Capítulo 17

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Nydia

Tratar de comer cuando crees que van a envenenarte es agobiante. Mi estómago se cerró aunque seguía rugiendo por estar vacío. Es que no podía dejar de pensar que buscarían la manera de acabar conmigo antes de que tuviese la corona sobre la cabeza, e incluso no estaba segura de que no siguieran intentándolo después de ello.

—¿No comes? Decías que tenías hambre. —preguntó Silas.

—¿Y si han puesto veneno en la comida? Solo hace falta que alguien soborne al cocinero, o al camarero, o que aproveche un despiste y ¡zas!, ya tengo el aderezo mortal en mi comida. —Fue Protea la que empezó a reír.

—No se lo has explicado todo, ¿verdad? —acusó a Silas.

—¿Qué no me has contado? —le enfrenté directamente.

—Un bendecido no puede morir envenenado, salvo... —Lo primero me había tranquilizado, pero tuvo que estropearlo.

—¿Salvo qué? —le apremié a que respondiera.

—bueno, todavía no se ha codificado tu gema, pero cuando Nomi te inyectó el sedante ya comprobamos que su programación de base ya incluía el rechazo a los fármacos incapacitantes. Un veneno es parecido, actúa sobre el metabolismo de forma parecida. Yo no estaría preocupado si estuviese en tu lugar, porque tu cuerpo expulsaría el tóxico antes de que resultase mortal.

—Eso no aclara lo del "salvo...". —Me crucé de brazos para que notase que no había respondido a lo que quería.

—Bueno, si el veneno es muy potente y es inoculado directamente en el riego sanguíneo, podría llegar a dañarte considerablemente, pero para eso tendrían que inyectarte o el animal portador morderte hasta hacer sangre. —Mi respiración expulsó la tensión que venía acumulando hacía tiempo.

—Vale, nada de serpientes, escorpiones ni arañas. Tampoco jeringuillas.

—Como dije antes, para eso estamos nosotros. —me recordó Arcángel. Me llevó un par de segundos darme cuenta de lo que significaba realmente eso, ellos se expondrían al veneno. Si no podían reducir al atacante, simplemente se interpondrían en su camino, se convertirían en víctimas. Pero él no tenía una piedra o gema para que le protegiera, y Protea tampoco. ¿Confiaban realmente en eliminar la amenaza sin resultar dañados? Solo estaba segura de que en su mirada podía apreciar la determinación de protegerme a toda costa.

—Deja de pensar en ello y come. Un animal peligroso como esos no pasaría el control de acceso a este recinto. —Ya, pues quedaban las jeringuillas. Aún así, cogí un trozo de lo que había en mi plato y lo metí en mi boca. Mmmm, estaba delicioso.

—Creo que ha llegado la hora de las presentaciones. —Un hombre se detuvo frente a nosotros, o más concretamente junto a Silas. Su pelo y su pálida piel eran muy parecidos a los de Columbia, lo que me hizo ponerme alerta. Miré a Protea y a Arcángel sentados a ambos lados de mí, buscando su seguridad. Ellos no se habían movido de su sitio, pero Protea lo miraba fijamente. Y aunque pareciese más relajado, Arcángel no controlaba por el rabillo del ojo. Ya me había dado cuenta de que su vista era excepcional, aunque fuese en ángulos difíciles. ¿Vista de pájaro?

—Barón. —Silas se puso en pie para saludarle con una inclinación de cabeza. —Permítame presentarle a la princesa Nydia, de la corona azul. —El hombre se inclinó para ejecutar una perfecta reverencia, al tiempo que extendía su mano para tomar la mía. Su piel era fina y podría decir que sus manos me parecieron algo frías.

—Un placer conocerla, alteza. —lo miré directamente, pero no me puse en pie. Si algo había aprendido en el colegio, es que un Barón debía rendirle pleitesía a un rey o príncipe, pues estaban por encima de él.

Santuario - Estrella Errante 2Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz