CHARLES nunca había tenido problemas para dormir, le resultaba fácil quedarse dormido. Tal vez se debía a su trabajo y a lo poco que lograba descansar durante la temporada de carreras, pero desde que la chica junto a él se despertó hace dos noches sudando, temblando y llorando, no había podido conciliar el sueño.
Le costaba creer que su cabeza le jugaba en contra a alguien tan dulce e increíble como ella. Sin embargo, se veía tan en paz durmiendo, con su cabello revuelto, abrazada a las sábanas y con un semblante tranquilo.
Llevaba un buen rato observándola, porque dormir había dejado de ser una opción cuando pasaban los minutos y sus pensamientos no se silenciaban.
—Me estás viendo dormir.–murmuró la rubia sin moverse y sin abrir sus ojos.
Charles se sorprendió pero sonrió porque su voz adormilada le parecía muy tierna.—Eres linda, solo por eso.
—Es raro, nadie me había visto dormir en la mitad de la noche.–murmuró con gracia.
—No es raro, es tierno.
—No, es raro e incluso crippy.–bromeó removiéndose entre las sábanas aún con los ojos cerrados.
—¡Oye! Estoy apreciando lo hermosa que te vez durmiendo.
—Acosador.–dijo riendo levemente.–Hola.–dijo ahora abriendo los ojos.
Sus ojos se encontraron y a pesar de la oscuridad, pudo ver cómo brillaban.—Hola, bonita.
—¿Por qué estás despierto en la mitad de la noche?–le pregunto arrastrando su mano hasta su rostro para acariciar su mejilla.
Él sonrió.—No logró ponerme de acuerdo con mi mente para que vaya a dormir.
Maddie sonrió por lo gracioso que había sido su respuesta y lo mucho que lo entendía.
—Tengo un poco de experiencia en eso.–comento con una pequeña sonrisa.
—Tal vez podrías darme algún consejo para conciliar el sueño.
Maddie sonrió. No sabía exactamente qué podría estar atormentando al monagesco pero una idea apareció en su rostro y no le gustó.
—¿Estas despierto porque temes que vuelva a tener una pesadilla?–pregunto sabiendo que la respuesta podía ser que si.
No quería que él sintiera temor por ella, ya era suficiente con el que sentía por ella misma. Él no se merecía eso. Él era mucha luz para entrar en la oscuridad.
—Solo quiero estar seguro que estás bien.–murmuró sin realmente responder la pregunta.
La rubia negó con la cabeza.—Bonito, no tienes que preocuparte por mi.–insistió levantándose levemente para tomar su rostro con comodidad.–No puedes dejar de dormir solo para asegurarte que no voy a tener una pesadilla. Pasan sin avisar y ya estoy acostumbrada.
—Ese es el problema, no deberías estar acostumbrada.–soltó con preocupación.–Me duele verte sufrir de esa manera.–con su mano, tomó la cabeza de la rubia por la nuca.
—Charles, estoy bien. Ya queda poca oscuridad y es gracias a ti, así que no dejes que una pequeña pesadilla te arruine el sueño.–trato de tranquilizarlo.
Madelaine era experta en minimizar sus problemas, era un don que había desarrollado Gracias a Austin y no estaba tan orgullosa de eso pero lo usaba a su favor para evitar que las personas a su alrededor no se preocuparan por ella.
—Sabes que cuentas conmigo si necesitas hablar sobre eso, cierto?
Ella asintió con una pequeña sonrisa.—Lo sé. ¿Tú sabes que no debes anteponer mi sueño ante el tuyo?
Él asintió con una sonrisa un poco derrotado, sabía que cedía muy rápido cuando se trataba de ella pero es que si lo miraba con esos ojos y le hablaba con tanta delicadeza, no podía evitarlo, haría cualquier cosa que ella le pidiera.
—Si que sabes que decir para tranquilizarme.
—Es un súper poder que tengo.–murmuró para luego besar su mejilla.
Él sabía que ella estaba tratando de tranquilizarlo y aunque lo estaba logrando, aún no dejaba de pensar en todo lo que tuvo que sufrir para que tener esas pequeñas crisis.
Despejó su rostro de algunos mechones rebeldes y besó su frente con delicadeza.—Vamos a dormir, mujer maravilla.
Ella sonrió y fue quien se deshizo de la cercanía para apoyar la cabeza de su pecho, no era la forma más cómoda de dormir pero escuchar sus latidos la relajaban. Mientras tanto, Charles acariciaba su cabello tratando de despejar su mente y aunque no concilió el sueño tan rápido como ella, cuando sus ojos se sintieron pesados, no supo más nada hasta que sintió la luz del sol en su rostro.
Arrugó su frente cuando los pequeños rayos de sol que entraban por la ventana, reposaron en su rostro. Maddie seguía dormida en su pecho y vaya que se veía hermosa. Sonrió, nada le brindaba más paz que despertar a su lado.
Se movió para besar su cabeza y sintió como ella se despertaba por tu acción.
—Podría acostumbrarme a esto.–murmuró él apenas sus ojos se cruzaron con los de ella.
Sonrió adormilada.—Yo también.–murmuró acomodándose para posicionar su cabeza entre el cuello y hombro del monagesco.–Y no sabes cuanto va a doler cuando tenga que volver a Nueva York.–se quejó en un murmuro la rubia.
—Entonces no te vayas.
Sintió con su sonrisa chocaba con su piel.–Ojalá fuera así de fácil.
—¿Quieres desayuno en la cama?–propuso abrazándola por la espalda.
—Quedémonos otro rato así.
Era el último día que podría despertar junto a él y Maddie no quería desperdiciar ni un segundo. Así que entrelazó sus piernas con las de él y pasó las siguientes horas en aquella cama entre caricias y besos que le demostraban lo fácil que era estar con una persona que realmente te quería.
—He querido decirte algo por días.–hablo Maddie acariciando el cabello del ojiverde.
—Siento que debería asustarme.
Ella soltó una carcajada y negó con su cabeza—No es nada malo, te lo aseguro.–murmuró.
Él le hizo un gesto para que siguiera hablando mientras se embriaga de su olor y del contacto de su piel contra la de él.
—Para sorprenderte hablé con Charlotte y Pierre, eso ya lo sabes.–comenzó con una pequeña sonrisa.–Ellos estaban diciendo que debía esperar por ti para que me pidieras que fuéramos novios porque eres un romántico sin remedio.–dijo con gracia.
—No se equivocan.–comento él riendo.
Ella lo miro unos segundos antes de soltar las palabras que tanto habían dando vuelta en su cabeza.
—No necesito que hagas nada especial para pedirme que sea tu novia, no quiero nada de eso, solo te quiero a ti.–murmuró con un poco de nervios.–Tú eres todo lo que necesito, no necesito formalizar nada contigo porque esperaste demasiado para esto y lo único que importa es que tú sepas lo mucho que te quiero y viceversa.–agregó.–Si alguien te pregunta por mi puedes decir: Si, la hermana de Max es mi novia y si alguien me pregunta puedo decir: Si, ese guapo piloto es mi novio.–dijo con gracia.
Ambos soltaron una leve carcajada sin romper la conexión de sus ojos.
—Me encanta la idea que seas un romántico sin remedio, yo también lo soy, pero esto es todo lo que quiero, nada de la tediosa conversación de que somos y todo eso.–murmuró con seguridad.–Soy toda tuya, Charles, ya abri mi corazón y tú eres el único que tiene el poder de arreglarlo, nadie más.
Ser sincera con él le quito un gran peso de encima, sobre todo porque estuvo pesando en eso desde que tuvo esa pequeña conversación con sus amigos y solo quería disfrutar del tiempo que tenía el monagesco sin tener que hablar de etiquetas o conversaciones adsorbas sobre a donde iba su relación. Ella estaba al cien por ciento con charles y con nadie más.
