¿Alfa?, ¿Omega?

By KoryWoltz

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Samuel entra a la Universidad Reis, la más exclusiva de Santa Fe. Tiene la actitud arrogante de aquellos que... More

Novocaine.
¿En qué estoy metido?
Lo disfruté.
Nadando a casa.
Humo.
Bombas Jagger.
Cielo Rojo.
Porristo.
Águilas.
Erotismo.
Nubes cercanas.
Rugidos metálicos.
Plegarias al aire.
Aviones de papel.
Golondrinas.
Once con cincuenta y nueve.
Lagunas mentales.
Música en la oscuridad.
il trillo del diavolo.
Palpitaciones por minuto.
Espejos.
Persiguiendo coches.
Estoy en el rincón de una cantina.
Balas de punta hueca.
La vida no vale nada.
Preludio al final.
Final.
Epílogo.

Enmascarado de Plata.

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By KoryWoltz

Me despierto lentamente, sintiendo como mi cuerpo se llena de intranquilidad con cada timbrazo del teléfono.

Ya sucedió. Su cuerpo no pudo más y decidió rendirse… quizás… es lo mejor. Vivir pegado a máquinas no es vivir. Así no sufrirá. Así estará en un mundo mejor.

 Quizás así debía ser, quizás nunca para mí.

Mis pestañas comienzan a pesar por las gotas saladas. Cierro los ojos y suelto pequeños sollozos mientras me acurruco en la almohada inhalando el olor de Gaal.

El teléfono da un último timbrazo y luego silencio, un silencio sepulcral tan intenso como el mayor de los ruidos.

La voz de Troy atendiendo.

Intercambian algunas palabras que no distingo y luego silencio de nuevo. Por los espacios de las persianas se cuelan delgados hilillos de luz que asemejan a las barras de una prisión. Trato de respirar profundamente pero mis respiros se cortan a causa del llanto.

Pasos subiendo las escaleras.

La puerta se abre acompañada de la voz de Troy:

-Sam, ¿estás despierto?-dice en un susurro. No abro los ojos y finjo que aun duermo. Quiero aplazar la noticia lo más posible, quiero sostenerme a ese hilo de esperanza que es más delgado que un cabello. Es lo único que me queda y no quiero que me lo quiten también.

-Sam-repite Troy con más fuerza y me veo obligado a abrir los ojos después de unas fuertes zarandeadas.

-¿Mande?-digo con una voz ronca y rasposa. Me aclaro la garganta y digo de nuevo:-, ¿Mande?

-¿Cómo te encuentras?

-Mal ¿Qué sucede?

Mi respuesta hace que sus ojos desciendan y vean al suelo.

-Es Gaal.

Le doy la espalda y me cubro con las cobijas. A pesar de mis intentos las lágrimas caen una a una.

-Si un hubiera sido por mí, si no hubiera besado a la estúpida de Liza, soy un pendejo, por mi culpa…

-Espera, no, no es eso. Gaal está… bien, dentro de lo que cabe-sus palabras abren una compuerta en mi cabeza, como la tapa de un pozo que deja entrar algo de luz-. Lo transfirieron a Médica Sur un hospital particular. Está muy delicado pero estable.

-¿Podemos ir a verlo? Por favor, iremos en mi coche, sí, deja meterme a bañar y quiero comprar unas flores y un globo-entonces recuerdo que dejé mi coche en la carretera-. Espera, no, mi coche debe estar ahora en el corralón. ¿Me prestas tu Tahoe o vamos juntos?

-Sam, tranquilízate. Siéntate.

-No, no me voy a sentar-respondo y me levanto. Siempre las malas noticias vienen cuando estas sentado.

-Sam, tranquilo, escúchame. Gaal está bien, pero está… dormido. No ha despertado desde el choque. Sam… Sam tranquilo, respira, respira.

Siento como si mi pecho fuera la maquinaria de un buque de guerra que gira y gira y gira y toma más velocidad a cada segundo. Me siento y siento el corazón palpitándome en las sienes.

-¿Está… en coma?-pregunto en un susurro con miedo a la palabra.

-Supongo, no sé, no soy el médico. Mira, esto es lo que vamos a hacer: te vas a fumar un cigarrillo y te vas a calmar, después te vas a duchar y cuando termines bajas y desayunas algo, luego tu y yo iremos a Médica Sur y hablaremos con el doctor, él nos va a explicar cual es la situación, que sigue y todo eso. ¿Entendiste?

-Sí.

