BACKSTAGE (BORRADOR)

Od angiopolis

3.1M 520K 871K

Chelsea Cox es una cantante, compositora y modelo británica mundialmente reconocida. Con tan solo 19 años es... Viac

ADVERTENCIA
PREFACIO
CAPÍTULO 01
CAPÍTULO 02
CAPÍTULO 03
CAPÍTULO 04
CAPÍTULO 05
CAPÍTULO 06
CAPÍTULO 07
CAPÍTULO 08
CAPÍTULO 09
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPITULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPITULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO FINAL
EPÍLOGO
LA NOCHE ANTES DE LA OSCURIDAD
BACKSTAGE EN FÍSICO (PREVENTA)
EXTRA: 🦋AZUL🦋(Versión en físico)

CAPÍTULO 18

66.8K 13K 19.8K
Od angiopolis

SUTURAS


Chelsea

Cuando tenía 8 años mis padres discutieron y no recuerdo como llegaron a eso, pero se agredieron. Siempre voy a tener en mi cabeza la forma en la que mi padre ahorcaba a mi madre y ella gritaba para que la ayudáramos. Edward también era un niño y ninguno de los dos sabía qué hacer. Abrazados y acurrucados en una esquina le pedíamos ayuda al dios que se nos inculcó para que todo parara.

Sucedió varias veces más y cada que pasaba tenía un ataque de pánico que solo mi hermano mayor sabía calmar, y cuando no estaba él, Amanda creía que con quitarme la ropa y meterme a la ducha bajo un chorro de agua fría sería suficiente para 'arreglarme'. No creo que hubiese sabido siquiera lo que era un ataque de pánico, yo tampoco lo sabía hasta hace unos años que fui enviada al psicólogo.

Desgraciadamente, ambos tenían problemas para controlar la violencia, y aunque parecíamos la familia perfecta, no lo éramos. Amanda y Vicent Cox impartieron bastantes castigos físicos contra nosotros, sobretodo con Edward, pues cada vez que alguno de ellos se iba contra mí, él se metía y recibía la peor parte de todo.

Crecí en un ambiente familiar donde la violencia era normalizada y la llegué a usar en distintas ocasiones para defenderme en la secundaria, pero desde que fui un tiempo a terapia, no soporto que la gente levante la voz o discuta a mi alrededor y mucho menos que se vayan a los golpes. Presenciar una escena de ese tipo eleva mi ansiedad al límite. Al menos eso pude enmendar un poco.

—Hola, papá —digo mientras Isaac me ayuda a poner en pie. Mi rodilla sigue sangrando y duele.

—¿Y él es...? —Vicent lo mira de manera despectiva.

—Isaac —el castaño responde y le tiende la mano.

—Es un amigo —tomo la mano de Isaac y la entrelazo con la mía. Vicent fija sus ojos azules en la unión.

—¿Cuántos años tiene usted? —pregunta mi padre mirando con fiereza a Isaac. Él es alto, pero no tanto como lo es Isaac —. ¿Es consciente de que Chelsea solo tiene 19?

—Soy consciente de que es mayor de edad —responde el castaño poniéndose a la defensiva.

Tengo que hacer que se vaya. No quiero que Vicent manche lo agradable que Isaac ha sido conmigo. Suficiente con Amanda y Alicia tengo.

—¿Qué estás haciendo aquí? —interrumpo.

—Vine a visitarte —dice con las manos dentro de los bolsillos de su gabán.

Su cabello negro está aún más repleto de canas que la última vez que lo vi.

—Vamos adentro entonces —señalo el castillo. Miro a Isaac y deshago la unión de nuestras manos para luego intentar caminar sola, pero el dolor en mi rodilla me lo impide —. Mierda.

—¿Qué te pasó? —cuestiona Vicent.

—Me caí.

—Vamos, te llevo adentro —Isaac vuelve a alzarme entre sus brazos y empieza a caminar conmigo a cuestas hasta el interior. Veo a Vicent venir un par de pasos atrás haciendo mala cara.

—Gracias —le susurro —. Y lo siento, él es... difícil.

—No te preocupes —me sonríe —. Dejaremos nuestra caminata para después, para cuando ya puedas caminar, claro está. No olvides preguntar por tu salida.

—Creo que no tengo muchas ganas de salir sola por ahí.

