Santuario - Estrella Errante 2

بواسطة IrisBoo20

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El destino de un pueblo depende de que la postulante a reina sea bendecida con una semilla, pero después de c... المزيد

Nota de la autora
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Epílogo

Capítulo 8

1.4K 387 101
بواسطة IrisBoo20

Nydia

—¡Rigel! ¡Rigel! —Lo sacudí por los hombros intentando hacer que despertara, pero fue inútil. Bajo mis manos no era más que un muñeco de trapo.

Necesitaba un médico, así que salí de la cama en busca de ayuda. No iba a ir por ahí corriendo desnuda, así que cogí la sábana y me la enrollé al cuerpo de cualquier manera. Abrí la puerta de la habitación y miré a ambos lados del desierto pasillo, ¿dónde estaban todos?

—¡Ayuda!, que alguien me ayude. —Traté de pensar cual sería el camino que debía de tomar, cuando Rise apareció en el pasillo como si lo hubiesen lanzado contra la pared de enfrente. Estaba medio desnudo, pero no por eso parecía menos peligroso.

—Ya estoy aquí. ¿Quién nos ataca? —Trató de colocarme detrás de él, protegiéndome con su cuerpo.

—Es Rigel. —Aferré fuertemente la sábana con una mano y con la otra lo agarré del brazo para tirar de él hacia la habitación. Era más pequeña que él, y si no hubiese querido que lo arrastrara no habría podido, pero se dejó llevar.

Cuando estuvimos en la habitación, solté su brazo para ir hacia la cama. Rigel seguía igual.

—No se mueve. —Rise se acercó bastante desconcertado, como si no entendiese que había mal en ello. Seguro que pensaba que era normal que su hermano estuviese durmiendo en aquel momento, de hecho, todos debían estar haciéndolo a esas horas. Pero en cuanto zarandeé y no hubo reacción por su parte, Rise se puso a mi lado para tratar de despertarlo.

—Rigel, hermano. —Rise se agachó para escuchar mejor su respiración, y colocar sus dedos en su yugular. Algo que parecía lógico, pero que a mí no se me ocurrió. Estupendo Nydia, toda una futura reina perdiendo los papeles.

—¿Qué ocurre? —Nomi estaba entrando a la habitación, mientras el resto permanecía fuera esperando con rostro preocupado.

—Nosotros... Yo... —No solo me daba vergüenza explicar lo que estábamos haciendo delante de toda esa gente, sino reconocer que precisamente por ello lo había dejado así.

—Que alguien traiga mi maletín. —Podría ser muy del siglo pasado, pero aquí también los médicos iban con una pequeña maleta con todo lo que necesitaban para los primeros auxilios.

—Puede que mi oído hubiese mejorado gracias a la semilla, o puede que quién lo dijera no le importase si yo lo oía o no, pero escuché aquella frase con total claridad.

—Ha tenido que ser un revolcón mortal. —No sabía si el tono era de broma o acusatorio. Pero aquello me hizo recordar que la mayoría de las personas en aquella planta eran felinos o lobos, y todos ellos tenían un estupendo olfato. Seguro que Rigel y yo apestábamos a sexo. Cuando volví los ojos hacia Nomi la encontré observándome perpleja

—¿Se pondrá bien? —No podía perderle, no ahora que había encontrado a alguien como él, y mucho menos podría soportar que yo hubiese sido la causante de su...

—Está... está en sincronización. —No había escuchado antes esa palabra, pero hice lo mismo que el resto, mirar su pecho. Y allí estaba, algo que nos tenía todos desconcertados, sus marcas, sus piedras negras estaban parpadeando. Había una pequeña lucecilla roja que palpitaba en la parte más profunda, intentando salir a flote. Era como un pequeño corazón con un lento latido que nos decía que seguía vivo. Y respiré, convencida de que él se pondría bien.

—¿Y qué hacemos ahora? —Sentí mi cuerpo enfriarse, así que me coloqué mejor las sábanas. Pero no fui en busca de ropa, no podía irme de allí dejándole solo. Bueno, no estaría solo, pero yo no estaría con él.

—Aquí está tu maleta. —Kendal posó el equipo sobre a cama, cerca de ambos.

Nomi sacó su material y empezó a examinar cosas básicas de Rigel, como sus pupilas, sus pulsaciones, y por último, miró dentro de las rocas incrustadas sobre su corazón.

—Está en plena sincronización, no hay duda.

—Eso... eso quiere decir que su piedra volverá a ser... —Kabel no se atrevió a terminar la frase.

—Tengo que hacer algunas pruebas más... Pero no puedo daros una respuesta, esto es... esto es algo nuevo para mí. —Sus ojos me miraron como si yo tuviese la respuesta.

—Un maldito renacido. —Fue Protea la que puso palabras a lo que todos estaban pensando.

—¿Es... es posible? —La pregunta iba dirigida a Nomi, pero era a mí a quién miraba Rise.