-Perfecto-Troy se levanta y camina a la puerta-. Oh y Sam, es posible que los padres de Gaal estén ahí y bueno, no sé si Gaal te lo dijo pero ellos no saben nada de ustedes… sólo para que sepas.

-Lo sé, no te preocupes por eso.

-Ok, procura estar listo en una hora.

-Gracias, Troy, gracias porque eres tu quien está a mi lado. Creo que sin ti no podría lograrlo-digo a una habitación vacía mientras escucho pasos que bajan las escaleras.

**

Termino fumándome media cajetilla de los Winston. Camino a mi fraternidad y tomo algo de ropa, después regreso a Alfa y me meto bajo el agua caliente, la cual me hace no querer nunca de la ducha. Pasan los minutos y el agua se acumula a mis pies. Cada gota que cae difumina una de mis lágrimas y eso me hace sentir un poco mejor, un poco menos débil.

Me visto con indiferencia y salgo sin hacer la cama. Desayuno en silencio con Troy y tomamos camino hacia Médica Sur.

Mientras veo por la ventana sin mirar de verdad siento como mis brazos flaquean y como mi cuello se tensa. Es como si un imán me hubiera dejado sin energía, como si solo fuera piel y nada más, como si estuviera vacío como un globo de cantoya  y quizás lo estoy, quizás ahora solo soy el puro cascarón de algo que solía ser.

Entramos en el hospital por el lado de Tlalpan. Cruzamos el enorme recibidor que se asemeja más a una plaza comercial que a un hospital. Sigo a Troy quien parece saber a dónde nos dirigimos. Cruzamos pasillos, corredores, pabellones… todo un laberinto de curvas y rectas donde se respira el desinfectante y el olor a muerte y enfermedad disfrazado de aromatizante. Llegamos a la habitación 203 de… algún pasillo y nos encontramos a dos personas afuera del cuarto.

Los padres de Gaal.

-Oh, Troy, que bueno que viniste-dice la madre y Troy la abraza.

-¿Cómo sigue?-pregunta con suavidad evitando con prudencia el decir "buenas tardes".

No tiene nada de buenas.

-Pues está estable, pero no saben cuando abrirá los ojos.

-O si los llegará a abrir. El mal del sueño es algo terrible-termina el padre de Gaal. Un hombre de bigotillo y traje. Es alto y tiene el mismo porte de su hijo, pero es a su madre a quien más se parece, dejando de lado las ojeras, sus ojos son idénticos.

-Cállate, Miguel. Sólo traes malas vibras-termina la madre.

-Me acompañó Sam, él es… bueno, amigo de Gaal.

-Hola-digo simplemente y saludo a los afligidos padres con la mano.

-Gracias por venir-dice la madre-. Gaal nos ha contado de ti, eres un muy buen amigo por lo que dice. Es una lástima que nos conozcamos en una situación tan horrible.

Aun dormido Gaal no deja de conmoverme. El hecho de platicar con sus padres de mí… o de una ficción heterosexual de mí me hace sentir el estómago tibio.

-No es nada. Es lo menos que puedo hacer.

-Ahora no hay mucho que hacer y eso es lo deplorable de la situación. Solo queda esperar y esperar-dice Miguel, el padre de Gaal-. Es una impotencia que crece en ti. Despertar todos los días esperando que ese sea el día, el día en que por fin volverás a abrazar a tu hijo… y tener que volver a dormir con la esperanza  de que el día siguiente sea indicado, y así sucesivamente-dibuja círculos en el aire con el dedo-, esperar y esperar. Un círculo que termina con el sueño. Un círculo que termina con tu hijo saliendo del hospital caminando o con los pies por delante.

La mirada fulminante de la madre me causa escalofríos y me alegra no ser la víctima de ella.

-¿Podemos entrar a verlo?-pregunta Troy.

-El doctor lo está revisando, creo…-la madre es interrumpida por el abrir de la puerta. De la habitación 203 sale un doctor no mucho mayor a mí de cabello subió y bigote cortado al estilo de los 40s.

-¿Podemos entrar a verlo, doctor?-pregunta la madre suplicando.

-Solo dos personas-responde el médico con una mirada comprensiva. Ambos padres entrar y la puerta se cierra antes de que podamos decir algo.

-¿Troy? Me hablo tu papá, me dijo que estuviera pendiente de Gaal, creo que me jubilaré antes de tiempo-dice en broma saludando a Troy con un abrazo.

