17 | Parte 2
Capítulo 18 | Choque con la realidad
Capítulo 19 | Mal presentimiento.
Capítulo 20 | Demone
Capítulo 21 | Consecuencias
Capítulo 22 | Límites
Capítulo 23 | A la vista de alguien
Capítulo 24 | Espejos
Capítulo 25 | Desde las sombras
Capítulo 26 | Escarmiento cruel
Capítulo 27 | Eres como las otras
Capítulo 28 | La última gota
Capítulo 29 | Eso es de tramposos
Capitulo 29 | Parte 2
Capítulo 30 | Me arrebataron...
Capítulo 31 | Tu y Yo
Capítulo 32 | Tú y Yo, claro que sí.
Capítulo 33 | Navidad diferente
¿Esto es un...?
Capítulo 34 | Revolución de las ratas.
Capítulo 35 | Desgracia de media noche
Capítulo 36 | Afrontando el sufrimiento
Capítulo 37 | Encuentros sabor a tristeza
Capítulo 38 | La última copa
Extra | Bajo mi atención.
Capítulo 39 | Ni un beso, ni un perdón
Capítulo 40 | Nuestro destino
Capítulo 41 | Tiempo cumplido
Capítulo 42 | Asuntos ajenos
Capítulo 43 | El sabor de la verdad
Capítulo 44 | Llena eres de desgracia
Capítulo 45 | Mi suerte, tu suerte, nuestra suerte.
Epílogo
Agradecimientos.
Hacia la Obsesión.
Un pequeño regalo
El sabor a muerte.
Extra -Halloween atrasado-

Escena fugaz

2.4K 93 115
By Nara_CC


Collet. 

Parte de lo que elijo y me dispongo a hacer, es simplemente por ver el rostro, la belleza, y el aura que Hanniel emana; de esos hombres que sin necesidad de hablar, ya te dicen qué hacer, tan solo con una mirada, con una mirada de esos ojos grises claros que, lamentablemente, me vuelven loca.

Y ahora, entre la gente, con Allie a mi lado, hablándome no sé de qué tema, y él, con Oriana casi que subiéndosele encima, nos miramos fijamente, así como disimuladamente, o tal vez eso último solo sea de mi parte. Él toma un líquido transparente de un vaso de cristal, mojando esos labios que deseo tanto poder besar en estos momentos, y es que, llevábamos tanto tiempo sin un acercamiento directo, ni siquiera su presencia a centímetros de la mía, por lo que, puedo atreverme a decir que las ganas de algo más están igual de desesperadas de su parte como de la mía.

Quiero besarlo, quiero que me bese; quiero follar con él, quiero sentir su derrame... Joder, estoy tan mal que ni vergüenza me da imaginar eso con mucha gente alrededor de mí.

El cosquilleo entre mis piernas se hace presente, demostrando una vez más que como Hanniel, ninguno. Pues es el único que, sin siquiera tocarme o decir cosas sucias, me hace imaginar hasta lo más desvergonzado que juntos podemos hacer.

—Debo ir al baño, ahora vuelvo. —Corto la hablada de Allie, sin sentirme mal de alguna forma.

Ella me mira raro, ya que casi nunca hago esto, pero como que no le toma importancia y acepta.

—Te apresuras.

La dejo, me voy en dirección a unos salones lejos de toda esta fiesta. Necesito aclarar mi mente, necesito bajar la calentura que ha crecido en mi interior, porque por más que tenga ganas, no voy a ir a rogarle para que ocurra una follada.

Veo puertas, veo espacios para meterme, pero cuando estoy a punto de entrar a una habitación, miro al fondo del pasillo, a una puerta de vidrio que refleja luces de adentro, leves luces que son notorias para mí porque las bombillas principales del techo están apagadas, me hacen cambiar de opinión. Ese lugar parece aún mejor opción, así que suelto la manilla de esta puerta, para dirigirme a esa otra.

Cuando entro, quedo realmente impresionada con lo bonito que es dentro: hay como juegos, todos parecen ser del tipo de solo mesa, y absolutamente todas están destellando un color de luz led, cosa que me hace dar cuenta que es lo que se ve desde afuera.

Todo me llama la atención, y me digo a mí misma que sí fue mejor opción venir acá. Quiero ver más de cerca, y, aunque todo parece ser divertido, mi atención en mayoría se la lleva aquella mesa de pool, que está a mi izquierda, pegada al fondo de esa dirección.

Siempre he querido aprender a jugar eso, mamá era muy buena para jugarlo, y alguna que otra vez me enseñó a hacerlo. No tengo práctica, ni sé muy bien hacerlo, aún así, creo poder manejar aunque sea el palo de billar.