—No irías sola, irías conmigo —sonríe y me eclipsa.

—Oh... pero... ¿Y si me reconocen?

—No lo harán. La ropa de invierno nos ayudará con eso. Además, esto es un pueblo costero e industrial, no es muy turístico y no hay muchos jóvenes aquí, no te reconocerán jamás.

—Suena bien, entonces —sonrío sin llegar a enseñar mis dientes.

Entramos en la enfermería.

—Mándame a llamar si necesitas algo —dice Isaac. Me deja sentada sobre la camilla y se despide con la mano, no sin antes susurrar un 'suerte'.

¿Trabaja aquí o es un adicto más? —pregunta mi padre entrando a la habitación.

—Es un adicto más, pero no tan grave como tu hija —respondo.

—Hola, Chelsea —aparece la enfermera —. ¿Qué te pasó? —se acerca para examinar mi herida.

—Me caí en el jardín y me corté con el hielo.

—Oh... Eso se ve profundo. Iré por el kit de sutura y un poco de anestesia.

Quedamos nuevamente solos. Vicent no deja de mirar mi herida y cuando la mujer regresa, él le quita los implementos.

—Lo haré yo, soy cirujano.

La mujer no dice nada. Eleva sus manos en son de paz y se marcha. Mi padre acomoda una silla frente a mí, atrae una mesa metálica y pone la caja roja sobre ella. Va hacia el baño. Lo escucho como abre el grifo, está lavando sus manos. Regresa y toma un par de guantes de látex para ponérselos y sentarse frente a mí.

—Soy alérgica al látex —le recuerdo.

Sus ojos me miran.

—Es cierto —dice y se los quita. Se pone de pie, se lava otra vez.

Al regresar, ubica mi pie en una de sus rodillas. Toma la inyección con anestesia y con cuidado la aplica cerca de mi herida. Seguido empieza a limpiar con algún desinfectante la sangre seca y congelada que tenía alrededor. Lava muy bien la zona y procede a coser.

—Recuerdo cuando te abriste la barbilla... Dos veces —me mira y luego vuelve a concentrarse en la abertura de color rojo. Miro hacia otro lado para no marearme.

—La torpeza me acompaña desde siempre.

La aguja entra en mi piel, no siento dolor, pero definitivamente siento que algo sucede en esa zona.

—Siempre has sido bastante inquieta —repara —. Nunca lo vi mal, sabía que entre más corrieras y te movieras, más posibilidades habían de que tropezaras o te golpearas, pero también sabía que ibas a tener más oportunidades de aprender de esas caídas.

—¿Qué voy a aprender de haberme caído en un jardín helado o al saltar unos bancos a mis cinco años?

—No volviste a saltar en esos bancos y sé que no vas a volver a caminar por ese jardín, no sin antes fijarte muy bien donde pisas —dice —. Te has movido mucho toda tu vida. Has vivido cosas que ni yo, ni tu madre vivimos a tu edad. Tienes una ventaja. Hasta para cometer errores las personas son impuntuales y por eso vemos gente con más de medio siglo de edad, aún tratando de enmendar algo que hicieron reciente y que ya, por su edad, no tiene solución. Estás a tiempo para corregir muchas cosas, es más, lo tienes de sobra, pero intenta no desperdiciarlo, Chelsea.

—Tiendo a sabotearme muchísimo, es difícil corregir todo a la vez —llevo mi vista hacia la ventana —. Cuanto envidio la gente que sabe tomar buenas decisiones.

—No podemos ponernos a pensar en otros cuando hablamos de nosotros. La empatía no debe usarse para tratar de minimizar tus problemas. La empatía se usa para entender los problemas de otros, pero también debe usarse para entender los de nosotros mismos. Un error lo comete cualquiera y autocastigarse severamente por ello no va a arreglar nada —termina de suturar y me mira —. Si no, mírame a mí, un viejo que erró toda su vida y se castigó de la peor manera, tanto que también terminó castigando a las personas a su alrededor.

—¿Errar en qué? Si tú todo lo haces perfecto.

—Aunque no lo creas... No, no todo lo hago bien. He cometido miles de errores y es muy tarde para arreglarlos.

Sus palabras me recuerdan a las cosas que hablábamos hace años. Vicent es un hombre muy inteligente y siempre lo he admirado. Ha hecho descubrimientos en la medicina, ha operado los cerebros de miles de personas en el mundo y ha salvado sus vidas. No es un hombre malo, tampoco es un mal padre, solo que nunca ha sabido comportarse como uno realmente bueno. Al igual que yo, ninguno es bueno tratando las personas a su alrededor.

—Aún no entiendo muy bien qué haces aquí... —digo y bajo mi pie de su rodilla. Mis pantalones de yoga han quedado destrozados. Detallo la delgada línea de suturas que quedó en mi rodilla.

—Vine a visitarte, ya te lo dije —se pone de pie y señala mi pierna —. Si lo hubiera hecho esa simple enfermera, la sutura habría quedado desastrosa, al igual que la cicatriz. Por suerte y gracias a mí, no te quedará casi nada.

—Llevo pidiéndote que nos veamos casi cuatro años... ¿Y hoy te dio por ceder al fin? —niego con la cabeza —. Ya no tengo 8 años, papá. Sé descifrar cuando una persona miente.

Suspira pesadamente. Vuelve a sentarse en la silla y sus ojos caen en mí. No logro traducir lo que me transmite su mirada, pero si pudiera adivinar, tal vez apostaría que es preocupación.

—Sé que Edward te contó lo del infarto —empieza a hablar y asiento con la cabeza.

—Me alegra que estés mejor.

—No estoy mejor, Chelsea —dice.

—¿Qué? —pregunto confundida. Las manos se me hielan aún más.

—El infarto fue solo la punta del iceberg. Ese mismo día me hicieron un análisis exhaustivo y encontraron un par de cosas que... Eh... Bueno, no son cosas muy alentadoras —saca un pañuelo de su bolsillo y seca el sudor de su frente. Raro, porque está haciendo demasiado frío.

Ahora que lo noto, luce más delgado que la última vez que lo vi hace años. La piel de su rostro refleja más años de los que realmente tiene, pues antes siempre lució como alguien muy joven para su edad.

—¿Qué tienes? —hablo sin dejar de detallar su físico.

—No voy a entrar en términos técnicos, no quiero confundirte y tu psiquiatra me ha pedido explicarte esto de la mejor manera, no como el neurocirujano que soy, si no como tu padre... Solo que...

—No sabes ni siquiera como ser un padre —completo.

Abre la boca y vuelve a cerrarla.

—Tranquilo —alzo la mano —. Cuéntame como mejor te salga, trataré de entenderte.

Está nervioso y sé que es grave, porque jamás había visto a Vicent Cox nervioso.

—Lo sé, siempre fuiste muy inteligente —vuelve a suspirar —. Lo que tengo es tan común... Tanto como para ser la principal causa de muerte en Estados Unidos. Las arterias que transportan la sangre y el oxígeno a mi corazón están hinchadas y taponadas con algo que se llama placa, que está hecho mayormente de colesterol. Los exámenes han encontrado problemas en muchas de estas arterias y deben hacerme una cirugía que viene acompañada de muchos riesgos...

—Te puedes morir —agrego sin pensar.

—Sí, Chelsea, puedo morir —toma aire para seguir hablando —. No vine aquí para empeorar tu proceso. Edward habló conmigo y luego con tu psiquiatra. Él sugirió que era mejor contártelo ahora, para que si algo llegase a suceder no te tomara de sorpresa, aunque tal vez mi muerte no vaya a...

—No hables más, por favor —le pido.

Puede morir.

Mi corazón ha empezado a latir más rápido, pero tengo la sensación de que todo se ha detenido y no logro sentir nada. Tengo náuseas. No sé qué decirle. No sé ni siquiera qué decirme a mi misma.

¿Tranquila, el padre que nunca te habla va a morir? ¿No es nada? ¿Todo estará bien?

—Supe de tus tres ataques cardíacos. Vi tu historial médico... —se pone de pie —. Y antes de irme quiero pedirte algo.

Lo miro esperando su respuesta. Las manos han empezado a sudarme también. Él alisa su gabán y vuelve a secarse la frente.

—Tu corazón se detuvo tres veces a tus 19 años, el mío una vez a los 45... —sus ojos se cristalizan —. Otro ataque cardíaco más me mataría y no sería precisamente uno mío, Chelsea.

Camina hacia la salida y por inercia me pongo de pie.

