Capítulo 31

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Rigel

Los frutos de las ramas altas eran difíciles de alcanzar, pero ninguno estábamos dispuestos a dejar allí ninguno de aquellos pequeñillos tesoros, y la más decidida era Nydia. Traer algunas escaleras habría sido lo más cómodo, pero era la cámara sagrada del Gran Kupai, ya habíamos destrozado casi todo su aterciopelado suelo vegetal, no podíamos arrastrar más artefactos por aquella superficie desprotegida.

Fue divertido ver como los rojos se descalzaron para formar pirámides humanas que elevaran a la reina hasta la última fruta. Aunque el único que la sujetó fui yo, mi naturaleza posesiva no me permitía que otro macho la tocara de aquella manera tan familiar.

Podrían pensar que nos habíamos olvidado de Arcángel, pero no era así. Antes de montar todo el dispositivo de recogida de frutos, Nydia se aseguró de que estaba protegido. Moverlo era algo que era mejor evitar, no solo por sus heridas y su debilitado estado, sino porque después de una inseminación era mejor dejar reposar al anfitrión, para que la semilla arraigase bien. Con todo el Santuario bajo nuestro control, ahora no teníamos prisa por irnos de allí.

Nomi pudo finalmente acercarse hasta la cámara sagrada, pero fue muy reticente a entrar. Solo cuando vio el primer cesto con frutos del árbol blanco, y de presenciar sus efectos, su curiosidad innata la arrastró al interior. Un árbol sagrado con frutos era algo que nunca nadie había visto antes, y comer una de aquellas... manzanas las había llamado Nydia, era también algo que no podría hacer. Más que nada porque tenían una vida muy corta, apenas unas horas y empezaban a secarse hasta convertirse en polvo.

Así que con Arcángel siendo vigilado por nuestro médico de confianza, y con Nydia alcanzando el último fruto, lo único en lo que pude pensar era en hacerle llegar uno a mi hermano. Había estado lejos de nosotros durante toda la batalla, pero todavía no había conseguido verlo. No es que estuviese preocupado por él, sabía que podía defenderse mejor que muchos de los que se metieron en aquella batalla, pero el que no viniese a unirse a nosotros cuando terminó me estaba haciendo pensar que estaba evitándome, o quizás a la que evitaba era a Nydia. Podía entenderle, pero teníamos que hablar sobre todo esto antes de que nuestra relación de hermanos se viese comprometida. Una hembra no podía separarnos, aunque fuese mi vida y la escogiese por encima de todo lo demás.

—La última. —Escuché el suave chasquido del tallo separándose del fruto. La torre humana nos hizo descender hasta el suelo. Podía conllevar un movimiento balanceante e inestable, pero eso no era un problema para un felino, y parta mi reina, bien sujeta por uno, tampoco.

—Se la llevaré a Rise. —La tomé en mi mano y la metí en la bolsa que llevaba atada al cinturón. Su sonrisa se alejó de mí, y fue en ese momento y fue cuando me di cuenta de que su cabeza había caído hacia atrás, mi reina acababa de desmayarse.

—¡Nomi! —grite llamando la atención de todos los que quedábamos allí dentro. Con rapidez la cargué hasta que nos encontramos a mitad de camino.

—Tiéndela aquí. —La deposité sobre uno de los pocos retazos de musgo, al menos su cabeza y espalda estaban sobre ello. Nomi enseguida acercó su lector para analizar sus constantes.

Fueron unos 10 minutos de eterno y tenso silencio. Ninguno de los soldados que nos reunimos a su alrededor nos movimos hasta que Nomi terminó su examen.

—Está agotada. —Deslicé la yema de los dedos sobre su suave mejilla.

—Supongo que ha sido un esfuerzo enorme lo... que sea que hizo con el árbol. —Ninguno de los allí presentes podíamos entenderlo, ni siquiera los que lo habíamos presenciado.

—Solo puedo suponer que debió de comunicar con el kupai de alguna manera, o más bien su piedra, y le envió toda su energía. La adrenalina la mantuvo en pie mientras recogía los frutos, ero cuando terminó, su propia piedra la ha mandado a dormir. Ambas necesitan recuperarse.

Santuario - Estrella Errante 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora