BACKSTAGE (BORRADOR)

By angiopolis

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Chelsea Cox es una cantante, compositora y modelo británica mundialmente reconocida. Con tan solo 19 años es... More

ADVERTENCIA
PREFACIO
CAPÍTULO 01
CAPÍTULO 02
CAPÍTULO 03
CAPÍTULO 04
CAPÍTULO 05
CAPÍTULO 06
CAPÍTULO 07
CAPÍTULO 08
CAPÍTULO 09
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPITULO 19
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPITULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO FINAL
EPÍLOGO
LA NOCHE ANTES DE LA OSCURIDAD
BACKSTAGE EN FÍSICO (PREVENTA)
EXTRA: 🦋AZUL🦋(Versión en físico)

CAPÍTULO 20

73K 12.9K 28.8K
By angiopolis

TE AMO


Chelsea

Recuerdo cuando conocí a Matthew. Ambos teníamos 17 años y estábamos ganando la fama y el reconocimiento que siempre habíamos soñado por separado, solo que ahora el sueño lo vivíamos juntos y encontrarnos, en ese entonces, fue lo mejor que nos pudo pasar a ambos, o bueno, al menos para mí si lo fue.

Teníamos tanta química que pasábamos horas hablando, fue fácil entregarme a él por primera vez, no fue el momento más hermoso, pero fue lo mejor que pudo ser para la edad que teníamos. Matthew era una gran compañía. Iba a la mayoría de mis conciertos y yo a los suyos. En las premiaciones éramos esa pareja inseparable en la que todos creían. Casi nunca discutíamos por nada y disfrutábamos mucho.

Aunque quisiera declarar el momento exacto en el que todo empezó a cambiar, no podría, y no es porque tenga mala memoria, no, es porque decidí perdonar y olvidar cada error que cometía contra mí y aferrarme a cada cosa linda que hacía.

Me cegué de la peor manera. Estaba amando lo que alguna vez fue y ya no era.

Aceptaba humillaciones solo por unos minutos de querer. Soñaba con volver a ser importante para él. Estaba totalmente confiada en que él volvería a ser mi amigo y se daría cuenta lo que estaba perdiendo, era lo que todos a mi alrededor decían.

Tal vez las drogas influyeron en su trato hacia mí, pero cuando yo las probé, me di cuenta de que seguía siendo yo, con más ansiedad, mas terrores nocturnos, pero seguía siendo yo y queriendo a las personas, que eran pocas, que antes quería.

Era tan... todavía soy estúpida.

Cuando me di cuenta de que ya nada volvería a ser igual con él, decidí buscar lo que me faltaba y tanto quería en otros cuerpos. Besé muchas bocas, abracé otros torsos e intimé con personas que lo único que querían eran momentos de placer vacíos y sin ningún sentido, pero siempre fallaba, siempre terminaba comparando lo que era él en un inicio con lo que podrían ser otros al final.

Tarde me di cuenta de que la solución que buscaba no era volver a él, si no volver a mí. Y en medio de mi música sabía que podría encontrar ese camino de regreso que tanto buscaba, pero con lo que no contaba es con que encontraría a personas que me distraerían un poco mientras daba los pasos más difíciles.

—Sigo sin entender por qué elegiste la historia aburrida —reclama.

—Ya te dije, prefiero lo real a lo ficticio.

—No sabes de lo que te pierdes. Las cosas ficticias siempre son más interesantes.

—Claro que no, hay muy buenos libros y películas basados en hechos reales que te dejan sin habla —comento. Nos hallamos sentados en el suelo con la espalda pegada a la cama.

—Y me gustan, solo que es genial leer algo que rompa cualquier barrera de la aburrida y tediosa realidad.

Su semblante es tan imponente aún cuando está sentado a mi lado. Me hace sentir diminuta.

—Hay libros que son una tediosa ficción, me estreso o termino llorando.

—Es porque lo estás viviendo y estás volviendo real una historia que tal vez nunca existió.

Me fijo en sus ojos. Me gusta la manera en que me mira. Me hace sentir como la persona más interesante del mundo.

—Cuéntamela —digo.

—¿Qué cosa? —finge demencia.

—La historia "interesante" —levanto mis manos para crear las comillas.

—Las preguntas para el final —aclara su voz. Pasa su brazo sobre mis hombros y me atrae hacia él —. Aquí vivía una reina. Ella perdió a toda su familia tras un ataque enemigo que les hicieron a los miembros del castillo. Los envenenaron a todos, menos a ella. Tenía solo 13 años cuando la proclamaron reina. Fue creciendo y se convirtió en la mujer más hermosa del mundo, pero ella detestaba que la vieran. No salía de su villa privada por miedo a que intentaran asesinarla de nuevo.

—¿La villa donde yo me estoy quedando? —pregunto.

Isaac asiente con la cabeza.

—Los nuevos sirvientes manejaban su reino y no la dejaban hablar cuando asistía a las reuniones, puesto como no tenía la fuerza de mostrarse a todos, nadie la tomaba en serio, nadie la respetaba.

—Pobre —susurro.

—Ella tenía miedo y no confiaba en nadie, y creía que jamás lo iba a hacer. Hasta que un día...

—¿La mataron? —lo interrumpo.

—Chels... déjame terminar.

—Sigue, lo siento —digo y acaricio su pecho. Me quedo en silencio para seguir escuchando con atención, más que estar interesada en la historia, estoy interesada es escuchar su voz.

—La reina tuvo que llamar a un jardinero para acabar con una plaga de insectos que había invadido sus manzanos. El trabajo iba a tomar días enteros y decidió revisar el hombre a la entrada, hacer que se despojara de todas sus cosas para estar segura con su presencia por tanto tiempo.

—Y él la mató —agrego.

—Chels...

Me callo.

—Èl la ayudo durante cinco largos días y se enamoraron.

—¿Se enamoró en solo cinco días? Qué poder tiene la jardinería.

—Chelsea —advierte.

—Lo siento —vuelvo a sellar mis labios.

—Estoy tratando de acordarme de una frase genial que dijo el hombre que me la contó... —se quita el gorro de su cabeza y sacude su cabello —. La tengo. Escucha —me mira y se acerca a mi rostro —. "El amor y el olvido no son buenos amigos del tiempo, solo ellos pueden decidir en qué momento suceder sin tener que esperar a que este último o pase mucho, o pase poco".

—Tiene sentido, aunque no tanto. Creo firmemente en que, puede haber excepciones como en todo, pero sé que la mejor manera de conectar con alguien es a través del conocimiento que tengamos sobre la otra persona.

—Es una historia, Chelsea, no todo es filosófico —bromea y lo empujo.

—Si vas a contarme algo ficticio, que al menos tenga sentido.

—Lo tiene, esta era una excepción y esa es la explicación. No preguntes más y déjame terminar —dice falsamente exasperado.

Me río de su expresión y le robo un beso, pero me echo para atrás cuando no entiendo porqué lo hice.

—Me gustó eso —se acerca a mí y vuelve a unir nuestros labios, pero esta vez él lo hace con más intensidad —. Sigo contando —susurra contra mi boca y se separa un poco —. Se enamoraron. Ella tuvo más seguridad, el jardinero la protegía de todo. Reinaron juntos el pueblo. Ella alzó su voz y se encargo de poner a quienes se burlaron de ella en su lugar y fueron felices por siempre.

Lo miro disgustada.

—Qué cliché. Sabía que eso iba a pasar —critico.

—¿Qué final le hubieras dado tú? Es ficción y lo podemos cambiar.

—Que la reina también lo matara a él. Buscara más veneno y se lo diera a todos lo que no la respetaban. Echar a un lado sus inseguridades y reinar como la puta ama que era. Eso, amigo mío, eso es un final feliz —cuento con emoción.

—Interesante historia. Dice mucho de ti —se burla.