—Espera —digo y me arrepiento de haberme movido. El efecto de la anestesia está pasando y ha vuelto el dolor —. Espera —repito. Mi padre se detiene y voltea a mirarme —. ¿Cuándo te enteraste de mis... ¿De lo que pasó?

—Fue temprano, ese mismo día —trata de sonreír —. No pierdas más el tiempo, hay mejores maneras de vivir la vida. Búscalas. Corrige estos errores y comete algunos nuevos, pero no tan... invasivos y peligrosos.

Mis ojos se llenan de lágrimas.

—¿Volverás a visitarme? —pregunto sin esperanza.

—Volveré después de la cirugía, si aún...

—Te veré pronto entonces, saldrá todo bien —digo de inmediato. No quiero pensar en la parte oscura.

—Saldrá todo bien... —sonríe —. Por cierto, te traje algo. Lo dejaron en tu habitación —dice y esta vez si sale a través de la puerta.

—¡Enfermera! —grito para que me escuche la mujer. Aparece un minuto después.

—Podría darme algunas muletas o algo para sostenerme, por favor. Debo ir a mi habitación.

—Temo decirle que, justo hoy, se han llevado las sillas viejas para cambiarlas mañana por unas nuevas —se encoge de hombros.

—Mmm... —dudo —. Podría llamar a... a Isaac, por favor —pido avergonzada —. El camino de aquí a mi villa está demasiado lejos y él parecer ser lo bastante fuerte para llevarme hasta allá.

Me obligo a callar.

—Enviaré a alguien a llamarlo —dice y se va.

Camino hasta el baño con cuidado y lloriqueando. Busco el interruptor de la luz en toda la pared hasta encontrarlo. Me planto frente al pequeño espejo.

—¿Te ayudo en algo más, Chelsea? —la enfermera vuelve a aparecer.

Niego con la cabeza mientras miro mi rostro en el espejo. Ya no hay rastro de la mancha violeta que antes había alrededor de mi ojo. Luzco mejor, a pesar de estar pálida como la nieve, a pesar de que mis cejas estén un poco pobladas y mis labios estén resecos por la temperatura. Mis pecas han saltado a la vista y aunque el acné siga ahí, me siento mejor.

—¿Chels? —la voz de Isaac me obliga a girar la cabeza. La mujer desaperece.

—Hola.

—¿Estás bien?, ¿por qué estás llorando?, ¿pasó algo? —pregunta preocupado.

—Mi papá vino a visitarme —confieso. El castaño se me queda mirando como si me hubiera salido una segunda nariz —. Es una estupidez, lo sé. Quería contárselo a alguien —seco las lágrimas que no avisaron para salir —. Es solo que no lo veía hace más de 4 años y aunque tuvieron que pasar cosas de vida y muerte para que viniera... No me importa. Él vino.

—Me alegra mucho escuchar eso —sonríe. Tiene sus manos dentro de sus bolsillos —. ¿Necesitas que te lleve a tu habitación?

Asiento con la cabeza. Me doy un ultimo vistazo en el espejo, seguido extiendo mis brazos para apoyarme en los suyos y salir del baño.

—¿Hasta dónde iremos? —pregunta.

—Hasta los árboles de manzanas —digo simple.

—¿A la villa?

—Sí.

—Diva —tose y me toma de la cintura para sentarme de nuevo en la camilla.

—No la elegí yo, lo hizo la disquera.

—Ajá —dice —. Súbete a mi espalda —se voltea y se agacha.

Me inclino hacia adelante para posicionar mis brazos sobre sus hombros. Él se levanta y ubica sus manos detrás de mis rodillas para sostenerme.

—¿Te tomaron puntos? —pregunta mientras salimos de la enfermería.

—Sí, estaba profunda —respondo.

La cercanía que tenemos no me incomoda, todo lo contrario, su aroma me hace sentir en un lugar seguro y aunque sé que no debería, lo disfruto.

—Tiene excelente pulso esa mujer —repara.

—No fue ella, la suturó mi padre.

—¿Cirujano?

—Neurocirujano —me jacto.

—El talento viene de familia.

—Un poco sí, es muy bueno.

—¿A que se dedica tu hermano? —curiosea.

—Es abogado. Un excelente abogado —muevo mi cabeza hacia un lado para ver su rostro —. ¿A qué se dedican los tuyos?