-Ya sabes, cuando le haces un favor a la familia no debes preocuparte de nada. Gracias.

-No me lo agradezcas, ese dinero se irá intactamente al fondo del hospital-dice y firma una lista en la pared-, el hospital necesita una ambulancia nueva.

-¿Por qué no hay más gente como tú?-pregunta Troy y comenzamos a caminar a la terraza del hospital-Él es Sam, el novio de Gaal-la palabra 'novio' me sorprende por el enorme peso que carga al ser pronunciada en voz alta.

-Un gusto conocerte, me llamo Gus-me saluda humildemente el doctor y saca un maltratado paquete de papel con la marca Marlboro Red. Cuando salimos al jardín de la terraza lo enciende con un Zippo y expulsa el humo por las fosas nasales.

-¿No se supone que usted, siendo doctor…?-pregunto señalando con la cabeza el cigarrilo.

-Sí, no debería fumar, lo sé. Pero, mira, se hizo un estudio muy interesante hace poco que me dejo impactado en cuanto al tabaco. Verás, a diferencia de lo que todo el mundo cree, el cien por ciento de las personas que no fuman también mueren-dice y sonríe contagiosamente.

-¿Y… cómo está?-pregunta Troy al fin.

-No tan bien como todos quisiéramos. Sobrevivió al choque y eso debemos agradecérselo a todos los santos que existan. Los exámenes arrojan que no tiene daño en la espalda o la columna, lo que me hace pensar que, en caso de despertar, no tendrá que usar silla de ruedas para toda la vida. Lo que me inquieta es algo que aun no puedo diagnosticar.

-¿Qué?-pregunto en tono triste.

-Al chocar su cuerpo se lanzó a una increíble velocidad contra el volante, se rompió un par de costillas, pero eso se soluciona; un hueso roto se solda, una infección se combate, pero un riñón perforado… no es tan sencillo.

-¿Un riñón perforado?-pregunto sin entender bien a que se refiere.

-Su costilla derecha perforo su riñón, este puede curarse con el tiempo con medicamento, pero de no ser así… necesitaría un trasplante.

-¿Pero que una persona no puede vivir con un solo riñón? Yo leí en Men's Health que…-responde Troy pero es interrumpido:

-Sí, puede vivir una vida "normal" si estuviera en condiciones normales, Gaal no está en condiciones normales, está en un estado delicado, casi crítico. Sus padres ya rebasaron la edad para donar, pero aun así-arroja la colilla al pasto sintético y mira al cielo que comienza a arrojar pequeñas agujas de agua-me estoy adelantando. Debemos esperar.

-Ok, pero cualquier cosa házmelo saber, Gus-dice Troy.

-Lo haré, Troy, sólo ten en cuenta que no todo se arregla con dinero.

-Veremos eso-responde Troy frunciendo el ceño, molesto.

-Bueno, ¿me puedes dejar un minuto con Sam? Quiero platicar con él acerca de su salud, me enteré que estuviste en estado de shock cuando sucedió todo-dice mirándome y encendiendo otro cigarrillo.

-Ok, los dejo, estaré afuera del cuarto de Gaal-mágicamente la anónima habitación de hospital paso a ser "el cuarto de Gaal".

-¿Gustas uno?-dice Gus y me extiende el maltratado papel. Tomo un cigarrillo y lo él lo enciende procurando que el viento no lo apague-¿Cómo estás?

-De la chingada-respondo sin afán de ofender.

-Sí, me imagino. Debes sentirte fuera de lugar y tiempo.

-Algo así.

-Tristemente no hay medicinas para eso, es por lo que todos debemos pasar cuando alguien está en el hospital.

-Lo sé, me caga eso-respondo y saco lentamente el humo por la boca sintiendo el amargo y delicioso sabor llenar mi lengua.

-Mira, sé cómo es tu relación con Gaal. Mi título salió de las oficinas de Reis-dice y me mira a los ojos los cuales evito con disimulación-. Sólo quiero decirte que te la lleves tranquila, no te alteres y no pienses en el tiempo. Si se cura, se curará, si no, no.

-Vaya, muy profundo de tu parte.

-No es juego, así es esto. Muchos creen que con limpias o con un chamán o con hierbas la gente se cura, hay gente más ignorante aun que cree que con medicinas volverán a estar sanos. La verdad es que alguien que quiere estar sano, lo estará. Todo es cuestión mental.

-¿Y yo qué papel juego en esta tragicomedia, Doc?-digo irritado-, ¿él del enamorado desdichado o el de Julieta que se deja morir para estar con su amado?