—Todos fuera de aquí. —Nomi se puso en pie y empezó a empujar a todos los que estaban en la habitación. Pero al igual que hizo Rigel esa misma noche, yo no iba a irme de allí. Y por lo que parecía, en los planes de Nomi no estaba el expulsarme, pues era a mí a quién quería interrogar. —Quiero que me expliques lo que ha ocurrido.

—Buen, él y yo estábamos... —¿Podía sentir como me ardía la cara por la vergüenza? Ni siquiera era capaz de mirarla directamente por más de un segundo.

—Sí, eso lo tengo claro. —Señaló mi atuendo y el lugar en el que se encontraba Rigel. —No es la primera vez que un contaminado por la peste negra tiene relaciones sexuales con un bendecido iluminado, existen infinidad de antecedentes, más de los que un médico puede llegar a entender, pero en ninguno ha existido una transferencia, al menos que se haya podido demostrar científicamente. Ningún negro ha contaminado a un iluminado, y mucho menos un iluminado ha... ha... No sé qué nombre ponerle a lo que ha sucedido aquí, pero nunca, jamás había ocurrido antes.

—¿Quieres decir que lo que hemos hecho no ha sido sexo? Porque puedo asegurarte que sí lo era. No es la primera vez que... —Ella me detuvo con un gesto de la mano.

—El método científico dice que hay que observar, formular hipótesis, experimentar, emitir conclusiones, publicar y comparar. Pues bien, puedo asegurarte que soy la mayor experta en toda la galaxia de todo lo que está relacionado con la peste negra. No puedo asegurar que fuese esa radiación cósmica lo que contaminó a los árboles rojos, ese no es mi campo, pero sí puedo constatar que todo lo que he visto durante mi convivencia con los malditos me ha llevado a formular algunas hipótesis sobre la propagación de la plaga, y las relaciones personales no son la vía. Si de algo estoy segura, es que todo aquel que volvía al planeta acababa contaminado, pero los contaminados que salen de él no son contagiosos. Que él te contagiase a ti nunca me pasó por la cabeza que ocurriría, pero nada me previno de que ocurriese todo lo contrario. Y no, no ha sido el sexo, ha tenido que ser algo más. Y estoy por pensar... —Su forma de mirar la roca incrustada en mi pecho me previno sobre lo que había en su mente.

—Crees que esto tiene que ver con mi semilla. —Ella volvió a mirar mi rostro.

—Ya no es una semilla cuando germina dentro del cuerpo de un ser humano. Unos la llaman roca, otros luz, tercer ojo... Depende de la cultura. Tu roca es lo único diferente, lo único nuevo que puede justificar lo que ha ocurrido aquí, aunque tendríamos que experimentar con más sujetos para confirmar mi hipótesis.

—¿Quieres que me acueste con otro hombre? —Podría ser la fantasía que muchas mujeres, acostarse con todo un harén de hombres, y tengo que reconocer que los malditos que estaban en mi particular grupo me parecían atractivos y sexis. Pero soy una mujer chapada a la antigua, cuando estoy con un hombre no tengo aventuras o affaires con otros. No me parecía correcto, era traicionarlo, y una relación se basa en la confianza tanto como en el amor. Por eso la idea me resultaba inviable.

—No ha tenido que ser el sexo propiamente dicho, ha tenido que ser algo más. Aunque no descarto que el sexo haya sido el desencadenante. —Podía leer en sus ojos que no descartaba la experimentación. Pero esta rata de laboratorio no iba a dejar que la utilizaran para ese experimento.

—De momento vas a tener que dejarlo en un accidente. —A ambas nos sorprendió encontrar a Silas en la habitación, y mucho más el que no nos percatáramos de que llevaba lo suficiente como para haber escuchado la conversación.

—Lo sé. —Nomi dejó caer sus hombros, sabía que no podía saciar sus ganas de saber en esta ocasión.

—Una futura reina no puede ser un sujeto de experimentación. —A mí me servía como argumento de zanjar el asunto. Además, así podía volver a la parte que más me interesaba.

—¿Cuándo despertará? —Nomi giró la cabeza para mirar el cuerpo de Rigel.

—Es difícil saberlo. Su roca está luchando contra la enfermedad que la ha mantenido secuestrada todo este tiempo. Tu has debido despertar algo dentro de ella que le ha hecho regresar. Normalmente el período de inseminación de un rojo tarda entre unos minutos y un par de horas, depende de la sincronía entre huésped y anfitrión. Aquí nos enfrentamos a algo diferente.

—Pero va a despertar, ¿verdad? —Yo misma podía apreciar como el rojo que palpitaba allí dentro cada vez era más intenso. Rigel estaba venciendo.

—Sí. —Oírselo decir a un médico siempre te daba tranquilidad.

—Bien, entonces esperaré. —Me senté en la cama, acomodé mejor mi sábana y me preparé para la vigilia.

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