Capítulo 22: "Constelaciones"
No podían perder más tiempo. Jack estaba en peligro de muerte y debían darse prisa. Scrum tomó a Angélica con cuidado de no lastimarla y la subieron al Perla para finalmente salir de Tortuga y adentrarse a los mares nuevamente.
-¿Dónde la acuesto, señorita?- le preguntó Scrum a Yemayá.
-Llévala a mi camarote, Scrum.- respondió.
Scrum obedeció y se dirigió rápidamente hacia él para poder acostar a Angélica en la cama de la muchacha para que pudiera descansar.
Yemayá respiraba hondo mientras estaba apoyada en el borde de la nave mirando hacia el océano.
De repente sintió pasos detrás de ella y una suave mano que pasaba por su espalda dándole consuelo, pero al sentirla rápidamente se sobresaltó.
-Lo siento, no quise incomodarte.- le dijo Sam preocupado.
Yemayá no estaba acostumbrada a recibir esas muestras de comprensión y cariño. No solía confiar en muchos hombres ya que la mayoría cuando la veían le gritaban.
-No me has incomodado, Sam- puso una mano en su hombro- es solo que... estaba distraída, no esperaba que alguien se acercara.
-¿En qué piensas?
- En muchas cosas últimamente. Más bien, mi cabeza tiene más preguntas que pensamientos...- respondió Yemayá devolviendo la vista al océano pero esta vez posando su cabeza sobre sus brazos que nuevamente volvieron a estar apoyados en los bordes de la nave.
-¿Qué tipo de preguntas?- dijo imitando su acción, pero en vez de estar mirando al océano, Samuel la estaba mirando a ella. -¿Quieres decirme?
-No quisiera atormentarte más de lo que ya estás.
-¿Por qué me atormentarías? Tú no me molestas, quiero escucharte. En serio.
- ¿Crees que tomé una mala decisión al venir aquí?- cambió su mirada ésta vez para mirarlo a Sam- es decir, ¿hice bien en hallar a mi padre para embarcarme en la tripulación y pasar más tiempo con él?
-¿Y por qué lo dudas?
-¡Mira donde estamos, Samuel! Por mi culpa mi padre está secuestrado y quién sabe qué otras cosas le deben estar haciendo. Mi madre está inconsciente sin saber qué hacer. Tú, tus padres, tu abuelo, TODA LA TRIPULACIÓN ENTERA corre peligro por mi culpa. – sus ojos se llenaron de agua.
Sam no dejaba de mirarla. Estaba tan preocupado por su estado que no dudó en pasar nuevamente su mano por su espalda para finalmente darle un abrazo.
Estuvieron abrazados por un buen rato, hasta que Sam notó que Yemayá iba tranquilizándose.
-Oye...- dijo Sam tomándole suavemente el rostro y secando las lágrimas.- No quiero que llores. Eres una mujer fuerte y me duele verte así. Todo estará bien...
- No.- dijo Yemayá entre sollozos- No lo estará. Nada lo está, Sam. He puesto a todos en peligro.
-¿Sabes algo? No me arrepiento de estar aquí. Prefiero correr el riesgo de ser asesinado por piratas a que pasar una vida sin haberte conocido, Yemayá.
Yemayá abrió aún más sus ojos ante las palabras de Samuel. En serio él estaba enamorado de ella y ella de él. Ambos pensaban que lo que sentían sería pasajero, pero no.
Samuel llevó sus manos a los brazos de Yemayá, recorriéndolos. Ambos dieron un paso para estar más cerca.
-Quisiera...- los labios de Samuel lograron coordinar una palabra mientras ambos juntaban sus frentes lentamente.
-¿Si...?
-Quisiera besarte...- las mejillas de Yemayá estaban ruborizadas.- ¿Puedo?
-Puedes...
Sam tomó impulso y ésta vez llevó sus manos a su espalda, bajando por su cintura, quedándose allí.
Estaba tan cerca de besarla por primera vez. Quería hacerlo desde que se enamoró de ella. Sus corazones latían con rapidez, estaban a punto de besarse pero...
-Señorita...- se separaron al instante al oír la voz de Gibbs detrás de ellos. –Lo siento, no quería interrumpir.
-¡¿En serio?!- decía Sam en su cabeza mientras miraba a Gibbs y suspiraba de manera frustrante.
-Descuida, Gibbs.- dijo Yemayá controlando su respiración y apoyando una mano en el hombro del canoso hombre. -¿Qué sucede?
-Es su madre- respondió- ha despertado.
-¡Estupendo!- exclamó Yemayá- Gracias, Gibbs.
-Sí, gracias Gibbs- Samuel remarcó cada palabra con un tono sarcástico mientras abría aún más los ojos observando a Gibbs. ¿A caso alguien más los interrumpiría mientras estaban a punto de besarse?