Nos quedamos un rato en silencio hasta que él se levanta y toma la guitarra.

—Vuelve a cantarla —dice y me la entrega. La dejo sobre mi regazo.

—Voy a empezar a cobrarte.

Se sienta de nuevo a mi lado. Acerca su rostro y lo esconde en mi cuello. Su aroma y su cercanía me agradan tanto.

—Podría pagarte con lo que quieras —susurra y sus besos empiezan a sentirse contra mi piel.

Cierro mis ojos para disfrutar mejor de las caricias.

—¿Lo que yo quiera? —pregunto tratando de sonar sensual.

—Lo que tú quieras... Podría repetir eso que hicimos en la cabina.

—¿Vas a comprarme con sexo oral? —pregunto falsamente indignada.

—Lo único que voy a comprar serán condones que no sean de látex y espero que los haya en este pueblo, porque si no voy a tirarme a ese maldito lago para apagarme.

—¿Está usted encendido, plebeyo?

—Usted me tiene encendido, reina mía.

—Hay algo que podemos hacer... —susurro y vuelvo a tomar la iniciativa para besarlo. Dejo a un lado la guitarra y subo a su regazo.

—¿Qué es ese algo?

—Voy a... —me corto cuando tres golpes secos atacan la puerta —. Estoy empezando a pensar que la vida no quiere que seamos felices —me quejo.

—Abre y te cuento algo que quiero proponerte —dice.

Me pongo de pie a regañadientes. Voy hasta la puerta a paso apresurado. Abro y me encuentro con una muy sonriente Azul con una linterna en su mano.

—Hola, Verde —digo.

—¿Hoy soy Verde? —ríe.

—Tu aura hoy me transmite ese color.

—No te transmite una mierda, lo estás inventando —pasa por mi lado y entra a la habitación —. Oh... No sabía que estabas con tu Romeo.

—No es mi Romeo —pellizco un costado de su torso. Ella brinca y ríe.

—Hola, Azul —la saluda Isaac.

—Hola, Romeo —agitada su mano y luego me mira —. Te veré mañana entonces, no quiero molestarlos —suelta una extraña risa.

—No nos molestas —digo.

—Las dejaré un rato solas, debo ir a... intentar conseguir algo de un extraño material —Isaac se levanta y alisa su abrigo. Su última frase me saca una sonrisa. Se acerca mí y deposita un cálido beso en mi frente. Amo que sea tan alto —. Te veré más tarde.

Veo a Azul mientras el ojiverde sale de la habitación y cierra la puerta. Sus cejas se levantan repetidas veces.

—No, no hemos hecho nada —me cruzo de brazos —. Bueno, realmente él sí hizo algo.

—¿Qué hizo? —me toma del brazo y me lleva hasta la cama —. Cuéntamelo todo, por favor. Amo las historias.

—Nos conocimos en un evento de beneficencia en el cual yo debía interpretar una canción y modelar un vestido carísimo que se subastaría al siguiente día... —le cuento todo lo que pasó esa noche, omitiendo algunos pequeños detalles sobre la cabina en el London Eye.

—¿Lo amenazó tu gente? —pregunta aterrada.

Asiento con la cabeza.

—Sé que esto viene de mi mánager y de mi mamá —me encojo de hombros —. Será mejor que después de esto no lo vuelva a ver. Ellos han lastimado personas importantes para mí —los ojos se me cristalizan al pensar en Erre, pero no dejo a las lágrimas avanzar más —. No quiero que a Isaac también lo afecten.

—¿Y ya le contaste tus planes a él?

—No.

—¿Planeas hacerlo?

—Sí, pero no ahora. Quiero estar bien los últimos días que le restan aquí —me lanzo sobre la cama y me fijo en las sombras que proyectan las velas y la linterna de Azul.

Busco el papel con su número sobre la mesa de noche. Lo tomo en mis manos y lo paseo entre mis dedos.