Tal vez no le hablaba sobre su relación anterior y lo entendía pero que le hablara sobre lo que sentía por él, le quitaba todas las dudas que pudiera tener sobre su relación.
—¿Alguien te ha dicho lo increíble que eres?–cuestionó él acariciando la mejilla de la rubia mientras sus ojos brillaban y su sonrisa ocupaba mucho en su rostro.
—No, pero supongo que tú me lo dirás.–bromeó ella.
—No necesito que le pongamos etiquetas a esto si tú estás al cien conmigo, yo soy todo tuyo.
—Estoy al cien contigo, charles.–confesó en un susurro.–Más que el cien, el mil por ciento.–murmuró jugueteando con la punta de la nariz del piloto.
Él sonrió sin dejar de acaricias su rostro porque estaba muy concentrado en recorrer cada una de las facciones de la rubia y que estas se quedarán grabadas en su mente.
—Eso es todo lo que necesito, al diablo las etiquetas.–soltó con gracia.–Yo soy todo tuyo y tú eres toda mía.
—Mi corazón ya es todo tuyo, de nadie más.–agregó ella.
Como si fuera posible, la sonrisa de charles se hizo más grande y no supo que más hacer que acortar la distancia entre ellos, besando sus labios.
Sus besos solía ser tiernos acompañados de caricias y algunas veces sus lenguas se encontraban para comenzar a danzar al mismo ritmo pero están vez fue lo selló su relación, el acto que dio comienzo a una nueva aventura, apasionado y apresurado para demostrarse todo el amor que se tenían.
—¿Eso cuenta como parte del desayuno en la cama?–bromeó Maddie cuando sus labios se separaron y sus frentes se juntaron.
Él sonrió aún sosteniendo su rostro entre sus manos.—No lo se pero podría considerarse como uno.
La rubia soltó una pequeña carcajada y beso de nuevo sus labios esta vez de una manera corta y dulce. Aunque con él sobre ella habían otras cosa que le gustarían hacer pero estaba dispuesta a cumplir su palabra de experimentar el romance.
Y como si él le leyera la mente, Charles llevó sus labios hasta el cuello de la neerlandesa para saborear el sabor de su piel.
—¿Que tengo que hacer para convencerte de venir a la próxima carrera?–cuestionó el monagesco mientras dejaba besos en la curva de su cuello.–Quiero que estés ahí.
Maddie soltó una pequeña risa por las caricias del ojiverde.—No puedo ir, le prometí a Roxi que en cambio de este viaje trabajaría mucho los próximos días.
—No me agrada Roxi.
—Si la conocieras la amarías.–mencionó con gracia.–Iré a la de Texas.–le aseguro tomando su rostro quedando su manos en sus mejillas.–Me tendrás ahí con un par de botas y un sombrero de vaquera.
—Amaría verte con un sombrero de vaquera.–susurro de forma coqueta muy cerca de sus labios.
—Ya está dicho, un sombrero de vaquera será.
Por más que le encantaba estar en la cama con él besando cada parte de su cuerpo, sino se levantaban pronto moriria de hambre o se olvidaría de todo el rollo de esperar y terminarían desnudos.
—Vamos, levántate,–lo empujo suavemente por los hombros.–no podemos pasar todo el día en la cama.–murmuró mientras se deshacía de las sábanas.
—¿Por qué no? A mi me gusta.–soltó con gracia tomándola del brazo.
Él trató de jalarla para hacerla caer en la cama pero ella fue más fuerte y ahora lo tomó a él.
—Vamos, hay que comer algo.–lo arrastro hasta que se deshizo de la sábana y salió de la habitación detrás de ella.
Descalzos dejaron la habitación para dirigirse a la cocina. Maddie soltó la mano del monagesco cuando pasaron por la sala, estaba de muy buen humor y quería escuchar un poco de música.