Gibbs se retiró a su puesto dejando a Yemayá y a Sam nuevamente solos.
-Debo ver a mi madre...- dijo Yemayá mientras entrelazaba sus dedos haciéndolos tronar.
-Claro, ve.
Yemayá se acercó a la puerta que dirigía hacia los camarotes. Antes de cerrarla le dirigió una pequeña sonrisa a Sam.
Al llegar a su camarote respiró aliviada al ver a su madre recuperada y comiendo algo.
-Hija...- dijo con la boca llena.
-Hola, mamá. – sonrió cerrando la puerta. –Me alegro que hayas despertado. ¿Cómo estás?
-Mejor de lo que estaba antes, aunque un poco hambrienta. Ésta sopa es deliciosa- dijo dándole un sonoro sorbo a la cuchara.
Angélica no comía muy bien desde que estaba en la isla. Su dieta siempre era la misma: frutas, pescado, algunos insectos...
-El nuevo tripulante Charles Johnson cocina bien, ¿verdad?- rió cruzándose de brazos.
-Hija...- dejó a un lado su tazón de sopa- ven... debemos hablar sobre lo que me dijiste que casi hace que me lleve al más allá.
-Lo sé, mamá. Lo siento, he sido muy directa y...
-Creo que esa es la peor cualidad de ti- rieron ambas.- eres muy directa para decir las cosas. Me imagino la cara de tu padre al enterarse que eras su hija.-las dos mujeres se agarraban del estómago al reír tanto.- Pero ya... basta de risas y cuéntame.
-¿Estás segura de que no te agarrará otro desmayo cuando te lo vuelva a decir?
-Claro que no, escúpelo de una vez.
Yemayá finalmente pudo contarle toda la verdad a su madre. Gracias a la diosa Calipso que no se ha desmayado. Había comprendido el retorno de Barba Negra y de las demás almas y comprendía el plan que iban a llevar a cabo para que él se pusiera de su lado.
-Bien... se está haciendo algo tarde.-dijo Yemayá.- deberías descansar. Puedes quedarte aquí en mi camarote. Yo dormiré en las hamacas de afuera.
-¿Con todos esos piratas? ¡NI LO SUEÑES!- exclamó Angélica.
-Tranquila, mamá- la abrazó- todos se han portado muy bien conmigo. Han cuidado de mí. Además, Sam me...
-¡¿Sam?!- levantó el tono de voz- ¡¿Sam el nieto de BARBOSSA?! ¡Menos te dejaré ir! No quiero que te acerques a ese muchacho.
-Mamá, tranquilízate por favor. – Se levantó de la cama para dirigirse a la puerta- ya te he dicho que todos aquí cuidan de mí. Más bien, todos nos cuidamos entre todos. Además el capitán Barbossa no tenía la culpa de las maldades que le ocasionó Barba Negra en sus tiempos.
-Mató a tu abuelo, ¿hablarás bien de él?
-No quiero discutir contigo, madre...- decía mientras abría la puerta para salir.
-¡Yemayá ven aquí o te arranco la cabeza!
-Sería mejor si tú...- dijo mientras salía del camarote y cerraba la puerta con rapidez, apoyando su espalda en ella. Su cabeza rebotó un poco al sentir el golpe que Angélica le había dado a la puerta.- no te metes...
-Es igual a su padre. Estos dos me volverán loca- se escuchaba a Angélica murmurando dentro del camarote mientras Yemayá caminaba para llegar a las hamacas.
Todos estaban acostados y obviamente todas las hamacas estaban ocupadas.
Yemayá suspiró y silenciosamente se dirigió hacia las escaleras que conducían a la cubierta de la nave, pero antes de llegar alguien la llamó.
-¿Yemayá? ¿A dónde vas?- preguntó mientras se rascaba los ojos.
- Sam...- se volteó exaltada. –voy a... es que...- susurraba para no despertar a los otros piratas que se encontraban dormidos. – mi madre está durmiendo en mi camarote y todas las hamacas están ocupadas. Dormiría en el camarote de mi padre pero es una violación al código:
"El camarote del Capitán debe ser utilizado única y exclusivamente por nadie más que el mismísimo Capitán. En el caso de que no se respete el código, el tripulante será lanzado por la borda"
-Pero él no está aquí, así que... podrías.- sugirió Sam.
-Por más que él no esté aquí, si logramos traerlo de vuelta, se daría cuenta. Jack es SORPRENDENTEMENTE precavido en ese tipo de cosas. – respondió levantando los hombros. –bien... buenas noches, Sam.
-Espera...- murmuró Sam levantándose de su hamaca.- ¿Dónde dormirás?
-Afuera, obviamente. ¿Dónde más dormiría?