Me acerco a la mesa, los bolas están bien ordenadas en un triángulo, tomo el palo y las ganas de desordenar ese pulcro orden me toman, así de maliciosa. Tomo de la manera correcta el palo entre mis manos, colocando la punta directa a esa bola blanca, y mis dedos de la mano izquierda haciendo soporte.

Estoy por dar el primer empujón para romper esa forma perfecta, pero termino quedándome muy quieta, al instante en que mi piel se eriza completamente cuando sus manos me agarran con fuerza las caderas, y acto seguido me empuja hacia atrás, pegándome descaradamente a su regazo. De inmediato siento esa erección que me confirma que no era la única.

—Este maldito vestido me está volviendo loco, Collet. —Su voz tensa, entre cortada, es lo más sexy que he escuchado en todo el día, en mucho tiempo más bien.

Suelto el palo, me agarro del borde de la mesa cuando se restriega con más fuerza en mi trasero, y así, viene a mi mente aquella imagen de la vez que estuvimos a punto de tener algo en una mesa de estas, pero no se logró.

—¿Me lo vas a quitar? —lo miro por encima de mi hombro, siendo ahora yo la que echa atrás las caderas.

Estoy mojada, muy mojada tan solo con esto. Ya dije, tengo ganas desde hace bastante tiempo, y tan solo un poco de parte de Hanniel es suficiente para tenerme mojada.

—Cogerte con el puesto no es mala idea tampoco —se inclina a morderme el lóbulo de la oreja y eso, diablos, eso me excita en gran manera.

—¿Y qué esperas para hacerlo? —ya, no puedo aguantar la desesperación.

—¿Estabas por jugar, no? Hazlo. —Se aleja de mí, y siento la indignación. ¿A caso él no siente que no puede más si no se introduce en mí? Porque yo sí.

—No quiero jugar...

—Hazlo, Collet.

Bien, no puedo llevarle la contraria porque sería perder la oportunidad. Lo observo unos segundos cuando se posa a mi lado derecho, con sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón. Es tan guapo maldita sea, Hanniel es tan guapo y no entiendo cómo es que puede existir al lado mío.

Vuelvo a tomar mi postura inclinada, eso hace que él lleve su vista a mi trasero, lo siento muy bien. Hago hacia atrás el palo, y cuando llevo acabo el tiro hacia delante, la tocada de Hanniel en mi nalga me distrae; sin ningún tipo de pudor envuelve su mano en mi trasero, lo masaje y lo aprieta, para luego dar una leve nalgada que me hace temblar la piel.

—Haciendo eso no me dejas jugar —le reclamo enderezándome, al tiempo en que veo con satisfacción como el triángulo de bolas se deshizo.

No me dice nada, no me responde, en su lugar, se vuelve a colocar detrás de mí y vuelvo a ponerme muy nerviosa. Es inevitable no acelerarme con su mera presencia. Sus manos bajan a lo que son mis muslos externos, justo donde el borde de mi vestido termina.

La sensación de sus largos dedos tocando y deslizándose por mi piel es tan deliciosa, tanto que me hace imaginar de todo. Él, sigue subiendo haciendo que mi vestido se enrrolle, yo, lo único que hago es morderme el labio inferior, tomando con fuerza el palo entre mis manos, siento, incluso, que ya estoy temblando.

—Abre las piernas. —Pide. Y claro, no debe pedirlo dos veces porque yo también quiero hacerlo, así que, arrastro uno de mis tacones abriendo mis piernas, levemente, para darle paso a lo que quiere hacer.

Sus dedos se enredan en el borde de mis pequeñas bragas, literalmente pequeñas, pues es una tanga, de esas que uno uso siempre y que agradezco haberla escogido para hoy.

Levanto el pie cuando llega hasta abajo, luego el otro para poder sacar de una vez mis bragas. Agacho un poco la cabeza para poder verlo, para poder ver cómo envuelve su mano en la tela y sin ningún impedimento se la lleva a la nariz, oliendo como si fuera cualquier cosa. Ese simple gesto me moja, aún más de lo que ya estoy, y termina de hacerme rendir con el beso que da en mi nalga derecha; pega sus labios de tal manera que se pegan y despegan dejando una sensación de cosquilleo.

Se coloca de pie con una sonrisa ladeada en sus labios, demostrando que se burla de lo que está provocando en mí.

El sonido de la abertura de la bragueta no es sorpresa, ni mucho menos, más bien es una satisfacción.