—Primero debemos poner un poco de música.–exclamó buscando los altavoces del lugar para conectarlos con su celular.–Mi padre solía decir que para cocinar bien se debe tener buena música.
—Me gusta esa filosofía.
La rubia buscó entre algunas canciones hasta que encontró una que no solo la hacía sentir como una niña sino que la llevaba a revivir buenos recuerdos.
—Ahí está, buena música.
—The Beatles, buena elección.–murmuró el ojiverde tomando las manos de la chica para acercar sus cuerpos y empezar a moverlos al ritmo de la música.
Here comes the sun de la banda británica resonaba en el departamento del piloto.
—Pensé que íbamos a buscar algo de comer.–murmuró Maddie con sus brazos alrededor de su cuello.
Era la primera vez que sentía que podía hacer cualquier cosa junto a una persona y sentiría felicidad. Antes todo era tan turbio y tóxico que peleaba con Austin hasta por la forma en la que caminaba y ahora se encontraba descalza, usando una franela de Charles, en su departamento bailando al ritmo de los Beatles.
—Tenemos tiempo para un pequeño baile.–reforzó el agarra en su cintura y beso la punta de su nariz con dulzura.
Ella arrugó su nariz con ternura, haciéndolo reír.—No creo que esa canción deba bailarse.–mencionó Maddie riendo.–Creí que no bailabas.
—Solo con la pareja perfecta.
Ante los ojos de charles, la rubia era eso: perfecta. No había nada en ella que no le parecía fascinante, lo que hacía preguntarse como un idiota no pudo darse cuenta de eso y dedicarse en amar cada una de sus facetas en vez de hacerla sufrir.
—¿Por qué me ves así?–cuestionó la rubia al notar que el ojiverde no dejaba de verla con un brillo en sus ojos y una sonrisa.
—Solo estoy pensando en lo afortunado que soy de tenerte.
Maddie soltó una pequeña carcajada que le dio cinco años más de vida al monagesco.
—Creo que no sabes esto pero entre los dos, yo soy la afortunada.–murmuró acariciando el cabello del ojiverde con su mano libre.–Tú eres... el accidente más bonito que me ha pasado.
—¿Por qué accidente? Eso suena trágico.–bromeó.
—Porque empezó con un accidente ¿o no lo recuerdas?
—¡Oh! La pelota.
—Si, la pelota.–dijo burlándose un poco de él.
La pareja soltó una carcajada. Le había gustado eso "el accidente más bonito que le ha pasado" fue casi como si le estaba diciendo que lo amaba y aunque esas nos fueron sus palabras exactas, Charles se sintió satisfecho.
—Te adoro, Madelaine.
Sonrió y mientras las palabras se atoraron, lo beso. Lo tomó por el cuello y unió sus labios en un beso lleno de ternura.—Te adoro aún más, bonito.
Madelaine no estaba acostumbrada a sentirse tan ama o experimentar el amor de una forma tan sana, pero había una voz que le decía que no se acostumbrara tanto a esa sensación porque con su mala suerte, todo aquello era temporal y si eso era cierto, no sabía cómo saldría adelante después de eso.
QUE LES PARECIÓ EL CAPÍTULO????
A mi me pareció muy tierno y la verdad que me encanto. Y creo que los próximos capítulos les van a encantar ;)
Ahora... Estoy pensando en crear una historia con Julio Peña(zo) –lo cual es mala idea porque tengo muchas historias inconclusas– y es que tengo un concepto que me está dando muchas ganas que lean. Les daré una pista: está un poco inspirada en una canción de olivia Rodrigo🤭 la leerían sabiendo eso??? Díganme que opinan, a lo mejor les dejo un adelanto en el próximo capítulo ;)
Por cierto, ayer actualicé mi historia con Tom, si quieren pueden ir a leerla
Que no se les olvidó que les quiero <3