—Tendrás que hacerlo en algún momento. No es muy cool hacerle ghosting a alguien. Detesto eso, siempre quedo tipo: "Oye, pero explícame qué pasó, o qué mierda hice al menos". No se lo hagas —me señala.

—No se lo haré. Además, solo somos conocidos que se cargan una fuerte atracción —la miro. Contarle sobre Isaac me anima bastante —. Es que... Es tan alto... Fuerte... Me ha levantado en sus brazos como si fuera una maldita pluma y no me quiero imaginar lo que haría conmigo si...

—Está muy bien el hombre, pero no entremos en detalles —Azul se acuesta a mi lado. Ambas tenemos la vista fija en la ventana que deja que apreciemos la fuerte tormenta.

Nos echamos mantas para evitar el frio. La baja de temperatura ha empezado a sentirse.

—¿Alguna vez te has enamorado, Azul? —susurro.

—Jamás, pero deseo hacerlo.

—Yo creo que es algo sobrevalorado —digo y ella se sienta de sopetón.

—No hables mal del amor porque eso sí no te lo voy a permitir, amargada —me apunta con su dedo índice.

Me río de su cara. Realmente está ofendida.

—Déjame explicarte. Sí creo en el amor —me siento también frente a ella. Cruzo mis piernas una sobre otra y la miro —. Pero el enamoramiento es algo muy... fugaz. Podrías enamorarte de varias personas, es algo completamente normal, por eso para mí no es algo tan importante.

El sentimiento al inicio de una relación es adictivo, esa etapa es el enamoramiento y siempre estamos confundiéndolo con amar. Esta última etapa llega cuando hemos visto el peor lado de una persona y aún así decidimos estar. Pero nunca nada es general, todo siempre es muy complejo y lleno de problemas, por lo que ahora entiendo que no debo esperar no tener ningún problema en una relación, pues habrá muchísimos y por esto es mejor aprender a encontrar soluciones. Unas que aumenten y refuercen la unión que tenga con esa persona, esperando a que ella también esté dispuesta a hacerlo.

—Entiendo... ¿Y qué sería eso importante para ti?

—Cosas simples como la lealtad, el respeto, ya sabes, la atención... Cosas que se pierden con el pasar del tiempo cuando, casualmente, también se acaba el enamoramiento. Quienes sepan y quieran seguir aplicando estos valores, esas personas definitivamente podrían decir que saben amar.

—Qué complicadas son las relaciones —suspira. Deja caer su cabeza hacia atrás y su cuerpo la sigue.

—El problema es que las personas no saben amar, creen que todo se basa en la posesión. "Si me amas ya eres mío". Mi sueño es aprender a hacerlo de manera correcta, donde nada duela —suspiro también.

—No creo que haya maneras correctas de amar.

—Claro que no, solo que siento que todas las personas tenemos una forma correcta de amar y anhelo encontrar la mía.

—Tal vez eso suceda cuando llegue la persona correcta también —sonríe.

—Tal vez, sí —agacho la cabeza —. Pero primero tengo que alejar a las incorrectas.

—Y lo harás, tienes que regresar a Londres como toda una perra empoderada. Últimas noticias, Chelsea Cox no se anda con mamadas y volvió de rehabilitación pisando fuerte —pone su voz más ronca.

Me río de su mala imitación de presentador de televisión.

—Mi gira empieza tan pronto salga de aquí, ¿estarás en alguna ciudad para las fechas dadas? —le pregunto.

—¡Sí! Estaré en París, siempre he querido conocerlo y... Lo haré. Te veré allí, lo prometo. Espero que me des algún pase VIP —dice. Vuelvo a acostarme en la cama. Nuestras cabezas quedan juntas, una al lado de la otra —. Hablando de eso. Venía a contarte que debo irme mañana.

—¿Qué? No... —me siento.

—Sí —repite mi acción —. Mi padre me necesita, está muy mal y... debo ir a cuidarlo. Además, ya estoy bien y mi psicólogo aprobó la salida.