-Julieta no se deja morir, es Romeo quien lo hace.

-Al inicio.

-Mira, yo solo te voy a decir algo: ¿ves esa esperanza a la que te aferras? Déjala ir. Olvida que siquiera existió. Si Gaal muere, será más fácil y si vive, bueno, podrán volver a estar juntos si el destino así lo quiere.

-Destino…-digo con asco.

-Te digo lo que sé. Es lo más humano abandonar la esperanza-pisa la colilla y me pone la mano en el hombro-. Mi consejo médico es el siguiente: no te detengas, conoce chicos, sal, vive tu vida, vive por Gaal. No te detengas por él porque él ni siquiera sabe que se ha detenido.

-Si no es con él… no pienso seguir-digo con enojo.

-Bueno, allá tú-regresamos a la habitación. El padre ha salido y ha entrado Troy a verle.

-Tengo que ver a otros pacientes, si necesita algo, señor, sólo dígale a una enfermera que me busque.

-Sí, sí, mil gracias, doctor.

Gus se despide con la mano de Miguel y a mí me dedica una mirada condescendiente. Me quedo solo con el padre de Gaal y es él quien rompe el silencio.

-No creo que duerma mucho, siempre, desde pequeño ha sido muy inquieto-dice con despreocupación.

-¿Apoco fue un niño muy activo?-digo y pienso en un Gaal de dos años, tratando torpemente de caminar con una enorme sonrisa en el rostro.

-Uy, sí. Se salía de la cuna, no dormía y lo peor, no dejaba dormir. Muy inquieto.

-Vaya, que tierno-digo y me reprimo. Gaal es aun heterosexual para sus padres.

-Sí, así es-la confianza del hombre se rompe en un segundo. Sus ojos fuertes se inundan de lágrimas y su rostro enrojece. Su voz quebrada me parte el corazón-. Iba a tener una familia. Iba a darnos nietos y yo los iba a cargar y a llevar por helados. Los iba a malcriar y a llevarlos a Chapultepec a ver a los pandas-su bigote baila para evitar que las lágrimas salgan pero es inútil. Su respiración es agitada y cortada. Sus manos tiemblan y sacan una licorera del forro de su saco-. ¿No gustas?

Niego con la cabeza. Miguel le da un trago y la vuelve a guardar.

-Lo siento, lo siento-respira hondamente-. Me quebré, pero ya estoy de nuevo bien. Un hombre no debe quebrarse. Un hombre debe estar siempre fuerte para su familia.

-Para sus hijos y su esposa.

-Exacto.

-Sabe que, ¿me despide de su señora y de Troy? Debo irme, tengo que…

-No me des explicaciones, no soy tu padre.

-Bueno, nos vemos entonces, señor. De verdad deseo que Gaal despierte.

-Yo también, hijo, yo también.

Salgo del hospital con las manos temblorosas y con una necesidad de embriagarme que me hacen querer correr.

¿Qué hago? Dios, mío, ¿Qué hago? Hay tantas opciones pero cada una peor a la otra. No puedo simplemente dejar morir, en esencia, a Gaal yéndome con alguien más, no podría después de todo lo que es para mí, después del lugar que tiene en mi corazón, pero tampoco puedo quitárselo a sus padres, no puedo privarlos de la vida que ellos desean, de sus nietos, de sus viajes al zoológico… bueno, si es que despierta. ¡Chingada madre! Ni siquiera tengo el consuelo del suicidio, sería una comedia más desagradable que la de Dante, si muero y Gaal despierta sería el hazmerreir del infierno.

Frente a mí se alza un edifico pintado de blanco y puertas dobles. Sobre el marco de la puerta, un letrero: Cantina "La 112"

Reviso mi cartera antes de entrar. Tengo efectivo suficiente como para perder el conocimiento y la American Express Centurion me sonríe con números negros que me pueden llevar más allá de la inconsciencia.

Entro y me siento en una mesa. Un camarero con cara amargada me mira y me deice:

-Joven, a la barra.

Ni siquiera me tengo que molestar en verlo a los ojos. La Centurion hace el trabajo por mí. En cuanto la ven, los meseros siempre se convierten en los mozos más fieles.

-¿Qué quiere, patrón?-me dice limpiándome la mesa.

-Morirme, pero ya que no puedo, o más bien, no me dejan… tráeme un 'Enmascarado de Plata'

-¿Una copa?

-Una botella.  

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