—Colócate en posición para jugar —su mano acaricia la parte trasera de mi cabeza—, y por cada tiro fallado, va una nalgada, fuerte y dolorosa; pero por cada acierto, va un beso de mi parte, y no solo en tu coño.

No se diga más, para ofertas está el comprador.

Agarro el palo, lo vuelvo a poner en posición, cosa que obliga a mi espalda a inclinarse y él, sin perder tiempo, empieza a pasar su glande por mi abertura, sí, directamente allí.

—No es justo, me estás distrayendo, así no voy a poder atinarle a ninguna. —Y es cierto, tremenda injusticia que siga pasando su pene como si eso no provocara nada en mí.

—Lástima, vas a tener que controlarte, porque yo... —me penetra sin previo aviso, así de repentino y profundamente, tanto que siento dolor al final de mi canal, y, sus testículos pegados a mi punto lleno de nervios— obviamente no lo voy a hacer.

El empellón me hace chocar con el borde de la mesa, y desestabilizarme un poco, por lo que tengo que poner mis dos manos en la mesa, evitando irme de boca a la madera.

—Ah, joder Hanniel —la sensación es deliciosa, y quiero más, mi cuerpo pide más y él lo sabe, pero no lo hace.

—Juega. —Ordena con un tono de voz divertido. Obviamente le divierte todo esto.

Obedezco tal cual una niña que quiere obtener su premio. Le pego siempre ala principal, pero está da con otra de las bolas, la que más cerca está, y ésta, choca con otra que toca el agujero de la esquina, pero rebota y no entra.

Maldición.

—Mucha fuerza —dice y sale de mi interior para volverse meter y a mover en una secuencia rápida que se mezcla con la nalgada que me suelta.

La piel inmediatamente arde, se extiende por los alrededores y yo bajo la cabeza con cada penetrada que me da.

—Sigue. —Exige ahora con la respiración acelerada.

Levanto el rostro y vuelvo a apuntar a otra bola, quiero analizar la jugada, que si va a entrar o no, pero en realidad no puedo, mi cabeza nada más está concentrada en el placer que estoy sintiendo y en como me sorprendo con lo increíblemente excitada que estoy solo por el hecho de estarlo haciendo mientras juego pool.

Le pego a la bola azul, la cual falla otra vez, cierro los ojos y recibo otra nalgada en el mismo lugar. Me duele, pero me excita, y demasiado. Es como si tuviera la necesidad de que me trate con más brusquedad, con más dolor mezclado de placer.

Ya no necesito que me diga que siga, pues vuelvo a apuntar a la bola blanca, con objetivo de meter a la roja. No es fácil, pues me muevo con cada empujón que Hanniel da hacia delante, metiendo y sacando su miembro de mi vagina, la cual siento que palpita sin parar, experimentando lo delicioso del sexo.

Llevo a cabo el otro tiro y este, entra, maldición, sí, entra como con pura suerte y lo duro que me está follando Hanniel no lo detiene, incluso aumenta la velocidad y toma con una mano mi mandíbula, me hace el rostro por un lado.

Nuestros ojos se encuentran, los dos completamente excitados y yo a punto de soltar todos los gemidos posibles que necesito para liberar presión. Él es hermoso cuando experimenta placer, y me complace más saber que soy yo quien se lo provoca, así que con toda las ganas posibles correspondo al beso que me da.

Nuestros labios se mueven encajando perfecto, su lengua es la que no se queda atrás y se introduce hasta el fondo de mi boca, usando esa técnica de rozar el piercing en mi paladar. Ay no, había olvidado lo rico que es besar a Hanniel, lo experto que es él para besarme, y lo sinvergüenza que es para hacerlo tan sucio posible.

Su saliva me encanta, me encanta todo de él, a tal nivel que no me importa la existencia de la palabra asco, porque necesito aún más de él, necesito que me escupa, que me muerda, que me lama y me demuestre que le gusta follar conmigo.

Suelta mis labios y quedo sin aire, el cual intento recuperar gimiendo ahora sin ninguna pena, con esa violencia para penetrarme y agarrarme las caderas.

—Estás bien rica —halaga, o eso quiero creer que son esas palabras—, tu estrecho coño me recibe tan bien, se estira tan bien para mí verga.

Ya, no puedo más, con esas sus palabras sucias es suficiente para querer venirme, para darle paso al orgasmo que ansío y no obtengo por su culpa.

—¡No pares Hanniel! Estoy en lo mejor y tú te detienes. —Reluzco la frustración que me causa esos actos.

—Pues sigue jugando entonces, que en ningún momento te dije que pararas.

—¡Sigue!

—¡Juega!

Diablos, parecemos niños, o bueno, no con esto que estamos haciendo.

Vuelvo a tomar el palo, el me agarra muy bien con sus manos, de tal manera que yo pueda ejercer los tiros sin caerme. Fallo en casi más de la mitad, eso quiere decir que recibo la secuencia de nalgadas que me arden y me hacen chorrear por el coño como una puta sinvergüenza.

El resto, las acierto, muy pocas intercaladas en todas las que fallé. Las quince oportunidades se van y, con la última jugada que doy, la bola blanca cae al agujero y me quedo quieta, ay, y eso que significa, ¿nalgada o beso?

—Eres una mala perdedora. —Se burla y sale de mi interior, mi cuerpo siente el frío y es como si me hubieran volver a la realidad con grosería.

—Ni lo pienses... —empiezo a reclamar, pero Hanniel ya no me da tiempo de nada cuando me da la vuelta, se Inclina un poco y tira de los bordes del vestido hacia arriba, quitándomelo por completo.

Cómo buena chica dejo que lo quite con brusquedad, y yo misma desabrocho el brasier dejando que él lo quite, se me pegue y con una mano, levantarme para sentarme en la mesa de pool.

Abro instintivamente las piernas, las abro demasiado, dándole la perfecta vista de mi vagina abierta, recién follada y muy mojada.

—Ahora van los besos. —Me dice y emito un jadeo sabiendo mi que se avecina.

Se deja ir encima de mi e introduce sus dedos en mi cabal, mientras que su boca se pega en mis tetas.

—Son tan pequeñas —dice perdido en mis pezones.

—Y aún así te gustan.

—Y serán folladas por mi polla.

Muerde con fuerza mi protuberancia y me quejo, adicionando el placer que me están provocando los dedos en mi interior, y el pulgar en mi clítoris.

—¿Por qué no lo haces y ya? —reclamo demostrando que quiero que lo haga y me haga experimentar de todas las maneras.

—Porque sé que diciéndote las cosas alimento a tu lado pervertido y sucio, ese que te permite abrir la boca cada que te meto mi pene hasta la garganta.

Llego al orgasmo, sus dedos me hacen llegar al delicioso orgasmo que me sacude el cuerpo completo, experimento el intenso cosquilleo que tensan todos mis nervios, jadeo con fuerza, sin poder evitar hacer ruido. Es tan intenso que lo puedo saborear con más tiempo del que puedo hacerlo con otros, y es evidente que tiene que ver las palabras que me dice.

Saca sus dedos de mi vagina y acto seguido, son estrellados en mi vulva. Doy un respingo, me hace abrir los ojos y termino aferrado a su cabello cuando se pega en mi coño, aún cuando este arde por el golpe.

—Hazlo rápido —pido. Hoy como que no estoy con pena de pedirle lo que quiero.

Su lengua es una fantasía por como lame, por como es capaz de tocar esos puntos exactos que me obligan a...

—Joder, que rico —...gemir de tal manera.

Parezco una mujer experimentada, de esas que no tienen pena de su cuerpo y es que, en realidad, hace mucho perdí lo que es la seguridad en mí misma, pero cosas como estas, acciones como estas de Hanniel pegado a mi coño con tal afán, hacen que olvide toda inseguridad creada.

Cada lengüetazo es un cosquilleo intenso, cada succión es una entrada al abismo de los placeres prohibidos, y cada penetrada con su lengua y roce de su piercing es un camino creado hacia la obsesión. Una obsesión por su boca, por sus habilidades, por el sexo que me ofrece, y una obsesión por querer algo más allá que esto.

Me sumerjo en un segundo orgasmo que me hace mover mi pelvis de manera inconsciente. El poco control que tengo de mí misma en este momento es muy nulo, es como si la liberación me hiciera a un lado y dejara solo a mi cuerpo disfrutar de los espasmos electrificantes. Mis manos aprietan el cabello y mis piernas abraza el cuello de Hanniel, que no detiene sus lengüetazos y me altera con desesperación, me está introduciendo a otro orgasmo y es que, él sabe que lo soy, que soy multiorgásmica, y yo lo descubrí con él, y aprovecharlo es la ventaja y bendición.

Obtengo otro orgasmo que sé que me va dejar devastada, sin fuerzas y rendida completamente ante el pecado de obtener un orgasmo de esta manera, de esta forma tan libertina y jodida. Pero allá vamos; conozco una y otra vez el sexo del libertinaje, lo que conlleva, lo que Hanniel puede lograr y entiendo, que puedo desear tener ese otro significado de la palabra, de liberarme literalmente de él, pero nunca sé si eso es lo que ocurrirá, sino es tan solo aquello de obtener la rendición ante el sexo y los placeres.