Debería estar feliz por ella, pero me empaña un poco el pensar que no volveré a verla a diario con sus ocurrencias.

—Me alegra mucho que regreses a casa —acaricio su brazo —. Lo lograrás, eres muy fuerte.

—A ti tampoco te queda mucho, dos semanas más y serás libre de volver al mundo de mierda tan lindo que hay afuera —sonríe sarcásticamente.

Río.

—Te daría un número, pero ahora mismo no tengo ninguno... Aunque...

—¿Anque qué? Yo tampoco tengo un número, pero lo tendré.

—Anota este correo en tu teléfono inservible... —pido y espero a que lo saque.

—Dímelo.

—princesscutechels01@yahoo.com —hablo, pero la risa de Azul me calla.

—Qué vergüenza de correo electrónico —intenta pronunciar entre risas.

—Tengo muchos que son más profesionales, pero esos los maneja mi equipo, en ese te responderé yo personalmente. Envíame tu número —ella sigue riendo —. No me juzgues, lo creé cuando tenía 10 años —le lanzo una almohada.

La esquiva y anota el correo en el aparato.

—Listo —anuncia.

—¿A qué hora te irás mañana?

—Espero hacerlo muy temprano —responde.

—Ven a despertarme antes de que te vayas —le pido.

—No, rubia. Al fin estás durmiendo mejor y no quiero molestarte. Podríamos despedirnos ahora, si quieres.

Sus ojos me reflejan algo que no puedo descifrar.

—Júrame que vas a escribirme —la tomo de los brazos —. Necesito seguir teniéndote en mis días así sea por correo o mensajes.

—Lo juro, señorita Cox —alza la mano con su palma abierta.

—Más te vale, Roja.

—No eres en absoluto graciosa. Pésima, quédate mejor cantando... Hablando de cantar, ¿le enseñaste la canción a Isaac?

—Sí.

—¿Qué te dijo?

—Le gustó.

—Dios, se respira amor en el aire —se deja caer de nuevo contra la cama y se tapa hasta la cabeza.

Me siento como una niña de quince años nuevamente.

—No es amor, solo son ganas de tener sexo, Azul. Es una necesidad fisiológica y hay que atenderla, sobre todo en este encierro —señalo toda la habitación —. Es imposible sentir amor por alguien en tan poco tiempo y en un lugar como este.

Deja ver su cara. Su expresión es alarmantemente dramática.

—¿Estás diciendo que no sientes amor por mí?

—Hablaba de otro tipo de amor —ruedo mis ojos.

—Más te vale. A mi sí debes amarme, no importa si llevas dos años o dos semanas conociéndome.

—Y lo hago. Te amo mucho, más que cualquier persona que conozco —voy hasta a ella y la abrazo —. Eres la mujer mas intensa del mundo... —me pellizca —. Oye... Iba a decir que... Eres la mujer más intensa del mundo, pero eres la única que logró descubrir a la verdadera Chelsea, la que acaba de limpiar un poco y ahora está feliz en su backstage.

—¿Realmente estás feliz?

—También podemos hallar felicidad en medio de la tristeza y yo te he hallado a ti.

¿Tú estás feliz? —pregunta.

—Voy a copiar tu respuesta. Estuvo demasiado poética —ríe.

Seguimos apreciando la tormenta. Ella me cuenta más sobre su madre y lo mucho que cocinaban, viajaban y compartían juntas. Hablamos de recetas, viajes, de hombres, de amigas, de películas, series y demás. Algo tan trivial que hace mucho no tenía y necesitaba con seguridad. Vuelvo a sentirme la joven mujer de 19 años que se la vive de error en error y dejo de pensar en la mujer perfecta que debo volver a ser cuando salga de estas paredes. Solo espero y deseo mucho que Azul esté lista para regresar a enfrentarse a la vida que dejó allá afuera y también espero estar en ese proceso como quiero que ella esté en el mío. 



Notita:

Vamos entrando al nudo de la historiaaaaaa. AHHHHHHH. 


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