—Inanna es profesora de preescolar e Ivan es ganadero —responde.

—¿Ganadero? ¿Tipo los que tienen un rancho y eso?

—Sí. Es un rancho familiar que está en Texas. Ivan lo administra.

—¿Texas? —mis ojos se abren demasiado —. Siempre he querido ir a Texas y montar a caballo, usar botas, camisas, sombreros y contemplar el cielo estrellado de noche.

—¿Sí? —ladea su cabeza para mirarme —. No me imagino una diva como tú en un rancho como el nuestro.

—Si Hannah Montana pudo, yo también.

—¿Hannah Montana? —repite.

Dios, soy una infantil.

Es un personaje de... una serie muy seria y adulta en Netflix. De una cantante bastante diva y madura que viaja a un pueblo y así —cuento para no parecer una adolescente.

—Tendré que buscarla.

—¡No! Es muy mala, no pierdas tu tiempo.

—Entiendo —se ríe —. Cuando salgamos de aquí te haré llegar una invitación bastante formal para que los visites.

Suspiro. Aunque me agrade la idea, no podría hacerlo.

—Me encantaría, pero no puedo —cruzamos el ultimo pasillo que nos lleva hasta los jardines cerca a la villa.

—¿Por qué?

—Tengo una larga gira al salir de aquí. Todo el año estaré viajando de ciudad en ciudad.

—Te mantendré la invitación hasta que puedas ir —dice.

—Gracias... ¿Estarías tú allá o...?

—Mi trabajo tampoco me deja mucho tiempo libre, pero serás bienvenida. Inanna ama mostrar todo el rancho. Tiene un tour que ayuda a que puedas recorrer todo el terreno en siete días.

—¿Siete días para recorrer un rancho? —pregunto confundida.

—Es un rancho bastante grande.

—¿Grande cómo...? —indago.

—¿Conoces New York? —gira su cabeza nuevamente para mirarme.

—¿Es del grande de New York? Oh, dios mío.

—No, no lo es.

—¿Entonces?, ¿la mitad? —intento adivinar.

—Es el doble.

Mi boca se abre y forma una pequeña o.

—Definitivamente la diva aquí no soy yo, eres tú, vaquero.

Su cuerpo vibra bajo el mío, debido a la risa que sale de su boca.

Llegamos al fin a la villa. Isaac me deja en la entrada y abro con la tarjeta. Cuando entro, lo primero que veo en la cama es algo que no esperaba.

Mi vieja guitarra.

Doy varios saltos en un solo pie y me lanzo sobre la cama para tomarla. Ha dejado de importarme lo ridícula que me vea o actúe frente a Isaac. Sitúo el instrumento en mi regazo y acaricio las cuerdas. La piel se me eriza y mis ojos se cierran automáticamente.

Hace mucho no tenía un buen día. A pesar de la noticia de mi padre, y confiando en que todo respecto a su cirugía salga bien, hoy puedo decir que estoy feliz.

Miro a Isaac. Me observa con algo que traduzco como ternura y aunque no desee que sienta ternura por mí, disfruto de su mirada.

—¿Podrías hacerme un favor enorme? —le pregunto.

—Claro, dime.

—¿Podrías conseguirme algo para escribir?

—¿Tendremos nuevas canciones de Chelsea Cox? —inquiere divertido.

—Las tendremos.


Notita:

¿Cuántas por aquí enamoradas de nuestro pelotero/vaquero? 

Gracias por leer amores. Un besito, no olviden comentar y votarrr.

Pokračovať v čítaní

You'll Also Like

49.6K 4.8K 54
Bilogia "AMOR IDEAL" #1 Leemos tanto que algunas vez hemos soñado en encontrar a nuestro Chico Ideal. No lo imaginamos de una y mil formas. Tenemos a...
1.3K 103 11
"No lo sé, solo pasó. Encontré un refugio en alguien a 4000km de distancia." Segunda parte de "Aslan y Eila" (Aslan's version) Historia: Publicada: 0...
981 60 5
Kelly siempre ha sido la chica "ejemplar" de su escuela ¿La causa de esto? Padres exigentes con su vida académica Su vida se complica cuando se encu...
5.9K 1.2K 109
Muchas personas dicen amar cuando ni siquiera saben lo que es el amor. Aria Johnson es una chica que ha sufrido por muchas cosas y que busca un sign...