De todas maneras, ¿es el tema? No, claro que no, el tema ahora es que los orgasmos obtenidos uno detrás del otro son deliciosos y me dejan en las nubes.

No sentí ni cuando se despegó de allí abajo, solo sé que ya está levantándome y con cuidado me baja, me da un intenso beso que me transmite el sabor de mi sexo, se mis fluidos y luego, me coloca las manos en los hombros.

—Baja, y abre la boca.

Si, señor.

Obedezco, estando aún en las nubes, pero obedezco.

Su miembro está realmente duro, muy erecto que hace que pueda apuntarme con firmeza. Las venas que sobresalen de esa fina y delgada piel rosácea me vuelven loca; el pene de Hanniel me vuelve loca. Incluso si es tener que metérmelo a la boca para caer en el vicio.

El introducirlo le provoca un gruñido a él, y ahora es su turno de aferrarse a mi cabello, empezando a tomar el control del mete y saca de mi boca. Me va a follar la boca, la garganta, mis labios... y quiero dejarlo, necesito dejarlo para sentirme completamente satisfecha.

Hago todo lo posible por mantener a corde las arcadas, algo que me resulta muy difícil porque no es tan bonito tener la gran cabeza rozándote una y otra vez la campanilla de la garganta. Pero disfruto mantener el miembro entre mi lengua y mi paladar.

Saboreo todo lo que puedo, remolineo la lengua por dónde sea posible, presiono mis labios y succiono con sutileza, tal cual en algún momento aprendí y con él puse en práctica, pues sólo a él le he hecho sexo oral.

—Mierda, Collet... —se le sale un gemido, echa la cabeza atrás y yo araño sus glúteos por encima del pantalón, para aumentar la intensidad con la que siente el placer.

El sabor salado se intensifica, siento mucho eso, pero luego el líquido ligoso se mezcla. Me encanta todo esto, no tengo pena y admito que me encanta chupar su pene.

No puedo evitar introducir mis manos por debajo de su camisa, para tocar y sentir esos músculos bien formados y ricos, otra de las cosas que me encantan de Hanniel. Aumenta su fuerza para follar, y eso siempre significa que está cerca de su derrame, y creo que yo tengo la misma necesidad de que acabe que él.

Empieza a contraer su abdomen y entierro las uñas, marcando lo que no es mío, pero que me estoy comiendo como quiero. De un momento a otro se introduce con profundidad, yo expando mi garganta y allí se queda, presionando mi cabeza en su miembro, soltando unas palabrotas que indican que llegó al orgasmo, y también que casi me ahoga el líquido caliente que sale con fuerza dentro de mí boca.

Me separa y lo que sigue saliendo de su miembro lo derrama en mi pecho, en mi rostro y un poco salpica en mis piernas, mientras masajes su falo.

—Así de manchadita por mi leche me gustas.

Sonríe de una manera que me derrite, que me deja a sus pies, y mientras entiendo que es tan guapo y que lo amo tanto, paso mis dedos por lo que manchó mi cara y los llevo a mi boca, lamiendo lo que me encanta también.

—Y así de vulnerable para mí me encantas. —Respondo a cambio.

Es notable que le prende verme lamer su semen, sin asco y con confianza.

—¿Me vas a besar? —Le reto y este, se muerde el labio inferior con una amplia sonrisa antes de extenderme su mano.

—Besame la verga mejor, que para besarme en la boca, no debes pedir permiso.

Ahora soy yo la que sonríe, y con obediencia, me inclino y beso el glande, para después tomar su mano y con el impulso de él levantarme.

—Has dejado muy sucia la mesa de billar —se burla y me carga, de modo que envuelvo mis piernas en sus caderas.

—Tú fuiste el culpable.

—Ajá. —Me besa luego de eso, con ese deseo entre los dos que jamás se acaba.




Continue Reading

You'll Also Like

2.4K 126 7
Chato MP se enamora de la hija del empresario y cantante Eduin caz... Novela 100% Echa por mi imaginación
282K 23.1K 70
Luke Lewis tenía un solo sueño: Convertirse en el próximo ganador del campeonato nacional de boxeo en peso ligero. Tenía un único plan: Ganar. Lo úni...
34.1M 2.6M 91
Alexandra Carlin, es una chica recién graduada de la universidad, sin éxito en el campo laboral, es contratada por fin como secretaria del presidente...
1.7M 136K 79
Él es arrogante, ella también lo es. Él es astuto, ella lo es mucho más. Él cree que es un experto en el arte de la seducción, ella le desmostrará qu...