-Duerme aquí- dijo señalando su hamaca- toma la mía.
-Claro que no. No quiero que tú duermas afuera.
-Y yo tampoco quiero que tú lo hagas. Puedo soportar el frío, créeme. Deja que sea yo quien duerma afuera.
-¿Y quién dijo que no puedo soportarlo? He vivido casi toda mi vida en una isla, no todos tuvimos la oportunidad de dormir en una plácida cama como tú.
- Toma. Mí. Hamaca. – Sam remarcó cada palabra.
-Te he dicho que estoy bien durmiendo afuera.
-No lo harás.
-¿Y quién eres tú para impedírmelo?
-No dejaré que te enfermes durmiendo allí. Tenemos que cuidarte, todos nos cuidamos entre todos, ¿verdad?
-¿Has estado espiando?
- Claro que no, los gritos de tu madre y los tuyos se oyen por todo el mar Caribe.
Cuando Sam dijo eso Yemayá le dio un empujón casi haciendo que se cayera. Subió furiosa las escaleras llegando por fin a la cubierta que estaba totalmente desierta a excepción de Cotton y su perico que se encontraban en el timón.
Yemayá volvió a posicionarse sobre el borde de la nave nuevamente. Observaba las estrellas.
-Oh padre...- decía en su mente- cuanto deseo que estés bien.
En eso sacó de su bolsillo el pequeño muñeco vudú de Jack para llevárselo al oído y escuchar los latidos del corazón.
Latía. Aún latía. Y sus ronquidos también se escuchaban.
-Ron. Ron. Mi amado Perla. Quiero ron. Una buena botella de ron. Ron. Angélica. Ron. Yemayá. Ron. Ron. Ron. Ron en todas partes.- Yemayá reía al escuchar a Jack soñar. Decía muchas palabras incoherentes y eso le causaba gracia ya que era una de las cualidades más comunes de su padre.
-Yemayá...- llamó Sam que se encontraba en el comienzo de las escaleras observando a Yemayá, quien volvió a poner el muñeco en su bolsillo.
-¿Qué quieres?- dijo seca Yemayá.- Te he dicho que no iré a tu estúpida hamaca, estoy bien aquí.
-No vengo a insistir.- dijo recogiendo de los escalones una almohada y una manta.- Vengo a acompañarte.
Yemayá puso los ojos en blanco para tomar sus cosas y acostarse en el duro suelo con su mirada apuntando hacia las estrellas. Sam imitó su acción acostándose a su lado.
-¿Te gusta mirarlas?- preguntó él.
-Si... Es algo que suelo hacer cuando me siento sola o triste.
-También yo.
Sus miradas se conectaron, ésta vez con un sentimiento de comprensión. Ambos se sonrieron.
-Mira, esa constelación se llama Hydra.- dijo apuntando con el dedo al cielo.
-¿Una qué? ¿Constipación?
-No haha- rió Sam. – Una constelación.
-Oh... ¿y qué es eso?
- Una constelación es un conjunto de estrellas agrupadas que forman una figura determinada.- explicó. – Mi madre me las ha enseñado cuando era niño. Aún recuerdo algunas de ellas.
-¿Tienes alguna que sea tu favorita?- preguntó.
-No, creo que son todas muy bonitas para elegir sólo una.
- ¿Cuál es esa?- Yemayá apuntó hacia el cielo señalando los siete puntos que formaban una extraña figura.
-Esa es la osa mayor.
- ¿Y esa?
- Esa creo que se llama Casiopea.
- Dime más.
Samuel comenzó a mencionar todas las constelaciones que conocía. Le nombró como más de unas treinta constelaciones distintas que conocía gracias a Carina.
A medida que iba nombrándolas, Yemayá apoyaba su cabeza en el pecho de él para finalmente quedarse dormida.
-Y la última que conozco es aquella que se llama Eridanus...- hizo una pausa al darse cuanta de que Yemayá estaba completamente dormida sobre su pecho. Él sonrió y la abrazó mientras acariciaba su pelo.
-Y ahora ésta nueva estrella se llama Yemayá. –Murmuró cerrando sus ojos- mi estrella favorita en el mundo.- culminó para darle un beso en su frente y finalmente entregarse al sueño.
***
Nota de autor:
Holiiii, no me maten jajajjajaja. Ya sé que tardé un montón en actualizar pero es que anduve con un montón de trabajo estos últimos días. En fin, les traigo otro capitulito que se convirtió en uno de mis favoritos, disfruté mucho en escribirlo y espero que a ustedes también les guste.
Voy a tratar de actualizar un poco más seguido debido a que me encuentro un poco libre, pero no prometo nada.
Bueno, nos leemos (espero que pronto)
Bye <3
*Broken Soul.